Estamos viviendo un momento único en la historia de la humanidad, que podemos llamar de re-evolución, por los cambios que están sucediendo, aunque no seamos tan conscientes, lo cierto es que se está transformando el mundo tal y como lo hemos conocido. Es posible que la sensación de re-evolución la hayan vivido generaciones anteriores, dados los movimientos que presenciaron, sin embargo, en este espacio tiempo del siglo XXI se están produciendo transformaciones planetarias tan profundan que somos privilegiados de estar aquí y ahora, en este presente de cambio.
Cuanta razón tenían los códices mayas, incas, hopis y muchas de las profecías, de aquellos que anunciaron, que llegarían momentos de cambios trascendentales para la humanidad; y, éste es uno culmen por la multiplicidad de transformaciones que se están dando, aunque muchas veces no seamos conscientes de ellos. Es un espacio tiempo tan revolucionario, con cambios tan potentes como el desarrollo de la inteligencia artificial o el avance de las ciencias cuánticas, que puede compararse con hitos similares al descubrimiento del fuego que cambió absolutamente todo (alimentación, elaboración de herramientas, etcétera) o con el paso de era del medioevo al renacimiento que sentó las bases de la modernidad.
Estamos dando un salto tan significativo que podemos compararlo con una transición similar al periodo de la revolución industrial en el siglo XVIII, con la transformación tecnológica que paso a la primacía de las máquinas y el uso de combustibles fósiles como un modelo de producción que no sólo cambió las condiciones laborales, sino que transformó la ocupación del suelo con la creación de las ciudades y la organización socio política mundial. El impacto fue tal que modificó los horarios asociados a la naturaleza para convertirlos en tiempos productivos, a la par que las gentes migraban del campo a las ciudades en busca mejorar las condiciones de vida.
La historia de la humanidad, igual que la de las personas, tiene fases en las que cambian los horizontes de vida, con pequeñas o grandes revoluciones cuya magnitud puede depender de la consciencia que se tenga de lo que está sucediendo. De la misma manera que cambian los propósitos y creencias personales, se transforman los modelos de vida colectiva, con la apertura a nuevos enfoques que suelen ser forzados por la vertiginosa realidad de cambios en todos los referentes que nos guían, desde los científicos hasta los existenciales, pasando por los sociales, económicos, culturales y políticos.
Así como se pasó del medioevo a la modernidad -con la primacía de la racionalidad, el positivismo y la lógica cartesiana para explicar el mundo-, ahora se está transitando hacia un paradigma cuántico que deja atrás el modelo cientificista que ha primado en los últimos siglos, para dar paso a un cambio en el enfoque y el foco del conocimiento que aborda la realidad de la existencia humana.
Ahora están cambiando los paradigmas (en plural), como referentes únicos del mundo occidental que guiaba el destino de la humanidad, para empezar a transitarse hacia una mirada más amplia de la vida y del planeta que habitamos. De ese tamaño es lo que estamos viviendo.
Estamos pasando de una era a otra, tal como se pasó del feudalismo al capitalismo, con la ilustración de por medio. Incluso los cambios de referentes nos permiten re-descubrir la historia, por ejemplo de la edad media, que la historia oficial asignó como una época de oscuridad, para aproximarnos a otra lectura de lo vivido en ese periodo. En este contexto se están actualizando los relatos, con una mirada crítica y a la vez analítica basada en otros enfoques, que hacen visibles las luces del conocimiento de aquellos que estaban conectados con la tierra y que fueron censurados por el modelo emergente que se alejó de la naturaleza, creyéndose capaz de dominarla.
Transitamos una re-evolución sin precedentes, un cambio de era en todo sentido. Las señales de los cambios profundos que se están gestando se reflejan en las censuras, auto-censuras y miedos ante lo desconocido, de la misma manera que se hizo en otros momentos de la historia frente a los movimientos que han removido las estructuras de la normalidad vigente. Quizás por eso a veces se habla de la Era de Acuario con desprecio, descalificándola al asociarla a lo hippie o new age como si fueran negativos, aunque se trata de la suma de movimientos alternativos que conectan con saberes distinto al sistema que ha regido.
Los nuevos paradigmas de vida se reflejan en el debilitamiento de las estructuras que sostienen los modelos económicos, políticos, sociales, medioambientales, culturales y científicos. El deterioro de estos modelos es paralelo al surgimiento de alternativas derivadas de la necesidad de cambios para responder al agotamiento de los referentes que han dejado de ser suficientes para explicar y sostener el sistema mundo vigente.
Cada vez más aumentan las señales del colapso de la misma manera que cambian prioridades del ser humano del siglo XXI, como por ejemplo las de vivir en las ciudades o mantener trabajos fijos cuando la movilidad se transformó, verbigracia en la tecnología que asegura la conectividad más allá del espacio o lugar que se habita.
Estamos cambiando de era pasando de piscis a acuario con una transformación que no solo es astrológica, sino energética, vibracional y también científica. Es probable que se califique a los conocimientos asociados al mundo invisible de la energía o de la existencia de otros planos de la realidad, como brujerías o charlatanería igual que sucedió, en otros tiempos, ante lo desconocido; desconociendo la validez de un saber que en la actualidad es reconocido por las ciencias post-materiales que sostienen el cambio de paradigmas. Estos saberes no solamente son válidos, sino que a día de hoy podemos afirmar que son base esencial de la re-evolución planetaria que sutilmente estamos viviendo.
Es de tal tamaño que emociona tener la posibilidad de transmitir un poco de lo que nos devela.
El adentrarnos en la profundidad del ser humano y las posibilidades que tenemos para creer y crear la realidad que merecemos vivir, más allá de los modelos que han limitado la expansión de la consciencia personal y colectiva, con todas las capacidades que tenemos para transformarnos.
Cuanto más avanza la neurociencia, en sus estudios del cerebro humano, mas pautas tenemos para explorar el 90% que no estábamos utilizando, de manera que podemos adentrarnos en el lenguaje invisible de las neuronas y los circuitos cerebrales que nos permiten considerar que lo nos mostró la ciencia “ficción”, puede ser realidad.
En este sentido el cine de ciencia ficción plasma la potencia de las capacidades humanas, por ejemplo con la película Lucy protagonizada por Scarlett Johansson que, pese a las escenas sangrientas, que parecen inevitables en los guiones comerciales, muestra las posibilidades de expansión del ser humano que pueden llevarlo a moverse en distintas líneas temporales, explorar otras dimensiones, comunicarse telepáticamente, incrementar la capacidad de los sentidos y transformar la materia que realmente es energía.
Quizás la ficción o fantasía nos muestra verdades, aunque no las creamos posibles, que sean ciertas. El listado de películas es grande y solo para satisfacer la curiosidad estaría el clásico de "Matrix" (1999) o el "Atlas de las Nubes" (2012) de las hermanas Wachowski. "Más allá de los sueños", protagonizada por Robin Williams (1998) y el "Doctor Strange" (2016).
Sí, ampliar la capacidad del ser humano es posible y saberlo es toda una re-evolución.
No solo son imaginaciones, es conocimiento y práctica para acceder a otros planos y dimensiones de las capacidades humanas, porque somos seres multidimensionales. La física cuántica afirma la existencia de once dimensiones con la teoría de Cuerdas y la teoría del Todo, trascendiendo los alcances del plano cartesiano que pasó de dos ejes X y Y para extenderse a tres incluyendo el Z para alcanzar la tridimensionalidad, mientras que ahora podemos hablar de un la multidimensionalidad como algo real y posible.
Validar la existencia de la multidimensionalidad supera los planteamientos de un paradigma limitado y limitante, para permitirnos romper los esquemas, expandiendo nuestro conocimiento y por ende la consciencia del ser humano. Aunque puede sonar complejo, técnicas como la meditación facilitan abrir el espacio mental y los resultados de la neurociencia ratifican las posibilidades de acción creativa que tenemos los seres humanos para transformar nuestra realidad y con ella, la vida en el planeta.
Se abre una vertiente de conocimientos y estudios que nos permiten ampliar la consciencia para volver a lo que desde hace milenios nos decían los saberes antiguos, así como los paradigmas científicos orientales y tradicionales que reconocen la importancia de tratar lo invisible en el cuerpo humano, como las emociones o el pensamiento, para lograr el bienestar físico.
Por todo esto es un tan potente el momento que transitamos, porque es una re-evolución que toca todos los aspectos: medicina, salud, ciencia, consciencia y la tecnología, entre muchos otros. También tiene que ver con quienes somos, qué estamos haciendo aquí y cuál es nuestra capacidad de creación. Todo esto nos invita a romper los esquemas para lanzarnos a la re-evolución en términos personales que facilitará un cambio en el sentido de la vida, permitiéndonos alcanzar la profundidad del ser y con ella la felicidad de estar vivos, aquí y ahora.
Simplemente se trata de atrevernos a hacer lo que nos gusta y hace felices. Es el momento de darnos cuenta que vivir en el planeta tierra es mucho más que nacer, crecer, estudiar, trabajar reproducirse, jubilarse y morirse. Hemos venido aquí y ahora para tener una experiencia única e intransferible, que nos permite darnos cuenta quienes somos realmente como seres humanos: seres de luz teniendo una vida que trasciende la materia.
Eso a día de hoy se puede decir no solamente como un planteamiento esotérico, espiritual o metafísico, sino también científico. Ahora podemos explorar y poner en acción el 97% del ADN que no cumple funciones biológicas, para activar las posibilidades de decodificar la información de todo lo que somos en términos de ondas o vibración. El cerebro puesto en medita-acción activará su capacidad holográfica para crear una realidad coherente con el sentir del corazón que trasciende la razón pura, alcanzando así un nivel inimaginable, al romper con la limitación del desconocimiento de la multidimensionalidad del ser.
Ahora gracias a las ciencias cuánticas podemos afirmar que el mundo invisible sí existía y quienes hemos explorado la multidimensionalidad del ser humano, a través de métodos de expansión de la consciencia o de las plantas sagradas, podemos dejar de sentir que estamos locos. No se trata de encajar o cuestionar a quienes desde hace un tiempo estamos percibiendo que el modelo de vida moderno está obsoleto, sino que podemos explorar otras líneas y fuentes del conocimiento para aportar a la re-evolución desde un sentido tan humano como profundo.
La re-evolución es una oportunidad para re-iniciar todo lo que somos personal y colectiva-mente. Igual que los computadores podemos resetear los programas obsoletos y borrar las creencias limitantes, como vía para dar el salto cuántico que es necesario para escribir una nueva historia humana y planetaria. Simplemente se trata de ponernos en acción o re-novación.