¿Sublevación o Alzamiento? El hecho de que la Segunda República Española se impusiera tras unas elecciones municipales el 14 de abril de 1931, y no a través de un referéndum o plebiscito como era lo preceptivo legalmente, generó mucha hostilidad entre monárquicos y conservadores, quienes nunca aceptaron dicha imposición desde los balcones municipales. Los tres periodos republicanos fueron desastrosos en lo relativo al orden público.

Durante el período de la Segunda República Española (1931-1936) estuvo marcado por dos tendentes: la prima de izquierda y la segunda de derechas, que se desarrolla en tiempos de paz, se suelen distinguir tres etapas claras:

  1. Primer bienio (1931-1933): Durante este período, la coalición republicano-socialista presidida por Manuel Azaña impulsó una serie de reformas con el objetivo de modernizar el país. Entre las reformas más destacadas estuvieron las relacionadas con la educación, el ejército, y la cuestión agraria.

  2. Segundo bienio (1933-1935): Conocido como el "bienio radical-cedista" o “negro” por los de izquierda, fue un período en el que gobernó la derecha. El Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, con el apoyo parlamentario de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), trató de revertir o "rectificar" muchas de las reformas del gobierno anterior. Durante esta etapa, el acontecimiento más grave fue la Revolución de 1934, especialmente violenta en Asturias, instigada por los socialistas de Largo Caballero e Indalecio Prieto, donde se convirtió en una revolución social. El levantamiento fue sofocado por el ejército.

  3. Tercera etapa (1936-1939): Tras las elecciones generales, la coalición de izquierdas, conocida como Frente Popular, ganó las elecciones y formó gobierno. Sin embargo, su mandato pacífico duró solo cinco meses, debido a la sublevación militar o golpe de Estado de 18 de julio de 1936, cuyo fracaso de dicho golpe desencadenó la Guerra Civil Española. Transcurre en guerra civil en una España divida en dos zonas y dos bandos: los republicanos y los nacionales, que no consiguen ponerse de acuerdo. Hasta la derrota de la República.

Este periodo previo a la guerra civil estuvo marcado por la polarización política y social, con reformas y contrarreformas según el grupo en el poder.

El terror rojo del Frente Popular

En la tercera etapa y cuando el Frente Popular (coalición de izquierda) ganó las elecciones en febrero del 36, se instauró un periodo llamado de “Terror Rojo”, con el objetivo de establecer una “dictadura del pueblo” para vengarse de los republicanos de Segundo bienio o de derechas. Durante este tiempo, se realizaron purgas o ajustes de cuentas contra los miembros de la CEDA, que habían perdido las elecciones, a los que culpaban de la Revolución del octubre del 34 (cuando en realidad los instigadores fueron los socialistas de la UGT de Largo Caballero e Indalecia Prieto). La inestabilidad llegó a tal extremo que el ejército republicano destinado en el Protectorado de Marruecos decidió encabezar un Alzamiento Nacional para restablecer el orden público, evitar asesinatos y huelgas.

Actualmente, a la izquierda socialista-comunista y otras corrientes afines que perdieron la guerra no les agrada la denominación "alzamiento nacional" y prefieren llamarlo "sublevación militar", calificando a los protagonistas como rebeldes o sediciosos contra la República constitucional.

Sí es cierto que fue un golpe de Estado de los militares descontento con la deriva del gobierno de Azaña hacia el anarquismo y comunismo. Sin embargo, el término "alzamiento nacional" fue utilizado durante más de cuarenta años, desde 1936 hasta la Transición de 1978, con la llegada de la Constitución ya democracia con la inclusión de todos los partidos políticos que habían perdido la guerra civil como el PCE.

En los libros de texto con los que estudié el Bachillerato, se hablaba del Alzamiento como una rebelión necesaria para imponer el orden y librarnos de la influencia soviética de Stalin en España. Es cierto que España estaba considerablemente atrasada en lo que respecta a la industria, la economía y la sociedad en general. No obstante, al finalizar la guerra civil, comenzó la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, y el "maqui" de los comunistas en el exilio francés duró hasta 1952. Es decir, si el presidente de la República, Manuel Azaña, hubiera sabido manejar a los militares, en lugar de tratarlos como escoria sobrante de la Guerra del Rif en Marruecos, y si hubiera controlado a los milicianos en lugar de aliarse con Stalin, quizá se habría evitado la guerra.

Anarquía en la primavera del 36

Como he comentado desde las elecciones de febrero de 1936, España, especialmente en Madrid, Extremadura y Andalucía, vivía enfrentamientos casi diarios entre los dos sindicatos mayoritarios, la CNT y la UGT; entre falangistas y milicianos republicanos; y entre campesinos que ocupaban fincas y la Guardia Civil. Los problemas laborales eran evidentes: latifundios agrícolas, horarios laborales excesivos, bajos salarios y explotación infantil. Algunos anarquistas practicaban el comunismo libertario, comiendo en casas de comidas sin pagar.

Era un escenario de lucha de clases, pistoleros a sueldo como en el Chicago de los años 20, asesinatos, robos, odio al empresariado y al clero, y el derrumbe de la industria textil en Cataluña. Además, unos 30,000 presos de la revolución de octubre de 1934 recibieron una amnistía por parte de Azaña en marzo de 1936.

El 16 de junio de 1936, las Cortes escucharon una serie de acusaciones sobre el estado del orden público. Gil Robles presentó un resumen estadístico de los desórdenes ocurridos desde el 16 de febrero. Entre otros hechos, mencionó la destrucción de 170 iglesias por incendios, 251 intentos fallidos de quema, 269 muertos y 1,287 heridos por enfrentamientos callejeros, 133 huelgas generales y 218 parciales. Las cifras causaron furia entre los diputados del Frente Popular, quienes cuestionaron su veracidad.

Movimiento de sables

Desde la victoria electoral del Frente Popular, los oficiales monárquicos y reaccionarios comenzaron a planear una sublevación militar. Aunque sabían que el ejército no estaba preparado para hacerse con el Gobierno, temían que España se convirtiera en un satélite de la URSS en pocos meses. Muchos de estos oficiales pertenecían a la Unión Militar Española (UME), fundada por el comandante Bartolomé Barba Hernández en 1933. La UME, aunque en su mayoría reaccionaria, incluyó en un principio a algunos oficiales que más tarde lucharían a favor de la República, como el general José Miaja y el comandante Vicente Rojo. Sin embargo, sus principales dirigentes, como Goded, Fanjul, Valentín Galarza, Orgaz y Barrera, todos ellos involucrados en la sublevación de Sanjurjo, conspiraban para un ataque mejor organizado contra la República.

El general Emilio Mol, primer sublevado

El general Emilio Mola Vidal jugó un papel clave en el origen del Alzamiento Militar en la Zona Norte que condujeron a la Guerra Civil Española y en el desarrollo del inicio de la guerra. Nacido en Cuba en 1887, durante el período colonial español, Mola alcanzó notoriedad por su participación en la Guerra de Marruecos, donde adquirió reputación como uno de los oficiales más competentes del ejército español.

En 1930, había sido nombrado Director General de Seguridad, lo que le dio una posición influyente dentro del gobierno. Sin embargo, sus diferencias con el gobierno de Manuel Azaña, especialmente en relación con las reformas militares, lo llevaron a posicionarse en contra de la República. En 1936, cuando el ambiente político en España se tornaba cada vez más tenso, Mola fue trasladado a Pamplona, una región carlista y un foco del conservadurismo monárquico. Desde allí, Mola se convirtió en el principal organizador de la conspiración militar que culminaría en el levantamiento del 18 de julio de 1936.

Aunque Mola no era monárquico, trabajó en estrecha colaboración con grupos monárquicos y carlistas, con la ayuda de Valentín Galarza, y también con los falangistas, coordinados a través del teniente coronel Yagüe. A pesar de las dificultades logísticas y las diferencias entre las facciones implicadas, la conspiración se consolidó hacia finales de junio de 1936. Mola tuvo un papel decisivo en la organización y planificación del golpe militar, supervisando los detalles desde su base en Pamplona.

Trágicamente, Mola murió el 3 de junio de 1937 en un accidente aéreo en La Brújula, en la provincia de Burgos. Su muerte, justo antes de la caída de Bilbao y en un momento crucial de la guerra, alimentó rumores en el bando republicano, donde se especulaba que había sido asesinado por órdenes de Franco para eliminar a un posible rival. Tras su fallecimiento, Franco asumió el mando absoluto del ejército sublevado, consolidando su posición como líder indiscutido de los Nacionales.

El general Francisco Franco

El general Francisco Franco Bahamonde fue destinado por la República a las islas Canarias el 15 de marzo del 1936 como comandante militar de Canarias, un movimiento estratégico del gobierno republicano para alejarlo de los focos de poder en Madrid, debido a su creciente influencia y las sospechas de que podría unirse a una conspiración militar contra la República. Franco, un general respetado por su papel en la Guerra de Marruecos y en la represión de la Revolución de Asturias de 1934, fue percibido como una figura peligrosa para el gobierno de Azaña, y por ello se decidió enviarlo a un puesto alejado.

Sin embargo, desde Canarias, Franco estaba en contacto con los conspiradores del golpe militar que estaba en marcha. En la noche del 17 de julio de 1936, cuando estalló la sublevación en Melilla, Franco decidió unirse al alzamiento para comandar la Zona Sur, junto a Quipo de Llano en Sevilla. Utilizando un avión de transporte conocido como "Dragón Rapide", gestionado en secreto por los conspiradores, Franco voló desde Canarias hacia Tetuán (en el protectorado español de Marruecos) con escala en Agadir y Casablanca. Desde allí, tomó el mando de las tropas del Ejército de África, consideradas las fuerzas más disciplinadas y experimentadas del ejército español.

El vuelo del "Dragón Rapide" fue fundamental, ya que permitió que Franco se trasladara rápidamente desde su exilio en Canarias a la zona donde podía liderar el alzamiento en la península. El 19 de julio, después de llegar a Marruecos, Franco se estableció como comandante del ejército sublevado en el sur de España, dirigiendo las fuerzas que comenzarían su avance hacia el norte, contribuyendo decisivamente al éxito de la rebelión militar en esa región.
Este vuelo marcó el inicio de la trayectoria de Franco como líder militar de los sublevados, un camino que lo llevaría, tras la muerte de Mola, a convertirse en el principal jefe del bando nacional durante la Guerra Civil y, finalmente, en dictador de España durante cuarenta años y muere en su cama.

Conclusiones

Las guerras nunca pueden justificarse por un mal gobierno republicano del Frente Popular, la no aceptación de la derrota de los radicales y la CEDA durante el bienio de derechas, o las luchas internas entre republicanos, socialistas y comunistas que no lograron gobernar en coalición. No obstante, la historia es la que es, y debemos aprender de estos hechos para que no se repitan.

Se inicia el año 2025 con jornadas por los 50 años de la muerte de Franco, organizadas por el gobierno socialista de Pedro Sánchez, lo que me parece ocasión para recordar, sin ánimo de enaltecerlo, las mega-construcciones en tiempos del dictador donde España despegó en tema de pantanos y energía hidroeléctricas; construcción de miles de viviendas sociales; Seguridad Social Pública como una de las mejores del mundo; primera potencia en astilleros navales; acuerdo para la instalación de bases norteamericanas naval y aérea; y entrada en la ONU en 1955.

Fuentes

Gabriel Jackson, La República Española y la Guerra Civil, Biblioteca Histórica de España, RBA, Barcelona 2005.
Pedro Fernández Barbadillo. “La muerte de Mola- El Dictador-“, Libertad Digital, 03-06-2017.