Hace seis o siete meses, una noticia tan lejana como los años que llevo viviendo fuera de mi país me hizo celebrar con nostalgia, alegría y justicia la decisión del Banco Central de Reserva del Perú de actualizar la imagen de los billetes de 200 soles con la pintora y grabadora nikkei - nissei, Tilsa Tsuchiya.
Hoy quiero recordarla y presentarla a quién no la conozca o no la tenga vista y contarles un poco de su historia. Hay tan pocas mujeres presentes en la vida artística de Perú en esos años, un país conservador ‘in extremis’, que podría hacer un recorrido buscándolas y encontraría sólo un par de ellas.
Tilsa, vida y pintura
Tilsa nace en Supe, el 24 de septiembre de 1928, en la Hacienda San Nicolás, a unos 180 km de Lima, al borde del Pacífico, una zona donde se asentaron los primeros grupos de inmigrantes y se crearon grandes núcleos de familias japonesas, chinas y mestizas. Cada uno delimitado por su ascendencia, pero rodeados por los valles y desiertos de la costa.
Su padre, un médico japonés, la motiva a pintar junto a uno de sus seis hermanos. Un día descubre una pintura de Rembrandt y ese descubrimiento le daría la certeza, de que para más adelante, estudiaría en la Escuela de Bellas Artes de Lima en 1947. Deja la escuela unos años, mientras sus padres envejecen y ella ayuda en el negocio familiar, una vidriería, para luego retomarlos en 1954 y terminarlos en 1959 con la nota más alta, 21, creada sólo para ella y con la Gran Medalla de Oro en Pintura.
Rodeada únicamente de compañeros en la escuela, gracias a esa sutil timidez nipona y a su tozudez para el trabajo, rasgos muy marcados de los nikkeis, cualquiera que observe los cuadros de Tilsa reconocerá no sólo la técnica del surrealismo sino la sutileza oriental, las formas oníricas de sus seres creados, en una flotabilidad eterna que nadie es capaz de retener.
Con la guía de sus maestros Carlos Quíspez-Asín, formado en la Real Academia de San Fernando de Madrid; Ricardo Muro Grau, nacido y formado en Europa; y como alumna directa del pintor Manuel Zapata Orihuela; su pintura, quizás sea más potente en colores, pero no la enmarcaría en lo propiamente indigenista.
En Tilsa resalta la universalidad de su herencia japonesa por su padre, y china, por su madre, una mujer tusán, (del chino tǔ shēng), que es como se reconocen los descendientes de la inmigración china en Perú.
Seguramente a Tilsa le pasaría lo que a tantos nikkeis y tusanes: dentro de sus casas, ellos y ellas seguían fuertemente arraigadas a las culturas originales de sus padres y es en la época de los estudios universitarios donde se da la mezcla con el país real que habitan.
No obstante, encuentro en el libro Arte Latinoamericano del siglo XX que:
...intentar clasificar a los países latinoamericanos de acuerdo al grado de influencia india que se encuentra en su arte conduce directamente a la cuestión del indigenismo.
(Edward Lucie-Smith, Arte Latinoamericano del Siglo XX)
De ahí que se haga palpable en su pintura las influencias de las culturas precolombinas que habitaron el valle de Supe.
Tilsa, París y la transformación de sus mundos
A comienzos de los años 60 Tilsa se trasladó a París para estudiar Historia del Arte en La Sorbonne y Grabado en la École de Beaux-Arts de París. Esa vida parisina la lleva a ampliar y conocer en profundidad el mundo oriental, sobretodo por las lecturas de René Guénon, filósofo y esoterista francés, preocupado por la conservación y divulgación de las tradiciones espirituales y de las religiones orientales.
Una quincena de años en París da para mucho, empaparse del vibrante mundo cultural que envuelve La Ciudad de la Luz por esos días. Nadie quiere dormir, las y los artistas latinoamericanos quieren discutir de actualidad, exponen en galerías, absorben las corrientes artísticas mientras mantienen las tan solicitadas becas que entonces el gobierno entrega.
Como indica en su libro, E. Lucie-Smith “(...) Desde el mismo comienzo del período de la Independencia los gobiernos latinoamericanos habían ofrecido regularmente premios y becas para permitir a los jóvenes artistas estudiar en otra parte. Aquellos que procedían de familias acomodadas también viajaban a menudo a Europa por su cuenta. La mayoría de estos viajeros regresaron más tarde a vivir y a trabajar en sus países natales, pero una buena proporción pasaron la mayor parte de su vida fuera de Latinoamérica”-
Con Tilsa esta peculiaridad no se cumple y decide volver al país en 1975 a producir, mezclar y grabar sus orígenes y lo adquirido de Europa. Es una mujer de estilo, elegante, fumadora, amiga de sus amigos, interesada en los talentos que van surgiendo en esos años. Sus colegas más cercanos cuentan graciosas anécdotas, que me traen a la memoria esa frescura y a veces desvergonzado, pero siempre recatado, humor peruano.
Algunos pensarían que por su delicada figura física era influenciable, y aunque tímida, la fuerza de su pintura, el tránsito de su paleta de colores desde sus primeras obras nos muestra una Tilsa profunda, abierta, curiosa, distinta de la pauta predominante de esa época que seguía la mayoría de artistas del país, la del pintor José Sabogal.
Tilsa, reconocimiento y eternidad
Empieza a ganar reconocimiento desde su faceta de estudiante: gana el segundo Premio del Salón Municipal en el año 1957. En 1958, expone en el Instituto de Arte Contemporáneo. Entre sus idas y venidas al país, en 1970 obtiene el Premio Tecnoquímica del mismo Instituto.
La escultura El puma de agua data del año 1970 y en 1971, realizó la ilustración para la tercera edición del libro Noé delirante, del entrañable poeta Arturo Corcuera, en la edición de Carlos Milla Batres. Si buscan la portada encontrarán ese mundo profundo, volátil, etéreo en el que se movió con soltura. Cito nuevamente a E. Lucie-Smith cuando menciona en su libro que:
La mayoría de los surrealistas, o neosurrealistas, de esta nueva generación estaban relacionados con países de la Costa del Pacífico, no del Atlántico.
En 1975, expone una única obra, Tristán e Isolda, quizá la más conocida, en la desaparecida Galería Ars Concentra de Lima. Esta obra fue subastada en 2022 por la casa Sotheby's por la suma de 882 mil dólares.
Expuso tanto fuera como dentro del país: en Trujillo, México DF, Santiago de Chile, São Paulo, La Habana, Caracas, París, Ámsterdam, Washington D.C. y Osaka.
Particularmente importante fue su paso por la XV Bienal de São Paulo entre 1979 y 1980 como representante de la pintura peruana. Y es que según cita Edward Lucie-Smith:
Durante las décadas de 1950 y 1960 se produjo un cambio radical en el clima en el que se desarrolló el arte latinoamericano. (...) se crearon los primeros museos de arte contemporáneos y los museos añadieron obras de arte contemporáneas a sus colecciones; (...)en la mayoría de los casos, no obstante, la tendencia de las adquisiciones era nacional antes que internacional. Esta tendencia fue en cierta medida compensada por ambiciosas exposiciones temporales, y en especial por la celebración regular de la Bienal de São Paulo, creada en 1957, (...) La Bienal se convirtió en una fuente de información muy importante para los artistas y críticos latinoamericanos.
(Edward Lucie-Smith)
Aunque sólo produjo alrededor de 200 obras las más representativas para mí son: Canto de Guerra Santa (1970), Puma de agua (1970), Machu Picchu (1974), Pelícano 1976 “(...)quiero que una de tus alas se convierta en viento, en aire”, Mito del Guerrero rojo ( 1976), Autoretrato 1979.
Tilsa enferma en 1978. El cáncer la encuentra pero ella no deja de pintar. En algunas crónicas de entrevistas a familiares y amigos, cuentan que se las ingeniaba para unir sus dedos al pincel y seguir con su arte.
En unos de los vídeos que encuentro sobre ella, se escucha al poeta José Watanabe contar los últimos días de Tilsa, donde le devuelve unos Haikus que le había prestado. Ahí descubre unas líneas marcadas por ella que dicen “luego de haber visto la luna dejo esta vida con su bendición”.
Su cuerpo se hace más ligero aún y parte de este mundo como el ala de su pelícano el 23 de septiembre de 1984, un día antes de su cumpleaños. Desde entonces y hasta la actualidad ha recibido homenajes póstumos y nuevas exposiciones de sus obras. Tilsa será siempre eterna.
Notas
-Arte Latinoamericano del siglo XX. Edward Lucie-Smith Ediciones Destino,1994. Thames & Hudson Ltd London.
-Tilsa Tsuchiya.
-Tilsa Tsuchiya.
-Consensus.
-Universo fantástico.
-Pintora, grabadora y dibujante.
-Mujeres bacanas.
-Mágica y real.