El 30 de septiembre de 1974 el excomandante en Jefe el Ejército chileno, general Carlos Prats, fue asesinado en Buenos Aires junto a su esposa, Sofia Cuthbert, con una bomba bajo su automóvil detonada al llegar a su casa, de regreso de una cena. El crimen fue cometido por la dictadura chilena a través de su policía secreta al mando de coronel Contreras, ordenado por Pinochet. Fue el inicio de una serie de crímenes internacionales de la dictadura. Siguió con el intento de asesinato del ex vicepresidente de la República, democratacristiano, Bernardo Leighton y su esposa en Roma, en 1975, y luego la misma mano asesinó al ex ministro de relaciones exteriores del presidente Allende, Orlando Letelier, con una bomba bajo su automóvil en Washington, en 1976.
Escribí estas palabras para presentar una nueva edición de las Memorias del general (Memorias. Testimonio de Un Soldado, Carlos Prats Editorial Pehuén, 6ª edición, 2024) a solicitud de sus hijas Sofia, Angelica y Cecilia Prats. Después de 50 años constatamos que la memoria de entonces no es la misma que la memoria de esos mismos hechos vistos con ojos de hoy. La memoria está viva y va cambiando, creciendo, ampliándose, aunque a la vez desdibujándose y perdiéndose. Por eso es tan importante recordar la historia y observar cómo cambia su interpretación con el descubrimiento de nuevas informaciones y la concatenación con hechos posteriores, invisibles entonces. Estas líneas están escritas pensando en los jóvenes de hoy para mostrar el ejemplo de dignidad y vida de un militar constitucionalista y reflexionar cuáles deberían ser los principios de una política militar en democracia en Chile y América Latina1.
Las hermanas Prats han tenido un coraje, una persistencia y una energía inagotables para recorrer los caminos de la injusticia y hacer justicia. Su último libro Lo que tarde la Justicia, recién publicado (2024) es de lectura educativa y entretenida. Allí ellas revelan cómo sus gestiones llevaron al proceso judicial que culminó con la condena de del agente de la Dina (policía secreta de Pinochet) Arancibia Clavel, en Buenos Aires en 2000. La jueza Servini y muchos otros abogados permitieron dar ese paso. Luego en Chile, en democracia, en 2007 se investigó y realizó un juicio a cargo del juez Alejandro Solis donde fueron condenados siete militares y dos civiles.
El asesinato de Prats fue el preludio de lo que sería la llamada operación Cóndor, que involucró a militares, chilenos, argentinos, uruguayos, paraguayos y brasileros, para liquidar a los adversarios democráticos, como fueron los crímenes que mencioné, en Buenos Aires, Roma, Washington de personalidades chilenas.
Las memorias del Gral. Prats son un texto admirable por su contundencia, su fluidez, el lenguaje preciso y elegante. El general Prats fue un escritor de calidad, un militar de alto nivel intelectual capaz de describir en toda su complejidad las circunstancias en que debió actuar y pudo anticipar las trágicas consecuencias del desenlace. Disponer de este el libro fue resultado de una hazaña, encontrar y esconder las 1500 páginas manuscritas antes que llegaran a buscarlas los asesinos al departamento de la familia. Los jóvenes deben leerlo para pensar mejor el futuro.
El asesinato de Gral. Schneider abrió el camino al golpe militar
Los generales Prats y Schneider2 fueron las figuras descollantes de la doctrina constitucionalista militar en democracia. Ambos advertían que los militares no debían ser cooptados por grupos privilegiados que buscan defender sus intereses, y que violar ese criterio significaría descargar en ellos la responsabilidad de crímenes para favorecer a una minoría.
El asesinato del general Prats y su esposa está íntimamente conectado con el del general Schneider, eran amigos y compartían una visión de respeto a la institucionalidad y a la autoridad elegida por el pueblo. Cuando ocurrió su asesinato nadie sospechaba la magnitud de la intervención norteamericana. Permítanme que me detenga para mostrar algunos datos recientes.
Gracias a la desclasificación de Archivos en Estados Unidos y la publicación del libro Pinochet Desclasificado (2022) de Peter Kornbluh, uno de los más abnegados y rigurosos investigadores de la intervención del gobierno de Nixon, Kissinger y la CIA en Chile, se develó una conversación entre Kissinger (K) y Nixon (P) el día del atentado a Schneider. Este es el contenido de la conversación, poco conocida en Chile:
Además, se descubrió después que la CIA había aportado US $35.000 para comprar el silencio y financiar el escape de los asesinos de Schneider. La información está en el Hinchey Report, que dice: “In November 1970 a member of the Viaux group who avoided capture recontacted the Agency and requested financial assistance on behalf of the group. Although the Agency had no obligation to the group because it acted on its own, in an effort to keep the prior contact secret, maintain the good will of the group, and for humanitarian reasons, $35,000 was passed”.
Kornbluh también ha informado del pago de US $50,000 al general Camilo Valenzuela, antes del asesinato, para pagar al equipo que iba a secuestrar a Schneider, y relata que después del fracaso del secuestro, el mismo agregado militar de EEUU fue a casa de Valenzuela a recuperar el dinero, y tuvo incluso que golpear con su pistola a Valenzuela para conseguir su cooperación. Esta historia fue publicada en el libro de Seymour Hersh sobre Kissinger The Price of Power: Kissinger in the Nixon White House.
El relato de estos hechos permite extraer tres conclusiones: primero, que la decisión de derrocar al gobierno de Allende estaba tomada desde el inicio; segundo, que los órganos de la inteligencia chilena tenían muy poco conocimiento de la magnitud de las conspiraciones nacionales e internacionales y, tercero que la función que debió desempeñar el Gral. Prats era extremadamente difícil y peligrosa.
¿Y por qué los militares ingresaron al gabinete?
Los militares se incorporaron al gabinete de Allende por primera vez en octubre de 1972, después del paro de los camioneros, para sostener la institucionalidad, reponer el orden público y asegurar la tranquilidad para la elección de marzo de 1973. La segunda vez que Allende solicitó su participación, en junio de 1973 (yo mismo era ministro de Minería en esos meses) el cuadro se había deteriorado y la reticencia militar era mayor. La única opción de Prats era buscar una tregua política para una nueva negociación. Pero fracasó, y semanas más tardes se alzó un regimiento de blindados contra el gobierno.
Su relato de los últimos meses de 1973 es impresionante. Coordinado con los otros dos comandantes en jefe, el almirante Montero y el general Ruiz de la fuerza aérea, Prats realizó un tremendo esfuerzo por evitar tanta polarización. Los 3 constataban que sus generales y almirantes ya no los acompañaban, se habían debilitado. Una conversación conmovedora describe Prats después de su renuncia a ministro de defensa, el 22 de agosto: el presidente le informa que finalmente llamará a plebiscito para despejar el tema de las áreas de propiedad social, con la esperanza que la DC aceptara restablecer un diálogo y con ello disminuyeran las posibilidades de golpe. Prats le hace ver que ya no hay tiempo, la dinámica militar está desatada. Allende, que siempre conservó una esperanza hasta el final, le replicó: ¿entonces nadie del ejército está dispuesto a defender la institucionalidad?
Al leer esas líneas me impactó lo que parecería una ingenuidad de Allende. Yo tengo mi propia vivencia de esos momentos, pues El 10 de septiembre, un día antes de su muerte, el presidente me invitó con otros ministros y asesores a un almuerzo en La Moneda, donde se revisaron. por el ministro de defensa Letelier, conversaciones con varios generales. Nos quedaba me quedo claro que ya no había respaldo, ningún general hablaba, la suerte estaba echada. Aun así, Allende reafirmó que al día siguiente, en un acto en la Universidad Técnica del Estado, convocaría a un plebiscito, y a las 15 horas se retiró a su casa en Tomas Moro para redactar su intervención.
¿Cuál fue el rol del Gral. Prats y su legado?
Prats no era un nombre de izquierda, como han querido convencer sus adversarios para atacarlo. En ese tiempo la izquierda estaba muy vinculada al pensamiento marxista, y Prats no compartía esa interpretación de la historia. La lealtad de Prats con Allende nacía de la responsabilidad constitucional de servir a la estabilidad institucional, de la cual el presidente era el símbolo, no por afinidad política.
Era un hombre con alta sensibilidad social, que pensaba que la defensa de la patria requería contar con el respaldo de la gran mayoría de los chilenos, y respetar la voluntad del pueblo expresada en las autoridades elegidas. Prats afirmaba que era necesario un Estado fuerte, que exija deberes junto a derechos, y que el crecimiento económico debía lograrse con progreso social. Sobre la derecha decía que la cúpula militar y la oficialidad media y joven fue presa de la campaña desatada por los elementos más reaccionarios del país. Y sobre la extrema izquierda afirmaba que con su accionar resonante, más simbólico que concreto, contribuyó a la caída de Allende. Era un militar republicano con visión social.
Una encrucijada imposible
La historia colocó a Prats en una encrucijada política dramática. Volvió a entrar al gabinete en julio para renunciar en agosto de 1973. Recayó sobre él una responsabilidad que no le correspondía, cuando la política y los políticos habían sido incapaces de resolver el dilema era imposible que lo hiciera un militar. Sus memorias revelan el esfuerzo de diálogo y la búsqueda afanosa e infructuosa de una solución. Prats fue incansable en dialogar en medio de la intransigencia.
Su juicio a poco del golpe fue premonitorio. Alcanzó a escribir: “La niebla se extendió sobre el campamento. El asilo contra la opresión se transformó en el tinglado de la dictadura. La dictadura oprobiosa y deprimente representa una minoría entronizada por la fuerza en el poder. Todo régimen dictatorial para mantener su inestable equilibrio debe recurrir a métodos de barbarie. El poder dictatorial es una farsa en que el propio dictador resulta un prisionero angustiado de una camarilla sin escrúpulos y prepotente, circundado, además por el infaltable anillo de venales y aduladores, que profita en su propio beneficio”. Y así ocurrió, la violación masiva de los derechos humanos provocó el rechazo a las fuerzas armadas de un amplio sector de la población.
Los criterios enunciados por Prats en sus memorias han servido para orientar una política militar en los gobiernos democráticos. El expresó que la profesión militar implica el respeto a la Constitución, ser no deliberantes, subordinadas al poder político democrático; que era imprescindible una educación respetuosa de los derechos humanos. También expresó que se debe evitar la superposición de las fuerzas armadas con las policiales.
Rol de los militares militar en democracia hoy
El mundo de hoy es muy distinto. La reflexión pública sobre la política militar debiera ser un proceso permanente en un mundo donde están ocurriendo cambios vertiginosos. Primero, las fuerzas armadas deben combatir los peligros de la corrupción y de la droga, fenómenos que han adquirido una expansión amenazante. Segundo, el crimen organizado es un riesgo para la democracia y se deben encontrar formas de un mejoramiento de la inteligencia nacional; tercero se debe fortalecer la seguridad de las fronteras, y preparar instituciones especializadas para regular el flujo migratorio. Cuarto, los desafíos del cambio climático y desastres naturales requerirán de la gran capacidad logística de los militares.
A ello se agregan otros desafíos: la ciberseguridad, la seguridad en el espacio, el creciente interés de las grandes potencias por la Antártica donde tenemos una presencia relevante y debemos proteger su preservación y cuidado, y la alta sofisticación tecnológica derivada de la IA en la guerra. Todas estas evoluciones exigirán el más alto nivel de profesionalización de las fuerzas armadas junto con una participación activa de civiles. Los nuevos desafíos exigen de una participación permanente de los civiles.
Todas estas labores deben enmarcarse en el ideario que legó el general Prats. El entendía que amar a la patria es ser constitucionalista, respetar la democracia y los derechos humanos; que amar a la patria significa promover la justicia social y la igualdad de oportunidades; que amar a la patria implica disciplina y alta capacidad profesional. La impronta del general Prats en la historia es la de un patriota íntegro, preocupado por el bien común y de la unidad nacional, y su ejemplo seguirá en el horizonte del deber ser militar en democracia.
Notas
1 El Gral. Prats fue llamado por el presidente de la Republica Salvador Allende, a fines de 1972, junto a los jefes de la Armada y la Fuerza Aérea, para integrar el gabinete luego de graves desórdenes públicos, a fin de restituir el orden y dar garantías de conservación de la institucionalidad amenazada por el intenso conflicto político.
2 Schneider era comandante en jefe del ejército al momento de la campaña electoral presidencial y el triunfo de Allende en Chile en 1970. Fue asesinado pocos días después por un comando de extrema derecha para evitar la asunción del nuevo gobierno.