Hoy en día, gracias a los procesadores de texto y redes sociales, se publica en medios digitales más poesía que nunca; sin embargo, muchos poetas o poetastros, como les llamara Miguel de Cervantes a los malos poetas, desconocen la técnica de poetizar o de patentizar los sentimientos individuales o colectivos. Porque, en el fondo, todos los seres humanos sentimos y nos emociona lo mismo.

Todos llevamos a un poeta dentro. Todo poeta como artista del lenguaje, se convierte en un pequeño dios porque puede crear mundos propios, y, sin embargo, en ese crear debe estar dentro de las tendencias de cada momento, como el artista que ha de estar dentro de su tiempo y no desplazado de sus contemporáneos. Un ejemplo lo vemos en los pintores, no pueden seguir pintando como lo hacían Velázquez o los Madrazo, puesto que ese tiempo ya pasó, y no es el tiempo del pintor contemporáneo del que se espera que esté dando fe de su tiempo, pues de tal modo, también se espera de los poetas o de los músicos. Pero el arte no es medio para lograr éxitos, sino un instrumento de trabajo y satisfacción personal; luego puede o no puede llegar un reconocimiento. Porque la poesía es un camino personal, subjetivo una forma de expresión personal de los sentimientos. Ahora caminamos en el estilo posmodernismo o arte contemporáneo: reflejo de nuestra sociedad y nuestros problemas como la guerra cruenta de Ucrania o los problemas de la energía.

Entre la variedad de acepciones que se han escrito para definir poseía me quedo con la que dice: «Poesía es el arte que utiliza como instrumento la palabra en verso o en prosa poética para expresar, exponer o sugerir sentimientos estéticos». El poeta es en realidad un artista del lenguaje que como colores usa las palabras, juega con ellas como si de una ruleta rusa se tratara, que se arriesga a pegarse un tiro en la cabeza y quedar como un Mariano de Larra por los suelos. Por lo tanto, sería correcto definirlo como poeta-artista o artista-poeta creador. Pero, además, ha de conocer la técnica, que no es otra que conocer los tropos o recursos; es decir, las figuras del leguaje como la sinécdoque, la sinestesia, la metáfora etc. Porque la poesía no es un informe, ni un cuento ni un relato, sino como decía el poeta José Ángel Valente: «...la idea de poesía como comunicación» (Las palabras de la tribu, 1971).

Si partimos de la aseveración de que la poesía es una de las artes o una disciplina artística literaria, y que detrás de cada arte hay una técnica, hemos de admitir, por lógica, que detrás de la poesía como comunicación del «yo» también existe una inspiración creativa y una técnica, unos códigos o reglas y sistemas de creación que expuse en mi libro.

Esencia de los poemas

La poesía es algo más que retorcer palabras, es un camino, una forma de enunciado, de comunicación personal parecida al arte de la pintura como medio de expresión, pues la poesía está más allá de la Literatura, más allá de la fórmula narrativa y expresiva, puesto que, cuando se domina, se nos abre un mundo explícito, no solo de nuestros sentimientos, sino del común. Nuestros puntos de vista de percibir y sentir el mundo en que vivimos (visible o invisible) o de una impresión de un instante que pudiera llegar al pensamiento capturado en un segundo o tal vez en un fogonazo de los sueños.

Por ello, opino que, a veces, el tema de un poema es lo de menos, sino que su valor lírico depende de la manera de comunicarlo, del estilo. Puesto que, a veces, el tema elegido, como utilicé en mi poemario La cólera de Aquiles de 2017, únicamente era la excusa perfecta para exponer sentimientos, emociones o impresiones de la experiencia de la vida moderna con un modelo de La Ilíada (guerra de Troya), y de las causas que nos motivan a seguir en el camino pedregoso de la vida en tinieblas (a ciegas sin saber muy bien dónde pisamos). Para algunos creadores, la poesía es como una droga, un chute de vida anímica, y a la vez una ventana que grita al exterior desde el interior de nuestro ser como un pregonero. «La poesía no se escribe para ser entendida sino para ser sentida», como decía Rainier Maria Rilke, y añadía que si el lector no la entiende no es problema del creador sino del lector, como las Elegías de Duino (tardó diez años para componer diez elegías), en que el 70 % por ciento del mensaje es surrealista e incomprensible. Rilke no escribe para al lector, sino para sí mismo; el lector es un observador ocasional, un invitado voyerista.

Otra definición de poesía podría consistir en la capacidad de reflexionar, imaginar, soñar despierto en absoluta libertad de creación artística con la palabra como colores en la paleta de un pintor. Los clásicos entendían que la poesía consistía en la imitación de la naturaleza. Esta idea quedó desechada por los románticos y más tarde por los simbolistas, y la poesía contemporánea que, como dijera el poeta francés Paul Valéry: «La creación poética es actividad de puro rigor mental, ascesis de la inteligencia y de la voluntad, y no alucinaciones, ensueños o arrobamiento».

La creación poética es el resultado de un esfuerzo intelectual, inspiración, experiencia y consumación, más técnica de los términos estilísticos, es decir de los recursos lingüísticos, puesto que sin técnica y sin conocimiento de lo que se llama «La Poética» nos llevaría contra una pared rocosa imposible de escalar, un acantilado sin parapente. Aunque últimamente lo de la inspiración está algo denostado —para no igualarlo al proceso de revelación divina—, lo cierto es que hay días en negro poético donde a uno no se le ocurre ni una sola idea, es sin duda alguna el tiempo de descansar y leer a otros poetas. Pues está demostrado, al menos en mi caso, que las lecturas anotadas —lecturas con lápiz en la mano— son fuente y manantial de la inspiración colateral e imaginación asistida.

El estado de gracia

No es suficiente un estado de gracia, de hallazgos de fortuna, golpes de inspiración y el ir de un lado a otro con las palabras —a lo que salga—, porque no es así, sino que detrás de toda creación poética debe haber un tiempo de aprendizaje y práctica como la del aprendiz en el taller del maestro. Algunos teóricos de la escritura creativa consideran que no existe la página en blanco, sino que lo que se necesita es un tiempo de descanso mental, pues, a veces, las neuronas se cansan de hacer melés, que en el juego de rugby consiste pasar el balón. De vez en cuando a la mente hay que sentarla en el banquillo para que se recupere. Se aprende poesía, primero leyendo a otros poetas y luego sentándose con papel y lápiz a emborronar hojas de papel o libretas que es lo más recomendable: el bloc de notas.

Otra idea podría ser el halo divino, como médium de los dioses, desde los clásicos griegos, pasando por el «Cantar de los Cantares» de la Biblia, hasta los poetas poseídos por una gracia y un don o duende natural como los románticos: Espronceda, Zorrilla o Becker; sin embargo, no debemos confiar demasiado en la inspiración divina, ni en las llamas sobre nuestras cabezas, porque los dioses del Olimpo de las Letras nos pueden dejar tirados. Debemos confiar en una regla muy sencilla: trabajo. Quizá para dar a luz un buen poema hemos dejado atrás la papelera llena de borradores.

Si la poesía es un medio de expresión del «yo» o del narcisismo, entonces es una forma de comunicación, por lo tanto, hemos de ser capaces de fabricar nuevas herramientas de locución para un hombre contemporáneo que entiende su vida y el medio que le rodea de forma diferente a como antes la entendieron nuestros antepasados. Porque sin duda alguna el poeta es un creador de expresiones novedosas e innovadoras —como una más de las artes— para un hombre de la era digital en la cuarta revolución industrial, que está perdiendo sus valores morales, éticos y espirituales.

De la creación poética como medio de expresión

La poesía es una de las artes que ha creado el hombre para comunicar sus sentimientos y seguir siendo oráculo de nuestro mundo que, afortunadamente, no es medible. Un poeta se hace poeta como se puede hacer un pintor: estudiando, practicando y trabajando, y sobre todo leyendo poesía de oros poetas. Ha de utilizar los mejores materiales e instrumentos literarios para no parecer un poetastro o poeta de poesía «diverticular» (poesía vacía de contenidos o en exceso absurda), donde se puede caer si no somos cuidadosos a la hora de exponer nuestra proposición versada.

«La poesía no es Literatura», dijo Octavio Paz, lo que quería decirnos es que no es un método gramatical, un sistema estrictamente sometido a las reglas de la métrica clásica, que no se es poeta por conocer las reglas y llevarlas a la práctica, no es mejor poeta por ser estricto y riguroso en el método o en las formas, sino por lo que expresa y comunica: sentimiento y emociones, con sentido de la innovación. A partir de esta idea de Octavio Paz puede hacerse una reflexión sobre los problemas de expresividad sobre los sistemas formales y constructivos. El continente sobre el contenido. Existen poemarios famosos por el contexto histórico de cuando se escribieron, y el poeta-autor podría ser catalogado de mediocre. Por otra parte, no debemos tener temor a equivocarnos, muchos poemas de poetas famosos son lamentables, no se sostienen; sin embargo, no se les juzgan por los gazapos sino por su obra en general, y, sobre todo, por sus premios obtenidos a lo largo de su carrera poética.

Pero, sin duda alguna, para llegar a descubrir nuevos horizontes en poesía, en principio se ha de aprender la técnica como se aprende a pintar: dibujando. Primero leyendo a los clásicos y copiándoles a mano, aprendiendo la métrica clásica, los ritmos y toda la «arquitectura» interna y estructural que tienen, como, por ejemplo, copiando sonetos. Más adelante hablaremos sobre los problemas de la métrica y de la rima en detrimento del contenido en la poesía actual. Componer hoy en día un soneto endecasílabo es como seguir copiando a Velázquez y no enterarnos de que existe Picasso.

Creo, pienso, opino que tanto la poesía como la pintura evolucionan a la par de las modas predominantes. Por ello, hemos de entender que las tendencias artísticas son nuevos caminos que el hombre creativo ha de poner en práctica, y esperar del poeta moderno y contemporáneo obras de su tiempo: de hoy. Opino que podría investigar en la palabra tal y como lo hacen los pintores o los fotógrafos surrealistas con el Photoshop y sus fotomontajes o investigaciones, que en poesía se podría llamar «palabramontajes». El surrealismo o superrealismo en la poesía no es nuevo como sucedió con el postismo o postsurrealismo (vanguardia tras la guerra civil de los años 40 perseguidos por la censura franquista). Los medios actuales como los procesadores de textos nos facilitan el trabajo, y nos permiten ser más veloces, que aquellos antepasados que usaban plumas de aves, el lápiz o las maquinas mecánicas de escritura.

Todas las artes cambian y la poesía también cambia y lo observamos rápidamente si comparamos un soneto del siglo XVI, y el último premio Hiperión, por ejemplo. Si alguien me dice: «A mí no me gusta Picasso», le respondo «pues bien, pero si sigues pintado casitas con ciervos, jamás te darán un premio de pintura contemporánea». La gloria será de ese poeta que llevado por un impulso o «rapto interior» imparable se ejercita en el oficio de poeta, y es valiente en sugerir ideas, sentimientos nuevos o extraños o descubre la parte de un todo y deja incógnita a merced del lector.

De la libertad en la expresión poética

Uno de nuestros poetas, más famosos hoy día es sin duda Miguel Hernández, quien no llegó a concluir su carrera poética por su catastrófica muerte con 31 años; sin embargo, dejó una lección importante como que la poesía es un «arma de guerra y de lucha». Sin miedo alguno escribió Vientos del pueblo, 1937, donde llamó a la lucha contra el fascismo. Nombrado por sus carceleros «poeta del pueblo», sus escritos le llevaron a la muerte en la cárcel. Es un ejemplo de poesía bélica en absoluta libertad, cuando nos se sabía que la II República se iba a perder con la guerra civil española.

Hay que respetar los gustos y la libertad de expresión, pero cuando hablo de poesía quiero hablar del arte de la poesía, no de un pseudopoeta que rellena sus cuadernos cuadriculados sin un plan compositivo, ni de un pintor de casitas y ciervos.

Este ensayo intenta exponer la teoría poética, el arte de la poesía como expresión del hombre actual ante los problemas de la vida actual.

Lo expresó muy bien Luis García Montero, poeta indiscutible de la experiencia:

El vocabulario de la realidad ha cambiado, y ese cambio antropológico del que hablabas [se dirige al entrevistador] a mí me interesa como poeta porque también es un cambio de lenguaje, es el lenguaje de la realidad. El libro tiene mucho de planteamiento de cuáles eran las metáforas y los símbolos de aquella época.

Se utiliza hoy mucho lo que se llama poesía urbana, no es aquella en la que aparecen muchos semáforos o muchos taxis, anuncios o ciudades, sino la del hombre ante los problemas de las grandes metrópolis.

La poesía es un medio y un acto libre e individual y tiende a fortalecer los principios éticos y morales de la persona hacia un estado de superación. La poesía es minoritaria porque es singular, si buscan un éxito rápido han de buscar otros géneros literarios, la poesía es esto: marginación, escisión, lucha y realidad. Pero también hemos de pensar cuáles conceptos son lo que vamos a escribir y si se asocian entre ellos.

Porque la poesía profundiza desde la experiencia para poder exponer temas que son difíciles de explicar o hacer visible lo invisible. Lo que sucede, es que hay lectores que confunden la profundidad con la oscuridad, y hay poetas que usan recursos fáciles para crear lo extraño y raro, lo hermético y abstracto, y los lectores, por lo general, los confunden con la profundidad.

La época clásica de los elegidos, de los profetas y de los favorecidos por el don divino de la gracia, el aliento de las musas o procedente de los dioses, según Platón, ya pasó, ahora es creación, técnica, trabajo, intuición e inspiración del hombre creador.

Los elementos inherentes a toda creación, resumiendo el discurso del ensayista portugués: Vítor (sic) Manuel De Aguilar e Silva se reducen a las reflexiones, confesiones, revelaciones y la meditación del sujeto. Sin embargo, podemos añadir nuevos elementos de la creación, mediante los estados del subconsciente, los sueños, la escritura automática, las greguerías, las asociaciones abstractas de palabras al azar; consecuencia, siempre, del proceso de la investigación y el trabajo de taller con los borradores.

Conclusiones

No se puede avanzar en poesía si no se lee a los grandes poetas como Espronceda, Bécquer, Rubén Darío, Amado Nervo, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Pablo Neruda, Miguel Hernández, José Ángel Valente o a Paco Brines... Es fundamental leerlos y estudiarlos para comprenderlos, para que nos dejen un poso de sabiduría poética en la taza de nuestros sueños líricos para ser, al menos, un aprendiz de poeta razonablemente creíble. Pero también es imprescindible ponerse el mono de poeta y trabajar, escribir y romper casi más de lo que se escribe, y ante todo sentarse a escribir como si fuera un oficio; pues de lo contario no saldrá nada que valga la pena.