Y cada noche tendréis un castigo,
estar durmiendo con otro
y estar soñando conmigo.

(Kutxi Romero)

Chorlin

Ah, Chorlin Porlin... una verdadera maravilla de la tragicomedia humana, un personaje sacado del más profundo rincón de la decadencia intelectual. Con esa cara extremadamente alargada, que parece haber sido estirada por alguna fuerza oscura, como si el tiempo mismo se hubiera ensañado con él. Lo primero que notas son sus ojos pequeños, bueno, si es que puedes llamarlos ojos. Parecen dos puntos que se pierden en el infinito, tan diminutos que Chorlin, en su infinita astucia, decidió pintarse ojeras enormes alrededor para hacerlos más “expresivos”. Pero el efecto logrado está más cerca de un fantasma cansado que de un intelectual temido. Esos ojos, o lo que queda de ellos, no dan ni miedo ni respeto. Te encuentras entre el terror y la lástima, sin saber si deberías salir corriendo o invitarle a un café para que descanse un poco. Su voz grave y profunda tiene un tono sombrío, como si cada palabra que pronuncia viniera arrastrando siglos de desesperanza.

Pero, ¡ah!, cuando Chorlin Porlin intenta elevar esa voz en algún grito de indignación o cuando quiere que se le oiga en sus “grandes” discursos... ¡oh, qué espectáculo! Le salen unos gallos agudos que chirrían, como un violín desafinado que se cae por las escaleras. El pobre Chorlin, tan seguro de su propio intelecto, acaba siempre con ese tono histriónico que más que asustar provoca risas incómodas. Pero no nos adelantemos, porque Chorlin se cree un vengador de su época, un tipo que ha venido a señalar los vicios de la sociedad, armado con su látigo de palabras mordaces. Claro, él ve la verdad detrás de las máscaras de todos, ¿o no?

Inteligente, no hay duda. En eso sí le doy crédito. Es capaz de desmenuzar los defectos y las miserias del mundo a su alrededor con una precisión quirúrgica. Es un tipo que siempre tiene algo que decir sobre la decadencia moral y la hipocresía que todos pasan por alto. Pero aquí está la ironía: en su empeño por desenmascarar al mundo, Chorlin ha terminado convirtiéndose en una parodia de sí mismo. Se autoproclama un justiciero, un vengador que lucha contra el sistema, pero su sombra es más grande que su impacto. La verdad es que sus discursos caen en saco roto, y sus ideas, aunque brillantes, son tan pesadas como su figura. Al final, no es más que un intelectual decadente, uno que da más pena que miedo.

Y no olvidemos su aspecto físico... siempre vestido igual, con su pantalón gris bombacho que se ajusta a los tobillos, como si hubiera salido de una novela victoriana, y su chaleco mostaza de terciopelo cubriendo su camisa blanca siempre oreada por el sudor, que seguramente en su mente es la cúspide del estilo, pero en la práctica lo hace parecer un actor venido a menos en un teatro de tercera categoría. La chaqueta azul, tan llamativa como desubicada, es su intento por mantener una dignidad que se le escapa entre los dedos. Pero lo más inquietante de todo es ese lado de la cara paralizado. Ah, sí, como si la propia vida hubiera decidido detenerse en una mitad de su rostro, dejando el resto para que Chorlin siga con su triste actuación. Para rematar, intenta ocultar ese detalle con una gorra de felpa naranja enorme, que más que esconder, resalta su aire de alguien que intenta ocultar su propia insignificancia. Es como si pensara: "Si no puedes ver mi rostro completo, entonces no podrás entender lo ridículo que soy". ¡Ja!

Pero lo mejor de todo es que Chorlin cree que es temido. ¡Oh, sí! Se ve a sí mismo como un monstruo intelectual, alguien capaz de destruir las ilusiones de los demás con una frase bien construida. Pero no, pobre Chorlin, lo único que logra es hacer que te rías entre dientes mientras sus palabras retumban en ese vacío que él mismo ha creado a su alrededor. Es un vengador, claro, pero uno que se ha quedado atrapado en sus propios delirios de grandeza. Al final, Chorlin no es más que un bufón triste, vestido de una grandeza que jamás tendrá, recorriendo su mundo con paso pesado, intentando asustar pero solo logrando que le inviten a marcharse antes de que arruine la fiesta.

Así es Chorlin Porlin, un hombre que juega a ser más de lo que es, pero que al final se ha convertido en su propia broma. ¡Qué hermoso desastre! Como sus reflexiones sobre el año que se va ¡Ah, 2024, ese año que parecía sacado de una novela de ciencia ficción escrita por un guionista de comedia! Entre momentos dramáticos dignos de un Óscar, ironías políticas que podrían haber sido escritas por Monty Python, y avances tecnológicos que nos hicieron preguntarnos si realmente queríamos vivir en el futuro, cada día fue un capítulo nuevo y surrealista de esta gran serie llamada "Humanidad".

Desde ahora y hasta el final de este texto, se intercalan párrafos originales de Chorlin Porlin, encontrados entre sus papeles desordenados, textos sobre hechos de este año 2024 que acaba y sobre el arte, el único hecho o potencia que nos mantiene vivos.

Mundo

Cuando nos llegue la revelación
y estemos curados de espanto
y Dios o el Diablo se unan a la conversación,
entonces sabremos si aquella verdad
escrita en los libros de piedra
tan solo era una excusa para brindar.1

Entre susurros de sombras danzantes, el ocaso se abrazó al eco de las hojas perdidas, tejiendo sueños en el lienzo del silencio. Frutas de cristal colgaban de las ramas del tiempo, esperando el beso del viento que jamás llegaría. Las serpientes de la memoria se enredaban en las raíces de un espejo quebrado, mientras los relojes lloraban sus agujas en un océano de arenas impalpables. Y así, las estrellas se desnudaron ante la mirada dormida del amanecer, dejando que la penumbra escribiera su propio cuento en la piel del universo.

Ah, Estados Unidos, ese país donde la política es un chiste... ¡y todos se lo toman tan en serio! En 2024, las elecciones presidenciales fueron más entretenidas que cualquier episodio de una serie mediocre. Los candidatos no eran políticos, ¡eran comediantes! Uno y otro desfilaban en los debates lanzando promesas vacías, más vacías que el corazón de un villano en una película barata. ¿Y qué hizo el público? ¡Ovación tras ovación! Porque claro, ¿quién no ama un buen chiste aunque cueste la vida? Los memes se convirtieron en los verdaderos ganadores de esta carrera, demostrando que, en un mundo de absurdos, la risa es el único rey legítimo. Y este año, ganó el malo, el villano, el delincuente, el anticristo que seguramente acelere el fin de los tiempos.

El arte, ese susurro de sombras que se desliza entre los pliegues de la realidad, como el hilo de humo que se enreda en los dedos del tiempo. Ese eco de un espejismo deshecho, camina con sus ojos diminutos perdidos en un mar de ojeras dibujadas con la tinta del sinsentido, buscando la luz que nunca llega. Sus ropas, vestigios de un naufragio en una tormenta de terciopelo mostaza y azul, son la armadura inútil de un guerrero sin guerra, un soñador que ya no recuerda qué significa despertar.

Y en algún rincón del viento, el alquimista de lo invisible, transforma notas en espejismos de luz. El poder del arte, canta el aire, como si supiera que el arte no es poder, sino el espacio entre los latidos del universo. Nueve minutos y nueve segundos de una espiral que gira sobre sí misma, un eco de lo que nunca fue, ascendiendo como humo que se niega a disiparse, un zumbido que se cuela entre las grietas de la mente, buscando el silencio que nunca encontrará.

Ah, Latinoamérica, donde la política es una montaña rusa emocional. En 2024, la región continuó demostrando que el realismo mágico no es solo un género literario, es un estilo de vida. Mientras unos países cambiaban de gobierno más rápido que los canales de televisión en un mando a distancia, otros decidían que si no podían arreglar sus problemas, al menos podían ponerles música y bailar un buen tango. Argentina, que después de ganar el Mundial en 2022 pensó que lo peor había pasado, seguía lidiando con su eterna crisis económica, como un jugador de póker que sigue apostando aunque sepa que no le quedan cartas ganadoras y que todo se aboca a la cuasi desaparición del Estado. Pero si hay algo que América Latina sabe hacer bien es reírse de sí misma, y en 2024, el humor fue el único antídoto contra el caos. Y Maduro sigue cagándose en la democracia.

El arte no habla, pero grita. No salva, pero te ahoga suavemente, como la marea que se lleva lo que ya no importa.

Si la economía fuera una película, 2024 sería esa escena en la que el protagonista corre cuesta arriba mientras le lanzan piedras y bolas de fuego desde todas las direcciones. La inflación mejora pero, aunque los países crecen y se estabilizan, la gente no llega a pagar sus deudas de vida. ¡Es el mercado, amigo! ¿Amigo! Caguentó. Mientras tanto todos los ciudadanos con la sensación de que estaban jugando una partida de Monopoly en la que todos los precios se duplican cada vez que es tu turno o, aunque no suban, el dinero no les llega. Comprar un aguacate en el supermercado se convirtió en una decisión financiera comparable a comprar acciones en la bolsa. ¿Realmente necesito este aguacate? ¿O debería invertir en pasta seca y arroz a largo plazo? Lo mejor de todo es que los economistas seguían hablando como si supieran lo que estaba pasando. ¡Qué tiernos!

El arte se convierte en un vehículo de expresión para aquello que las palabras cotidianas no alcanzan. Es una forma de comunicación universal que trasciende las barreras del lenguaje, la cultura, el tiempo y el espacio. A través de los diferentes medios, el ser humano encuentra un reflejo de sus propias emociones, de sus miedos, de su euforia, de la tristeza infinita que a veces lo rodea.

Cómprate una piña en el super de moda, el del monopolio de la vergüenza, y ponla boca abajo. Al final, pillas. Incautos.

Ah, las redes sociales en 2024, el verdadero circo digital. Todos enmascarados, mostrando sus mejores caras, sus vidas perfectas, sus sonrisas falsas. Instagram, TikTok... esas plataformas eran mi patio de juegos favorito. ¡Qué divertido es ver cómo se retuercen para conseguir likes! Bailando para una audiencia invisible, actuando como si todo tuviera sentido. Y lo mejor de todo es que ellos mismos no saben quiénes son. Filtros y más filtros, ocultando la verdad. ¡Pero qué importa la verdad si puedes ser viral! ¿Qué importa esa cámara de gas y mierda, que te consume y mata, que llamamos Twitter?

Caos

Cambio de rumbo, valiente a una vida mejor.
Viaje destino a la mierda, este es el último aviso
para saber lo que te espera.
¿Lo tienes claro o quieres que te dibuje un plano?
Viaje de ida sin vuelta. ¡Viaja feliz!.2

Como dijo Picasso, “Todo niño es un artista”, la verdadera lucha es mantener esa capacidad creativa y espontánea mientras navegamos por la complejidad de la adultez. El arte nos obliga a mirar el mundo con ojos frescos, sin juicios previos, nos devuelve a un estado más puro en el que la creatividad y la imaginación son nuestras mejores herramientas. Es a través del arte que cuestionamos nuestras propias realidades y replanteamos nuestras experiencias.

Las redes sociales en 2024 eran como ese amigo en la fiesta que no para de hacerte fotos, aplicarte filtros y pedirte que bailes. Instagram, TikTok y demás plataformas dejaron de ser simples lugares de interacción para convertirse en los nuevos altares de culto. Los influencers, cual profetas del siglo XXI, decidían qué estaba bien y qué no, qué debes comprar y qué debes sentir. Todo, absolutamente todo, pasaba por el filtro de lo “viral”. El concepto de realidad se volvió tan líquido que no sabías si la persona que te sonreía en la pantalla realmente existía o era un avatar más. Porque, claro, en 2024, los filtros de Belleza Natural podían hacer que hasta el perro del vecino pareciera una supermodelo. "Y en este contexto, mejor un buen bulo que una noticia veraz. Y así los nuevos nazis llegaran al poder a horcajadas de los ignorantes".

El arte nos conecta con el pasado, pero también nos empuja hacia el futuro. Es un reflejo de la cultura y, a la vez, una herramienta de cambio social. En sus diferentes formas, el arte ha servido para documentar los momentos más importantes de la historia humana y, al mismo tiempo, ha sido un catalizador para la transformación social. A través del arte, los pueblos preservan su identidad, narran sus historias y transmiten su legado a futuras generaciones. La obra de Oscar Wilde y la reflexión de Ernst Fischer sobre la necesidad del arte son un ejemplo claro de cómo la estética y la crítica social van de la mano. Fischer argumenta que el arte es necesario porque nos permite cuestionar la realidad y rebelarnos contra la conformidad.

Pero luego está la salud mental, claro. Ah, joya de 2024. Después de tanto caos y confusión, la gente finalmente comenzó a darse cuenta de que estaba rota por dentro. Así que, ¿qué hicieron? ¡Se volvieron hacia la terapia! Ja, terapia online, claro, porque salir de casa para enfrentarte a tus problemas es demasiado difícil, ¿verdad? “Respira profundo”, te dicen. “Visualiza un lugar tranquilo”. Pero lo que no te dicen es que la verdadera paz está en aceptar el caos. ¡Bendito caos! Es lo único real en este mundo de ilusiones. Después de los traumas pandémicos y la incertidumbre global, las terapias en línea se volvieron tan populares como los entrenamientos de yoga. “¿Has hecho tu mindfulness esta semana?” se convirtió en la pregunta recurrente. Si el mundo estaba ardiendo a tu alrededor, al menos tú podías respirar profundo y decir: “Estoy en paz”. Claro, todo hasta que sonaba tu alarma de la oficina o el banco te recordaba que no habías pagado las cuentas.

El arte no es solo un escape, sino también un medio para entender el mundo y a nosotros mismos. Nos permite enfrentarnos a las preguntas más difíciles de la vida: ¿Qué significa ser humano? ¿Cuál es el propósito de nuestra existencia? El hacedor nos recuerda que con el arte no se trata de impresionar, sino de revelar la verdad que yace bajo nuestras pretensiones.

Y luego tenemos a la naturaleza, la verdadera artista del caos. 2024 fue su gran espectáculo, con incendios, huracanes y olas de calor que hacían que hasta yo sudara bajo el maquillaje. La gente seguía organizando cumbres climáticas, como si pudieran controlar lo incontrolable. ¡Ja! Madre Naturaleza se ríe de sus planes, igual que yo me río de sus promesas vacías. El planeta está ardiendo y ellos siguen creyendo que una firma en un papel lo va a resolver. Es adorable, realmente. Porque, claro, ¿quién necesita tomar medidas drásticas cuando puedes simplemente emitir un comunicado prometiendo que lo harás en 2050? "Y así la Dana que nos azotó demostró que somos más miserables, pero más miserables son aquellos que buscaban teorías alternativas para explicar lo evidente: nos vamos por del desagüe. No se trata de lo que hicieron o no los políticos. No os habéis enterado, de los efectos de la Dana sólo nosotros somos responsables, de hecho somos los culpables y, aunque no lo creamos, la política nos ayuda, incautos iletrados".

Al fin tuvimos el parto de Wild God lanzado el 30 de agosto de 2024. Disco descrito como una mezcla apasionada entre el rock góspel y una celebración del amor, reconectando Cave con su pasado mientras abre nuevos horizontes. Oscuro, espiritual, feroz, inquietante, magnético, sarcástico, vulnerable, sublime, visceral, poético, nihilista, transformador, enigmático, melancólico, apocalíptico, salvaje, introspectivo, trascendental, cavernoso, redentor.

La experiencia artística nos ofrece una pausa en nuestra carrera hacia la utilidad y el consumo. En un mundo donde todo parece tener un precio, el arte nos devuelve a lo esencial, a lo que no se puede medir ni vender. Es, en palabras de Nuccio Ordine, la “utilidad de lo inútil”. Nos recuerda que, a pesar de nuestras preocupaciones mundanas, siempre habrá algo más profundo que necesita ser expresado. El arte es nuestra manera de gritar al vacío, de reírnos de nuestra propia insignificancia, y de celebrar el hecho de que, aunque efímeros, estamos aquí.

El conflicto en Ucrania y el enfrentamiento entre Israel y Hamas son como dos lados de la misma moneda: un espectáculo de devastación humana que parece no tener fin. En Ucrania, Rusia decidió que la mejor manera de "proteger" a los separatistas prorrusos era invadir todo el país, porque, claro, ¿por qué no? La respuesta de Ucrania, respaldada por Occidente, ha sido resistir con todo lo que tienen, mientras el mundo se enfrenta a crisis de energía y alimentos. ¡Un auténtico éxito para todos!

Por otro lado, en el Medio Oriente, Israel y Hamas siguen con su interminable juego de "tú me atacas, yo te bombardeo", cada vez más sofisticado pero igual de devastador. Hamas lanza misiles desde Gaza, Israel responde con bombardeos y, como siempre, los civiles quedan atrapados en el fuego cruzado. Al parecer, las soluciones diplomáticas y la paz son conceptos tan esquivos como un unicornio en el desierto. Será el inicio de la nueva guerra mundial, los judíos ya tienen experiencia en ambos bandos… ¿o era el mismo? "Dónde Irán?"

Coda

Se busca viento para veletas que llevan quietas mucho tiempo
Y echan de menos dar vueltas, echan de menos al viento. Se buscan flores silvestres para engalanar desiertos
Se buscan piedras para hacer puentes y los muros derribar.3

En "El poder del Arte", de Robe se encapsula el sentimiento puro a la perfección. Es una pieza que trasciende lo meramente musical para convertirse en una experiencia espiritual, emocional y filosófica. No solo es melodía, también plantea preguntas existenciales que nos invitan a reflexionar sobre nuestra mortalidad, sobre lo que realmente significa estar vivos.

Al final, el arte es lo más importante que tenemos porque es lo que nos mantiene humanos. Nos eleva, nos cuestiona, nos consuela. Nos permite ser Chorlin Porlin, el bufón que intenta ocultar su miseria bajo una máscara de intelectualidad, y también el maestro Robe, el poeta que desnuda nuestras almas con cada acorde.

Ah, sí, 2024, un año lleno de espectáculo, drama, y caos... ¡y yo no podría haberlo disfrutado más! Cada día era una nueva oportunidad para reírme en la cara de todos aquellos que intentan darle sentido a este mundo. Porque, al final, lo que nadie quiere admitir es que no hay sentido, no hay orden. Solo hay caos, y en ese caos, mis queridos amigos, es donde realmente somos libres. Así que sigamos riendo, sigamos bailando en este gran escenario, porque mientras el mundo se desmorona, yo seguiré aquí, con una sonrisa... viendo cómo todo arde.

En conclusión, 2024 fue ese año que, si fuera una montaña rusa, habrías querido bajarte en la primera curva pero te quedaste, porque de alguna forma, este caótico y surrealista espectáculo mundial tenía su propia magia. Nos reímos, lloramos, nos sorprendimos, y al final, como en todo buen drama, esperamos que el próximo año traiga un final feliz... o al menos más memes.

Notas.

1 Curados de espanto. José Ignacio Lapido, del álbum “A primera sangre”. 2023.
2 El viaje. Koma, del álbum “Una ligera mejoría antes de la muerte”. 2024.
3 Hacer puentes. "Sinkope". Single. 2024.