Espero
A pesar de que las razones son oscuras como cielos tormentosos, las dudas opacas.
Se acerca la cuarta dosis que acompaña los accesorios que permiten a los ancianos dar un paseo al aire libre o ser visitados.
Saudi Aramco nunca soñó ganar tanto, inmoderadamente y en compañía de sus acólitos.
Los precios producen intolerancia a la lactosa.
Por aquí las verduras se cosechan en maceteros que adornan los alféizares y la carne se ausenta de la mayoría de las mesas y nos convierte en veganos.
Los Reels acortan la vista y los jóvenes abren ventanas definidas por aplicaciones que les permiten estar sin tener que ser.
Trabajar en iglesias en Dinamarca es insano pues produce TEPT.
El cielo tiene nubes con memoria y sin agua.
Leo dos periódicos al día y veo la dosis soluble de la TV lo que me está obligando a probar nuevos anteojos para ver si lo escrito es lo que leo, pero es el leer es lo que me permite, afortunadamente encontrar una cita de Labatut:
«Cien años de soledad es una larga telenovela disfrazada de literatura sofisticada».
Además del resto y el terrible color que todo invade sin tener raíces y puedo sentirme acompañada.
Descubrir que las noticias no son novedosas y menos aún las de última hora.
Dinamarca, centro comercial en la capital, barrio moderno, cemento y vidrio, metro a la puerta, atardecer de domingo, comienzos del ansiado verano y un esperado concierto de Harry Styles a pocos metros del lugar, reunía a muchos jóvenes, que compraban bebidas y golosinas para disfrutarlas con música y un joven de 22 años que había tratado de pedir ayuda llamando a un teléfono de urgencia que estaba, desafortunadamente, sin personal. Armado de un rifle, mató a tres personas e hirió a siete y al escuchar las noticias, segura en casa, respiré tranquila, al oír, que el joven de acuerdo a las informaciones, era de etnia danesa.
Dios, nuevamente, se ausentó de una iglesia cristiana en El Cairo un domingo y al norte de Kabul en una mezquita un miércoles, de agosto.
El transcurso del tiempo aleja la sabiduría de pasos por caminos conocidos, repetidos tantas veces y hoy acallados por la bulla incesante de las botas.
Encontrar diferentes perspectivas en una guerra actual es pensar demasiado tarde.
El agobio de ayer es porfiado.
El otoño se acerca y trae paisajes adultos.
Las guerras, sin duda, son inmanentes a los seres humanos de la tan civilizada Europa.
Espero Una tarea difícil que me exija lo imposible
El correr de mis bisnietos persiguiendo mariposas azules
La sonrisa de mis nietas que disipe la pesadumbre
La ayuda de mis nietos para traducir algoritmos
La voz de mis hijas que detengan mi sordera.
Estar enamorada, pensar en mi madre, leer Neruda en Isla Negra, bailar nuevamente un tango de D’Arienzo con Echague a ojos cerrados, comer cerezas sin lavarlas en verano, caminar descalza sobre arena tibia.
Cocinar hablando con mis hermanas. Conversar con mis hermanos rompiendo distancias y silencios. Saludar a mi tío los viernes, añorar hasta las lágrimas a mi familia lejana, visitar o escribirle a los amigos (sin /as por favor) que reafirman y entienden que releer o escuchar palabras conocidas es rejuvenecedor y terapéutico a sabiendas que todo tiempo pasado no fue mejor, e incluso creer que Alexei Navalny va a sobrevivir.