Cuando terminaba de escribir este libro -Dos Vidas para Micaela-, me enteré que don Tono había emprendido su pasamento. Supe también que Micaela se embarcó en Dalcahue, sin rumbo conocido. Hay quienes afirman que se habría radicado en la localidad de Melinka, archipiélago de Las Guaitecas; otros aseguran haberla visto en los campos húmedos de Chaitén... Lo único cierto es que extravié su rastro en los intrincados mares del fin del mundo, allí donde Chile se desgrana como una espiga descomunal... A veces el viento me trae jirones de su voz.
Hoy traigo a la memoria la última estrofa de un poema que recitamos juntos, en un encuentro literario realizado en Santiago de Castro, allá por los ochenta:
Tal vez, poeta, mis ojos no vean más el Norte,
ni escuche mugir en el viento el dulce parloteo de los caminos.
Si así fuese, volveré convertida en la niebla que fuimos,
en cantiga fluvial de cabellos de risueñas muchachas
o en el fuelle de alguna gaita ciega
que toque para siempre la Alborada.
Don Tono sigue hablándome por boca de los Cárdenas, de los Álvarez, de los Andrade, de los Uribe, de los Bahamonde o de los Ulloa... Ellos nos traen el hálito sin pausa de Chilhué, confundido con las viejas melodías de la patria de Breogán.
Pesquisa ultramarina
Bendt Gustafsson, magister en literatura hispanoamericana, por la Universidad de Gotemburgo, ganó un proyecto de investigación sobre «la influencia de la mitología celta en el imaginario popular de Galicia y Chiloé». Después de una estadía de dos meses, con carácter de pasantía, en la Universidad de A Coruña, viajó a Chiloé, a inicios de enero de 2007. Como referencias de contacto en la capital de Chile, donde iba a permanecer una semana, antes de emprender el vuelo hacia el archipiélago, figuraban en su agenda los nombres de los hermanos Guillermo y Fernando Martínez Wilson, escritores chilenos que habían vivido un largo exilio en Suecia, durante los años de la dictadura militar, para volver a la patria a fines de los 80.
Bendt telefoneó a Guillermo, hablándole en un castellano neutro, con leve entonación nórdica. Luego de presentarse, de modo lacónico, entablaron el siguiente diálogo:
-Señor Martínez, me han informado que conoce usted al escritor Edmundo Moure, radicado en Santiago de Chile…
-Sí, por supuesto; somos amigos. ¿Quiere usted contactarse con él?
-En realidad, con quien quiero conversar es con la señora Micaela Souto Portela, muy ligada a él, sí, a Moure, según informaciones que recogí en Santiago de Compostela. Ella es la persona clave para desarrollar el proyecto de investigación que traigo entre manos.
-Pero Moure es un experto en el estudio de los imaginarios populares… Tiene un libro muy conocido sobre el tema, Chiloé y Galicia, Confines Mágicos…
-Ese libro lo traigo conmigo, lo adquirí en la librería Follas Novas, de Compostela. Lo leí y es bastante ilustrativo, pero Micaela es, además, un personaje fascinante.
-Ah, qué bien, lo compró usted en la misma casa de libros que recomienda Roberto Bolaño, en su novela 2666.
-Así es. El libro me ayudará también en mi tesis. Del señor Moure solo necesito confirmar la dirección, el domicilio, de doña Micaela Souto, que entiendo vive en la localidad ribereña de Calen, en la Isla Grande de Chiloé.
-Mire, entiendo que Moure está fuera de Chile, en Michigan, donde escribe una biografía de Ernest Hemingway. Creo que no volverá antes del mes de julio de este año.
-Mmm.
-Pero tengo un buen dato para usted; se trata del escritor, maestro y antropólogo Renato Cárdenas, que vive en la ciudad de Santiago de Castro, la capital de Chiloé. Voy a darle su dirección; también puedo indicarle, como buenas referencias adicionales, los datos del poeta Mario Contreras Vega y del sociólogo Marcos Uribe, que viven al sur de Castro, en la localidad de Molulco.
-Quedo muy agradecido de su información, señor Martínez.
Esto acontecía el lunes 8 de enero de 2007. Guillermo Martínez invitó al profesor sueco a participar en la célebre tertulia del Refugio López Velarde, en la Casa del Escritor, que se llevaría a cabo ese día, como vieja tradición de los lunes, a las 19:00 horas. Bendt Gustafsson aceptó de buen grado.
Según los hermanos Martínez Wilson, Guillermo y Fernando, el sueco quedó muy bien impresionado de aquel ambiente cordial y de los interesantes diálogos entablados entre los habituales parroquianos del Refugio López Velarde. Aplaudió de manera entusiasta los versos de los poetas Hernán Miranda Casanova y Víctor Hugo Díaz. Le fueron presentados Víctor Escobar, escritor, y los cantautores Eduardo Yáñez y Sergio del Solar… El sueco se prendó, enseguida, de Ximena Pedraza.
Antonia, la «santa patrona», atendió con esmero al maestro hiperbóreo, agasajándole con un enorme sándwich de pernil con tomate, mayonesa y ají verde. Poco antes de las 10:00 pm, hora del cierre, tuvieron que acompañar a Gustafsson hasta el hotel, pues la mezcla del voluminoso emparedado con repetidas libaciones de vino blanco, le habían descompuesto de manera preocupante.
El martes, pasado el mediodía, el poeta Juan Pablo del Río, fue a buscar al sueco y lo llevó a «componer la caña» (aliviar los efectos de la borrachera) a la célebre capilla etílica Unión Chica, ubicada en el vapuleado corazón de la urbe. Le mostró todos los rincones de la capilla, las mesas donde departieron, en inolvidables noches de bohemia, los poetas Jorge Teillier, Rolando Cárdenas, Aristóteles España, Álvaro Ruiz, Francisco Véjar.
En el archipiélago mágico
A Bendt no le costó ubicar a Renato Cárdenas, en la tarde del viernes 12 de julio. Lo encontró en el Museo Municipal de Castro. Renato, haciendo gala de su prurito de hospitalidad, abandonó sus quehaceres e invitó al sueco a comer mariscos en el restaurante Travesía, cerca de la dársena del puerto, para que probara la excelencia de los mariscos chilotes.
Conversaron largamente. Renato fascinó a Gustafsson con su charla amena y didáctica, como sólo él sabía contar el archipiélago, abriendo ese extenso libro que se sabía de memoria, con el léxico de una geografía palpitante. Hubo de recurrir a la lengua inglesa para aclararle algunos nombres y conceptos del Chiloé indígena, así como el significado de las numerosas toponimias huilliches.
Después del café, bajo la modorra de dos o tres copas de licor de oro, el sueco preguntó:
-Renato, ¿dónde puedo ubicar a Micaela Souto… Entiendo que vive en Calen.
Renato respiró hondo, como quien inhala para reponerse de un sobresalto y dijo:
-Mira, por lo que yo sé y entiendo, Micaela Souto falleció el año pasado, en su última travesía desde la isla Melinka hacia Quellón. No se supo más de ella… Esto lo cuenta Edmundo Moure en uno de sus libros, aunque sus historias, como sucesos reales, no son de fiar.
-Pero, según he leído, en la biografía que traigo desde Santiago de Compostela, obtenida en los archivos de emigración de la Xunta de Galicia, Micaela Souto vive desde el año 2001 en Calen… Y Moure cuenta, en crónicas publicadas en el periódico Galicia en el Mundo, que Micaela vivió en Calen, con tu padre, Renato, el folklorista Antonio Cárdenas…
-Mi padre, conocido en Calen como Don Tono, murió en 1998… Yo nunca estuve con Micaela Souto ni menos me enteré de esos supuestos amores con mi progenitor. Todo lo que sé de esa inquietante gallega llegó a mí por boca de ese fabulador de Moure. Bueno, también a través de las numerosas crónicas escritas por ella en periódicos chilenos y gallegos. Hace poco, supe que Moure trabajaba en la edición póstuma de las memorias de Micaela Souto.
El desconcierto latía en los ojos azules del maestro sueco. Sus facciones se contrajeron y el rostro reveló la fisonomía de un niño desolado, Renato advirtió de inmediato su conturbación.
-Mira, hombre, no te aflijas. Tenemos aquí mucha información disponible y referentes fidedignos, además de varios textos clave que voy a procurarte. No te desanimes.
Bendt no volvió a decir esta boca es mía, bebió en silencio otras dos copas del licor de oro -oruxo de herbas- según recordaba el símil etílico de Galicia. Metió la mano en su ancho morral y extrajo una carpeta que abrió sobre la mesa ante Renato.
-Esta es la biografía oficial de Micaela Souto Portela, que me entregaron en la Secretaría de Emigración de la Xunta de Galicia… Entonces, si Micaela no existe, ¿por qué estamos los dos aquí, usted y yo?