Cuando Walt Disney llegó a Rio de Janeiro, el 17 de agosto de 1941, no sólo viajaba con el propósito de ampliar el mercado de sus películas, que se encontraba en crisis por la guerra en Europa y una huelga de animadores en California, sino que lo hacía dentro del programa “Buenos vecinos”, promovido por el entonces presidente norteamericano, Franklin D. Roosevelt; cuyo trasfondo político consistía en unir lazos con Suramérica y ganarse la simpatía de los aliados latinoamericanos en la Segunda Guerra Mundial.

De este fructífero viaje nacería el famoso amigo brasileño del Pato Donald, José ´Zé´ Carioca, un loro creado por uno de los mejores dibujantes de la primera mitad del siglo XX, el brasileño José Carlos de Brito (J. Carlos). Por entonces, el dibujante trabajaba para la revista editada en Río de Janeiro, Careta, dirigida a adultos. En ella, ilustraba el personaje de un malhablado loro provisto con un cigarro en el pico, cuello y bastón, que contestaba con comentarios sarcásticos al lector. Un papagayo que sería adoptado por Disney, y presentado en 1942, en la película “Buenos amigos”; convirtiéndose en propaganda de guerra con el mejor marketing de USA, Walt Disney.

Y es que, José o Zé Carioca tuvo tal perspicacia que rozó el engaño. Era un fan que adoraba y halagaba al Pato Donald, llevando a su amigo, a una gira por el Carnaval de Río. Demostrando el significado de ser un 'buen amigo', en el lenguaje de los personajes de Disney, tal como analiza el historiador Alexandre Maccari Ferreira:
"Por un lado, Zé Carioca tiene características metonímicas del 'estándar brasileño', como la alegría. Por otro, las plumas de su cola son los colores de la bandera norteamericana".

A penas hay pesquisas sobre los acontecimientos en torno al encuentro y negociaciones entre Walt Disney y J. Carlos. Tal como cuenta, el caricaturista Nássaro, se había organizado como recibimiento de Walt, una exposición con los mejores dibujantes brasileños organizada por el DIP (Departamento de Imprenta y propaganda) bajo el gobierno de Getulio Vargas. Periodistas y todo el equipo al completo, que acompañaba al empresario, se volcaron en fotografiar la obra de J. Carlos, que tenía como principal protagonista el loro.

Tras el evento, el empresario pidió sentarse junto al caricaturista en la cena organizada en el Palacio de Copacabana, el cual regaló a Walt Disney una ilustración de un loro abrazando al Pato Donald.
Éste le propuso al dibujante trabajar para él en sus estudios de Hollywood, invitación que J. Carlos rechazó. Lo que no hay duda, es que fue amor a primera vista y que este encuentro posiblemente conduciría a negociar con la revista los derechos de Zé. Pesquisas que nos remiten a publicaciones posteriores del propio director en Careta, mediante epístolas públicas dirigidas a la revista por el equipo Disney. Walt Disney estaba desesperado por llevarse el loro a Estados Unidos. De igual modo, que el estilo y genio del ilustrador que era un adelantado a su tiempo, no le fue indiferente a Disney.

Es significativa la portada realizada por el ilustrador en octubre de 1941, en la que Zé, molesto por la llamada a filas, hacía las maletas en silencio, dirección a Hollywood. Además, habría que destacar las palabras de J. Carlos, famoso por sus poco convencionales viñetas para niños en Brasil y que revelan por qué dejó de dibujar personajes infantiles, precisamente en 1941: “Los hice durante más de veinte años, pero hoy, ¿tanto esfuerzo para qué? (…) La paga es tan insignificante. ¿Quién puede competir con estos personajes extranjeros estereotipados?”.

José ´Zé´ Carioca, marchó hacía Hollywood, adaptándose a las ilustraciones de Disney, perdiendo su paternidad inicial. Finalmente, la película estrenada en 1942, consiguió su fin, reforzó la asociación entre Estados Unidos y Brasil, que acababa de entrar en la guerra, junto a las potencias aliadas. Estados Unidos instaló bases militares americanas en el noroeste de Brasil y negoció la explotación del caucho y otras riquezas del Amazonas. El loro y su “brasilidad”, se hizo tan popular que hasta en las propias trincheras brasileñas, en Italia, los soldados editaron un pequeño folleto titulado “Zé Carioca”. Incluso la revista Times lo describió como un loro tan apuesto que era superior al Pato Donald.

Un Paris tropical

Considerado uno de los mayores representantes brasileños del estilo Art Déco, el dibujante, ilustrador y diseñador gráfico José Carlos de Brito e Cunha (1884-1950), nació y murió en Rio de Janeiro. Su trabajo fue un cruce entre Aubrey Beardsley y John Held Jr. Una impecable obra, cuya modernidad y destreza técnica superó a los grandes dibujantes de su tiempo.

Este gran desconocido fuera de Brasil, colaboró en el diseño e ilustración de las principales publicaciones de su país. Su creación tipográfica y elementos gráficos resultan tan interesantes e innovadores, para su época, como sus ilustraciones cargadas de modernidad, vanguardia y destreza técnica.

En 1908, empezó a trabajar en la revista Careta, donde permaneció durante toda su vida. Y para la que realiza ilustraciones y caricaturas que retrataban a un Río, y por extensión, Brasil, deslumbrado por la modernidad que implicaba hablar francés y utilizar coches particulares en lugar de tranvías colectivos.
Una rica crónica ilustrada, especialmente sobre política y costumbres, del Brasil de la primera mitad del siglo XX. Inmortalizando con sus dibujos los grandes cambios y transformaciones que atravesó Brasil y el mundo: Las dos grandes guerras mundiales, la guerra civil española, el cambio de de la Antigua República al Nuevo Estado, La revolución de 1930 y la semana del Arte moderno de Brasil.

Aunque las sarcásticas caricaturas políticas de Brasil y las realizadas durante la Segunda Guerra Mundial, en las que ridiculiza a líderes como Hitler y Mussolini son magníficas, al igual que toda su contra-propaganda contra los totalitarismos y sus opiniones antifascistas que fueron muy importantes en el cambio de opinión pública en Brasil; principalmente en una América Latina donde la propaganda nazi-fascista fue muy fuerte durante los años 30 y 40. Sin embargo, son los cambios y nuevos hábitos en Río de Janeiro, ilustrados brillantemente por J. Carlos, los que son insuperables, debiendo haber sido objeto de estudio y conservación, al menos, por parte del mundo Académico.

Por tanto, nos encontramos en una sociedad que vivió la era del Jazz de los años 20, un cambio de siglo donde el Art Nouveau y el Art Déco no fueron movimientos exclusivos de Europa o América del Norte.
Surgió un Arte Brasileño y moderno, que superaba, con muchos matices, al elitista Arte oficial de EEUU o Europa, pero que todavía sigue sin tener la consideración que merece.
Un Arte Vanguardista que celebraba en 1922, la famosa “Semana del arte Moderno” en São Paulo, coincidiendo con el centenario de la independencia, de la nación sudamericana, de Portugal.

A lo largo de 48 años, la obra de J. Carlos retrató estos cambios y costumbres de la sociedad brasileña.
A finales de la década de 1920, el modelo implantado en Río de Janeiro, europeo y bastante elitista, parecía encontrase en sus límites. Río se había convertido en un “París Tropical”, una ciudad moderna por excelencia, repleta de intelectuales, editoriales, librerías, cafés, exposiciones, y clubes.
Durante este periodo (1926-30) el artista creó en la revista de cine “Para Todos”, las más bellas portadas art déco de la historia de Brasil. Inmortalizando en sus dibujos la construcción de rascacielos, las aceras geométricas de Copacabana construidas en los años veinte, la llegada del automóvil, la fotografía en color, el avión, la radio, el cine, la televisión y la aparición de nuevas costumbres, como la evolución de la moda femenina, el carnaval, las fiestas y los trajes, las chicas de Río que eran las primeras en Brasil en salir solas, conducir un coche, usar faldas cortas y fumar en público, las familias yendo a la playa o animando en los estadios de fútbol.

José Carlos de Brito e Cunha, realizó imágenes que son importantes crónicas visuales de la época en que fueron producidas. Dibujos que aunque algunos podrían ser considerados políticamente incorrectos, retrataban la realidad coyuntural de una época. Porque toda obra es un testimonio histórico y sociológico del tiempo que la vio nacer, en este sentido su universo de flappers, petimetres, matronas, chismosas, mulatos, caricaturas raciales o mujeres en bañador, así como su famosa Lamparina o mujer Carioca, no son más que retratos de una realidad cultural dentro de un tiempo histórico determinado que no puede ser descontextualizado.

José Carlos de Brito e Cunha, incorporó un nuevo discurso visual al diseño gráfico, combinando un lenguaje moderno y a la vez brasileño. En las últimas épocas de su obra observamos como la elegancia de las líneas delicadas y de un único trazo van evolucionando, son de tal precisión que parecerían estar ejecutadas por un programa de diseño. Su obra realizada con plantillas, tiralíneas, lápices, tinta o pinceles parecían creados por la exactitud de una máquina. Dejando una importante crónica y legado que refleja claramente su dinámica modernidad en el diseño gráfico brasileño de comienzos de siglo XX.