Las concepciones de Dios expresadas por los pensadores Baruch Spinoza, Moshé Ibn Maimón (Maimónides o Rambam) y Friedrich Nietzsche presentan diferencias muy marcadas en cuanto a sus contextos filosóficos y teológicos. A continuación, se señalarán algunos de los conceptos en los cuales los tres pensadores, con diferentes contextos de vida y períodos, desarrollarían la idea de lo divino.

La intención no es quedarse solo con esas diferencias, sino posteriormente contrastar las ideas en las cuales los tres coinciden. Aunque lo primero que se debe entender es por qué elegir a Spinoza, Maimónides y Nietzsche para el análisis, pudiendo inclusive utilizar pensadores actuales. La respuesta más sencilla es porque desde sus vivencias fueron controversiales o marcaron el pensamiento de las personas delante de las que se rodearon e inclusive inspiraron a otros en el futuro.

Cuántos no han escuchado hablar de la muerte de Dios, que siempre se le endosa a Nietzsche sin comprender el fondo de dicha aseveración, o escuchado hablar del “Dios de Spinoza”, en el cual creía Einstein; y entre las esferas del pensamiento judaico siempre se usa la frase “De Moshé a Moshé, no hay nadie como Moshé”, haciendo alusión a lo retador de la filosofía religiosa hecha por Maimónides y su aporte al mundo judío como una de las más profundas desde que Moisés, hijo de Amram (el de la Biblia), recibió las tablas de la ley en el monte Sinaí.

De esta manera, es bueno comenzar con las diferencias entre los pensadores mencionados. Así, para Baruch Spinoza (1632-1677), Dios y la naturaleza son lo mismo o equivalentes, es uno con la creación, no es un ser personal que interviene en los asuntos de los seres humanos, sino que a través de las leyes de la naturaleza y la propia creación, genera equilibrios.

Para Spinoza, Dios no es personal y es totalmente racional, todo lo que ocurre en el universo obedece a un plan de naturaleza divina, tanto lo que llamamos bueno como lo que creemos como malo. La intervención divina no es “invasiva” para este pensador neerlandés, sino que, por el contrario, todo pasa por las intenciones del Creador, cuyas acciones superan el propio pensamiento humano y permite o actúa conforme a lo que tiene previsto que deba pasar.

Por su parte, para Maimónides (1138-1204), lo divino es trascendente y omnipotente, totalmente separado del mundo físico, la creación está por debajo de los límites donde Él se encuentra. No es posible que seres finitos como los humanos puedan conocer a plenitud la esencia de Dios, solamente se puede describir todo lo que no es y conocerlo a través de sus actos, que pueden ser vistos con mucha relatividad.

Rambam señalaba que Dios interviene en el mundo, y con mucha fuerza en la historia del pueblo judío, conciliando la esencia racional de lo divino con la noción de una tradición y fe reveladas a los profetas, frente a lo cual se hace una mezcla entre la filosofía judía de lo divino con conceptos muy propios de la filosofía aristotélica.

Finalmente, el caso de Nietzsche (1844-1900), habla del colapso de la fe en lo divino como la base de la moralidad y de la “verdad” humanas. De ahí su idea sobre la muerte de Dios. Criticaba la religión, principalmente al cristianismo, por promover valores que consideraba opuestos a la dignidad humana y que los condicionaba a una moral de esclavitud.

Ante esto, el filósofo propuso que se crearan los valores del “superhombre” (Übermensch), tales como la voluntad de poder, una visión personal del desarrollo de la vida, el rechazo al sufrimiento como dogma de vida, la autenticidad, la superación personal, basados en la libertad radical, la responsabilidad personal y el desafío existencialista para superar sus propios límites. Por lo tanto, crear valores sin la necesidad de verdades absolutas o dogmas que son los que establece la religión y más bien apegados a la necesidad de no hacer a otros lo que no queremos para nosotros.

Las coincidencias

A pesar de las diferencias, existen puntos de encuentro y de coincidencia entre los tres filósofos que van más allá de su concepción divina. Entre Spinoza y Maimónides, por ejemplo, el uso del racionalismo para entender la naturaleza y lo divino es central, y aunque para el primero, Dios está contenido en todo y para el otro, no se alcanza a entender su esencia, se puede llegar al conocimiento conforme a la razón y a la filosofía.

Ambos pensadores comparten principios de tipo aristotélico en cuanto a la causalidad, las necesidades naturales, armonizando la razón y la fe. En el caso de Rambam, él lo dejó bien especificado en la Guía de los perplejos, una de sus obras más conocidas en el mundo del pensamiento judaico.

Mientras tanto, Spinoza y Nietzsche coinciden en su crítica a la religión tradicional, señalando, en el caso del pensador judío, una sobreestimulación de los elementos supersticiosos del pensamiento, y en el caso del filósofo alemán, una especie de “castración” del ser humano a través de una moralidad esclavista por parte del cristianismo.

Para ambos, la autonomía del hombre, sin temor a los factores reguladores de la fe humana, le permite desarrollar principios más naturales y una moralidad más consciente de la convivencia entre todos los seres humanos sin distinción ni apego a creencias, sino promoviendo la autosuperación. Defender este tipo de valores, a Spinoza le valió haber sido “excomulgado” en su momento, y a Nietzsche, una “satanización” de su pensamiento.

De igual manera Rambam y Nietzsche coinciden en la crítica a la superstición de la religión apelando por una racionalidad y pensamiento por encima de los dogmas de la fe, aunque en este punto el pensador alemán es mucho más radical, llamando incluso a la exclusión de los religiosos, principalmente a figuras clericales que dirigen las Iglesias.

Finalmente, pese a la divergencia de los conceptos filosóficos explicados, el principio fundamental y rescatable es que el ser humano y su convivencia con los iguales (e incluso con la naturaleza) no requieren de la creencia exclusiva en una divinidad que premie o castigue, sino que la naturaleza de esta necesidad está sujeta al bien común entre todos los individuos en consonancia con el entorno en el cual se desarrollan.

Referencias

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Diamond, J. A. (2011). Maimonides, Spinoza, and Buber read the Hebrew Bible: The hermeneutical keys of divine “Fire” and “Spirit” (ruach). The Journal of religión, 91(3), 320-343.
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Serrano, J. (1970). “¿Ha muerto Dios?” ¿Ha muerto Dios?
Spinoza, B. (2019). Tratado teológico-político, (Vol. 1). Editorial Verbum.
Yonover, J. M. (2021). “Nietzsche and Spinoza”. A Companion to Spinoza, 527-537.