No son muchas las tesis doctorales desde la perspectiva de género dentro de la Historia del Arte. Pero todavía menos sobre las mujeres cortesanas, uno de los personajes escasamente documentados del siglo XVI. Sobre estas figuras femeninas y todo lo que las rodeaba versa la investigación de María Ponce Murcia titulada Las cortesanas, las figuras silenciadas de la Historia del Arte, dirigida por el profesor Gregorio Canales, que ha obtenido la calificación de sobresaliente cum laude en la Universidad de Alicante. Hablamos de ello con la doctora Ponce.
¿Qué la animó a realizar este trabajo?
Mi propósito decidido era realizar una tesis doctoral desde la perspectiva feminista, ya que consideraba necesario que existiera una investigación diferente a lo que se había hecho anteriormente. He querido, además de elaborar el texto desde la perspectiva de género, también dedicar un apartado a ciertas figuras paralelas a las cortesanas: literatas, artistas o mecenas, que actualmente no se muestran en las clases, fomentando así la desigualdad entre ambos géneros.
¿Objetivo de la tesis doctoral?
El principal objetivo, recuperar a aquellas mujeres conocidas como cortesanas y demostrar que tuvieron un papel en la Historia del Arte trabajando como modelos para los grandes maestros del siglo XVI. Abarcando ya el punto de las hetairas, es decir, su origen y cómo volvieron a aparecer tras la huida de los griegos hacia la Serenísima República, donde mostraron textos antiguos que hablaban de ellas. No cabe duda de que su reaparición en el siglo XV y su prosperidad en el XVI no hubiera sido posible sin la entrada del Renacimiento y del Humanismo, es decir, no podrían haber ocurrido ciertos acontecimientos sin todos los elementos pertinentes. Con todo ello, no he podido sino mostrar mi sorpresa hacia aquella documentación o aquellas bibliografías donde hablaban de las cortesanas y las incluían dentro de las prostitutas, es decir, las situaban al mismo nivel.
¿Y no eran lo mismo?
Es un círculo vicioso: si actualmente aún se sigue pensando que las cortesanas y las prostitutas son la misma persona, se irá generando bibliografía e investigaciones con el mismo pensamiento. Por lo tanto, es necesario comenzar a saber diferenciar unas de otras. Con todo ello, a pesar de que las cortesanas no tuvieran el mismo final que las hetairas sí que durante su época fueron unas mujeres muy reconocidas y admiradas tanto por hombres como mujeres, incluso algunas se veían reflejadas en ellas y querían aspirar a pertenecer a este mundo, a pesar de que al final escogían el modo de vida que las clases privilegiadas establecían. Las cortesanas, al final, fueron mujeres que, ya sea por voluntad propia o por sobrevivir, querían ser libres y no ser tratadas como sus compañeras que vivían en las calles. La mayoría de ellas deseaban estar a la misma altura que sus compañeros y necesitaban ganarse ese afecto mediante la asimilación de unos conocimientos que no les estaba permitido poseer.
Hablemos del canon femenino…
Comparando el canon que imperaba en la antigua Grecia con el de la Italia renacentista, ambos creados por hombres, a pesar de diferenciarse en ciertos apartados, no cabe duda del único objetivo que tenía la disputa y competitividad entre las mujeres: que los hombres pudieran comprobar quién era la que cumplía con los estereotipos y saliera victoriosa del «combate». Al final, el canon femenino, su estética, ha perdurado hasta la actualidad, aunque afortunadamente comienzan a eliminarse y exponerse los diferentes cuerpos, tonos de piel y se opta por no depender de lo que piensen los demás. Sin embargo, en el siglo XVI, es innegable que la opinión del resto, sobre todo de los hombres al considerarse los expertos y los más inteligentes, repercutiera en las mentes de aquellas mujeres que fácilmente podrían ser influidas. Dentro del canon femenino, no puedo dejar pasar por alto uno de mis objetivos sobre el cuerpo humano y su investigación, como es la representación del pecado vinculado a la mujer. Me resulta interesante, tras ver numerosos documentos, que la mayoría las señalen, concretamente aquellas que eran prostituidas por hombres, o mujeres que posaban desnudas para sobrevivir. Me sorprende que quienes las señalaban sean los mismos que las buscaban para su disfrute personal o para demandar obras donde su cuerpo desnudo estuviera presente.
¿Quiénes fueron las hetairas?
Apolodoro ‘el Gramático’, historiador y mitógrafo griego escribió sobre las cortesanas atenienses. En Grecia eran un grupo de mujeres que recibían una educación igual que las clases sociales prestigiosas y llegaban a lograr independencia económica, hasta el punto de convertirse en un habitante reconocido socialmente, logrando intervenir en reuniones políticas, filosóficas, artísticas y eruditas, siendo además su criterio escuchado como a cualquiera del simposio y considerando su opinión como una más. Fueron un referente para las cortesanas venecianas. Durante mi investigación encontré cartas escritas por las mismas hetairas donde plasmaban su realidad, es decir, cómo se ayudaban entre ellas, cómo reaccionaban ante las infidelidades tanto de sus protectores como de sus compañeras, y donde afirman que ellas posaron para los artistas de la época. Cabe preguntarnos qué habría pasado si aquellos griegos que huían de las invasiones del momento y que llevaban consigo los escritos que darían paso a la vuelta de las hetairas con el nombre de cortesanas, si hubieran huido sin ninguna posesión o escogido otra ciudad distinta.
¿Alguna hetaira famosa?
Una de las hetairas más famosas fue Aspasia de Mileto, hetaira que desde joven leía a Pitágoras, llevaba un burdel en Mileto, pero decidió trasladarse a Atenas para intentar llegar a lo más alto de la sociedad. Allí fundó una escuela de filosofía, convirtiéndose en una mujer conocida y prestigiosa. Fue maestra de oratoria, y tuvo una gran influencia en la vida cultural y política en la Atenas del siglo de Pericles. Se rodeó de los personajes más ilustres y prestigiosos de la época, consiguiendo su admiración.
¿Quedan todavía rastros de las cortesanas venecianas?
La localización de las viviendas de las cortesanas a través del Catálogo existente fue una experiencia que permitió adentrarme dentro del mundo de Venecia, no solo los lugares más turísticos, sino sumergirme en aquellas calles que recorrieron las cortesanas. Debido a la poca documentación acerca de ellas, solamente he podido realizar los primeros pasos que, en un futuro no muy lejano, podrían verse completados. Es decir, he podido llegar hasta la relación entre tres cortesanas, ya que han sido las únicas mujeres de las que he podido obtener información. Tres cortesanas de más de 200 mujeres, por lo tanto, esta cifra es alarmante. Y debido a esa poca documentación no puedo hacer más que enlazarlo teniendo en cuenta la distancia que hay desde el taller del artista hasta la altana de la cortesana, ya que, en mi opinión, cuanto más cerca estuvieran, menos tiempo invertirían en atravesar Venecia y más horas podrían estar en el taller posando.
¿Tuvieron influencia estas cortesanas de Venecia en el resto de Europa?
He investigado hasta qué punto pudieron las cortesanas venecianas del siglo XVI influir no solo en el resto de Europa, sino a lo largo de los siglos. Escogí las cortesanas de Francia del siglo XVIII porque son muchos los eruditos que mencionan de forma rápida a Madame de Pompadour, Madame du Barry, entre otras muchas, calificándolas como «las prostitutas del rey», sin investigar detenidamente acerca de estas figuras. Quise investigar si estas mujeres eran personajes que cumplían o satisfacían sexualmente a sus protectores o, por el contrario, como sus compañeras venecianas, además de realizar servicios sexuales o de compañía, también podían influir, aconsejar o incluso utilizar un poder para el mecenazgo de la cultura de un país. No obstante, no cabe duda de que las salonnière fueron otra versión de las cortesanas, en este caso no debían de cumplir la función de satisfacer sexualmente, simplemente era mujeres que buscaban establecer una red de contactos, ya sea mientras estuvieran solteras, casadas o viudas, para futuros favores.
¿Era un oficio distinto?
Este trabajo solamente se conseguía adquiriendo una serie de conocimientos con el objetivo de que los hombres las consideraran como iguales. Las salonnière no eran anfitrionas que se dedicaban a ser mujeres-florero y cuidar a sus invitados, sino que los estimulaban en las reuniones, les ayudaban a expresarse libremente y a veces les aconsejaban en cuestiones personales y profesionales. Con todo ello, tanto las salonnière y las amantes de Francia del siglo XVIII sí que fueron, no solamente el reflejo de sus compañeras cortesanas venecianas del siglo XVI, sino también las encargadas de continuar con el papel de modelo dentro de la Historia del Arte. En este caso, además de ser parte de obras de diferentes temáticas, como ocurría durante el Cinquecento, esta vez también eran retratadas siendo ellas mismas, incluso rodeadas de objetos que mostrasen su poder tanto dentro como fuera de su hábitat y que por ello debían de ganarse el respeto que se merecían.
¿Hubo un resurgir de las hetairas?
Las hetairas tenían un espacio junto a los grandes personajes ilustrados, pero llegaron a desaparecer poco a poco. Fue en la época del Renacimiento cuando resurgen las hetairas, esta vez con el nombre de «cortesanas». Gracias a los tratados que los antiguos escribieron sobre ellas, los artistas del momento vieron una nueva forma de elaborar sus obras: comenzar a producir pinturas, con la ayuda de las cortesanas, en primera instancia de temática mitológica y profana, donde el desnudo y la sensualidad son protagonistas. Al contrario de lo que se podría pensar, su papel como modelo no repercutió en su imagen, ya que se rodeaban de personajes cultos, como los pintores del momento, logrando poseer una posición económica propia, y, por tanto, eran respetadas en sociedad. No ocurría lo mismo con las mujeres casadas, ya que, aunque fueran de una clase social privilegiada, no podían alcanzar esa libertad que solo las cortesanas podían disfrutar.
¿Tuvieron un protagonismo artístico las cortesanas?
Se conocen muchas pinturas realizadas en Venecia durante el Renacimiento donde aparece la mujer como protagonista de la obra, pero solo se identifica a la figura cuando se trata de retratos nobles. En esta ciudad existe un Catálogo llamado «Catalogo completo di tutte le principali et più onorate cortigiane di Venetia», donde son registrados los nombres y apellidos de las 210 cortesanas más famosas de la segunda mitad del siglo XVI, acompañándolas con descripciones contemporáneas e incluso posteriores, de la ropa y los trajes de esta con notas interesantes de Cesare Vecellio, primo de Tiziano Vecellio, y Giovanni Grevembroch, grabadores y pintores del Renacimiento.
¿Podría hablarse de la evolución de la cortesana como modelo?
Con la Contrarreforma, ese mundo cuyas protagonistas eran estas mujeres, poco a poco llega a su fin. No obstante, se debe de investigar la posibilidad de su posible «segundo resurgir» en Francia con la llegada del Barroco, y el surgimiento de unas figuras femeninas con las mismas características que las cortesanas venecianas. Por un lado, los artistas del siglo XIX utilizaron a las prostitutas para posar en sus obras y, por otro, muchos libros argumentan que el movimiento impresionista tiene sus orígenes en las últimas obras de Tiziano, cuando su técnica se convierte en suaves manchas, como el impresionismo. Con esta tesis se confirma que, desde el Renacimiento, las cortesanas ayudaron a los grandes maestros participando en determinadas obras, por lo que se podría hacer una continuación de las obras de Tiziano con las que influyeron posteriormente. Las cortesanas eran mujeres que podían pertenecer o no a un estamento privilegiado, y no importaba en qué familia nacieran, sino cómo se desenvolvieran con los protectores. La mujer, figura que nunca ha tenido el reconocimiento en la Historia del Arte, pasará a ser un eslabón más en la cadena, y no uno cualquiera; uno de los más importantes. Sin pintor no hay obra, pero sin modelo no hay obra perfecta.