El gran poeta y filósofo latino, Virgilio (I siglo A.C.), en su famosa obra la Eneida, a la cual dedicó 11 años de su vida, nos cuenta sobre el príncipe Eneas de Troya, quien escapando del desastre que abatía la ciudad, salva a su padre llevándolo en sus hombros hasta una embarcación en la cual llegan a las costas italianas.
Canto las armas y a ese hombre que de las costas de Troya
llegó el primero a Italia prófugo por el hado y a las playas
lavinias, sacudido por mar y por tierra por la violencia
de los dioses a causa de la ira obstinada de la cruel Juno,
tras mucho sufrir también en la guerra, hasta que fundó la ciudad
y trajo sus dioses al Lacio; de ahí el pueblo latino
y los padres albanos y de la alta Roma las murallas.(Eneida, libro I)
Esto hace sugerir una fundación mítica de la ciudad de Roma, pues Eneas es hijo de Anquises y la diosa Afrodita (Venus en la mitología romana).
Así también es el origen de los gemelos Rómulo y Remo, quienes serían descendientes del mismo Eneas. Los hermanos hijos del dios Marte y Rea Silvia, a quien le fue impuesto convertirse en vestal, sacerdotisa de Vesta, diosa del hogar, cuya única preocupación era mantener encendido el fuego sagrado, además de tomar el voto de castidad.
El mito dice que el dios Marte «yació» con la joven y de esta unión nacen los gemelos. Otras fuentes hablan de la pareja de Rea Silvia, el semidios Hércules. En cambio, Livio habla más claramente y dice las cosas por su nombre: «un hombre desconocido habría violado a la joven y que ella habría adjudicado el embarazo a la concepción divina» pues el castigo para las vestales que incumplían el voto de castidad era ser sepultadas vivas. Sin embargo, el rey Amulio temeroso de las represalias del dios gestador de los gemelos, encarcela a Rea Silvia y da la orden de abandonar a su suerte a los niños, así no sería culpado por los dioses de sus muertes. Nos llega la leyenda del encuentro de los fundadores de la ciudad, en una canasta en el río Tíber y como Moisés, son salvados de morir ahogados.
Otro relato habla de un inicio más escabroso ya que luego de ser salvados de las aguas, habrían sido alimentados por una «lupa», una loba, que en latín también significa «meretriz».
Un día 21 de abril, seguramente una mañana de primavera, de un cielo translúcido, desde la colina Palatina y desde la Aventina, Rómulo y su hermano gemelo Remo desafiándose para dividirse esa parte de tierra, imaginaron un espacio cuadrado en el cielo contando todas las aves que lo atravesaban en un cierto lapso de tiempo, poniendo, de este modo en práctica, una tradición etrusca. Fue así como Rómulo, que habría contado una mayor cantidad de pájaros, se convirtió en el fundador de la ciudad relegando a Remo al segundo lugar, asignándole la colina Aventina. Todo esto entendido como un designio de los dioses, ya que si los pájaros estaban en el cielo era por voluntad divina.
Este hecho hace que la fundación de la ciudad sea de carácter sagrado. Según este principio nadie podía atravesar los límites de la ciudad sin el consentimiento del fundador. Por este motivo, Rómulo asesina a su hermano Remo que desafiando la autoridad otorgada por los dioses rompe esta ley. Quedando así demostrado que el derecho y la ley están por sobre el vínculo familiar.
Desde el inicio esta ciudad en desarrollo, como bien lo da a conocer en sus Vidas Paralelas el gran Plutarco (46 D.C. – 127 D.C. escritor y filósofo griego), contó con un lugar sagrado dedicado al dios Asilo en donde llegaban esclavos que no eran devueltos a sus dueños, pobres que no eran entregados a sus deudores, ni el homicida a sus jueces, convirtiendo así esta ciudad en la única con esta característica. Hoy este lugar se podría identificar en la maravillosa plaza proyectada por Miguel Ángel, el Campidoglio. Por este motivo Roma fue siempre vista como una ciudad acogedora y con una amplia gama étnica, motivo por el cual no fue del gusto de los griegos, que basaban única y exclusivamente la ciudadanía en la consanguinidad.
¿Cómo la verían entonces los que se transferían a ella buscando una nueva oportunidad de vida en esta urbe que año a año crecía y se desarrollaba fuertemente, convirtiéndose no solo en una ciudad, sino más bien en una entidad?
Quizás como podemos verla hoy nosotros, sus nuevos «asilados», que esperamos no solo encontrar oportunidades, si no aportar un color más a la gama étnica, empapados de esta cultura milenaria.
¡Feliz cumpleaños Roma, en sus 2.775 años de fundación!