¿Cómo nos vinculamos frente a la constelación de lo absurdo? ¿frente a una lógica desconocida?
¿Necesitamos mesurar los tiempos?
¿Necesitamos tiempos mesurables, lugares precisos? ¿Magnitudes y dimensiones medibles?
Yo no puedo contestar.
Recuerdos, sueños, pensamientos. Mundos paralelos donde se desarma lo cotidiano. Universos efímeros y etéreos de arquitectura laberíntica.
¿Es posible plasmarlos sin destruirlos? ¿Cuál es la materia de nuestros pensamientos?
¿Es acaso la palabra la que nos dará luz este interrogante?
La palabra, en su función primera como generadora de imágenes y asimismo insuficiente.
La palabra como experiencia sensible; la palabra que nos desnuda.
Día 9: aire seco
Capitulo primero
Perdida, clausurada, encerrada sin salida, dormida. Gritar, una y otra vez, lo mismo sin sonido.
Lágrimas ¿Es válido preguntarse para avanzar? ¿Preguntarse para encontrar sentido? ¿Dónde nace la chispa de la alegría?
Pensamientos secretos solo míos. Pensamientos encadenados. Candados cerrados. Hasta donde se estira el elástico de la resistencia.
Dolor de panza, boca cerrada. Fuego por dentro, espacios de miedos que muestran sus puntas.
¿Por qué me pierdo? ¿Por qué respiro apretado?
Desaparecer, detenerme, llorar a mares, inundar mi presente para salir a flote. Temida y amada soledad.
Monstruos marinos inexistentes, dibujados con nuestra alma cerrada. Sentirse en el lugar ya vivido, escapar y aparecer ahí mismo. Llamado vital.
Aplastada por lo inestable, ardiente en pena. Hoguera de ojos y vanidades, sentirse débil, ausente
Hojas que no voy a arrancar, que quedarán escritas.
Puerta de escape
Puerta de escape de angustias vanas. Lluvia de llaves, de aire, de viento fuerte. Puerta de escape de arenas ardientes, de desiertos secos.
Partimos con la llega del día que nunca llega, que se encuentra andando. Movimientos que construyen puentes de tiempos circulares. Que nos traen lo que somos lo que fuimos.
Retomar el aire calmo. Puerta de entrada a otro laberinto de paredes frescas. Remolino de sentidos. Deseos profundos, anhelos de pizarras. Apaciguar la marcha. Saborear profundo. Detener la mirada. Mirada limpia, presente, amorosa. Humedecer los pensamientos, desarmar el juicio. Placares vacíos. Repartir y dar de nuevo. Tejer desde lo más hondo. Caminito pequeño rodeado de bosque, ramas brotadas de verde intenso. Caminar y sacar. Sacar y tirar. La piel se siente más suave porque es nueva. Sentirte a gusto, sentir el gusto y avanzar buscando otros. Saber que una vez bajo un techo ondulado sin puerta ni paredes, donde no llegaba el ruido ni el viento entendiste lo que era flotar y avanzar.
Día 10: luces de kermese
Correr detenida mirando historias. Luces titilantes, incandescentes pensamientos. Tiempo de espera con vida propia. Aire calmo. Noche de oscuridad luminosa. Luces chispeantes, solitariamente vivas. No hay mar de fondo, solo pasto húmedo.
Recuerdos de una noche de pandemia. La mesa del comedor en silencio, pijama blanco, y una llamada vital que me costó entender. El hilo rojo. Imágenes de gatos frente a una pantalla, almas cercanas. Historias compartidas. Ojos encendidos que celebraban ese encuentro. ¡No tengas miedo! Son las luces de kermese donde se guarda lo vivido. Tesoros cargados en el corazón. Algunas palabras no dichas que seguirán en el aire o que tal vez se entreguen en otro sobre, en otro tiempo y en otro encuentro.
Respirar puro. Isla sin barcos. Barro mojado. Voces aquietadas, oídos plenos, sonrisa fértil.
Contemplar y entender. Contemplar y recordar los pasos dados. Aventuras sin tiempo, vértigo sonriente. Límites finitos. Existencias que perdurarán en mí sin materia concreta.
Mi país de las maravillas donde las contradicciones chocan para expandirme. A veces logra desarmar los pesos invisibles y quedar lejos de las ligas de campeones que compiten por un podio. Podio de mayores con mayordomos y pulsos acelerados.
Y las lágrimas de colibrí que me traen de vuelta. Gotas de vida. Asombro como camino y finalidad. Que juegue con nosotros, y abra nuestra realidad.
Saberse imperfecta, exploradora y disfrutar del placer de navegar en esos mares, aunque sea por eternos instantes.