Barcelona es una de las ciudades más densas del mundo. En sus limitados 99 km2 habitan casi 1.7 millones de personas, concentradas en el llano al pie del monte Tibidabo, entre los ríos Besòs a noreste y Llobregat a sudoeste. La ciudad se estructura a través de plazas y calles, todas ellas muy diversas. Según el nomenclátor de calles barcelonesas actual, en la ciudad hay 4520 vías urbanas, aunque con diferentes nominaciones: paseos, avenidas, rondas, pasos, pasajes, bajadas, traveseras, ramblas, vías y calles propiamente dichas.
Todas ellas suman más de 1300 quilómetros, y por sus aceras caminan los 5.8 millones de habitantes del área metropolitana barcelonesa, que deben compartir espacio con los más de 12 millones de turistas que anualmente visitan la ciudad.

Oficialmente la calle más larga de Barcelona es la Gran Vía de las Corts Catalanes, con más de 13 km de longitud, que atraviesa de noreste a sudoeste la ciudad, paralela al mar, y se prolonga más allá en ambos lados, atravesando los ríos, hacia los municipios metropolitanos de Sant Adrià de Besòs y l’Hospitalet de Llobregat. Otra calle muy larga (10.2 km) y ancha es la avenida Diagonal que, iniciándose en el barrio del Fórum de las Culturas, al lado de las playas mediterráneas, atraviesa en diagonal toda la ciudad para salir por el oeste de la urbe y empalmar al sistema de autopistas que siguen el cauce del río Llobregat.

Barcelona está organizada en 10 distritos, que se corresponden, a grandes rasgos, con diferentes poblaciones que habitaban el llano de Barcelona, antes de su agregación a finales de siglo XIX. Entre el distrito de Ciutat Vella, que agrupa la ciudad medieval histórica, y los diferentes pueblos barceloneses del llano, a mitad siglo XIX el ingeniero Ildefons Cerdà proyectó una nueva ciudad de calles todas iguales, la mitad en sentido horizontal, paralelas al mar, y la otra mitad en sentido vertical, perpendiculares a las primeras. Este distrito central, llamado Eixample (Ensanche en español), ha dado lugar a las típicas vistas barcelonesas de calles geométricas interminables. Pero de entre todas las calles iguales, algunas eran especialmente anchas y largas, como hemos visto en Gran Vía de las Corts Catalanes y Diagonal. Y otras estaban destinadas a convertirse en la sede de la más exclusiva burguesía catalana, como el paseo de Gràcia.

El término rambla es muy usado en Catalunya para referirse a una vía urbana, que la mayoría de las veces era un antiguo cauce de poco caudal, que fue urbanizado. Las ramblas suelen ser calles anchas, con un paseo central con árboles. En Barcelona hay varias ramblas, normalmente organizando la vida social del barrio, como por ejemplo la rambla del Poblenou, la rambla Prim, la rambla de Badal, etc. Pero la más famosa de todas, que se ha convertido en la calle más popular de Barcelona, son las Ramblas (así en plural), un paseo que discurre de la plaza Catalunya al puerto antiguo de la ciudad, que va cambiando de nombre según el barrio. En el inicio de plaza Catalunya dirección al mar, se llama Rambla Canaletes, luego Rambla Estudis, Rambla Sant Josep, Rambla Caputxins, y finalmente Rambla Santa Mónica llegando ya al monumento a Cristóbal Colón.

Mi calle favorita de Barcelona es la Rambla de Catalunya (no confundir con las anteriores ramblas descritas), que discurre en el barrio de l’Eixample, ascendente entre la plaza Catalunya y la avenida Diagonal. Es una rambla de 1350 metros de longitud, con una sección transversal de 25 metros, donde predomina el paseo central. Es una calle bordeada de pisos señoriales, en edificios históricos neoclásicos y modernistas, pero muy diferentes de los inmuebles deslumbrantes (y famosos) del cercano paseo de Gràcia; como también lo son sus pisos que, aunque grandes y con buenos detalles artísticos, no exudan la ostentación modernista de la alta burguesía que habitaba en el paseo de Gràcia.

La Rambla de Catalunya, siendo uno de los paseos más bonitos de Barcelona, no tiene la saturación turística de las Ramblas. Posee una gran cantidad y diversidad de comercios, cafeterías y restaurantes, sin llegar a ser las megatiendas de lujo prohibitivo del paseo de Gràcia. Lo que más aprecio de la Rambla de Catalunya es la variedad de usos y disfrutes que acoge, sin que ninguno de ellos eclipse los demás. Podemos encontrar hoteles de 3 a 5 estrellas, como el Calderón, el Regente, el Continental Palacete, y el Onix. Hasta hace pocos años la Rambla de Catalunya acogía los mejores cines de Barcelona, como el Alexandra, el pequeño Alexis, y el Alcázar. Al inicio de la Rambla de Catalunya existía el teatro Barcelona, hoy solo aprovechado en parte como discoteca City Hall Barcelona. También hay escuelas infantiles, escuelas de idiomas, sedes de bancos (Banco Sabadell, con el impresionante edificio corporativo de arquitectura contemporánea que hace chaflán con la calle Roselló), y bonitos templos católicos, como la parroquia de Sant Ramon de Penyafort.

Acompañando los comercios también se encuentran farmacias (como la farmacia Bolós fundada en 1902, que aún conserva el mobiliario original), ópticas y la magnífica librería “La Casa del Libro”.

Los restaurantes y cafeterías abundan en la Rambla de Catalunya, que acoge muchas franquicias nacionales e internacionales, pero también establecimientos típicos y tradicionales de Catalunya, como el restaurante Ciutat Comtal, El Tros de La Rambla, la Granja Catalana, la bombonería Mauri, la Cervecería Catalana, el colmado Quílez, y los restaurantes Vinitus y Solomillo, entre muchos otros. Los comercios de moda son innumerables, y todos tienen su particular público interesado. Son comercios en los que, aunque podemos encontrar turistas en ellos, la clientela local abunda.

Arquitectónicamente, la Rambla de Catalunya es un paseo central ideal para deambular, pero también para comer y beber en las innumerables terrazas que lo pueblan. Hay una calzada ascendente y otra descendente de poco tránsito, a velocidad reducida, y anchas aceras a ambos lados para poder mirar y entrar sin problemas a las tiendas. Los domingos y festivos la circulación de coches está prohibida, lo que da a la Rambla de Catalunya un aspecto aún más tranquilo.

El paseo central está arbolado por una doble línea de tilos, árboles que en primavera-verano producen unas pequeñas y agradables flores de color amarillento y perfuman la Rambla. Hay ejemplares de tilos de varias decenas de años, de casi veinte metros de altura y de gran copa, junto con otros jóvenes tilos plantados por los jardineros municipales que sustituyen a los árboles que mueren de viejos. Todos los árboles son tilos, menos el que se encuentra delante del número 73 de la Rambla, que es un pino, puesto que allí vivió el catedrático Josep Maria Pi i Sunyer (1889-1984). El pino fue plantado en 1969 por el claustro de profesores de la Universidad de Barcelona en homenaje a Pi i Sunyer en su 80 cumpleaños (¡qué mejor que un pino -pi en catalán- como símbolo de su apellido!).

A pesar que no era necesario para aumentar la belleza de la Rambla de Catalunya, en 1972 se levantaron dos esculturas al inicio y al final de la Rambla. A la altura de la Gran Vía podemos encontrar “El toro sentado” (o “Meditación”), y al llegar la Rambla a la avenida Diagonal “La jirafa coqueta”, ambas obras de bronce del escultor Josep Granyer i Giralt, que representan imágenes de animales humanizados.

Las esculturas fueron promocionadas por la Asociación de Comerciantes de la Rambla de Catalunya, que tenía intención de depositar diez esculturas, una por cada cruce de la Rambla (aunque sólo llegaron a inaugurarse estas dos), para evitar el desmantelamiento de la Rambla en épocas de desarrollismo donde el coche era el protagonista de la ciudad. Además de estas dos bonitas esculturas, en el punto de intersección de la Rambla de Catalunya con la Gran Vía hay una fuente circular con la escultura “Nena sobre un pez” del consagrado escultor Frederic Marès (1893-1991), que antiguamente decoraba el manantial monumental de la plaza de Catalunya.

En la Rambla de Catalunya destacan más de veinte edificios neoclásicos y modernistas, obras de los arquitectos Josep Vilaseca i Casanovas, Josep Domènech i Estapà, Salvador Viñals i Sabaté, Enric Sagnier i Villavecchia, Adolf Ruiz i Casamitjana, y Francesc de Paula del Villar, entre otros. Todos estos edificios son de gran belleza, y aunque han quedado eclipsados por el modernismo acaparador de Gaudí en el paseo de Gràcia, en mi opinión son de proporciones y construcción de gran impronta, de una belleza serena, muy acorde con el urbanismo de la Rambla.

De entre las casas modernistas de Rambla de Catalunya destaca la casa Serra (1903), justo al llegar a la avenida Diagonal, del arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch, obra sublime, que fue restaurada y ampliada en 1982 por los arquitectos Federico Correa y Alfons Milà para acoger la sede de la Diputación de Barcelona. Desde 1987, delante de la casa Serra, incrustado en el pavimento del paseo central de la Rambla, podemos leer en un mármol blanco cincelado el “Manifest de Barcelona”, escrito en catalán e inglés, una declaración de principios, entre cuyos firmantes destacan Brian de Palma, Roman Polanski o Woody Allen, que reivindica el ''derecho moral'' de los directores participantes de que sus películas se visionen tal y como ellos las habían producido.

Barcelona tienes muchas calles bonitas y bien urbanizadas, junto con plazas amplias y agradables. Cada barcelonés y visitante tendrá sus calles favoritas, pero para mí la predilecta es la Rambla de Catalunya, por su comercio, urbanismo, y ese conjunto de pequeños elementos que la hacen única, más allá de las famosas Ramblas, el Paseo de Gràcia, la avenida Diagonal o la Gran Vía de les Corts Catalanes.