El grado fue ayer, un día antes de esta publicación. Para cuando lean este artículo ya tendré el título de consteladora familiar. Si, consteladora como Zaman, el terapeuta en la serie en Netflix Mi otra yo.

Es la primera serie de televisión, que conozco, donde se muestra cómo se dan las constelaciones familiares. Salvo algunas libertades de los libretistas sobre la técnica y lo que se puede lograr con esta terapia, me parece que representa la idea básica de lo que es este tipo de práctica.

El campo de las constelaciones familiares es mucho más amplio que el que muestra esa serie. Sirve tanto a nivel individual como colectivo. A nivel individual sirve para trabajar síntomas como enfermedades, quiebras, depresiones, problemas con el dinero y la abundancia, las relaciones de pareja, herencias, entre otros.

Se da también para otro tipo de organizaciones y grupos diferentes a la familia, como los del trabajo, a nivel educativo, emprendimiento, naciones, países. A nivel institucional sirve para ver las dinámicas al interior de la organización en relación con el cumplimiento del propósito que llevó a su fundación. Las constelaciones también se han usado para sanar territorios, donde se han dado conflictos, guerras, campos de concentración. También he visto su uso para descubrir el propósito y dejarlo plasmado en un proyecto de emprendimiento consciente. Busquen a Paulo Ferraro que es experto en ese tema.

La constelación más bonita que haya visto es la de una comunidad indígena colombiana, en cuyo territorio ancestral, el Gobierno Nacional había dado una concesión para extracción de recursos mineros. La comunidad quería ver que podría hacer para impedir la extracción de los recursos y para enfrentar a la multinacional minera que tenía el derecho de extracción.

A nivel individual, mi experiencia con las constelaciones familiares ha sido mucho más profunda que el de Ada, Leyla y Sevgi, las tres amigas que en esa serie transitan las constelaciones familiares.

Ese proceso estuvo descrito en un ensayo integrativo, o trabajo de grado que tuve que escribir como requisito para graduarme con consteladora. Digo que mi proceso ha sido más profundo, porque no solo he recibido la terapia, me he formado para poder acompañar a otros a resolver sus temas inconclusos a través de terapia Gestalt y constelaciones familiares. Todo esto en el magnífico campo de la Escuela Transformación Humana en Bogotá.

El ensayo y mi proceso lo llamé La Belleza porque eso es lo que resulta de un trabajo para integrar la luz y la sombra. A la luz llamo todo lo que ya está en la conciencia, reconocido y en uso. La sombra es todo lo que permanece latente, en suspenso, pendiente por ser desarrollado o activado; como está inconsciente tiene poder sobre nosotros. Allí están todas nuestras partes excluidas, esperando a que como Aladino vayamos a la cueva a traerlas a la luz. Ya he escrito sobre este tema en anteriores artículos, en especial en El juicy mango y El derecho de nacimiento. También en El espectro de la dicha.

En este trabajo de grado investigué sobre el florecimiento. Mi planteamiento inicial era que el trauma y las heridas son lo que impide florecer. Mi asesor para ese escrito me sugirió observar los procesos de las plantas y los árboles y permitir así que llegaran las comprensiones sobre el florecimiento. De acuerdo con la RAE, entiendo que el florecimiento es el acto de prosperar, crecer en riqueza o reputación.

Muchas de las comprensiones que tuve escribiendo el trabajo de grado están asociadas a las ideas del florecimiento de las mujeres. Es posible que en artículos posteriores desarrolle con más detalle algunas de estas claridades. En este artículo incluyo las que tienen que ver con el florecimiento y con las órdenes o fuerzas del amor que son conceptos básicos de la terapia de constelaciones familiares, con el fin de que cubra a un mayor número de personas. Aclaro que, aunque el ensayo de grado es un trabajo terminado, muchas de estas comprensiones siguen en construcción e integración. Cada día recibo refinamientos sobre los temas que trabajé en dicho escrito.

Sobre el trauma y las heridas como impedimento para florecer

Sobre el trauma y las heridas pude concluir que son una de las versiones del amor. El trauma congela, paraliza, escinde. Nos deja divididos entre la parte que vivió el trauma y la que de alguna manera logró sobrevivir y seguir viviendo. Deja atomizado el cuerpo y la energía, lleno de huecos por donde se nos escapa la intención, la voluntad. Es muy caro energéticamente mantener esas divisiones y fracturas. En cambio, si lo traemos al presente y lo tratamos desde el yo adulto, hay mucho por hacer y por activar. Ese es el regalo del trauma, traer a la conciencia todos los recursos que quedaron congelados por no haber tenido la capacidad de soportar y sostener ese evento inesperado. Para eso hay que hacer un proceso serio, comprometido, con un terapeuta confiable que nos refleje y nos ayude a integrar todo eso que fue doloroso y mandamos al cuarto de «San Alejo»1.

El trauma y las maneras de reproducirlo se pasan de generación a generación, así como las maneras exitosas para sobrevivir a eventos inesperados que trascienden nuestra capacidad de reacción. Viajan a manera de creencias sobre lo que significa pertenecer al clan familiar. Esas creencias están moldeadas por lo que involucra la identidad del grupo, así que todos sus miembros por amor y por supervivencia, nadie puede vivir solo, se ofrecen a reproducirlos.

Jorge Llano, mi maestro de constelaciones familiares, dice que el trauma permite las grietas por donde se cuela Dios y nos vacuna, nos da las defensas a manera de recursos para responder a lo que nos trae la vida. Ver la clase del 26 e mayo de 2020. Él dice también que lo que congela es el miedo, entonces nos corresponde actualizarnos para que la energía, el amor siga fluyendo de manera orgánica dentro de nosotros.

Sobre el florecimiento

Al observar los árboles frutales en mi jardín, pude darme cuenta que todo está pasando aquí y ahora en el mismo instante. En mi patio hay unos árboles que dan un fruto que se llaman feijoas. Sobre el florecimiento esos árboles me ayudaron a concluir que florecer es ser. Entonces si se es, morir es tan importante como nacer. Si todo está pasando al mismo tiempo y si todos los tiempos son ahora, no puede haber un tiempo más importante que el otro. Florecer entonces es vivir a plenitud cada etapa, originarse, mantenerse, culminarse, desaparecer. Dejar que el flujo continúe sin obstáculos o congelamientos. También comprendo que el único momento en el que tenemos poder de acciones el presente.

De acuerdo con todo lo anterior, es muy importante asentir con lo que si sucede en la vida y dejar de añorar lo que no.

El trauma deja petrificado y permanente un evento en el tiempo. Impide que los procesos se finalicen. Permanecen siempre eternos como fantasmas que no pueden morir. Para que venga lo nuevo, algo debe morir. Luego de un trabajo terapéutico o espiritual el trauma deja de ser necesario, florece en un recurso. ¿Qué es lo que fluye orgánicamente? El amor. ¿Qué impide que fluya? El miedo.

Conozco el trauma a nivel individual y colectivo. En Colombia, donde vivo, está llena de ejemplos de actos atroces. En el Registro Único de Victimas, RUV, se reportan 9.328.449 víctimas del conflicto armado2. Trabajé en la Unidad para las Victimas entre el 2012 y el 2016. La Unidad es la entidad estatal encargada de la atención y la reparación de estas víctimas. Uno de los puntos más críticos de mi vida laboral como abogada fue darme cuenta que la garantía de los derechos de esta población y de que sean autosostenibles económicamente las víctimas de desplazamiento forzado, depende de que trabajen terapéuticamente lo que les sucedió. Mientras tanto, seguirán siendo dependientes de la ayuda del Estado. En ese momento creía que era a través de un MBA que iba poder acompañarlas a ser autosostenibles. La vida me tenía una sorpresa. Se me atravesó la formación en terapia Gestalt. No era desde lo económico iba a acompañarlas, sino desde la terapia.

Volviendo al trabajo de grado, observé que somos vehículos del amor. Lo es el árbol y lo es la flor. El amor en la flor es: belleza, aroma, simetría, semilla. La belleza de inspirar, la luz, la energía, contagiar. El aroma como imán, la atracción. La simetría con el orden, la estructura. La semilla contiene, sirve a la creación. El fruto, la nutrición, la carnada para que continúe la vida. La materia en descomposición después de la muerte es nutriente también. Como lo son el sol y el agua. El abono es entonces la disolución. La muerte vista así, como abono como nutrición ya no me es tan terrorífica. Entonces la entrega no es algo programado o controlado, es la plenitud y permitir el flujo del amor. Inconcluso hasta disolverse y morir. Para eso se va a terapia: a terminar los movimientos que quedaron inconclusos o interrumpidos y seguir.

Florecer es la manifestación del ser. Por eso es orgánico, sin esfuerzo, pendiente del suministro de recursos de nutrición, pendiente de no sacrificarse, no dar de más, pendiente de recibir y tomar.

Así, comprendí que no puedo permanecer congelada en el tiempo, esperando a florecer como mis abuelas con la pareja y los hijos. Puedo reconocer los otros procesos que tiene el árbol además de florecer y reproducirse. Así también miro todo lo otro que si sucede en mi vida. Me doy cuenta que los tiempos han cambiado y que mi valor o el valor que se les da a las mujeres ya no está necesariamente asociado a la reproducción de la especie. Puedo ver que, a diferencia de las mujeres anteriores a mí, mi subsistencia ya no está relacionada con el matrimonio y la maternidad. Las miro y las honro. Les pido que me miren bonito cuando me aparte de sus maneras exitosas para sobrevivir. Florezco con lo que hay aquí y ahora: escribir para ustedes, el servicio terapéutico, y la venta de rosas a domicilio (donde tengo la dicha de ser el vehículo del amor).

Sobre la belleza

La belleza en sanscrito está asociada a la palabra Sri. La encarnación del Sri es Lakshmi. En uno de sus mitos ella nace del batir del mar de la consciencia. Está movido por la acción conjunta tanto de los devis como de los asuras. Los devis son los dioses y representan el poder en la conciencia y los asuras, son los demonios que representan el poder en la sombra.

Al batir, hay una acción de calor, de alquimia. Lo primero que sale es el veneno y los olores fétidos. Hay una purificación. Luego empiezan a condensarse joyas y tesoros. Luego se produce el amrit el elixir. Al final, es Lakshmi la que emerge, ella es todo eso, es la integración de todas nuestras partes, las que nos gustan y las que no nos gustan.

Les cuento un poco el mito porque el Sri de Lakshmi es el fruto de la práctica diaria, de la conciencia sobre nuestro poder en la sombra; de tomar lo putrefacto y sacar la flor, como la flor de loto. Ese es el florecimiento y la belleza que yo quiero encarnar.

El florecimiento, la belleza y el trauma son transversales a todo mi trabajo de grado. En relación con constelaciones familiares quiero ahora contarles sobre las órdenes del amor que son fundamentales a las constelaciones familiares. Brigitte Champetier las llama las fuerzas del amor. Estas órdenes son: asentir, orden/jerarquía, pertenencia y equilibrio entre el dar y recibir.

Sobre el orden o la fuerza de asentir

Esta fuerza se refiere a aceptar todo tal cual es (Champetier, 2018, pág. 26). Asentir no es resignarse, es usar lo que si hay y dejar de reclamar lo que no hubo.

Luego de escribir el trabajo de grado puedo comprender que asentir también es aceptar que crecimos, que somos adultos y ya no estamos indefensos e impotentes frente a las fuerzas de nuestros padres y los adultos. Tenemos poder de acción para cambiar nuestras circunstancias en medio de la realidad que se nos presenta. Asentir es aceptar nuestro poder de cocreación, de proponer.

Asentir es aceptar nuestro propio poder y para los que creemos, implica reconocer que en nosotros hay algo divino. Para eso hay que renunciar a muchas ideas y creencias de lo que nos dijeron que somos, lo debía ser o que debíamos hacer.

Para asentir a lo que hay, porque a veces es difícil asentir, me pregunto ¿cuál es el regalo oculto que trae cada situación? ¿Qué es lo que ese evento inesperado está llamando a que yo active? Si, tengo momentos de angustia bajo la idea de la carencia o de sentir que no voy a poder. Después, de estas preguntas, la situación se vuelve un juego, una oportunidad de convertirme en mi versión más elevada y vibrando en mayor frecuencia. Activé un recurso que estaba suspendido en mí. Esa es la integración y la plenitud. Un amigo de Clubhouse, Rafael Guarín, llama a esto recoger las «millas amor». Para él la experiencia de vida en este mundo es el de recoger el mayor número de «millas amor» posibles.

Sobre el orden o la fuerza de la jerarquía

El orden en las constelaciones familiares es aceptar lo que se nos ha dado por ser hijos de nuestros papas: el lugar de nacimiento, el puesto en la familia en donde nacimos, y que cada elemento de nuestra vida está determinado por el momento en el que hemos entrado a los sistemas o campos a los que pertenecemos. (Champetier, 2018, pág. 27) Además de asentir a todo esto y dejar de luchar con lo que no fue, el orden implica ocupar mi lugar, reconocer lo que vine a hacer en esta vida y por supuesto cumplirlo. En relación con eso les comparto lo que concluí sobre el orden. Estoy contenta porque pude integrar lo que visto en las formaciones terapéuticas y lo que aprendí a nivel físico con los principios universales de alineamiento de Anusara yoga.

Después de escribir ese texto, para mí el orden es poder reconocer en conciencia qué hace y qué no hace parte de mi campo energético. Eso incluye, creencias, pensamientos, personas, relaciones, trabajos, música, libros, y también objetos. En el ensayo de grado incluí el método de Marie Kondo, no solo por su idea de orden y limpieza, sino porque el criterio para escoger lo que hace parte o no de nuestro campo es la alegría, el gozo, la dicha. Es decir, por un criterio energético de frecuencia alta. Vibra o no vibra, da alegría o no. Ella dice que lo que no vibra se agradece y se suelta. Para mí, esa idea sencilla resume el trabajo personal e individual que me gustaría hacer todos los días. De reconocimiento de que vibra y que no en mí y tener a mi cuerpo como indicador. Lo que sí, es expansivo, lo que no, es constrictivo. Para eso se puede incluir prácticas de meditación o contemplación.

A nivel físico creo que también podemos ayudarle al cuerpo a que funcione mejor y ser más eficientes a nivel energético. El criterio es el mismo que dice Marie: escoger lo que nos da más energía por encima de lo que no. Eso incluye los alimentos, tomar agua en vez de bebidas azucaradas, hacer ejercicio, hábitos sanos de sueño y descanso, entre otros.

Durante la investigación para este escrito pude experimentar que el ejercicio no solo da endorfinas, da la energía necesaria para que se consuma lo viejo y dejar campo para lo nuevo.

Entonces, aquí concluyo que el orden es ser eficientes energéticamente para que haya espacio para lo propicio, lo beneficioso, lo nutritivo. Que haya energía para florecer en el propósito, que el tanque esté lleno. Para mi incluye ahora, desde un lugar más amoroso y menos castigador o del deber ser, meditar y hacer ejercicio.

Sobre el orden o la fuerza de la pertenencia

Esta fuerza implica que a la hora de pertenecer todo los hacemos de igual manera. Por efecto de esta fuerza entonces hay que incluir y respetar la diferencia (Champetier, 2018, págs. 28-29).

La pertenencia al grupo da seguridad y al mismo tiempo implica unos sacrificios. Para subsistir el grupo debe permanecer igual y no admite la autonomía o independencia. El grupo es fuerte en tanto todos colaboran con mantener las mismas creencias (disciplina y número de personas). Así también se diferencia de otros grupos.

Ser adulto implica apartarse de la identidad y de las creencias del grupo y mantenerse en el presente. Así como la disciplina para crear una realidad nueva y así conquistar la autonomía y la libertad.

En este artículo incluyo al merecimiento porque como ya dije, parte de ser adulto es aceptar nuestro propio poder y en aceptar nuestra parte divina. Entonces no es cierto eso que nos han dicho a algunos que debemos hacer un montón de cosas para merecer amor. Que debemos pasar temporadas largas en trabajos forzados para poder comprar y sostener todas esas necesidades que nos han impuesto los comerciales de televisión y las redes sociales. El amor y el merecimiento son nuestros derechos de nacimiento. Ver artículo El derecho de nacimiento.

Sobre el orden o la fuerza del equilibrio entre el dar y recibir

Brigitte Champetier define esta fuerza como la compensación entre ganancias y pérdidas y la búsqueda continua de tener el menor gasto energético (Champetier, 2018, pág. 30). Este ejercicio implica fusionar los opuestos o polaridades en un gran movimiento de creación de energía. Por eso lo considera no solo un acto de amor sino también de creación. Implica una continua creación en un eterno presente.

Al respecto Brigitte dice: «fundir lo dual en una unidad crea energía y abre a algo nuevo; esta fuerza está al servicio del vacío creador. Con esto me refiero a este campo ilimitado de todas las nuevas posibilidades, el campo fuente, ese espacio vacío que baña el universo, en el que todo es energía que nace de la fusión de los opuestos; todo es energía y creación, incluso creación de más energía, donde las probabilidades infinitas nacen y mueren a cada instante. Sabemos que se trata de un campo de conciencia y amor. Vivir es sintonizar con ese campo. Vivir es amar. Abrirnos a ese campo de amor es ponernos al servicio de la vida. Cada rendición a la vida tal como es nos conecta con algo nuevo. La cuarta fuerza del amor es la que nos empuja constantemente a la rendición y a la reconciliación; a soltar la separación y entregarnos a la unicidad» (Champetier, 2018, págs. 30-31).

Brigitte agrega que la mejor compensación es agradecer y que para equilibrar el dar y el recibir corresponde entregar lo recibido. Asimismo, dice que la compensación es la herramienta de reparación de las demás fuerzas del amor. Explica que los desequilibrios permanecerán por generaciones hasta que un número de personas vivan la reparación adulta y consciente de amor (Champetier, 2018, pág. 32). Agrega que la sanación se produce cuando se da la reconciliación.

Esto que plantea Brigitte se parece mucho a lo que aprendí en la formación de Anusara yoga con los principios universales de alineamiento. A través de esos principios se prepara al cuerpo para que las fuerzas de la contracción y la expansión estén equilibradas y se sostenga la postura con la participación de todas las partes del cuerpo. Así se da también el punto medio entre las polaridades. Creo que esta es una bonita definición de la integración y un paso previo de autoevaluación a la hora de dar y también de recibir. No se puede dar de lo que no se tiene y solo se recibe lo que se necesita. En mi caso, implica un reconocimiento de lo que si tengo y lo que no tengo para llegar a las relaciones con impecabilidad. Llegar en la plenitud del amor que ya habita dentro de mí para relacionarme sin necesidad o carencia que me lleva a veces a mendigar amor.

Sobre la resiliencia

En esta entrega quiero agregar la conclusión de mi trabajo de grado sobre la resiliencia. Desde la ventana de mi escritorio miro al árbol de caucho sabanero que está en mi jardín. En diciembre de 2020 se desgajó uno de sus brazos, tenía mucho peso. Mi papá que es experto en acerrar madera y en árboles no le dio mucha esperanza. Fue necesario hacerle varios cortes. Hoy, casi dos años después está frondosa. Ella me recuerda la resiliencia. Mientras haya vida hay oportunidad. Ese árbol aprovechó la oportunidad y el cambio. Ella puede hablar sobre perder un brazo con mucho peso, la amputación, romper techos y quedar sin muchas hojas.

Ese árbol aceptó la pérdida de peso. Como yo, ahora está más ligera, más compacta, más armoniosa. Ella ahora tiene un afro de hojas verdes lustrosas, es una sobreviviente y se ha permitido florecer.

Sobre el campo de un constelador familiar

Para terminar, quiero agregar una explicación del campo del constelador. Cuando acompañamos a un consultante a constelar un tema identificamos el posible desorden que está representado en el síntoma que presenta. En eso le ofrecemos al consultante nuestro campo, que contiene toda nuestra experiencia de vida. En ese campo se encuentran nuestras comprensiones, la integración de la luz y la sombra, los temas resueltos y los no resueltos. Si el consultante presenta un tema no resuelto por el constelador, el terapeuta no le puede ayudar, no tiene el campo.

El constelador también debe reconocer si el consultante está puesto en su yo adulto o sigue en el reclamo y la impotencia de su yo niño. Como consteladores debemos animar a nuestros consultantes a que ocupen su lugar de adulto, desde el cual si pueden resolver y cambiar las situaciones que se le presentan. Así, se podrá reproducir en la constelación el momento/evento inconcluso causado por el trauma individual o familiar y permitir las maneras de resolverlo en reconciliación.

Las comprensiones que presento en este artículo y las demás que pude escribir en mi trabajo de grado, hacen parte de mi campo como consteladora. Es ya para mí una dicha grande poder ofrecer este servicio de acompañamiento y poder florecer, prosperar, crecer en riqueza o reputación en esta terapia. Si algo de este escrito les resuena, me encantaría recibir sus comentarios. Si alguno tiene un tema para constelar me encantaría poder acompañarlo en su proceso. Escríbanme a mi cuenta de Instagram.

Notas

1 El cuarto de San Alejo es la manera colombiana para llamar a ese lugar, cuarto o habitación en la casa, donde se guardan todos los objetos que ya no están en uso, pero que tampoco se sueltan o se regalan.
2 Unidad de víctimas