La obra de Kiko Amat es una de las experiencias más singulares e interesantes del panorama literario español de las últimas dos décadas. Paso a paso y sin la publicidad mediática de ser la voz de su generación, a él solo se le atribuye el logro de haber conseguido mantener una carrera sólida y alcanzar una prosa tan directa como cuidada más allá de -aunque la tiene, y mucho- la ironía y el humor con cianuro. Antes del huracán es su quinta novela desde que empezó con El día que me vaya no se lo diré a nadie (2003). Y las cosas han cambiado. Para bien. En esta obra, mal-llamémosla de madurez, Kiko Amat no solo recoge y desarrolla sus obsesiones centrales, sino que además lo hace proponiendo una evolución en su prosa y en sus temas.
Como el título indica, la novela nos habla de lo que había antes de un cataclismo, de un universo que dejó de existir. Con esta premisa nos dirigimos a uno de los trazos inequívocos de la narrativa de Kiko Amat, el de volver a bucear en un tiempo, la infancia, y en un entorno, la familia, sin que por ello sean -ni mucho menos- embellecidos o añorados, pero que sí destilan unas gotas de nostalgia de cierre de bar.
La acción se sitúa, como no podría ser de otra manera, en la periferia de Barcelona. En Sant Boi de Llobregat concretamente. Para los que no lo sepan allí está ubicado el centro psiquiátrico más importante de Cataluña – de hecho, hay dos-. Y de eso trata precisamente la trama, de la experiencia de la locura, de indagar en lo que lleva a una persona a pasar de un lado a otro de las rejas. Todo ello colmado de personajes amatianos, seres un poco al margen, que viven la rareza con naturalidad -esta vez con menos ternura- y para los que perder es la opción que tienen configurada por defecto. Y entre ellos está Curro, un protagonista cervantino que, como todos los locos, se ve cuerdo entre ellos y del que se va mostrando las diferentes partes de su vida en un entorno marcado por la enfermedad, la perdida y la silente desesperación. Hasta que todo estalla.
Que no se confunda el lector, a Kiko Amat poco parece importarle la denuncia -aunque está presente- o el condicionamiento social ad hoc. Kiko Amat es más el Céline de Muerte a crédito que un Víctor Hugo de extrarradio. Antes del huracán no es la historia del marginal soñador que termina aplastado por la sociedad, es la pregunta abierta del porqué unos caen en la locura y otros no.
Mención aparte merece el acertadísimo tándem literario que conforman Curro y Plácido, dos personajes quijotescos al estilo Bouvard y Pécouchet a los que el escritor no duda – como hace Cervantes- en putear y reírse de ellos -y hacernos reír- con una esencia de ternura no condescendiente.
La prosa de Kiko Amat es terriblemente directa, visual y precisa. Sus frases son cortas, concisas y desnudas de adjetivos innecesarios o barroquismos onanistas. Su estilo in your face se muestra en esta novela más seguro y suelto que nunca, producto de un escritor que parece que sabe muy bien lo que hace y dónde quiere llegar. Se mantienen las metáforas marcas de la casa -«los restos del alcohol son como papel de lija en el interior del hueco craneal»-, y los recurrentes referentes culturales – Churchill, los nazis, Kevin Keegan, etc.- que, si bien esta vez se centran menos en la música, no aparecen de manera gratuita ni para mostrar lo grande que tiene uno el conocimiento popular.
Antes del huracán es seguramente la novela más ambiciosa –y extensa- hasta el momento de Kiko Amat. Y sale del combate más que airoso, incluso como ganador por K.O. Sabe controlar el ritmo en todo momento y combinar con estilo y audacia los momentos más profundos con esos brillantes interludios que, además de sacar todo el ingenio del narrador oral de bar que tanto nos gusta de Kiko Amat, dejan respirar la novela y la convierten en eso que se llama «un libro que entra muy bien» y que no es otra cosa que un trabajo bien hecho.
Kiko Amat nunca decepciona, su nivel es muy alto pese a no ser del gusto de todos. Ellos se lo pierden. En sus libros ha sabido evolucionar y ganar oficio sin perder el frescor de esas primeras novelas que, si no las habéis leído, deberíais. Avisados estáis.