No es la primera vez que hablo de este tema. De hecho, en este periódico lo hice en 2018 con el artículo Play Móvil. Desde la última vez que lo hice, poco han cambiado las cosas; diría, más bien, que han ido a peor. Y es que el anonimato virtual produce terror, casi tanto como asusta la soledad. Las redes sociales se han convertido en una especie de espantajo que aleja el fantasma de la falta de notoriedad. Muchas personas acaban considerándose a sí mismas interesantes por el hecho de tener un nutrido grupo de amigos virtuales.

El incremento mundial de la utilización del teléfono móvil o celular ha crecido exponencialmente a la caída en picado de las llamadas telefónicas, y también, al abandono de relaciones de amistad y de socialización con tal de maximizar el tiempo de conexión vía Internet. El abuso de la tecnología de la comunicación debilita la percepción humana, a través de la pantalla la otra persona deja, en realidad, de estar enfrente de nosotros. Aunque estas tecnologías pueden facilitarnos la vida de distintas maneras, no debemos ignorar que también nos la puede complicar, y mucho.

Llevamos años cambiando las relaciones por las conexiones y esta conducta está favoreciendo la dependencia y nos resta libertad al estrechar nuestro campo de conciencia y restringir la amplitud de nuestros intereses. En casos extremos, la afición se vuelve patológicamente dependiente, particularmente en personas adolescentes y jóvenes (aunque no solo en ellas), donde las conexiones son más un fin que un medio.
Cualquiera lo ha visto en más de una ocasión, el pánico a perder la conexión con el mundo virtual lleva a vivir en una huida permanente de la realidad.

Conviene, no identificar los abusos y las adicciones a la tecnología en Internet, al móvil o celular, con otras adicciones como, por ejemplo, el juego patológico. Aunque el uso de la tecnología actual puede facilitar el acceso más rápido a contenidos potencialmente adictivos, el abuso del móvil no es la fuente de las conductas adictivas por las que consumimos pornografía o juegos de apuestas por Internet. Por lo general, son los patrones de una sociedad que favorece el consumo de cosas y de personas quien está detrás del desarrollo obsesivo de una conducta.

El abuso del celular y el miedo a vivir desconectados, la expectativa que podemos en las redes sociales para superar la frustración de otras expectativas y proyectos de vida, o, sencillamente para aparentar ser lo que no somos, está en la base de las estrategias de evitación para superar lo que nos angustia.
Por eso, combatimos el miedo al aislamiento consumiendo aislamiento, maximizando tiempo de conexión.

Dicho lo anterior, el abuso del smartphone, hace que muchas personas giren su vida en torno a este artilugio electrónico. Salir de casa sin él es casi estar al borde de un ataque de pánico, evitar mirarlo cada dos por tres parece un esfuerzo imposible, un reto inalcanzable. El 75% de las personas que utilizan un teléfono inteligente (esto es casi todo el mundo) duerme con el dispositivo pegado a la oreja. Son estas conductas las que han hecho posible que la utilización de esta tecnología esté propiciando estado de tristeza, desánimo, irritabilidad y trastornos de ansiedad, dando lugar a un nuevo diagnóstico de problemas emocionales y mentales conocido como nomofobia.

¿Es la nomofobia un trastorno de nuestro tiempo?

Sin duda, podríamos atribuir a diferentes espacios de tiempo, como los siglos, una o varias situaciones patológicas que han hecho mella en la humanidad en su generalidad. Ya casi nadie duda, de que en este siglo XXI que avanza ya hacia su tercera década, el abuso o adicción a la tecnología digital y concretamente al uso del móvil de manera compulsiva es una de ellas. Hace poco más de una década, tras un estudio en Inglaterra, nació el término nomofobia.

Por nomofobia entendemos el miedo irracional a estar sin el móvil o celular, el pánico cuando lo dejamos en casa y el terror a estar desconectados de otras personas que, igualmente, lo utilizan compulsivamente. Este fenómeno, suele generar mucha ansiedad y aislamiento y, también facilita la aparición de un trastorno mental tan peligroso como el de la depresión.

Un índice básico de nomofobia lo establece el hecho de que, durante el día, a lo que más prestamos atención es a los mensajes y reclamos insustanciales que nos llegan a través del teléfono móvil. Cuando no tenemos, al alcance de las yemas de los dedos. sobre la pantalla táctil estas informaciones, hay quien entra en graves crisis emocionales. La nomofobia forma parte de un síndrome más complejo relacionado con la baja autoestima, con capacidad para acortar el tramo que existe entre el abuso y la adicción.

No solo tenemos la información, sino incluso la vida a tan solo un clic, y esto es tan asombrosamente útil y positivo, como potencialmente perjudicial. Como lo que me interesa por mi profesión son los contenidos que salvaguardan la salud mental, tengo que advertirte que, la nomofobia es causa de trastornos mentales y trastornos de personalidad. En consecuencia, permíteme que te exponga algunos de los síntomas que más nos ponen sobre la pista de estar sufriendo este trastorno, o de que alguien cercano la padece.

Los síntomas de la nomofobia

Sin lugar a dudas, el principal síntoma, y más evidente, de un trastorno nomofóbico es el efecto de procrastinación, por el cual, reducimos e incluso eliminamos el tiempo que le hemos de dedicar a otras actividades, particularmente las que suponen nuestra responsabilidad, para dedicárselo a las redes sociales o a ver contenidos en Internet que, por lo general, nos entretienen y nos gustan más.

Tener más de un dispositivo, llevar encima cargadores para evitar que se descargue la batería, también son síntomas de que nuestra relación con nuestro smartphone puede ser problemática. Asimismo, sentirnos ansiosos y nerviosos por pensamientos que anticipan la pérdida del aparato, no tenerlo cerca o disponible, por no poder usarlo por estar “fuera de lugar” o por estar en un sitio con baja conexión.

Si te ves mirando a tu móvil o celular sin que este te haya hecho llegar señal alguna, sea sonora o de vibración, y esto lo haces con frecuencia, sin duda tienes un problema que, quizá, pueda ser más serio de lo que imaginas. Por lo general, este tipo de sintomatología concuerda con la sensación de imposibilidad de apagar el dispositivo.

Uno de los signos más llamativos de estar atravesando una fase de nomofobia, consiste en la dificultad para mantener la comunicación cara a cara, de preferir comunicarse estando de por medio una pantalla y una comunicación a distancia.

Finalmente, los intentos pensados, pero no ejecutados de solucionar este problema, también es un claro síntoma de la necesidad de tomar serias medidas en este asunto.