Las Sociedades Económicas de Amigos del País fueron unas asociaciones surgidas en la segunda mitad del siglo XVIII en España —aunque también existieron en otros países europeos, como Irlanda o Suiza— dedicadas a difundir las nuevas ideas y conocimientos científicos y técnicos de la Ilustración. Como antecedentes hay que citar la aplicación de una nueva política denominada «Despotismo Ilustrado», instrumentada en España por el monarca Carlos III, quien representó este movimiento europeo que significó la entrada de la burguesía en la política. La primera en constituirse fue la Sociedad Vascongada de Amigos del País, fundada por el conde de Peñaflorida en 1765; diez años después se constituye, a iniciativa de Campomanes, la Real Sociedad Económica de Madrid.

Ante el creciente desarrollo manufacturero de la burguesía española, Carlos III decide dar participación en el Gabinete a sus representantes, los cuales se habían organizado a través de toda la Península en Sociedades Patrióticas de Amigos del País, destacando la de Madrid por su eficiente funcionamiento y al ser favorecida por el Rey y sus ministros. Ella fue el modelo de otras sociedades que se organizaron años después en la metrópolis y en sus colonias, llevando a cabo reformas urgentes en el régimen económico y político.

Estos principios hicieron que Cuba viviera un período de reformas después de los años 60 del siglo XVIII al sumarse al auge de estas instituciones ilustradas. Así, en 1771, un grupo de políticos e intelectuales en representación de la burguesía criolla y de los españoles que residían en la capital cubana (Luis Peñalver, el Conde de Casa-Montalvo, Francisco Joseph Bassave y Juan Manuel O’Farril, entre otros), dirigen instancia a Luis de Las Casas, Capitán General de la Isla, para solicitar la creación de la Sociedad Patriótica de La Habana. Tal solicitud fue aprobada por Real Orden de 15 de noviembre de 1792.

Un año después comienza su andadura la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), en la que destaca la labor realizada por un grupo de habaneros ilustres, como los hacendados encabezados por Francisco de Arango y Parreño que, motivados por el atraso existente en Cuba colonial, se preocuparon por tratar de solucionar los problemas que afectaban el desarrollo de la industria, la agricultura y el comercio en la isla caribeña.

La SEAP es la organización no gubernamental más antigua que existe en Cuba y la primera de su tipo en América, creada a semejanza de la del País Vasco. No se puede hablar de la historia de la educación en Cuba sin hablar de la SEAP. Entre las figuras miembros de ella destacan José de la Luz y Caballero, Félix Varela, Francisco de Arango y Parreño, Fernando Ortiz, Julio Le Riverend, Eduardo Chivas. Desde el principio, el objetivo de la institución fue apoyar el crecimiento de la economía, la cultura y la educación de la nación.

Atendiendo al empuje de las ideas defendidas por la Sociedad Económica habanera es cuando España ofreció unas series de facilidades comerciales que propiciaron en Cuba y sus colonias americanas, cambios encaminados a obtener progresos económicos y por ende, políticos, sociales y culturales: eliminación y reducción de los impuestos con los que se gravaban las mercancías a la entrada y salida de la isla; concesión del derecho a comerciar con España no solo desde La Habana sino también desde otros puertos; establecimiento por primera vez del comercio legal con las Trece Colonias de Norteamérica y otras naciones; y regulación del tráfico de esclavos a través de concesiones a diversas compañías extranjeras.

La SEAP contó desde sus inicios con una estructura organizada por secciones y en sus estatutos en los cuales se expresaba que esta se creaba con la finalidad de «promover la agricultura y el comercio, la crianza del ganado e industria popular y oportunamente la educación e instrucción de la juventud [...]». Su primera sesión oficial se celebra el 9 de enero de 1793, siendo el gobernador de la isla Luis de las Casas, a quien se designó en el acto de constitución de la Sociedad como Socio y Primer Presidente de Honor y Socio Protector del Cuerpo Patriótico. Fueron también socios fundadores, entre otros, Francisco Joseph Bassave, Juan Manuel O’Farril, el Conde de Casa Montalvo, Francisco Arango y Parreño, José Agustín Caballero, Diego de la Barrera, Tomás Romay y Luis Peñalver.

Para lograr sus propósitos, nombraron comisiones que salieron al extranjero con el fin de estudiar los progresos materiales de las naciones más adelantadas y tomar de estas las mejores experiencias y resultados, con el objetivo de enriquecer y perfeccionar la organización y funcionamiento de esta institución. A tal fin, promovieron la enseñanza de la botánica, importaron máquinas y utensilios hasta entonces desconocidos para labrar la tierra; introdujeron nuevos métodos para el cultivo de la caña de azúcar y lucharon a favor del establecimiento del ferrocarril, por la supresión de impuestos a las industrias nacientes y por el cese del estanco del tabaco. Se interesaron también en proyectos para empedrar las calles y para iluminarlas, así como la construcción de caminos.

En el orden cultural, la Sociedad abrió en el mismo año de su fundación la primera biblioteca pública del país y creó en 1816, su Sección de Educación, a la que se le asignó primero la tarea de inspeccionar la enseñanza primaria y después la dirección total de la misma. Por mediación de la entidad fue fundado el Papel Periódico de La Habana, primer periódico cubano, y se introdujo el ferrocarril en Cuba. Además, propició el surgimiento de instituciones que perduran en la actualidad: la Escuela de Pintura San Alejandro, la Escuela de Artes y Oficios, las escuelas Zapata para niños y niñas pobres, algo revolucionario para la época. No en vano fue calificada por José Martí como la más prestigiosa de las instituciones cubanas y «la casa ilustre donde han tenido asiento los hijos más sagaces y útiles de Cuba».

En la actividad de la Sociedad Económica de Amigos del País se distinguen tres períodos o épocas: primero, entre 1793 y 1899 (época colonial); segunda entre 1899 y 1959 (época republicana); y tercera que comienza en 1993 cuando, en ocasión de su 200 Aniversario, se creó una comisión de destacadas personalidades para su reactivación con el carácter de Organización No Gubernamental, y así reinició sus actividades el 19 de julio de 1994 bajo la Presidencia de la doctora Daisy Rivero Albisa, elegida en reunión de la Junta General de la Sociedad el 9 de enero de ese año, y como vicepresidente primero a Julio García Oliveras, quien además fue designado director de la revista Bimestre cubano.

A partir de 1813, comienza un proceso de fundación de las primeras Diputaciones Patrióticas en algunas regiones para promover el desarrollo económico de la isla. Se encontraban organizadas y estructuradas por secciones, entre las cuales se encontraban las de ciencia, educación, agricultura, comercio y cultura. Se organizaron también otras diputaciones en Matanzas, Camagüey, Villaclara, Trinidad y Sancti Spiritus, distinguiéndose al frente de la establecida en Matanzas, el doctor Tomás Genér y Buigas, abogado y diputado a Cortes; y en la de Camagüey don Gaspar Alonso Betancourt y Cisneros, más conocido por «El Lugareño», distinguido escritor y periodista, que fue el principal promovedor del ferrocarril de Camagüey a Nuevitas.

En el año 1817 se inicia la fundación de las diferentes instituciones sociales, científicas y culturales de la época, entre las que podemos citar: el Jardín Botánico, la Academia de Pintura, Dibujo y Escultura San Alejandro, la cual recibió este nombre en honor al Intendente Alejandro Ramírez, quien fue su director de la Sociedad entre 1817 y 1822. También se crea la cátedra de química, matemática y economía política y ayuda al sostén de la Academia de Música Santa Cecilia. Como labor social, a esta Sociedad se deben las fundaciones de la Real Casa de Beneficencia que empezó como «Casa de Educandas», el Papel Periódico, la Casa de Dementes, para varones, e introdujo la vacuna contra la viruela gracias a las gestiones de Tomás Romay. Por su parte, el marqués de la Cañada Tirry redactó en el mes de agosto de 1830 un informe para establecer en Cuba el primer ferrocarril, y para llevar a cabo las obras, el conde de Villanueva, como superintendente de la Real Hacienda, contrató un empréstito en Londres por valor de 2 millones de pesos, con su garantía personal y de la junta de fomentos, de esta manera en 1837 empezó a funcionar el ferrocarril hasta Bejucal, y en 1858, hasta Güines.

En 1892 ingresa en la SEAP Juan Gualberto Gómez, y por esa razón Martí escribe un artículo para el periódico Patria (11 de junio de 1892) donde dice: «Ha sido grande nuestro júbilo al leer que dos cubanos de padres europeos han llevado de la mano a un cubano de padre negro a la más alta y meritoria de las sociedades de Cuba… Acaban de llevar al hermano mulato, al noble Juan Gualberto Gómez, a la casa ilustre donde han tenido asiento los hijos más sagaces y útiles de Cuba».

El doctor Rafael Montoro y Valdés, abogado, literato y diputado a Cortes, director de esta Sociedad, secretario de Estado y de la Presidencia de la República de Cuba y su ministro en la Gran Bretaña escribió:

La historia de los Amigos del País está escrita para siempre en la piedra de nuestros monumentos, en la tradición de nuestras escuelas, en las paralelas de nuestros ferrocarriles, en las estancias de nuestros benéficos asilos, en las fábricas de nuestros ingenios de azúcar, en el ondulante mar de sus campos de caña, en el desarrollo del libre comercio, y como esté la más luminosa todavía, en las ideas de cínica dignidad, el noble entereza, el amor a la libertad y al progreso que forman la conciencia de nuestro pueblo.

La SEAP —que en la actualidad cuenta con 276 socios— contribuyó al desarrollo económico-social y cultural del país, donde crea diferentes filiales denominadas Diputaciones Patrióticas que impulsaron el desarrollo en las diferentes regiones donde fueron fundadas. Hoy perduran los aportes realizados por esta sociedad, los cuales forman parte de la formación de nuestra nacionalidad y nación cubana. Los capítulos territoriales centran su atención en el desarrollo local, y su función es lograr más proyectos que se correspondan más con las necesidades y potencialidades existentes en los territorios. El doctor Antonio María Eligio de la Puente y García de Tejada realizó durante su mandato al frente de esta institución una labor extraordinaria, entre la que se incluye la construcción de un espléndido edificio en el Paseo de Carlos III.

Por su parte, la actual presidenta de la Sociedad, Zoila Benítez de Mendoza, afirma que:

La historia de la SEAP recoge tanto la obra de valiosas personas que con su profundidad y proyección, desde diferentes corrientes ideológicas, influyeron y forjaron el ideario de la nación cubana, así como la de quienes contribuimos al quehacer de su tercera época institucional, desde el año 1994… Estudiar y conocer el pensamiento pasado y la influencia ideológica que ejerció en el contexto social vivido, no exento de complejas contradicciones, es determinante para la actuación del presente, al recoger lo más fecundo de la tradición histórica y proyectarse en cada momento con un sentido creador.

Notas

Batista, Salvador; Mena Campo; García González (2018). La Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana: contribución al progreso sociocultural. Varona. Núm.66, supl.1. La Habana.
Conde San Juan de Jaruco (1946). La Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana. Diario de la Marina. 15 diciembre.
Diccionario de la Literatura Cubana (s.f.). «La Sociedad Económica de Amigos del País». La Habana: Editorial Arte y Literatura.
Hernández Barrios, M. A. Vídeo. Emisión: 07/06/2017. Sociedad Económica Amigos del País.
Historia de Cuba SOC I. (1986). Sociedad Económica Amigos del País. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Martí, J. Obras Completas (t. 9). La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1975.