Hay procesos que se diluyen y se encubren detrás de las tendencias políticas generales, de la correlación electoral entre la izquierda, el centro y la derecha y todos sus matices, el principal es la emergencia de la inmoralidad en una vasta gama de expresiones.
Los resultados electorales registran números y porcentajes duros y claros, la aparición de crecientes fenómenos de inmoralidad, de acomodos, de suciedad en la política tiene muy pocos medidores, a lo sumo el índice internacional de Transparencia Internacional, que de acuerdo con su propio método tiene serias limitaciones. Básicamente se basa en la opinión de los habitantes de cada uno de los países.
¿Qué sucede cuando las inmoralidades, la falta de transparencia se van naturalizando, se transforman en algo absolutamente asociado a la política, cuando la propia sociedad se pudre, se desvaloriza moralmente?
Ese retroceso cultural y cívico es uno de los objetivos de los políticos corruptos. Trabajan para ello, utilizan todos los medios del poder. Cuanto más inmoral y corrupta es una sociedad, más fácil es que el poder a los diversos niveles atropelle las instituciones y malgaste los dineros públicos.
¿Alguien puede creer que en Argentina –por ejemplo– las causas penales contra anteriores gobiernos (Kirchner, Fernández, Macri) y otros se acumulaban incontenibles si no hubieran logrado pervertir a una parte importante de la sociedad, no solo haciéndola insensible, sino partícipe de la corrupción?
La micro corrupción, la que se extiende como una mancha de aceite por una sociedad, es el mejor lubricante para los gobernantes corruptos.
No se trata de un asunto novedoso, hace siglos que el poder, cuanto más absoluto es, más corrupto se transforma, hasta llegar al nivel que la moral es la que dicta el propio poder corrupto. Hasta en las leyes y los códigos, pero sobre todo en el comportamiento de amplios sectores de la sociedad. Con una aclaración importante, los grandes corruptos y corruptores son los que disponen de medios económicos adecuados para operar y enriquecerse a partir de esas prácticas. Sin embargo, transmiten a toda la sociedad la idea de que la corrupción es y debe ser patrimonio de todos.
Hay una regla inexorable, el nivel de corrupción y enriquecimiento a partir de ella es muy superior incluso al porcentaje de riqueza, de patrimonio y renta de los poderosos sectores involucrados en relación con el resto de la sociedad.
La mayor obra destructiva de la corrupción no es solo la dilapidación de los dineros públicos en provecho de gobernantes corruptos y privados corruptores, es la gangrena en el conjunto de la sociedad, es la degradación cívica y republicana que afecta la moral, la autovaloración y el respeto de la gente por su sociedad y afecta las reglas de convivencia.
Con gobiernos corruptos crecen inexorablemente el delito y la inseguridad en los países, sobre todo a partir de la explosión del crimen organizado, la droga, las armas, el lavado de dinero, la explotación sexual. Y eso se da también a nivel de las relaciones comerciales globales, además del monstruoso tráfico de drogas, que representa 320 mil millones de dólares, equivalente el 1% del PBI mundial.
A escala mundial, más de 296 millones de personas consumieron drogas en 2021, lo que supone un aumento de 23% con respecto a la década anterior. Por su parte, el número de personas que padecen trastornos por consumo de drogas se ha disparado hasta los 39.5 millones, lo que supone un aumento de 45% en 10 años. (Informe de Naciones Unidas, 2023). Está claro que el tráfico de drogas busca por todos los medios vincularse y comprar una parte del poder, político, económico, financiero.
El Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) estimas que el monto del comercio mundial de armas fue de al menos 118.000 millones de dólares y que tiene un crecimiento de más del 6% anual. Las armas, su tráfico e incluso su venta a los estados está en muchos casos asociada a la corrupción.
Entre 2021 y 2022 las exportaciones de Productos farmacéuticos creció 3,85%, desde $804 mil millones de dólares. El comercio de Productos farmacéuticos representa el 3,52% de todo el comercio mundial.
Se estima que actualmente 27,6 millones son víctimas de la trata en todo el mundo y, lamentablemente, muchas de ellas a menudo permanecen ocultas frente a nosotros.
Las cifras son tan gigantescas y representan cifras monumentales de dinero, que no podrían realizarse sin la participación de una parte del sistema bancario y financiero mundial, me refiero a la drogas y en general al delito organizado. Calculemos que un millón de dólares en billetes de 5 dólares pesa 200 kilos. Es decir que los miles de millones se lavan al peso sobre todo en los países de consumo de las drogas y que se pagan con billetes de baja denominación.
El comercio nacional e internacional de drogas, de armas para el circuito delictivo, la trata de personas son parte fundamental de la corrupción a nivel global y de los diferentes países. No hay un alto nivel de corrupción en un país, si no se apoya en las obras públicas y en la droga, aún con sus notorias diferencias la penetración de la droga es una base fundamental para el resto de la delincuencia: atracos, rapiñas, asesinatos, control territorial de bandas de narcotraficantes.
Existe la falsa creencia de que solo las coimas (comisiones ilegales) son la base de la inmoralidad. La red es mucho más densa e interconectada, la creación de redes dentro del Estado que operan para realizar y proteger la corrupción, los negociados, los servicios caros y de mala calidad por contrataciones deshonestas, el nepotismo y el acomodo de cargos en el Estado y muchas más.
La inmoralidad es la madre de la política sucia, de las campañas y tramoyas a las que asistimos en tantos países en los últimos tiempos. No responsabilicemos a las tecnologías, sino a la abrupta caída de la honestidad a todos los niveles, incluyendo la prensa.
Nunca antes la democracia, nuestras libertades, la decencia pública y privada estuvo tan amenazada como en estos tiempos. No solo lo muestran las cifras, sino una observación y estudio atento de nuestras sociedades, de nuestros países y de sus tendencias.