La hoja en blanco (o en negro en mi caso) y muchas horas delante del ordenador son indicio de que no estoy de vacaciones. Porque hace dos semanas todo era diferente. Escribía artículos, componía canciones y revisaba novelas, pero no sentía que estaba trabajando. Ahora es distinto. El mundanal ruido y la rutina (tan necesaria a veces) transforman a cualquiera. El que se subía a un tejado en ruinas para ponerlo en orden ahora está sentado muchas más horas de lo que querría y está frente a una pantalla, con auriculares y hablando en inglés.

La vida está hecha de momentos y hay que acostumbrarse a eso. Nadie está preparado para hacer lo mismo todo el tiempo, aunque algunos tienen la suerte (o la desgracia, según se vea) de no tener transiciones y cambios durante el año. Yo no soy uno de esos. Hay dos épocas claramente marcadas en esta etapa de mi vida y creo que no soy el único que vive en esa alternancia: el verano y sus momentos relajados de desconexión y el resto del año con ese goteo constante de responsabilidades y rutinas que hacen que las horas transcurran y los días pasen uno tras otro con la pena y la gloria que cada uno sepa (o tenga tiempo de) darles.

Ahora me conecto a una reunión, todos recordamos las pasadas vacaciones como si fuera algo que hicimos el año pasado, algunos ya sueñan con las siguientes, ¿esto no está convirtiéndose en una pesadilla?

Hace dos semanas, cuando todavía estaba en mi orto estado estable (el del pueblo) me hice una promesa: tenés que revertir esta alternancia estúpida que te hace sufrir cada septiembre, que te mantiene con la lengua afuera desesperado por empezar el descanso en julio…

Lo pensé seriamente y me sentí aliviado cuando, hablando con ese tío que me conoce tanto y vive dentro de mí, llegamos a la conclusión de que soy el mismo todo el año, aunque cambie y sienta cosas diferentes en el verano y el resto del año. Me propuse suavizar las transiciones y aprovechar las diferencias entre estas dos épocas marcadas y diferentes durante el año.

Me propuse ser igual de creativo, aunque la rutina me pasara con el rodillo por arriba durante el invierno y me propuse descansar y desconectar todo lo que pueda en los huecos que el trabajo me deje. Porque no es cuestión de ser dos personas, la que disfruta y la que sufre. No es necesario exagerar y en general, en esta sociedad somos unos exagerados. Creo que esa exageración que tenemos implantada viene de la falta de sufrimiento, pero ese es otro tema, otro punto que podría tratar en un artículo más adelante.

La temporada de verano es productiva, tiene sus minirutinas y es también necesaria. La temporada del resto del año es la que nos mantiene vivos y permite que tengamos la de verano, una no es más que la otra y ninguna de las dos puede vivir sin la existencia de esta duplicidad. Los que no somos múltiples somos nosotros, los que las vivimos. Hubo un tiempo en el que pensé que yo era el artista de verano, el creativo y el disfrutón y el resto del año aguantaba. No es así. Por lo menos me he dado cuenta y me parece que no es demasiado tarde. Seguirán habiendo tardes en las que quiera crear y esté cansado, en las que no vengan historias a mi cabeza porque mi jefe, mi jefa, alguien en la oficina me soltó algo que me tiene muy ocupado, preocupado o idiota…

Pero eso es puntual, tiene que ser puntual y me comprometo a que sea puntual, porque la vida es mucho más que rutinas, trabajos y descansos alternados, la vida es compatible con la locura y la locura es aleatoria, singular y fantástica.

Enloquecer es, bajo mi punto de vista, ser humanos, permitirnos saltar del verano al invierno sin que haga calor y haya rutinas que cumplir o ideas para crear y compartir. Somos más de lo que se ve y merecemos saltarnos las normas que nosotros mismos nos ponemos para vivir como nos de la gana siempre que respetemos lo que queremos y debemos respetar (a los demás, sin dudas, a nosotros según decidamos ser).

Cerramos una temporada, mi loco y yo, acá, delante de todos. Empieza la temporada de la locura, con gran proporción de rutina y un especiado gusto de creatividad y actividades artísticas. Dentro de unos meses vendrá otra temporada, pero entre las dos voy a inventarme otras, no puede ser que tenga solo dos temporadas al año. ¿No?

Imagino que no debo ser el único que piensa así. ¿Qué les parece? Disfruten de la vuelta al cole.