Los seres humanos, sin excepción, tenemos un vínculo fuerte con el planeta, se trata de un hilo portador que impele a hacer de la vida un hecho memorable como parte de todo lo creado: El día a día y el arte son instrumentos propicios para hacer vibrar esa conexión. Al hacerlo, el acto se vuelve ritual, una manera de congraciarse con esta entidad la cual nos aporta dones, talentos y caracteres; piedra angular de nuestras acciones cotidianas, individuales o colectivas, pero, además, nos son útiles para acusar a la sociedad tantas desavenencias que la y nos acechan, en tanto que también somos naturaleza.

Apreciar la propuesta «Hilo vibrante, rituales artísticos contemporáneos», en Museos del Banco Central de Costa Rica, curada por María José Monge, es una pócima para potenciar aquel ligamen con el origen, un acicate que nos pone a vibrar y a sentir las resonancias del planeta, en una especie de danza cósmica donde apreciar y valorar nuestra mismidad. Y nos conecta a través de un ombligo que nos liga a la génesis, al vientre de esta madre de las energías vitales (a las cuales los ancestros llamaron Pachamama), que dignifica volver a entrar en esa cavidad telúrica del mundo, para sentir aquellos ecos y sonoridades, abastecer los dones, su fuerza y así resarcir las energías que a diario gastamos intentando crear, o, por simpleza vivir.

Acercamiento a su conformación

En estos tiempos actuales se viene advirtiendo esta «gracia» manifiesta en una mejor relación entre el arte y el entorno: alma del ser y su naturaleza. Ligamen que se constata en el uso dado al material, como es la tierra, el agua, la piedra, la madera, las plantas, el aserrín, la tela, la arcilla, la atmósfera, la iconografía del árbol, la montaña que llora por lo perdido, las criaturas vivientes o humanas, pero también el mundo animal, el caracol, el ave arpía, la serpiente que a su vez nos conecta a la identidad y a la simbólica de los orígenes terrestres que corren el peligro de extinguirse si no hacemos conciencia reflexionando en sus fuertes atributos pero también necesidades latentes.

Precisamente esto fue lo experimentado al sumergirme en lo expuesto por Alessandra Sequeira, inmersión que me devolvió a las vivencias algo oscuras y lejanas del nacimiento, de mi propio parto, cuando por vez primera nos sentimos en el mundo, con sus contingencias intrínsecas e instintivas, y sentidos perceptivos: oler, tocar, ver, chupar las mamas de nuestra madre dándonos la bienvenida a este crisol de vicisitudes que iniciamos al salir a flote de aquellos líquidos amnióticos y respirar con autonomía como todo ser viviente. Este aspecto es central a la creación artística, implica saber alcanzar dicho carácter de libertad en el uso de la técnica y el contenido o el concepto. Importa saber más de ese cúmulo de la memoria, y como dije, superficies de libertad y existencias, que en este caso me conmovió, al estar ahí sumido entre fibras, raíces y hojarascas, que me preparaban a descubrir otras interpretaciones o lecturas, otros hilos de la creación lo cual es nuestro principal talento: saber tejerlos, anudarlos, hacer cultura desde la llanura de lo propio.

Me conectó con esta perspectiva de lo tolerante y acorde «La cuenta larga», 2022, performance escultórico (en video) de Elia Arce: poética de la superficie o piel terrestre que parece respirar y dilatarse como lo hacen los organismos vivos ante los peligros que nos transforman, como lo que hoy nos tiene en vilo: el calentamiento global, la contaminación del hábitat. Hay una sutura que nos puede conducir al vientre simbólico de la natura, al cual queremos volver y sentirnos uno, tierra y humanidad, resistiendo a los embates de agentes externos, residuos de la industrialización y el comercio global que, aunque es desarrollo, agreden al entorno, lo atiborran con basura y subproductos que ellos mismos ignoran cómo reconvertir para que no envenenen la vida. Este video es una muestra fehaciente del minimalismo, en tanto solo divisamos tierra con una ramita y raíces dispuestas en la diagonal del punto superior izquierdo, del cual se desprenden terrones y polvo, mostrando esa máxima tensión y carácter de vida.

Visualizar el hilo

Muy importante en esta vida es conmoverse: pues si el hilo no vibra, estaríamos perdiendo el tiempo, feneciendo al desafío, principal don que nos regala Natura. Y se habla de lo sagrado, en tanto es la madre natura que surte la vida, el alimento, la tierra para trabajarla, es una entidad a la cual debemos respeto, aprecio, amor.

La curadora de la exposición, María José Monge, para sumar a la idea del ritual nos comparte varios párrafos en los textos de pared y en el brochure que quiero citar:

Estas obras actúan como las hebras de un gran hilo vibrante que, en su elasticidad y fluidez, brinda las condiciones necesarias para el establecimiento de experiencias de conexión y de transformación que activan nuestra capacidad de establecer relaciones resonantes (Monge M. J. 2022. Textos del «brochure»).

Marco en este punto un alto para analizar otra perspectiva teórica paralela, y que me liga a esta conceptualización, en este caso de la artista de Barbados Annalee Davis quien, en su libro publicado por Teorética Arte + Pensamiento al final de la década pasada, hila una mejor comprensión de la práctica artística, y, en particular, me planteo cómo podría calzar con este tejido relacional de «Hilo vibrante». Ella nos refiere al modelo de Oxford Muse de Theodore Zeldin (1933), a su lenguaje y discurso:

Las conversaciones trazarán líneas entre nosotros y alrededor de nosotros. Poéticas de relaciones emergerán a pesar de los estados de emergencia en que nosotros mismos nos encontramos. Zeldin nos recuerda que las redes más importantes, son aquellas de la imaginación, que cruzan lo convencional y lo no convencional, que se reúsan a aceptar que lo que existe es lo único posible (Citado por Annalee Davis en «Sobre el estar comprometida con un lugar pequeño». 2019. San José: Teorética. P. 55, editado por Miguel Ángel López).

Al visitar esta propuesta que permanecerá abierta durante todo un año, 2022-2023 sentí esa fuerza de trazos, bordes, puntos, texturas, tramas, ejes de circulación y penetración al interno del mundo, redes de la imaginación tal y como aduce la barbadense en lo citado.

Algunas lecturas con los ojos del alma

La curadora ampliando el significado del vocablo conexión, agrega: «Desde esta premisa, las obras son canales para honrar, propiciar, agradecer y reciprocar las diversas dimensiones de la existencia». Son canales para comunicar y conectar el adentro con el afuera, y viceversa, por donde corren las energías del planeta, relaciones sustanciales que nos transforman y «desbordan en silencio», como aporta Rafael Ottón Solís 2022, hasta sumirnos a repensar y encontrar el sutil hilo de la conexión.

Precisamente Rafael Ottón Solís exhibe dos instalaciones, una externa en la Plaza de la Cultura, titulada justamente El silencio. Soy como agua que se derrama, 2022, y en el espacio de la sala de exposiciones del segundo subnivel instaló De migrantes y refugiados, 2022, la cual pareciera sangrar por lo que ocurre con los migrantes que atraviesan nuestras geografías, como la instalación externa derrama la materia dura del planeta, la piedra.

Mimian Hsu, cuelga en el espacio central de las gradas su Isla flotante, una instalación de 2022 la cual asemeja a una enorme roca en la cual brotan superficies de vida, jardines flotantes, y con ellos celebrar esta poética y sensible introspección —que es la muestra—, para mirar al planeta y mirarnos nosotros mismos inmersos en ese plan sagrado al cual debemos mirar con respeto por sus saludables beneficios.

Dino Urpí, expone Códigos interdimensionales, 2022, instalación de figuras recortadas conformando una cortina hecha con un lenguaje de acceso, desde afuera hacia los ignotos adentros de aquellas claves para sintonizar los canales de la comunicación humana y del lenguaje simbólico.

El escultor Aquiles Jiménez exhibe varias piezas, pero en particular me enciende Montaña del último árbol, 2013, talla directa en andesita y basalto cuya forma como de gota de agua, o de lágrima, aprecia el grabado en la piedra de un árbol, prediciendo su exterminio, si ignoramos el nexo que tenemos y procuramos proteger la naturaleza en nuestro pacto de concordia con ella.

Tamara Ávalos exhibe Serpiente poderosa, es una alfombra de aserrín, 2022, la cual recupera aquellas formas de congraciar y alabar el don de la liturgia, elaboraciones presentes en procesiones y tradiciones de nuestros pueblos para manifestar sus creencias, pero también esa representación en espiral de paso continuo simboliza para nuestras culturas vernáculas la deidad de la tierra, símbolo de la Pachamama.

Lucía Madriz, con Serpiente de agua, pintura sobre madera, bronce, componentes eléctricos y Arduino, 2021, devela otra sensible forma de visionar la natura, a través de sus criaturas míticas, exhibiendo un trabajo sobre madera que proviene del árbol o axis mundo, y sintetiza la representación de reptiles como en la iconografía autóctona originaria, y en particular la serpiente de agua.

Rituales y celebración

En otro apartado de esta propuesta expositiva podríamos hablar del ritual en sí, celebración o festividad para ensalzar la memoria, identidad y tradiciones propias de nuestros pueblos e idiosincrasia. La curadora explica:

Los sentidos de pertenencia que se sedimentan a través del juego, la procesión o la fiesta, así como la importancia que el espacio, el tiempo y el cuerpo tienen en su escenificación, rasgos característicos de la experiencia ritual (Monge, M. J. «Brochure». 2022).

José Díaz, con su pieza Lucha, Rey Curré, 2020, de la zona de Boruca en el sur del país provoca muestra sensibilidad a partir de una impresionante captura fotográfica del ritual o juego de los «diablitos», celebración en la cual se presencia la lucha entre el bien y el mal, el habitante originario vs el demonio que lo acosa, y que en este caso recuerda al colonizador el cual en ese juego de poder sale vencido.

Giorgio Timms, con la serie Una semana al final del verano, expone tres fotografías de la Semana Santa, en distintas fechas y días del calendario conmemorativo del jueves y el viernes santo. Son imágenes de gran calidad tanto en la captura y acción compositiva, como también en la técnica y rigor del lenguaje tan propio de este experimentado maestro.

Victoria Cabezas presenta Negocio en el mercado y Sin título, 1984. Para esta artista fotógrafa y también maestra, es suficiente distinguir que la energía es un hilo en tensión, vibrante, para encontrar diversos motivos para expresarlos con experticia y afinada sensibilidad, vivencial y comunicativa, como la han distinguido en su carrera creativa de notable artista.

Adrián Arguedas con Después de la lluvia, pintura, 2021, invita a deleitarnos con un singular detalle de la cotidianidad de un barrio o parte de una ciudad, agradeciendo quizás ese don de la lluvia que se vuelve motivo de contemplación, certeza de que la natura y la cultura, vivencian un rol que alaba esos dones, pero que también trasgrede y destruye como todos hemos vivenciado en estos meses invernales en el trópico húmedo.

El cuerpo y sus sistemas biológicos

Esta otra zona de la muestra exhorta a disponer el cuerpo para el sacrificio, la redención y la violencia, tal y como comenta la curadora, quien además agrega en las fichas de pared impresas:

Estas obras comprenden gestos de liberación, de transformación y de sanación que, en todos los casos, acontecen en los cuerpos de sus artífices, como respuesta a formas de violencia histórica (Monge, M. J. «Brochure», 2022).

Marton Robinson, exhibe un video-performance de 2019: No le digas a mi mano derecha lo que hace la izquierda. Se dispone a borrar lo manifestado aludiendo a una falsa naturaleza, lo que no es, aunque parezca serlo, y refiere a la situación cultural y religiosa del nombre de «La Negrita», a la cual el pueblo costarricense brinda fervorosa pleitesía.

Javier Calvo expone impresión digital de su performance Dis (quemaduras solares sobre el pecho), 2013. Sostiene una forma de identificar el territorio del istmo centroamericano y lo hace en su propia piel, como marcando su identidad con luz y calor, que también son elementos del planeta.

Roberto Guerrero, Rito de paso: tránsito rápido y suave hacia el otro equipo, 2015, cuestiona el prototipo de la masculinidad del jugador de fútbol, que a veces parece diluirse en un encuentro deportivo y ante el carácter competitivo del contrario, el artista lo alude con la astucia de la jerga popular, de identificar las preferencias sexuales y simbolismos de esa cultura.

Emma Segura expone la instalación Círculo de protección 2022, una pieza casi inmaterial, pues solo existen hilos, líneas muy finas que configuran un cilindro, el adentro y el afuera de la esencia e inmaterialidad de lo puro o sagrado que no vemos, pero sentimos su inmanencia.

Priscilla Monge, Notas curativas, video-creación, 2022. Se trata del video donde ella protagonista, expone un dramático aspecto impactada por la crisis o la enfermedad, quizás atribulada por el desasosiego e incertidumbre de lo actual. Pero ella se sirve de dicha narrativa curativa, para sacar desde el adentro de su humanidad ese demonio que la constriñe en el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal.

«Corporalidades transformadoras»

Este es el subtítulo de otra de las zonas de la exhibición, para lo cual expresa María José comenta:

En algunas prácticas artísticas el cuerpo se dimensiona como un microcosmos en transformación, susceptible de canalizar y de propiciar procesos de crecimiento a escala individual y colectiva (Monge, M. J. «Brochure», 2022).

Desde ese abordaje tan de carácter interior pero emocional, se aprecia el performance y videoinstalación Conducto de Karla Solano, 2022, el cual consiste en una cuerda que origina la espiral o representación de la naturaleza, y en la cual sume su cuerpo dispuesto a adquirir ese blindaje simbólico y existencial.

Priscilla Romero expone Archivo digital. Importante reflexión sobre la liviandad de ser que parece volar o fugarse con el viento, y a la vez fijar esa huella que también porta a la identidad personal en un marcado sentido de la experimentación con nuevos materiales para la expresión creativa.

Conclusión

Quisiera referirme, para cerrar a la motivación que externé en aquel ritual con que dio inició este proceso creativo de «Hilo vibrante», para lo cual participamos en un ceremonial distinguiendo los componentes del lenguaje simbólico. La muestra convida al espectador a sumirse en esos refugios de la sensibilidad y comunicación humana, para sentir de cerca las vibraciones del planeta, de la madre natura, que en sus profundidades nos conecta a su sensibilidad, a su forma de amor hacia las criaturas de la creación. Ese es el hilo, el amor, la conexión, lo sagrado, lo vibrante, el afuera y el adentro. Es una muestra intensa, variada en abordajes, materialidad y técnica, provocativa para que no salgamos igual a como entramos, y este gesto de aprendizaje es el principal logro, además de la noción de que queremos ver más y saber más. Ese carácter es positivo.

Intento evocar aquella sesión cuando me referí al refugio, dije que era una representación de la cueva existencial que buscamos todos cuando necesitamos seguridad, o aminorar el impacto de nuestros miedos. Aspecto que además referí al inicio de este comentario: el universo simbólico que representa el vientre del mundo, un lugar donde todo nos fue dado para volver a anidar nuestros deseos.