Para vivir una buena vida hay que invertir bien el tiempo, e invertir bien el tiempo significa darle un buen contenido al tiempo. Vivir bien la vida es darle un contenido al tiempo, entonces el tiempo estará bien empleado cuando se le da contenido al tiempo vivido. Como dijo Dante Alighieri: «El que más sabe es el que más se aflige por la pérdida del tiempo».
En la medida en que se le da un contenido al tiempo, se le da un sentido a la vida y a la existencia. El sentido de la vida será el contenido que se le dé al tiempo.
Cuanto mayor sea el nivel de conciencia de una persona, más productivo y valioso será el contenido que dará a su tiempo, elevándose así hacia lo sublime y alejándose de lo vulgar.
Entonces, ¿cómo darle contenido al tiempo para darle a la vida un significado sublime?
Tal pregunta tiene como respuesta: en la búsqueda del conocimiento.
Es en la búsqueda del conocimiento que se encuentran las verdades, esas verdades individuales y particulares que construye día a día el libre pensador, sus verdades, y no esa verdad absoluta por medio de la cual el dogma ha adoctrinado a la humanidad rindiendo culto a la ignorancia, ya que de pensar que se tiene la verdad absoluta, sería vivir en la más total y absoluta ignorancia, perdiendo así el camino de la razón.
Existen las verdades, y son aquellas se construyen día a día a través de la experiencia. El libre pensador es fruto de sus verdades y no de la verdad.
Por tanto, es en la búsqueda del conocimiento que se construyen las verdades que dan contenido al tiempo y un sentido a la vida.
Tiempo
Etimológicamente la palabra tiempo proviene del latín tempus, entendido como la duración de las cosas que están sujetas a cambio.
El tiempo en la mitología griega, por ejemplo, está representado simbólicamente por tres dioses: Chronos, Aión y Kairos.
Chronos -Saturno para los romanos- es el dios del tiempo lineal e irreversible que todo lo devora. Es el tiempo cronológico que inevitablemente transcurre llevándonos hacia el futuro y más cerca de la muerte. Es el dios de la muerte.
Aión es el dios del tiempo circular, una serpiente que se muerde la cola, no nace, siempre existe y no come nada. Es el tiempo de la vida. Él es el dios de la vida.
Entre el tiempo de la vida -Aión- y el tiempo de la muerte -Chronos- hay un dios del tiempo intermedio llamado Kairos, dios del tiempo humano. Kairos significa: «momento justo u oportuno».
Chronos, Aión y Kairos, están representados en el dios Jano, señor del triple tiempo, el pasado (que ya no es), el futuro (que aún no es), y el presente (momento indisponible del espacio-tiempo que es eterno).
El ser humano vive en el tiempo intermedio que es su eterno presente en constante cambio. Es en el tiempo intermedio que el Libre Pensador formula la triple pregunta: ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
Todo lo que existe en el universo está condicionado por el cambio que es la forma más general de ser de todos los objetos y fenómenos. El cambio es una constante universal, es movimiento e interacción, es frecuencia y vibración.
Lo único constante y permanente en la vida es el cambio, como dijo Heráclito «no hay nada permanente, excepto el cambio». El tiempo es cambio.
El hombre carece de todo poder sobre el tiempo porque no puede retroceder, detener o mantener un instante, ni adelantar el tiempo.
El hombre sólo puede, de manera relativa, gestionar el tiempo y, según cómo gestione e invierta el tiempo, dependerán las condiciones en las que deberá vivir el cambio, lo que constituye una auténtica experiencia del propio tiempo.
El hombre ocupa un lugar en el espacio, un lugar-espacio en el que está su tiempo, su realidad, y las condiciones y circunstancias de su existencia, sólo existe un presente móvil y muy efímero que cambia inexorablemente hacia el futuro.
Así, en la sabia y prudente inversión del tiempo se encuentra una de las principales causas de los efectos del cambio en la vida.
Vida
La vida es tiempo, es cambio.
La vida es un fenómeno rítmico que se desarrolla continuamente a través de la existencia de ciclos o períodos.
Para Ilya Prigogine -físico y químico de origen ruso, Premio de Química de 1977-, la vida es el tiempo que se inscribe en la materia y los fenómenos irreversibles son el origen de la organización biológica. Todos los fenómenos biológicos son irreversibles. Esta irreversibilidad es una propiedad común a todo el Universo, todos envejecemos en la misma dirección porque existe una flecha del tiempo.
La vida es el estado intermedio entre el nacimiento y la muerte en el que se lucha por mantener la homeostasis en un estado preferencial.
Pues bien, para que esta lucha por sostener la homeostasis, paradójicamente ante fenómenos biológicos irreversibles que conducen a la muerte, sea un gasto útil de energía en el universo, el ser humano debe tratar de dar contenido a ese estado intermedio llamado vida.
En la Grecia clásica, por ejemplo, para el platonismo el sentido de la vida se encuentra en la consecución de una forma superior de conocimiento, que es la idea (forma) del bien, de la que todo lo bueno y justo obtiene utilidad y valor.
En la filosofía contemporánea, para el pragmatismo que sugiere que la comprensión práctica y útil de la vida es más importante que la búsqueda de una verdad abstracta poco práctica sobre la vida, el significado de la vida solo puede descubrirse a través de la experiencia.
En definitiva, en el contenido que se le dé a la vida, estará el sentido de la vida y de mi vida.
El contenido
Es en la mente donde damos contenido a la vida, ya que la mente es el laboratorio donde se aprende, se desaprende y se vuelve a aprender el aquí y el ahora, ese continuo espacio-tiempo en el que tiene lugar todo lo que existe y que llamamos cosmos.
Para Carl Sagan, «El cosmos es todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será». Es en la mente donde se desarrolla el reconocimiento de nuestro estatus como homo sapiens-demens en el cosmos.
Es en la condición de homo sapiens-demens, postulada por Edgar Morin, que damos contenido a la vida, ya que el hombre es una mezcla, un híbrido entre razón y emoción, sabiduría y locura: «El hombre es un animal loco cuya locura la razón ha inventado.»
El contenido de la vida del homo sapiens-demens está en función de lo que él ha llamado «principios y valores humanos».
Los llamados principios y valores creados por el homo sapiens-demens, no son más que estrategias de supervivencia destinadas a preservar la vida y continuidad de la especie, y para mantener un aparente orden social a su conveniencia.
Los principios y valores del homo sapiens-demens, que han sido creados a partir de sus verdades alcanzadas, son los insumos en virtud de los cuales se dota de contenido a la vida, ya que es el contenido de la mente el que define el contenido de la vida.
Cuanto más elevadas sean las verdades construidas en virtud del conocimiento adquirido por la experiencia, más sublimes serán, en sentido filosófico, los principios y valores que como estrategias de supervivencia darán contenido a la vida, pues la vida debe evolucionar y trascender.
En definitiva, el contenido de la vida está en la búsqueda del conocimiento que permita mejorar la vida, la forma de la condición de vida, para hacerla evolucionar y trascender. Aquí está el trabajo, a través del trabajo individual y discreto, de cada libre pensador.
Pensamiento
Es en la ecuación de tiempo, vida y contenido, que el homo sapiens-demens como librepensador y, particularmente en su condición de Libre Pensador, aprende y desarrolla el arte de vivir.
Viviendo como un pensador, lo que lo diferencia del animal, o como diría Stephen Hawking:
«Somos solo una raza avanzada de primates en un planeta más pequeño que una estrella ordinaria. Pero podemos entender el universo. Eso nos convierte en algo muy especial».
Pensar es reinar, dirá Oswald Wirth, porque el arte de pensar -la filosofía- permite al Libre Pensador reinar sobre el sentido del tiempo, dar un contenido y un sentido a la vida.
Si el arte de vivir está en pensar, entonces la vida debe medirse por la intensidad más que por la duración.
En este sentido Lord Chesterfield señaló:
«Cada momento perdido equivale a cien cualidades y ventajas perdidas, mientras que cada momento bien aprovechado es tiempo sabiamente puesto en un interés muy alto».
Nota:
El Libre Pensador y su conciencia del tiempo, es un artículo inspirado en las palabras del presidente de Uruguay Pepe Mujica. UNASUR 2014.