En el marco de la XII Edición del Festival de Cine Iberoamericano, organizado por el Instituto Cervantes de Roma, en colaboración con varios otros países de habla hispana, —se presentó el 23 de noviembre 2024 en la sala Cinecittà de la Casa del Cinema de Roma; y el martes 26 de noviembre en Palermo en el histórico Cinema Rouge et Noir— el documental "Cartas de Calvino" de la directora cubana Esther Barroso Sosa e interpretado por Mónica Marziota, compositora e intérprete de la banda sonora original "Si la vida fuese solo un libro".
La película fue rodada en las ciudades de Roma, San Remo y La Habana, como homenaje al escritor italiano—cubano que vivió en cada una de estas ciudades. Es una producción de "Cubavisión Internacional" y "Ecce Musica".
Las esperadas proyecciones contaron con la presencia de la directora, de la protagonista y compositora, del célebre actor de doblaje Andrea Mete (la voz del joven Italo Calvino) y de otros miembros del elenco, junto con la Embajadora de la República de Cuba en Italia Mirta Granda Averhoff, y el Embajador de la República de Cuba ante la Santa Sede, René Juan Mujica Cantelar.
En la sala también estuvieron presentes numerosos periodistas, intelectuales y especialmente varios miembros del cuerpo diplomático, como la Embajadora de Venezuela en Italia, María Elena Uzzo; la Embajadora de Bolivia en Italia, Sonia Brito Sandoval; y la Embajadora de Bolivia ante la Santa Sede, Teresa Subieta Serrano.
Esther Barroso Sosa es una directora y periodista cubana nacida en La Habana el 29 de enero de 1968. Se graduó en periodismo en la Universidad de La Habana en 1990, con una tesis sobre al Cine joven cubano. Comenzó su carrera como reportera en el canal Islavisión, para luego trabajar en el sistema informativo de la Televisión Cubana, donde dirigió programas como el Noticiero del Mediodía. Se especializó en temas culturales a partir de 1995 y actualmente dirige programas como América en la Casa y CubaNoticias: Resumen Semanal para Cubavisión Internacional.
Como directora, Barroso ha realizado documentales de gran relevancia cultural, como "Mario", sobre Mario Benedetti, y "Pequeño capitán nuestro", sobre Elián González.
"Cartas de Calvino" está dedicado a la conexión cubana del escritor Italo Calvino y explora aspectos inéditos de su vida, combinando realidad y ficción. Barroso consultó archivos y colaboró con expertos para profundizar en el vínculo de Calvino con Cuba y su legado literario.
Entre sus reconocimientos, Esther Barroso ha recibido el Premio Nacional de Periodismo Cultural otorgado por la UNEAC y el Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez. Su carrera multidisciplinaria refleja un profundo compromiso con la divulgación de la cultura cubana e internacional.
¿Qué te inspiró a crear un documental sobre Italo Calvino, y cómo nació la idea de explorar su vínculo con Cuba?
No había leído aún ninguna obra de Italo Calvino cuando a fines de los años 90, en Cuba, se instauró un Premio Literario con su nombre. Cubrí esa noticia como periodista cultural. En ese momento supe que el famoso escritor italiano había nacido en mi pueblo natal, Santiago de las Vegas, que pertenece a un municipio de La Habana. Poco después lei el volumen “Las dos mitades de Calvino”, del escritor y musicólogo Helio Orovio, ya fallecido, también nacido en ese pueblo y amigo mío. Desde entonces quedé fascinada por ese hecho que me parecía muy singular.
Ese interés creció cuando conocí el porqué Italo había nacido en la entonces Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, un lugar de relevancia internacional desde inicios del siglo XX y hasta hoy, (ahora con otro nombre: Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical “Alejandro de Humboldt”). Pero eso no lo voy a contar aquí pues quiero que vean la película, donde está mejor narrado. Después vino la inmersión en la obra literaria y en la biografía de Italo Calvino, recorridos que terminaron por enamorarme de este creador. Que hubiera sido partisano, que hubiera militado en el Partido Comunista italiano y después renunciado, que el gran amor de su vida fuera una latinoamericana… todo eso y más, me cautivó.
En todas las referencias biográficas y bibliográficas, daban su nacimiento en Cuba como un hecho accidental o fortuito y yo sabía que no era así. Por otra parte, desde que estudiaba en la universidad, tuve muchos vínculos con la Casa de las Américas, institución fundada por una extraordinaria mujer que fue Haydee Santamaría. A ella se debe el retorno de Italo a su tierra natal en 1964, pues, a partir de una sugerencia del escritor argentino Julio Cortázar, ella lo invitó ese año a formar parte del jurado del prestigioso Premio Literario que auspicia esa institucion desde hace más de 6 décadas. Todo eso bullía dentro de mí, pero mi conexión con mi pueblo y con el espacio natural y espiritual de la Estación, donde nació el escritor, fueron determinantes.
El documental se rodó en Roma, San Remo y La Habana, las ciudades de Calvino. ¿Qué importancia tiene la conexión entre estas tres ciudades en la historia?
Precisamente en ese orden se rodó la película y así transcurre en el documental. Pero en la vida de Italo Calvino fue a la inversa. Por supuesto hubo otras ciudades importantes en la vida del autor, contando incluso “las invisibles” creadas por él. Pero a mí me interesaban sobre todo La Habana y San Remo por la continuidad entre ambas en la vida de la familia Calvino- Mameli. El jardín como metáfora, ten presente, en mi documental, es expresión de eso. Y Roma, porque además de ser la ciudad donde Italo vivió sus últimos años, es el entorno de mi personaje, Monica, la muchacha que desea encontrar ese hilo que la conecte con el escritor y que la reconcilie con su propia tierra natal, Cuba.
¿Cómo equilibraste los elementos de realidad y ficción para narrar la vida de Calvino? ¿Qué desafíos te planteó este proceso?
No puedo decir que narré la vida de Calvino, sino apenas su nacimiento cubano y su reencuentro con la isla. Eso era lo que me interesaba, por las razones que ya he dicho antes y también porque es la parte menos conocida de su existencia, quizás porque para sus lectores y estudiosos no es tan importante ese hecho. Pero para los investigadores y amantes cubanos de la literatura sí lo es.
La ficción es un pretexto para contar esa parte de la vida del escritor y la concebí como una manera de confabularme con lo fantástico que atraviesa gran parde de la obra literaria calviniana. De ahí las cartas que supuestamente son escritas por Italo para Mónica desde una dimensión desconocida. Pero esas frases son reales, las dijo o escribió Italo en diferentes momentos de su vida.
Disfruté mucho el proceso de creación. El mayor desafío fue mantener la exactitud, no cambiar ninguna de sus palabras y que la selección de los textos fuera coherente con la construcción de mi historia, de manera que esas misivas impulsaran a Monica a tomar decisiones, a moverse, a seguir una ruta y, finalmente, a lograr su propósito.
Además, como lectora, el género literario epistolar me ha fascinado siempre. Lamento que esté ya en extinción. La correspondencia entre grandes creadores o entre estos y sus seres queridos o sus amigos, e incluso sus enemigos, ha permitido el registro de los más bellos, deslumbrantes e intensos testimonios de vida. El recurso de las cartas en mi documental es entonces un vehículo narrativo, pero también un homenaje a ese legado literario de la humanidad.
La película es una coproducción entre Cubavisión Internacional y Ecce Musica. ¿Cómo fue trabajar en un contexto internacional con contribuciones de diferentes países?
Ese sí fue un desafío enorme. Trabajamos con un precario presupuesto, haciendo un “cine pobre”, a la manera en que lo defendió el director cubano Humbeto Solás y cito sus palabras: nuestra “economía estuvo muy restringida”, pero también intentamos “combinar el talento propio con la imaginación”.
El canal Cubavisión Internacional nos dio un aporte inicial que nos permitió arrancar y luego la contribución de Ecce Musica y de la Asociación italiana para el Intercambio Cultural y Económico con Cuba fueron decisivas para avanzar. Pero nada de eso habría sido posible sin la ayuda de nuestras familias, tanto la mía como la de Monica Marziota. Por mecionar algunos ejemplos, creo justo decir que mi hija mayor y su novio, que son documentalistas de gran experiencia, hicieron la fotografía y el sonido en Roma y San Remo. Mi hija menor asumió roles de asistente de producción y de cámara en La Habana. La madre de Monica fue la productora ejecutiva. Y el resto de los miembros del equipo trabajó sobre todo por amor al proyecto.
¿Cómo se involucró Monica Marziota en el proyecto? ¿Qué te convenció de elegirla como protagonista e intérprete de la banda sonora?
Monica y su madre conocían de este proyecto desde hacía muchos años. Cuando se acercaba el Centenario de Italo Calvino me estimularon a retomarlo y se comprometieron a apoyarme. Como cantante y compositora, Monica se ofreció de inmediato a crear la música original para el documental. Comenzó entonces un intercambio en el que yo de repente visualicé la idea de que Monica, quien tiene grandes cualidades histriónicas, podía ser algo más que la creadora de la banda sonora. Juntas concebimos el argumento que la involucra como personaje.
Yo había tenido ya una experiencia similar con mi documental ‘Nuestra Haydee’, de 2015, en el que una joven es quien narra la historia, pero allí funcionaba como mi alter ego, una mujer que quiere conocer y entender a otra mujer: Haydee Santamaría, a quien ya he mencionado antes en esta entrevista.
Pero en ‘Cartas de Calvino’, Monica se representa a ella misma. Una joven cubano-italiana que quiere homenajear a Italo Calvino a través de lo que mejor ella sabe hacer: cantar. Pero está en un momento de su vida, post-pandemia y comenzando su maternidad, en el que la indagación en el origen del escritor, la coloca frente a cuestiones relacionadas con el reconocimiento de su propio origen.
Italo Calvino es conocido sobre todo por su vínculo con Italia. ¿Qué aspectos de su relación con Cuba crees que son menos conocidos y que merecen más atención?
Además de los ya mencionados, referidos a su nacimiento en La Habana y a su retorno a Cuba en 1964, Italo Calvino mantuvo amistad con varios intelectuales cubanos y desde la Editorial Einaudi realizó una labor de promoción de la literatura cubana de la década del 60 que fue trascendental para colocar esa creación en el contexto literario europeo.
¿Cuál es el mensaje principal para el público que ve Cartas de Calvino?
Pienso que cada espectador tiene su lectura personal de una obra y eso es algo muy respetable. También cada realizador o realizadora pretende compatir un mensaje. Mi intención primera es contar esta faceta cubana de Italo Calvino, hacer un viaje a su semilla cubana. Pero también he querido proponer, en estos tiempos de desarraigos y de éxodos en mi país, una sutil reflexión sobre aquello que nos une o no a la tierra natal, a ese primer espacio del alumbramiento, que no elegimos, pero que forma parte inevitable de cada uno de nosotros. Además del homenaje a Calvino, esa segunda posible lectura tiene gran relevancia para mí.
La música juega un papel fundamental en la película. ¿Cómo se desarrolló la banda sonora original, Se la vita fosse solo un libro?
Tanto Monica Marziota como yo sabíamos que la música ocupó un lugar especial en la vida de este escritor, no porque la estudiara, sino por la amistad que cultivó con artistas de esa manifestación y por sus colaboraciones con varios proyectos musicales. Así que la idea de rendirle homenaje con una canción no era para nada descabellada. Monica fue pensando la música a medida que filmábamos.
Para mí los sonidos de las tres ciudades y de los entornos en los que la protagonista y los testimoniantes se van desenvolviendo a lo largo del film, tenían que formar parte de la banda sonora. Ella lo entendió y lo asumió de esa manera. Por eso, si bien el documental transita por los empeños de Monica de lograr su pieza musical, también el sonido directo tiene una presencia esencial.
Pero el hecho extraordinario es que lo que se muestra en la película fue exactamente lo que ocurrió en la realidad: Mónica solo encontró la inspiración final para crear toda la música y sobre todo el tema principal, "Se la vita fosse solo un libro", cuando por fin hizo contacto con el justo sitio donde Eva Mameli parió a su primer hijo, Italo, el espacio que ocupó la casa del Director de la Estación, Mario Calvino, en Santiago de las Vegas y que fuera destruida por un ciclón en 1926.
Después de las proyecciones en Roma y Palermo, ¿cómo ha sido la reacción del público, especialmente entre los diplomáticos e intelectuales presentes?
Se me han acercado muchas personas para felicitarme y transmitirme sus impresiones. También en Trieste, jóvenes estudiantes de Literatura conversaron con Mónica y con la productora Carmen Oria Valdés, en el contexto del Festival de cine Ibero-latinoamericano. Y en todos los casos, hay una idea común: siendo Italo Calvino un escritor tan conocido en su país, ninguno de esos espectadores conocía su vínculo con Cuba.