A mediados de siglo XIX algunas zonas de España, es especial Catalunya, empezaron a tener un fuerte desarrollo industrial, que se sustentaba en técnicos catalanes y una fuerte presencia de técnicos europeos. La Junta de Comercio de Barcelona había creado un sistema de enseñanza técnico, científico y profesional a partir de 1769, cuando fundó la moderna Escuela de Náutica, y dichas enseñanzas fueron concentradas en 1850 en la Escuela Industrial de Barcelona, más tarde llamada Escuela de Ingeniería Industrial. A partir de 1870 las iniciativas municipales empezaron a fundar escuelas profesionales prácticas, para formar a obreros especializados y técnicos medios, bajo el paraguas de la Escuela de Ingeniería Industrial.

A finales del XIX los países más avanzados industrialmente (Alemania, Francia, Inglaterra y USA) vieron la necesidad de mejorar las enseñanzas técnicas. También en Catalunya se puso de manifiesto esta necesidad en la Asamblea Catalanista celebrada en Manresa en 1892. Hay que tener en cuenta que en España en 1900 el 70% de la población era analfabeta; en Catalunya el porcentaje era menor pero también elevado (el 50%). La primera prioridad del catalanismo político era reducir el analfabetismo, y la segunda crear una red comarcal de centros de enseñanza técnica, adaptados a las características socioeconómicas de cada comarca catalana, ambas prioridades con el fin de estimular la industrialización del país.

image host
El convento de San Sebastián, hoy inexistente, fue la primera sede de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona. Perduró hasta 1873

Fomento del Trabajo Nacional, organización patronal catalana, redactó un informe en 1900 reivindicando una industrialización de toda España, fomentando la creación de escuelas industriales repartidas por toda la geografía española. Escuelas en que los estudiantes estarían en contacto con el trabajo industrial, pero donde también recibirán enseñanzas teóricas. Escuelas con profesores capaces y bien retribuidos, y con equipamientos escolares modernos y eficaces. En 1901, el ministerio de Instrucción Pública del gobierno español planteó una serie de reformas que tendrían un gran impacto en las escuelas técnicas existentes hasta entonces, siguiendo en parte las recomendaciones del informe de Fomento del Trabajo Nacional. Se crearon, más allá de la Escuela Industrial de Barcelona, nueve Escuelas Superiores de Industrias, repartidas por toda España, dos de ellas en Catalunya (Terrassa y Vilanova i la Geltrú).

En 1904 se crea el Patronato de la Escuela Industrial de Barcelona, formado por Fomento del Trabajo Nacional, el ayuntamiento de Barcelona, la Diputación Provincial de Barcelona, la Cámara de Comercio, y la asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona, refundando la escuela de 1850, adaptándola a las nuevas necesidades. La decisión más trascendental del Patronato fue la adquisición del recinto industrial de Can Batlló en 1906 (en la céntrica calle Comte d’Urgell de Barcelona). Can Batlló era un gran equipamiento industrial textil, de más de cuatro manzanas barcelonesas, con una gran fábrica construida por el arquitecto Rafael Gustavino, edificio de gran valor arquitectónico que se aprovechó para la escuela. Hoy en día gran parte del recinto aún puede visitarse. La Diputación de Barcelona fue la administración que más dinero invirtió, y durante más tiempo, y por ello aún hoy es la propietaria del recinto de la Escuela Industrial.

A pesar de las dificultades económicas, de gestión, y de todo tipo, la Escuela Industrial de Barcelona avanzaba en su proyecto educacional. En 1908 el rey de España Alfonso XIII, acompañado por el presidente del Consejo de Ministros, Antonio Maura, visitó la Escuela Industrial de Barcelona. Se pronunciaron grandes discursos, se visitó todo el recinto, que más que una única escuela pretendía ser la idea moderna de un campus, es decir un lugar para la vida cotidiana de los estudiantes. La visita supuso el respaldo a la mejor Escuela Industrial de ese momento en España. La primera escuela que funcionó a pleno rendimiento dentro de dicho campus, fue la de Industrias Textiles (1909), dado el enorme peso del sector textil en Catalunya. Le siguieron el Laboratorio de Estudios Superiores de Química (1910) y el Instituto de Química Aplicada (1916).

La Escuela Provincial de Artes y Oficios, originaria de 1868, que estaba agregada a la Escuela Industrial, se disolvió para dar a luz la Escuela Elemental del Trabajo (1913). En el recinto también se creó la Escuela de Agricultura, el Instituto de Orientación Profesional, y el Instituto de Electricidad y Mecánicas Aplicadas.

Albert Einstein visitó la Escuela Industrial de Barcelona en 1923, y pronunció un curso de dos días en el Instituto de Estudios Catalanes. Pero cuando todo parecía favorecer la vida intelectual y técnica de la Escuela Industrial, tuvo lugar el golpe de Estado del general Primo de Rivera, que conllevó una homogeneización de la Escuela, a través de las reformas de 1924, que pretendían liquidar las experiencias descentralizadoras que tuvieron lugar en Barcelona.

Con la posterior reforma de 1928 los centros docentes técnicos españoles se clasificaron en cuatro tipos: escuelas de trabajo, escuelas profesionales, escuelas industriales y escuelas de ingenieros industriales. Todos estos centros se agrupaban en la Escuela Industrial de Barcelona, que por motivos políticos pasó a llamarse Real Politécnico Hispanoamericano. La dictadura supuso una vida convulsa y agitada en la Escuela Industrial, debido a expulsión de personal por razones ideológicas, cierre de centros, reorganización, etc., supuso el fin de la singularidad de la Escuela Industrial de Barcelona, de su docencia ejemplar, y de su catalanidad.

El régimen reaccionario que sobrevivió a la dictadura fue derrotado en las elecciones de 12 de abril de 1931, cuando los partidos republicanos vencieron ampliamente en las elecciones convocadas. Dos días después, el 14 de abril, se proclamó la Segunda República Española. Después de la proclamación de la República, el conjunto de los centros docentes agrupados en Can Batlló recuperó el nombre de Escuela Industrial de Barcelona, ahora bajo la dependencia del gobierno de la Generalitat de Catalunya, con el reconocimiento del Estado español y con el concurso de la industria catalana. A pesar de las debilidades económicas, se potenciaron los planes de estudio, y en mayo 1934 tuvo lugar, en la Escuela Industrial, el Congreso Internacional de Enseñanza Técnica.

El 18 de julio de 1936 estalló el golpe de Estado del general Franco y, como es bien sabido, ello provocó tres años de terrible Guerra Civil y, al acabar, la represión de los fascistas alzados en armas. Durante la guerra el recinto de Can Batlló fue bombardeado, por albergar en él algunos organismos públicos relacionados con el esfuerzo bélico de la República; como por ejemplo el Laboratorio de Química Orgánica. Acabada la Guerra Civil, las nuevas autoridades militares depuraron gran parte del profesorado, y terminaron con la autonomía de la Escuela Industrial de Barcelona, obligando a convertirla en una más de las escuelas de ingeniería españolas, todas ellas sumidas en la mediocridad y la miseria. Con el paso del tiempo la Escuela se fue adaptando a los diferentes períodos de la dictadura franquista, hasta llegar a la época del “desarrollismo”.

Con el Primer Plan de Desarrollo (1962), se estableció la reducción de las carreras superiores (ingenierías) y las de grado medio (peritajes), que pasaron a llamarse ingenierías técnicas.

El plan de estudios de 1957 se extinguió para dar lugar al nuevo plan de 1964, y la situación precaria del profesorado fue mejorando lentamente. Se aprobaron nuevos concursos y oposiciones para proveer nuevas plazas docentes de jóvenes ingenieros. Se firmó un primer convenio colectivo con los profesores en 1971. La Escuela Industrial de Barcelona volvía a estar bajo la tutela de la Diputación de Barcelona que, pese al aumento constante de transferencias dinerarias, no lograba resolver el problema económico. Se había pasado de 350 alumnos en 1940 a los más de 5.000 alumnos en 1968, todo ello a cargo prácticamente solo de la Diputación de Barcelona, sin casi ninguna ayuda del ministerio español.

Con la muerte del dictador Franco, y la vuelta de la democracia a España, la Escuela Industrial de Barcelona tuvo la necesidad de ser adscrita a la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), para poder implementar nuevos planes de estudio y modernizar la institución. La adscripción a la UPC supuso muchos cambios, como una nueva forma de evaluar más democrática, y la necesidad de organizarse por departamentos. Las únicas escuelas que quedaban en el recinto de can Batlló eran la Escuela del Trabajo, la Escuela de Agricultura y la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica de Barcelona (EUETIB), si bien solo éstas dos últimas serían financiadas a partir de ese momento por la Diputación.

Hasta mediados de los años 80 los problemas se fueron solucionando, con la voluntad de profesores, dirección de la Escuela y la Diputación de Barcelona. Uno de los problemas graves que sucedió fue la Ley de Incompatibilidades, aprobada por el Partido Socialista Español (PSOE) en las Cortes Generales en 1985. Fue una ley que reordenó el panorama profesional español, y afectó en gran medida a todas las universidades; en el caso de la Escuela Industrial de Barcelona afectaba al 80% del profesorado, que en gran medida demandaron la compatibilidad de sus diferentes actividades. En Barcelona se intentó solucionar las incompatibilidades cumpliendo la ley, pero evitando que algunos profesores de competencia profesional reconocida tuvieran que abandonar su docencia en la Escuela Industrial de Barcelona.

En 1991 el Patronato de la EUETIB aprobó un dictamen por el cual dejaba de ser una fundación pública, para convertirse en un organismo autónomo. Ser trataba de adaptarse a los cambios de tipo normativo y organizativo de la Universidad. Se creó una gerencia con el objetivo de separar las funciones administrativas de las docentes. La gerencia se encargaba de conseguir cuadrar el presupuesto (a grandes rasgos) mientras que la dirección de la escuela se encargaba de progresar, no sólo en la docencia, sino en aumentar el prestigio y la capacidad tecnológica de la Escuela Industrial. Por ejemplo, se firmó una colaboración técnica con el Instituto Catalán de Tecnología, un intercambio con el Institut Universitaire de Technologia de Marseille, etcétera.

En el plan cuatrianual 1992-1995 de la Diputación de Barcelona se afirmaba, por primera vez, que los estudios universitarios en la Escuela Industrial, que regía desde hacía más de un centenar de años, no le eran propios. A partir de ese momento se empezó a catalogar de “servicios impropios” la Escuela de Agricultura y la EUETIB, que aún permanecían en el recinto industrial de Can Batlló.

El 8 de julio de 1998 se creaba el Consorcio Escuela Industrial de Barcelona (CEIB), cuya finalidad era la plena integración de la EUETIB a la Universidad Politécnica de Catalunya. Mientras se conseguía el objetivo final, en el curso 97-98 se procedió a un proceso de evaluación de la calidad docente, promovido por el Consejo de Universidades (dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades) y la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Catalunya (AQU). El proceso duró varios años, evaluando todos los indicadores por expertos y agencias externas. En el informe final, presentado en 2005, se consideraba que la Escuela Industrial estaba bien situada en el entorno académico de los estudios universitarios de ingeniería, que tenían un nivel y contenido adecuado, y que los estudiantes salían del centro bien formados, y que encontraban trabajo rápidamente en su ámbito de estudio.

En 2002 se constituyó el Consorcio del Centro Interuniversitario del Campus Besòs, formado por el ayuntamiento de Barcelona, el Consejo Comarcal del Barcelonès, y el ayuntamiento de Sant Adrià de Besòs. Este consorcio cedió 77.000 m2 de terreno, en el límite este de Barcelona, a la UPC para formar el nuevo campus, que se vincularía a través del traslado de la EUETIB, desde el antiguo recinto de can Batlló a la zona de nueva centralidad metropolitana que constituía el campus de la desembocadura del rio Besòs.

En 2004 se celebró el primer centenario de la Escuela Industrial de Barcelona (1904-2004). Los objetivos de la celebración del centenario eran:

  1. conmemorar un hito histórico,
  2. rendir homenaje a los que habían hecho posible el centenario,
  3. promover el encuentro comunitario social y cultural,
  4. plantear el futuro,
  5. transferir el conocimiento,
  6. potenciar la transferencia de tecnología, y
  7. potenciar la investigación.

El 14 de julio de 2004 el ayuntamiento de Barcelona otorgó la medalla de oro de la ciudad a la EUETIB.

El curso 2015-2016 fue el último de la EUETIB en el viejo recinto de la Escuela Industrial de Barcelona. El Consorcio Escuela Industrial de Barcelona (CEIB) finiquitó habiendo cumplido su misión. La Escuela de Ingeniería de Barcelona Este (EEBE), heredera de la Escuela Industrial de Barcelona, empieza su andadura el curso 2016-2017 en el nuevo Campus Diagonal Besòs de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), con 4.000 estudiantes de grado, máster y doctorado, y unos 500 docentes e investigadores. La EEBE es un centro académico de alta calidad en el ámbito de la ingeniería para la industria del siglo XXI, que actúa como agente de transformación en colaboración con el tejido socioeconómico del país, y con una clara vocación internacional.

Conclusión

La Escuela Industrial de Barcelona ha sido durante más de 120 años uno de los principales focos de tecnología e industrialización de Catalunya y España. A lo largo del artículo se ha visto que la Escuela Industrial de Barcelona ha formado parte de la historia de España como un actor protagonista, y se ha visto fuertemente influenciada por la política del país. La industrialización de Catalunya y España hubiera sido más lenta, y de menos calidad, sin los hombres y mujeres que desde la Escuela Industrial de Barcelona trabajaron, estudiaron e investigaron con ahínco las diferentes ramas del saber tecnológico. A pesar de los diferentes nombres que la Escuela Industrial de Barcelona ha tenido a lo largo de la historia (hoy la herencia es la EEBE), y a pesar de diferentes localizaciones (antes de 1904 el antiguo convento de San Sebastián y la Universidad Central, y desde 2016 en el Campus Diagonal Besòs), la Escuela Industrial de Barcelona representa la continuidad del esfuerzo del saber tecnológico al servicio del país.

Las más de dos mil palabras de este artículo solo dan para un breve repaso de la importancia de Escuela Industrial de Barcelona, para aquellos interesados en conocer la historia más a fondo pueden consultar las casi 600 páginas del libro L’Escola Industrial de Barcelona (1904-2004), editado en 2004 por el Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación de Barcelona, una obra coral de seis autores que les permitirá conocer un poco más una institución fundamental en la historia industrial de Catalunya y España.

Quizá algún lector que ha llegado hasta el fin de este artículo pensará que el autor no ha sido objetivo, y en parte acertará, puesto que este autor celebrará en 2025 treinta años de docencia impartida en la Escuela Industrial de Barcelona. Pero a pesar del orgullo de pertenecer a dicha institución, todos los hecho narrados en el artículo son reales, y la impronta que la Escuela Industrial de Barcelona en nuestra sociedad, evidente.