Dentro de la vorágine de espectáculos de nuestros tiempos, amén del popularizado musical anglosajón, con famosos títulos como El rey león, El fantasma de la ópera, Cats, etc., etc.; sobreviven otros más antiguos como la zarzuela, que ya existía en el periodo barroco, o la opereta, que tiene sus diversos estilos. En Francia, (Orfeo en los infiernos, y Ba ta clan). En Italia, encontramos notables compositores como Pietro Mascagni o Ruggero Leoncavallo. Luego tenemos la acaso más famosa, en nuestros días al menos, la opereta vienesa, con obras inconfundibles como El murciélago, El barón gitano o El país de las sonrisas.
Hoy nos toca hablar de esta última, la ópera vienesa, y en particular de La viuda alegre (título original en alemán Die lustige Witwe), una opereta en tres actos con música del compositor austrohúngaro Franz Lehár y libreto en alemán de Víctor León y Leo Steinbasado en la comedia L'attaché d'ambassade (1861) de Henri Meilhac. Su trama argumental gira alrededor de una rica viuda natural de un pequeño principado y del intento de sus paisanos de evitar que su patrimonio salga del país encontrándole un buen marido. Fue estrenada en Viena el 30 de diciembre de 1905 y desde entonces es considerada una de las obras más importantes del género.
Tuvimos el placer de conversar con el director de orquesta Andrea Sanguineti.
¿Cómo nos explicamos que un italiano dirija opereta en alemán?
Primeramente, en Italia hay una gran tradición en este género. Todas se hacen traducidas, por ello conocemos bien el repertorio: La vedova allegra (Die lustigue Witwe), El paese dei campanelli (Das Land des Lächelns). No se representan normalmente en el teatro de la ópera, sino que hay compañías que las representan en pequeños teatros, y de vez en cuando, por ejemplo, Il pipistrello (Der Fledermaus) en teatros grandes. Por ejemplo, yo lo digerí en Catania, así como Die Lustige Witwe en Piacenza lo mismo que en Catania. El otro motivo es que yo en parte estudié en Viena y amo mucho a opereta.
Es decir, usted tiene una predilección por la opereta.
Sí. Me complací en recorrer la república durante mis primeros años de maestro de capilla. Este es un repertorio casi que obligatorio para los maestres de capilla, que, como debe ser dirigido de una manera muy pulida, debe realmente dominarse para superar las no pocas dificultades. Cuando se ha adquirido la técnica, (dado que no es ópera de segunda clase, sino que es opereta, un género en sí mismo) y se hace con amor, entonces se puede ser exitoso, tanto que incluso después de la vigésima función se puede estar muy satisfecho.
Hay otros países que han producido géneros similares, como el musical en EE.UU. o la zarzuela en España, que Plácido Domingo ha promovido mucho. ¿Sería posible ver zarzuela en Alemania?
Sí, yo intento dirigir desde hace años una zarzuela llamada El barbero de Sevilla, que es una parodia de la ópera homónima. Es naturalmente difícil con el texto, que debe ser traducido, sobre todo por el asunto de los diálogos… Y la pregunta que se hacen los intendentes es si será posible vender dicho producto. Sin embargo, tarde o temprano llegaremos a este tipo de obras.
Sería hermoso, con zarzuelas como Los gavilanes, Luisa Fernández… O en italiano, hay una opereta nacional, por decirlo así…
Sí, sí, desde luego, hay muchísimo material. El problema es atreverse a comenzar, y créame, luego la gente se va a entusiasmar mucho. Es una lástima que en Alemania nunca se hayan presentado, siendo tan buena la música…
Regresando a la opereta, ¿cómo controla el tiempo un director en la transición de diálogo a melodía, se dice que el timing es fundamental para que no decaiga…
Sí, claro. Yo, por ejemplo, visito casi todos los ensayos para conocer la puesta escénica y los diálogos…
A diferencia de la ópera, no está tan sujeta por el tiempo, es más flexible ¿no es cierto?
Si, sí, no es un drama, como en la ópera, que alguien casi siempre deber morir… Debe tener cierta ligereza.
Y esta ligereza permite asimismo una crítica social más directa…
Efectivamente.
Muchas de las melodías que usted susurra, acaso inconscientemente, querido lector, vienen de una opereta (cuando no de una ópera), y son parte del acervo mundial, aunque la mayoría de la gente nunca haya estado en una función de una opereta, o ni siquiera sepa de su existencia. Démosle una oportunidad a este bello género. No se arrepentirán.