La palabra monoteísmo proviene de la unión de dos palabras del griego antiguo: μόνος, «monos» que significa solo y θεός, «theos» que significa dios. En otras palabras, es creencia en un solo Dios. Pero, ¿cuál dios? una pregunta válida ya que, desde el «atonismo» —culto religioso del Antiguo Egipto fundado por el Faraón Akenatón y su consorte Nefertiti en el año 1348 a. C.; religión que enseñaba que solo había un dios, Atón: dios misericordioso, todopoderoso y único; que guiaba al pueblo egipcio a través de sus hijos: valga decir que eran Akenatón y Nefertiti—, han existido numerosas religiones monoteístas; todas ellas bajo el concepto y la premisa de un dios único, «monolatrismo». Sin embargo, muchas de ellas, reconocen la existencia de otros dioses, pero de menor rango o dignidad de adoración, en comparación con el dios superior, concepto religioso que se conoce como «henoteísmo». Y sin mencionar que existe una derivación del «deísmo»: postura filosófica, teología y racionalista que rechaza la revelación como fuente del conocimiento divino y sostiene que la razón empírica y la observación del mundo natural como formas de pensamiento exclusivamente lógicas y confiables son suficientes para determinar la existencia de una deidad suprema como el creador del Universo a la que se conoce como «panenteísmo». Este indica que Dios es a la vez inmanente y trascendente al Universo, pero no se limita a él. Por otro lado, el «panteísmo» afirma que el Universo, la naturaleza y la deidad a la que, los monoteístas llaman Dios; son equivalentes. Y el «pandeísmo» que proviene de la combinación de este y el deísmo es la creencia de que el creador del universo de hecho se volvió el universo y dejó de existir como una entidad separada y consciente.
¡Pero ahí no termina la historia!
Como lo mencioné en otro artículo, «Ēl» era el nombre de la principal deidad cananea; allá por el año 2900 a. C. y su nombre en la lengua semítica significaba «padre de todos los dioses» en los hallazgos arqueológicos del Período Dinástico Arcaico en el antiguo Levante mediterráneo siempre se encontró a «Ēl» al frente a las demás deidades como dios supremo de todas ellas. El culto al dios «Yahweh» ya existía a comienzos de la Edad del Hierro, e incluso puede rastrearse en la Edad del Bronce; y al igual que «Ēl», «Yahweh» era un dios propio de los cananeos; solo que, en la región conocida como Edom y el Sinaí. Según la Torá, el dios de Israel se le aparece a Moisés en el Monte Sinaí para entregarle los 10 Mandamientos; este se identifica como Yahveh: un término que hace referencia a la palabra hebrea de cuatro letras יהוה, transliterada como «YHWH» o «YHVH» que también significa «Yahweh». Como todos sabemos para el judaísmo «Yahveh» es el dios es único; creador y gobernante del universo; el dios de Abraham, Isaac y Jacob; el dios nacional de los israelitas y valga decir, el tercer dios creado por la religión y los sumos sacerdotes a imagen y semejanza del hombre: el primero fue «Ēl» y el segundo Akenatón.
Continuando con la historia
El zoroastrismo debe su nombre a Zoroastro: castellanizado como Zaratustra. Profeta y fundador de la religión que, a su vez, derivaba de la antigua religión conocida como mazdeísmo que significa devoción a «Ahura Mazda»: nombre de la entidad suprema del zoroastrismo y divinidad principal en la religión del Antiguo Imperio Persa. Se cree que el zoroastrismo tuvo sus orígenes en el Turquestán occidental entre el I y II milenio a. C. Siddhartha Gautama fue un asceta eremita y sabio que buscó la iluminación espiritual y cuyas enseñanzas transmitidas fundaron el budismo; de hecho Buda en sánscrito significa «despierto» o «iluminado» y es un nombre honorífico que se le da, a quien, con contenido religioso, ha logrado el despertar completo hacia la iluminación espiritual; el budismo es una religión dhármica y Siddhartha Gautama «Buda» vivió entre los siglos VI y V a. C. Del budismo pasamos al cristianismo: religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret; al que, como todos sabemos, debemos las siglas a. C. (antes de Cristo) y d. C. (después de Cristo). Y del cristianismo pasamos al islamismo cuyo profeta fundador fue Mahoma quien vivió entre los siglos VI d. C. y VII d. C. y cuyo dios recibe el nombre propio de «Alah» o «Alá»: castellanizado.
La definición más amplia de monoteísmo caracteriza las tradiciones del babismo, el bahaísmo, el caodaísmo, el cheondogyo, cristianismo, deísmo, fe drusa, eckankar, sijismo, sectas hindúes como el shaivismo y el vaishnavismo, islam, judaísmo, noajismo, mandeísmo, rastafari, seichō-no-ie, tenrikyō, yazidismo, y zoroastrismo, y se encuentran elementos del pensamiento premonoteísta en las primeras religiones como el atonismo, la religión china antigua, y el yahwismo (Ver la historia del monoteísmo).
Conclusión y corolario
La creencia en dios como una deidad creadora del universo más que una doctrina o un concepto teológico y filosófico, es un fenómeno cultural, humano y universal. Por decirlo así, intrínseco a la naturaleza humana. Lo de concepto y, muy especialmente, lo de doctrina, se lo da la religión; más específicamente el adoctrinamiento religioso. Ya que, dios no pertenece a ninguna religión, ni a un grupo humano particular. Él es universal.