Tanto en el monoteísmo como en el politeísmo, la figura de los ángeles es uno de los temas que llaman la atención. El nombre proviene del latín angĕlus, y este a su vez del griego ἄγγελος, que significa literalmente “mensajero”. Estos mensajeros tienen funciones específicas que van desarrollando conforme a un mandato realizado por una divinidad o también se mueven, conforme a la idea de algunas cosmovisiones, motivados por sus propios intereses.
De ese modo, justamente para poder ver las similitudes y las diferencias que existen al respecto, es importante señalar lo que enseñan por lo general en la tradición monoteísta con respecto a estas figuras.
Judaísmo
En la tradición judía, los malajim (mensajeros) son mensajeros servidores de Dios y, a diferencia de los seres humanos, no poseen libre albedrío, por lo que no tienen capacidad de tomar decisiones morales asociadas con el bien y con el mal, sino que su labor encomendada es muy específica, por lo tanto, se encuentran subordinados a la voluntad divina.
El tratado de Berajot 61b menciona una explicación según la cual los ángeles no tienen la misma inclinación hacia el mal como lo hacen los humanos porque tienen limitada su capacidad de elección y por lo tanto no pueden por su propia voluntad dejar de seguir a Dios porque fueron creados para ser servidores de lo divino.
De igual forma, en el Midrash Rabá de Bereshit se menciona a los malajim como seres ejecutores de la voluntad divina, cuya creación estuvo planteada desde el segundo día, por cuanto nadie estuvo con Dios en el momento en que generó la creación para que no se creyera que estos fueron copartícipes de la misma.
El rabino Moshé Ben Maimón (Rambam), en su libro La guía de los perplejos, menciona también este Midrash para sostener la idea que los ángeles carecen de un cuerpo material, y se trata de inteligencias separadas de la materia creadas por Dios para el cumplimiento de una labor en particular.
Mientras que el Zohar, que es un texto desarrollado en el “Sod” o interpretación mística, señala nuevamente este factor de los ángeles como seres cuyas acciones son específicas en momentos establecidos y que además hay unos cuya labor es en beneficio de los hombres, como llevar las plegarias y estudios de crecimiento espiritual delante del Creador, pero quien transgrede atrae para sí un ángel acusador (un satán).
A nivel de la interpretación bíblica, hay pasajes que hablan acerca de esta manera de trabajar de estos servidores de Dios. En los salmos se habla de seres obedientes y poderosos que cumplen sin chistar la voluntad divina. En el libro de Daniel un ángel es ordenado para actuar y salvarlo en un pozo de leones, sin tomar otro tipo de decisiones.
De igual manera, en el pasaje del Génesis en referencia a la destrucción de Sodoma y Gomorra, los dos mensajeros fueron e hicieron lo que se les ordenó e incluso, en el pasaje de Job donde aparece el satán para acusar al personaje del libro, las pruebas y la comprobación de la fe de este hombre se dieron basadas en límites otorgados por el propio Dios, por cuanto, a diferencia de otras cosmologías, en el judaísmo el satán no es un ser que se ha rebelado contra Dios, porque no tiene esa capacidad, y su transformación en una figura transgresora fue atribuida posteriormente por otras teologías, tales como el cristianismo y reforzada por ideas del islam.
En el judaísmo, la noción del mal no está contenida en un ser contrario a Dios, porque en la concepción judía, no tiene nadie que se le compare o que pueda competir contra su superioridad, por lo tanto, la noción de la maldad como ausencia de la voluntad de hacer lo que es correcto es una posibilidad que existe en las decisiones que los seres con libre albedrío pueden decidir, posibilidad que los ángeles, por estar más cerca de la fuente eterna de lo divino, no tienen.
Cristianismo
La teología cristiana marca una diferencia con respecto al personaje en cuestión. Los teólogos cristianos decidieron utilizar el término Lucifer, que se utilizaba como referencia al rey de Babilonia, para designar a la figura que se rebeló contra Dios y asociaron la idea del “portador de la luz” con el supuesto de la caída de un ángel de enorme importancia en el ideario religioso.
A diferencia del judaísmo, para los cristianos, los ángeles, creados como seres con una enorme belleza y perfección, tendrían a su vez capacidad de decidir si cumplían con la voluntad divina o se rebelaban y esto llevó a ese ser cercano a Dios a querer compararse y competir para arrebatarle el trono, ante lo cual fue desterrado y enviado a un lugar de desolación en el cual se mantendrá hasta que llegue el tiempo de su correspondiente castigo.
Este aspecto puede ser leído en el artículo “El infierno en las cosmovisiones monoteístas abrahámicas”, publicado también en esta revista.
Los textos bíblicos utilizados como base son el pasaje de Isaías 14:12-15 y el de Ezequiel 28:12-17, con base en el texto del Tanak (Antiguo Testamento) y los textos de 2 da carta de Pedro 2:4, Judas 1:6 y el libro del Apocalipsis, en cuanto a los textos neotestamentarios. Incluso, en Apocalipsis, la connotación es abiertamente apologética y su explicación se basa en un principio religioso sobre hechos del futuro, entre estos, el futuro de los pecadores, pero principalmente del llamado “Satanás”, que también se usa como sinónimo, de la misma manera que se utiliza diablo y Lucifer, aunque tienen contextos diferentes.
Los padres de la Iglesia fueron los responsables de esta asociación. Por ejemplo, Tertuliano, entre los siglos II y III, vinculaba los textos de Isaías 14 y Ezequiel 28 con la supuesta caída de Satanás.
Por su parte, san Jerónimo, en el siglo IV, tradujo la Biblia del griego al latín y de esa manera utilizó el término Lucifer, mencionado en Isaías 14:12, para referirse al “lucero de la mañana”, y así se convirtió esta figura en el Satanás de la doctrina cristiana. De igual manera, san Agustín de Hipona también entre el siglo IV y V contribuyeron con esta interpretación de Lucifer como Satanás, que vendría a instaurarse en la idea general del pueblo cristiano.
Los concilios de Nicea (325) y de Constantinopla (381) presentaron fundamentos sobre el origen del bien y del mal, sin necesidad de abordar la identificación de Lucifer y su vínculo con Satanás, que sí se ha desarrollado en otros pensamientos teológicos.
Mientras, en el siglo XIII, el concilio de Letrán discutió sobre la naturaleza de los ángeles y de los demonios, reforzando la idea de los ángeles caídos sin necesidad de oficializar esa imagen demoníaca del satán. De hecho, es en el imaginario impuesto por el medioevo cuando se le atribuyen características grotescas o es caricaturizado de una manera horrible para incentivar a la gente a alejarse del mal y buscar a Dios.
Con la llegada del islam, también aparecerán otras concepciones de esta figura, interpretadas por supuesto debido al imaginario del origen de esta religión surgida en la península arábiga, influenciada por un pasado de los pueblos nómadas del desierto, pero para entenderlo mejor, se explica a continuación.
Islam
Los ángeles (mala'ika) son seres creados por Dios a partir de luz (nur). A diferencia de los seres humanos y los jinn (seres creados de fuego sin humo), los ángeles en la tradición islámica no poseen libre albedrío. No tienen inclinaciones de ningún tipo, sino que se dedican exclusivamente a la obediencia y adoración a Dios.
De acuerdo con los textos islámicos, estas son algunas referencias que señalan la obediencia absoluta de los ángeles a los mandatos divinos. En primer lugar, en el Corán, en las suras 16:49-50, 66:6 y 21:26-27.
Por su parte, Abu Hurayrah en un hadiz del Sahih Muslim relató que el Profeta (B y P) dijo:
Ciertamente Allah, Bendito y Exaltado, tiene grupos de ángeles móviles que buscan las reuniones de recuerdo (de Allah). Cuando encuentran una reunión en la que hay recuerdo (de Allah) se sientan en ella, y rodean a los presentes con sus alas unidas entre sí (formando como una pared que se eleva protegiéndolos) hasta llenar el espacio que hay entre ellos y el cielo de este mundo.
Lo anterior, muestra ese comportamiento relacionado con estas criaturas que tienen sus funciones de una manera muy delimitada por cuanto en su naturaleza fueron concebidos de ese modo para no tener opciones, sino funciones directas.
Mientras tanto, los seres humanos y los jinn sí poseen libre albedrío. Entre los principales se encuentra Satanás, conocido como Iblís o Shaytán, quien tenía un estatus elevado y decidió rebelarse contra Dios al negarse a postrarse delante de Adán después de que Él lo ordenó, lo cual generó su caída y su transformación de Iblís a Satán (sura 2:34).
Iblís perdió su parte en el paraíso del cual sería expulsado, sin embargo, pidió a Dios un plazo, hasta el día del juicio final, y mientras tanto sería un servidor divino, para intentar desviar a los seres humanos del camino de la rectitud.
Es central en la teología islámica cómo el principal adversario de la humanidad, quien incita a la desobediencia a Dios, se encuentra, sin embargo, limitado a la voluntad divina y por lo tanto no puede hacer nada que no haya sido permitido primero por el Creador.
Veneración e intercesión angelical
En algunas corrientes cristianas se acostumbra la veneración y la solicitud de intercesión divina a los ángeles delante de Dios. Hay incluso festividades dedicadas a ángeles de rango alto, como Miguel, Gabriel o Rafael, a quienes se les brinda el adjetivo de santos. Además, hay iconografía representativa de estas figuras y oraciones en las cuales se pide su protección o guía.
El judaísmo y el islam prohíben la veneración de estos seres, aunque haya basta literatura donde se les ve un rol importante en el conocimiento sobre Dios. Sin embargo, al ser emisarios enviados para cumplir un propósito, dirigir oraciones o algún tipo de culto hacia estos se encuentra como una práctica mal vista entre los creyentes de estas corrientes religiosas. En el caso de los musulmanes, su representación en imágenes y similares estaría prohibida debido a la condición que se transformen en elementos de culto que desvíen al ser humano de la adoración hacia Dios.
Conclusiones
En las tres principales tradiciones monoteístas, los ángeles son seres que cumplen funciones específicas asignadas por Dios. Tanto en el judaísmo como en el islam no poseen libre albedrío, lo cual los transforma en seres completamente obedientes a la voluntad divina, mientras que en el cristianismo algunos ángeles, como Lucifer, tienen capacidades de autodecisión y por lo tanto son capaces de rebelarse en contra de Dios mismo.
Tanto en el judaísmo como en el islam, el mal no es personificado como un ser que compite contra Dios o que se opone, sino que se señala como una consecuencia de las decisiones que los seres humanos toman debido a su libre albedrío, mientras tanto el cristianismo sí ve en Lucifer una encarnación del mal y de la oposición a lo divino.
Los textos religiosos ayudan a entender la interpretación para describir la naturaleza y las funciones que cumplen los ángeles. En el judaísmo queda claro las acciones que estos pueden ejecutar, mientras que en el cristianismo las interpretaciones de líderes de la Iglesia han pesado en la forma en la que se concibe la imagen de los ángeles y los demonios. En el islam, mientras tanto, tanto los suras como los hadices refuerzan la idea de la obediencia y sometimiento de estos seres.
A pesar de todo, un detalle que se repite en las tres cosmovisiones es que, a pesar de lo que realicen, nada de lo actuado sale de la voluntad divina y, por lo tanto, son instrumentos dentro del plan de un personaje mucho más poderoso, que a través de su omnipotencia y omnisciencia traza la ruta que finalmente desea para cada quien, conforme a su voluntad.
Referencias
Abi Al Aish Latino (s. f.). ¿Existen los ángeles?
Ben Maimón, M. (s. f.). La guía de los perplejos. Yale.
Bereshit Raba 1. (s. f.). Midrash Rabá. Sefaria.
Brown, R. et al (1972). San Jerónimo.
Chacón, J. (2009). La luz del caído. Pontificia Universidad Javeriana.
Davidson, B. (s. f.). ¿Qué son los ángeles? Jabad.
Corán (s. f.). An-Nahl, 16.
Corán (s. f.). An-Nahl, 66.
Corán (s. f.). Al-Anbiya, 21.
Talmud (s. f.). Berajot 61b. Sefaria.
Verde Islam (1998). Descubriendo los ángeles.