Recuerdo de chica que coleccionaba stickers (pegatinas, calcomanías) de Hello Kytty o de las otras temáticas de la casa japonesa Sanrio como My Melody, Little Twin Stars, Patty & Jimm y otros productos de mercancía de regalos de ocasiones como lápices, libretitas, cintas adhesivas. Y también de otros motivos, además de los de Sanrio, pegatinas de dibujos de frutas que tenían color o de diversos motivos como navidad, diseños cool para la época. Aún entre las mudanzas y cambios de vida y de país, conservo una muestra de mi afición de niña y que me trae lindos recuerdos, en los que me orgullecía de poder tener tantos y variados stickers y de mostrarlos a familiares y amigos, era mi pequeño tesoro esa “colección” que guardaba celosamente en un cajón de mi habitación.
Esa misma sensación es compartida por tantos que empiezan a reunir objetos de una misma clasificación y encontramos coleccionistas de antigüedades, de sellos postales, de botellas de ediciones especiales de marcas emblemáticas como Coca Cola, de platos, de abanicos, de plumas fuente, de arte, de objetos exclusivos como puede ser una carta de Marilyn Monroe, o la partitura original de una letra de canción de Paul McCartney.
Y poco a poco a medida que la vamos alimentando y aumentando; nos vamos dejando envolver por el encanto de reunir esos objetos que van adquiriendo un sentido y que se van convirtiendo en una afición que despierta nuestro interés de ir más allá de poseerlo. Empezamos a ir investigando su procedencia e importancia, ir documentando el proceso de obtenerlo, a quién ha pertenecido y por consecuencia a conocer y resguardar la propia historia de ese objeto o bien patrimonial que nos preocupamos de que siga creciendo con un sentido, que es absolutamente nuestro y que hace que los momentos que le dedicamos sean valiosos e inolvidables.
Recuerdo cuando viví en Lisboa (Portugal) que me fascinó la historia de un coleccionista armenio que era realmente ingeniero de profesión y que posteriormente se convirtió en un importante filántropo y coleccionista de arte y antigüedades y que decidió ceder su colección al Estado portugués, a cambio de que le proporcionaran a su colección un inmueble sede y que además como una condición no negociable, se comprometiera a no añadir un objeto más a la misma.
Como museóloga que soy, tuve la oportunidad de estudiar los museos portugueses y por supuesto, me coordinaron una visita a la Fundación Calouste Gulbenkian, que lleva el nombre de este extraordinario coleccionista de arte. Cuando la visité lo primero que me sorprendió, fue esa condición que impuso dicho personaje de no desvirtuar su legado con nuevas adquisiciones, y además de que cada pieza de arte, libros incunables, objetos decorativos tendría su lugar permanente en el museo. Esto quiere decir que su visión, su marca y su gusto que se reflejaba en esta colección siempre iba a conservar su esencia.
Más allá de contar la vida y obra de este filántropo armenio, lo que me encantó es el método que utilizaba para adquirir nuevas obras o piezas a su famosa colección. Cuando le ofrecían los marchantes de arte o le informaban de una importante pieza que estaba en subasta y que podría formar parte de su patrimonio artístico, Gulbenkian tenía un método de adquisición: pedía de visitar el lugar en que se encontraba la obra o antigüedad y entonces disponía de pasar un tiempo sólo de contemplación, en dónde sólo estaban la obra y él. Para su adquisición, mencionaba que tenía que “sentir” un goce estético particular que además de las referencias de origen y producción artística, emanaba de ella misma hacia su persona. Sólo así la adquiría y pasaba a ser parte de su legado siguiendo su instinto y es así como la Colección perpetua y honra la memoria del increíble visionario Calouste Gulbenkian.
Ese mismo instinto, goce estético y vinculo empático que tuvo Gulbenkian, es lo que define a los coleccionistas y los hace diferentes y con un rasgo común: vocación de reunir, adquirir, documentar y darle una personalidad a su colección que es una prolongación de su gusto y un potencial legado a la humanidad.
Es interesante las donaciones realizadas por filántropos a museos, en donde las salas llevan su nombre, como es el caso de los Rockefeller, Havemeyer, Lehman y desde el lado latinoamericano las donaciones al Museo de Arte Moderno de Nueva York realizada por el matrimonio de Gustavo y Patricia Cisneros o Carlos Slim un apasionado del arte que decidió regalarle a su país un museo que lleva el nombre de Museo Soumaya y que alberga más de 60 mil obras de arte a partir del siglo XVII a la actualidad.
Carlos Slim al igual que Gulbenkian han sido hombres de negocios, visionarios, poderosos que fruto de su trabajo, esfuerzo, medios económicos y pasión; han aportado un legado invalorable que proyecta su afán coleccionista y permite que garantizar la vida de su “tacita de plata” a las generaciones del mañana, de lo que ha sido un compendio de la historia del arte de la humanidad.
Las casas de subastas de arte más reconocidas a nivel mundial Christie's y Sotheby's, adquieren y venden iconos de objetos de arte y de historia; que una vez fueron sólo testimonio de un mensaje, de una canción, de un obsequio; y que gracias a la transcendencia de sus autores o la relevancia que han adquirido los artistas a lo largo del tiempo, se encargan de realizar famosas subastas en donde participan apostadores anónimos que pujan para que forme parte de sus bienes patrimoniales.
Más allá de mi interés de coleccionar calcomanías o pegatinas de Sanrio y de las famosas subastas de Christie's y Sotheby's, hay muchas convenciones de coleccionismo en el mundo sobre objetos comunes, de arte, de mobiliario o de cosas específicas y extravagantes, porque hay gustos para todos. Más lo que los une es esa afición de reunir y de aumentar objetos de una misma categoría o similitud que los hace únicos, valiosos y codiciados.
Ser un coleccionista es perpetuar un gusto, una visión y hasta un legado y es una motivación de búsqueda y tiempo hacia nosotros mismos para lograr una satisfacción personal de poseer unos objetos de interés que se atesora y revalora con el tiempo.
¿Te animas a convertirte en un coleccionista? Es una opción...