Al lado de la Fontana de Trevi, se celebra una exposición que antepone al título De la mano de Jacopo da Puntorme, dado que por primera vez expone en su totalidad el depósito de dibujos de Jacopo Carucci (Pontorme – Empoli, 1494 – Florencia, 1556), un artista más conocido con el apodo de Pontormo, derivado del nombre del lugar donde nació y cuya fama rivalizó con la de celebérrimos autores como Rafael, Andrea del Sarto, Bronzino o Vasari.
Hijo de un alumno de Ghirlandaio, Bartolomeo Carucci, cuyas obras no se conocen, a partir de 1507, fue aprendiz de Piero de Cosimo, antes, y de Andrea del Sarto, después, y en el taller de este último conoció a Rosso Fiorentino. Dotado de una personalidad inquieta y no fácilmente definible, se aleja pronto del suave claroscuro de Andrea para acercarse más íntimamente, al menos desde el punto de la sensibilidad, a su primer maestro. De hecho, la característica dominante de su producción madura estriba en la utilización de colores abstractos e irreales y la tendencia a deformar progresivamente las figuras, valiéndose de un alargamiento de éstas. Dicha inclinación se puede comprobar en el logradísimo fresco de la Villa Medícea de Poggio a Caiano de 1519-21 (Museo de Bodegones) y más aún en las obras del período sucesivo, ejecutadas bajo la influencia de Durero, con frecuentes ecos miguelangelescos. Su tendencia a la abstracción, que lo convierte en una de las personalidades más violentas del primer manierismo florentino, queda demostrada también en los retratos, con colores enérgicos y violentos contrastes cromáticos. En la última fase de su carrera, el artista vuelve al estilo miguelangelesco, quizás para expresar de alguna forma su inquietud interior como testimonian los dibujos para la decoración al fresco del coro de San Lorenzo en Florencia, frescos posteriormente blanqueados, quizás por su contenido de intensa dramaticidad.
Y ahora, la prestigiosa sede rinde homenaje a su habilidad de dibujante exponiendo las obras trazadas a mano, «de su puño y letra». Si bien, dada la fragilidad de los folios -hasta tal punto que se desaconseja sendos préstamos-, este relevante núcleo de dibujos, casi todos ocupan ambas caras de la hoja, es poco conocido incluso por los especialistas del género. Se trata de obras maestras inéditas, que se refieren la actividad creativa más personal del autor, ofrecidos al público para ser admirados y confrontados entre ellos. Indudablemente, está considerado un acontecimiento difícilmente repetible con el objetivo de aportar una ocasión de valoración crítica, teniendo en cuenta sobre todo que forman una serie de dibujos fieles a la operatividad del artista en el momento de ponerse manos a la obra. Una especie de archivo entrañable del taller, cuyo valor pasó desapercibido a los expertos del arte de Pontormo en todos estos años.
¿De dónde proceden estos dibujos jamás expuestos? Cabe indicar que todos ellos, menos uno adquirido por el Gabinete Nacional de las Estampas en 1913, proceden de la valiosa colección Corsini, anteriormente en el Palacio del mismo nombre en la Lungara de Roma (la actual Galería Corsini): la Biblioteca Corsini -donde los dibujos y las estampas se conservaban encuadernados en tomos- fue donada por el papa Clemente XII al sobrino Neri María en 1733 y ampliada por más de un siglo gracias a los descendientes de la familia. En 1883, el Príncipe Tommaso Corsini la ofreció a su vez a la Academia de los Lincei y en 1895, por el personal interés del historiador del Arte, Adolfo Venturi, una parte consistente de los tomos que recogían los dibujos y las estampas llegaron a formar el núcleo original del Gabinete Nacional de las Estampas, constituido en 1895 para la conservación y el estudio de las obras de gráfica. Y se debe a la unión del Gabinete y de la Calcografía de herencia pontificia, el nacimiento en 1975 del Instituto Nacional para la Gráfica, que en 2014 añade el epíteto de «Central» según la reforma del Ministro de Cultura, Franceschini.
Así pues, comisariada por Mario Scalini (dirigente del ICG), Alessandro Cecchi (director de la Casa Buonarroti en Florencia) y Giorgio Marini (responsable del Gabinete de Dibujos y Estampas), con la dirección de Giovanna Scaloni (historiadora del Arte del ICG), la exposición se enorgullece en presentar los 29 folios con los dibujos de Pontormo, propiedad del Instituto, que demuestra la técnica ejecutiva sanguínea, utilizada a veces combinándola con la piedra negra o con los esfumados de tiza.
En los dibujos presentes en las caras de algunos folios (18 en total), se representan estudios de figura, se exhiben en facsímil enmarcados, debido a que siendo tan sutiles no toleran una exposición vertical.
En fín, entre los originales expuestos en las vitrinas y los facsímiles de la cara mirando hacia la pared, llegan a 47 las obras presentes de Pontormo, de las cuales 23 pertenecientes al llamado Cuaderno Corsini, cuya reconstrucción filológica queda perfectamente montada. Se trata principalmente de un repertorio de imágenes, de primeras ideas, de estudios de la realidad o incluso de estudios preparatorios (como por ejemplo para el Retablo Pucci de San Michele Visdomini en Florencia). Estas hojas de papel son de tamaño reducido (210 mm x 150 aproximadamente). Mientras otras páginas de gran calidad se refieren a bocetos para unas composiciones jamás realizadas, como el San Cristóbal, imagen como hilo conductor de la exposición, el estudio para la luneta con Santa Cecilia o los del Retrato para Piero de Médici.
Se brinda al visitante el primer acercamiento a los trazos plasmados directamente «de la mano» hábil de Jacopo Pontormo.
No queda más que añadir que el Instituto Central para la Gráfica ha firmado un acuerdo con una sociedad privada -con la que ya colaboran las Galerías de los Uffizi- para obtener la mejor visibilidad en las redes con altísima definición de todas las frágiles piezas a disposición de la sede.