«Tonacayotl», el maíz, subsiste la tierra, vive el mundo, poblamos el mundo. El maíz, «tonacayotl», es en verdad lo valioso de nuestro ser.

(«Códice Florentino», citado por Lara, E. s/f. p. 251)

Ignoramos sí en el futuro —cercano o lejano—, los archivos serán por completo capaces de atravesar el espacio por ductos digitales o virtuales, con enciclopedias como Wikipedia u otras plataformas, o sobrevendrá aún una era tecnológica más para salvaguardar el conocimiento de la humanidad, entonces el arte también se transformará. Esta herramienta óptima actual —el archivo—, es y será transformadora de la cultura contemporánea, pone a la mano de investigadores, curadores e historiadores tales insumos contenidos en ese fetiche: el objeto de arte. Son una importante opción para los artistas cuando se agote la posibilidad de exponer en museos o galerías, de estar en costosas producciones y colecciones, la multiplicidad de estos fondos artísticos permitirá al artista exhibir como el caso de ARCA, archivo del maestro Rolando Castellón Alegría, invitado el presente año 2023 a la XXXV Bienal de Sao Paolo y a la Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo en San José, Costa Rica.

El archivo de artista

Son en sí mismos un potencial museo con su estructura de departamentos (files) de documentación, registro, divulgación, catalogación, comunicación, educación o mediación al alcance del artista con seguidores o adeptos al carácter de su obra o pensamiento. Coleccionan registros donde cada uno contiene uno o más campos documentarios destinados a resguardar la obra y alcanzar la categoría de atemporalidad. Poseen claves que custodian el trabajo y pensamiento creativo, por lo tanto, hablamos de portadores de la memoria, contenedores del conocimiento. Aptos para conservar un patrimonio, único, irremplazable e irrepetible, proyectado a las nuevas generaciones quienes estimarán su valor y significado.

Para la edición XXXV de la Bienal de Sao Paolo, Manuel Borja-Villel co-curador y director del Museo Reina Sofía de Madrid, distingue al maestro Moyo Coyaxi (el más reciente alter ego o seudónimo) con una instalación suya identificada como ARCA (Archivo Rolando Castellón Alegría), pero además, será una propuesta exhibida en paralelo en la Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) de Costa Rica, curaduría de José Daniel Picado que inauguró el pasado 17 de agosto del presente año.

¿Quién es «Coyaxi»?

Paolo Herkenhoff curador de la XXIV Bienal de Sao Paolo, en el libro que publicó TEORéTica (2007) acerca de la muestra «Rastros» del inquieto chamán centroamericano en la Sala Principal del MADC (2005), curada por Ernesto Calvo, anotó en su texto una frase que más que elogio constata esta expectativa:

Rolando Castellón se ha convertido en el gran secreto guardado del arte contemporáneo internacional.

(Herkenhoff, 2007)

En la obra de este artista nicaragüense radicado en Costa Rica, utiliza materiales de carácter natural poseedores de una fuerte raigambre bio/cultural: son envolturas, cáscaras, carcasas, semillas, raíces, caparazones, tubérculos, ramas, hilos, cuerdas, brotes de bambú, herramientas agrícolas, plantas, textiles, papeles o cartones que, con singular técnica de doblarlos conformando una especie de fetiches chamánicos, siempre adobados con una pátina de lodo de la tierra y agua del continente, de apariencia áspera con estos suelos mesoamericanos desafiantes al sacarle sus frutos o la piel morena de sus habitantes. Sus creaciones recuerdan precisamente esa piel del ancestro originario o del aborigen actual, resecas y agrietadas al estar expuestos al tórrido sol, doblados sacándole frutos a la tierra, a la milpa, o como vigías celosos ante la expoliación de sus posesiones por parte de insensatos terratenientes que aniquilan la herencia del binomio bio/cultura, categoría en la cual está inserta la obra de este maestro, que es en sí misma un archivo de los saberes y sabidurías ancestrales cruzadas por profundos dramas y vicisitudes humanas.

Herkenhoff, exdirector de la Bienal de Sao Paulo y excurador para Latinoamérica del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), comenta, además:

Producir la obra de arte significa para él transportar un conjunto de dispositivos durables para engendrar prácticas artísticas en una estructura que es la obra, pero no puede necesariamente limitarse a su frágil físico. Puede el artista articular el poder simbólico al límite.

(Herkenhoff, 2007, p. 27. Citado por Quirós en Tierra, maíz, agua: los elementos originarios del planeta en el arte contemporáneo mesoamericano. «Revista Escena de las Artes». Universidad de Costa Rica. 2021. p. 27)

Los nuevos archivos

En la historia de la humanidad y en particular en la cultura latinoamericana son famosos los archivos resguardados en las amox calli (en lengua náhuatl) o casa del libro, entre otros significados, que guardaron los codiciados Códices Mesoamericanos (quemados durante la conquista por Fray Diego Landa por creerlos endemoniados); son una manera de contener imágenes y escrituras simbólicas e iconográficas con las cuales se recupera la memoria y el pensamiento del antepasado poblador del continente Abya Yala. En el pretérito de los archivos estos elementos no eran útiles por sí solos en tanto son componentes de un encadenamiento de campos documentarios constantemente revisados o actualizados, y ese es el carácter del archivo que los valida.

Los fondos documentales son contenedores de tesoros, formas de respeto al origen y al orden natural de un pasado catapultado hacia adelante, al presente, pues, si revisamos y registramos el pasado reordenándolo hoy, estaremos condicionando un buen futuro. Se trata de un escenario evocador del pensamiento crítico que nos requiere observar y tener estrategias para cruzar ese océano de vicisitudes, como diría el filósofo de la isla de Martinica en la Antillas Menores, Edoard Glissant:

Nuestra obsesión por el pasado no quiere ser esclarecedora. Nuestra debilidad por el presente nos parece a veces como una frágil preservación de las comunidades por venir. En el desgarro de la matriz es donde empieza a superar el olvido, la memoria sin raíz, que comienza una y otra vez como un mar que debemos cruzar:

El ser arrancado de sus vidas, días tras días el mar blanco, imposible pero siempre allí. Mar a atravesar, entre la realidad y el recuerdo. Un pueblo que experimenta el vértigo del olvido.

(Glissant. «Poética de la Relación». 2018. p. 11)

En el arte contemporáneo y ante el desborde que implica la actividad de los museos y galerías, por el alto coste de los proyectos e insumos expositivos es que se están creando archivos de artistas. Son una manera autónoma de registrar y documentar fotografías, textos, videos, acerca de la enorme producción artística actual, espacio físico o virtual que requiere de un planeamiento y curaduría, fondos, patrocinios, ejecución de actividades, pues de nada vale tener un gran edificio repleto de estos insumos documentales sin ninguna proyección o uso, por lo tanto, se debe centrar en la investigación, en desarrollar y potenciar nuevos proyectos y, sobre todo, publicaciones únicas y/o seriadas.

ARCA

Nombre o vocablo en el cual asoma de alguna manera la metáfora o mito del «Arca de Noé», enorme barcaza construida para salvaguardar las especies animales antes que azotaran los vientos y marejadas del diluvio universal. Entonces, el archivo de artista posee esa visión, ante las contingencias actuales del mundo como son la guerra, la crisis alimentaria, la desigualdad, la corrupción y la violencia. Emerge del taller del maestro llamado en un principio «ARTséum», ahí hay mucho papel, telas, cartones, objetos, fotografías, colecciones de revistas, libros, artículos de prensa, y sobre manera, hay mucha tela que cortar en tanto requieren del constante investigar, experimentar, deducir, derivar, constatar, pues, tal y como dije, sino se potencian los nuevos lenguajes e insumos creativos será en vano invertir en un inmueble y acopio documental físico o virtual sin que exista proyección, mediación o acceder a otros espacios para producir propuestas. Digámoslo de otra manera: para Rolando Castellón el archivo es un museo hecho a su medida.

Entonces, Moyo Coyaxi (alter ego, repito, de este maestro centroamericano), en un trance chamánico remueve esos fetiches (tipología de una obra basta y múltiple, caótica, pero a la vez sensata, para regenerar un espacio documental de su propia historia personal, de su propia huella e interacciones o intervenciones urbanas; Land Art realizados en jardines, parques, orillas de las autopistas, pero también performances, hallazgos, encuentros críticos, donde mora un pensamiento rebelde, sin embargo, pertinaz. Muy suyo o de la colectividad que lo estimula y acrecienta a darle legitimidad a sus discursos que potencian un lenguaje bio/cultural y poético. Vuelvo a citar la idea del chamán como trasgresor portador de la cultura, travieso y astuto que —según Briggs y Peat, autores de las Siete leyes del caos (1999. p. 14)— «desafía la convención, subvierte el sistema de poder y alumbra con nuevas ideas».

La distinción de estar presente en la Bienal de Sao Paolo que inaugura este mes de septiembre, como lo estuvo en la Bienal de Venezia 2011 en la década pasada cuando expuso «Joyas de pobre», se debe a su sólida carrera no solo de artista, sino también de visionario curador internacional.

Como artista reinventa constantemente sus fetiches de aguzados signos de un lenguaje rebelde que ve hacia sus adentros, hacia el ancestro originario, hacia la tierra y las huellas que aquellos dejaron para seguir sus rastros y maneras genuinas de forjar la vida y, por ende, su memoria e historia que encuentra fundamento en la tierra, en el surco, en la milpa y en tanto que evoca la metáfora maya del Popol Vuh, de los hombres de maíz.

La tierra, el barro, el agua, el aire son la noción material suya a la cual no escapa un lenguaje muy original derivado de su interacción con dichos materiales e innumerables dibujos, collages, acumulaciones, ensambles, instalaciones, todos poseen una capa de lodo ancestral que los potencia, que iluminan las rutas de aquellas cartografías y senderos que atraviesan Mesoamérica, que le desbordan y que hoy sostienen a los migrantes que atraviesan la región en busca de un nuevo sol, un nuevo aire, una nueva cosecha del maíz ancestral que los alimente.

Todas estas son claves de su archivo, de una personalidad documentada o indocumentada pues, en el fondo, a él no le importa lo que es, es suyo, como su firma, son un par de alas como las de la paloma que emergió del arca para remontar las alturas a una distancia tal que pudiera visualizar la geografía del planeta, donde hubiera tierra cultivable y que, de regreso, portaba una ramita de olivo, constatando la existencia de vida más allá de las turbulencias provocadas por las tormentas en el océano de vicisitudes.

Comparación (i)legítima

Me llama poderosamente la atención y me es útil para cerrar este comentario sobre ARCA de Rolando Castellón, que en las últimas semanas (y es algo, aclaro, que puede ser noticia falsa de esas que pululan en redes en fotografías y videos) informan que en el arte mesoamericano originario de los olmecas de México, anteriores a los aztecas o mexicas migrantes provenientes de Aztlán (gran patria de los chicanos establecidos en el sur y oeste de Estados Unidos), pero también en las esculturas de Egipto y Mesopotamia, y en el antiquísimo templo de Göbekli Tepe (frontera entre Turquía y Siria), de unos 9 mil años antes de nuestra era o neolítico, aparecen en relieve una especie de bolso o contenedor colgante; todos nos preguntamos qué tendrá o por qué son tan importantes para culturas tan distantes y antiguas. Pues en el caso de Rolando que, en tanto chamán es un visionario o hipersensible vidente, entre sus cartones doblados y enlodados también configura esa especie de contenedor o morral (en la jerga mexicana) que no es más que un fetiche, pero que proviene de esa lucidez de chamán con que el poder supremo lo premió para dar grandes cosas a esta cultura y naturaleza.

En su versión dualista, la idea fundamental es que existe una entidad impersonal que llamamos «naturaleza» que sigue procesos con una legalidad mecanicista (una idea de los siglos XVII Y XVIII); y que por fuera de la naturaleza está el mundo exclusivamente humano de la convención, de aquello que podemos alterar a voluntad; en una palabra, de la cultura.

(Jarvie, 1996, citado por Montani en la «Revista de Antropología del Museo Entre Ríos». 2(1): 13-45, 2016).

Esos contenedores —tal y como dije y con esto cierro mi comentario—, son un fetiche (figura, imagen alada u que está al centro de la instalación en Sao Paolo y contenida en otros elementos de su arte en Sala 1.1 del MADC) que representa a un ser sobrenatural al que se atribuye el poder de gobernar una parte de las cosas o de los humanos, portadores del saber, de la experiencia, de nuestra bio/cultura (tal y como lo define el antropólogo argentino Montani, con un archivo por lo tanto simbolizando al contenedor o campos documentarios del archivo que porta el conocimiento de una generación a otra). Dichos artefactos son graneros del alimento intelectual y espiritual de estos confines del planeta, el maíz (Tonacayotl) principal alimento ganado a nuestras tierras, oro para las naciones en esta manera de conformar la historia a partir de sus objetos, de sus fetiches o artefactos del arte.

Notas

Glissant, E. (2018). Poética de la Relación.
Lara, E. (s/f). La matemática náhuatl.
Montani, R. (2016). Revista de Antropología del Museo Entre Ríos. 2(1): 13-45.
Rastros. Catálogo muestra Rolando Castellón. TEORéTica. 2007.
Revista Escena de las Artes. Universidad de Costa Rica. 2021.