Tener la motivadora oportunidad de encontrarme con frecuencia tomando un sabroso café con Armando Uribe en su departamento, fue algo fuera de todo cálculo. Nunca lo habría imaginado. La imagen de un hombre en extremo serio, frío, lejano, de aristócrata al borde de la pedantería, aun intimidante, me preocupaba. Su historia como abogado y profesor experto en derecho minero, profesor titular en La Sorbona, ex embajador en China. Su prestigio de poeta, ensayista, Premio Nacional de Literatura. Un intelectual respetado transversalmente. ¿Mi presencia, que podría importarle y menos aportarle? Pero yo estaba seguro que para mí representaba un privilegio, una gran oportunidad. Cada café conversado que bebía en su presencia, era una verdadera master class personalizada. Un privilegio que yo atesoraba, apuntando sus detalles en mis múltiples libretas.
La llave maestra, que permitió que yo ingresara en su intimidad, fue el programa cultural de tv, Off the Record, que dirijo, hace veintiséis años, en compañía de mi amigo Fernando Villagrán.
Esta relación, esta virtual complicidad, surgida en el tiempo con Armando Uribe, fue la que me permitió proponerle la realización del video arte Pre-Apocalipsis, que exigía que Armando tuviera que declamar sus textos espontáneos, desde el interior de un ataúd. Algo que no me habría imaginado nunca poder proponerlo, si no hubiéramos tenido todas esas horas de conversación que precedieron la realización de aquel proyecto. La confianza, el respeto, la amistad -y por qué no decirlo-, el cariño mutuo y la camaradería que nos unió, fue lo que me permitió articular aquella escena, sin temor a que Armando Uribe me mandara al carajo. El poeta tenía un humor negro que nadie se habría imaginado y que quedó registrado en ese video. Aquella experiencia de grabar sus textos espontáneos, eran la fórmula a usar nuevamente, en nuestro siguiente proyecto cinematográfico titulado Mapocho, una herida abierta. Era tal nuestra complicidad durante nuestros cafés, que varias veces Armando interrumpió nuestro diálogo. Se levantaba de su sillón clásico estilo inglés, cogía una moneda de 500 pesos, de un montón que estaba en un pocillo, salía al balcón y lanzaba la moneda al organillero haciéndole un gesto para que no siguiera tocando. Esta escena se repetía cada semana. El organillero sin entender, ganaba ese dinero en silencio.
Poder asistir a su departamento y escuchar sus reflexiones; permitirme ofrecer mis puntos de vista, fue un ejercicio cuya importancia -no puedo negarlo- me ayudó a formatear mi criterio, mi sentido común, mis futuras reflexiones sobre el mundo, sus crisis y conflictos. Y como Uribe repetía, sobre la estupidez humana. En un planeta donde los casi ocho mil millones de habitantes están gobernados por un mismo sistema económico capitalista, desregulado, sin control suficiente, como también repetía Uribe. Situación que en Chile impide que la justicia actúe de forma ecuánime, provocando en la gente un sentimiento de injusticia, ya que se sienten padecer de cáncer con metástasis, el cual compromete el oxígeno que todos respiramos, lo que termina transformándose en el germen de todos los tipos de violencia que afectan nuestra sociedad. Violencia que impide o atrasa la posibilidad de lograr acuerdos transversales que ayuden a resolver, en forma pacífica y racional, las desigualdades imperantes.
Otra idea u opinión que fui reafirmando en mi dialogo con Uribe, fue sobre el rol que debe jugar el arte, la cultura, la ciencia y todo trabajo creativo, en la sociedad.
Quienes son parte de ese mundo cultural, su mayor aporte debería ser inducirnos a superar fronteras mentales, provocarnos la reflexión, ayudarnos a romper tabúes, despertar nuestra ceguera frente a los dogmas políticos, culturales y religiosos. El arte y los artistas deben ser militantes de la democracia, sin sesgos de ningún tipo. La cultura debe ejercer un efecto liberador, sanador, de desarrollo personal y colectivo. Pero teniendo siempre en mente que los procesos de cambios sociales son lentos, a menudo, lleva generaciones poder concretar avances efectivos. Es ahí donde el arte debe jugar un rol esperanzador, positivo, constructivo. Ayudar a que la gente pueda creer nuevamente, soñar, tener utopías.
Otro aspecto decisivo que recogí de nuestros encuentros, fue que debemos otorgarle suma importancia a nuestras experiencias y vivencias personales. Son estas nuestros pilares donde se apoyan nuestros sueños y creaciones.
El concepto ViralizArte, que describo más abajo, es resultado de la buena disposición mostrada por Armando Uribe, para compartir conmigo, la realización de múltiples proyectos. De esta relación surge el film Pre –Apocalipsis:
El poeta Armando Uribe, ha muerto. Rumbo al Cementerio General, la carroza tirada por dos negros caballos, pasa por emblemáticos lugares, la Catedral, el Congreso, el palacio de la Moneda y Sanhattan. En cada uno de estos lugares el poeta realiza una descarnada critica al mundo que le correspondió vivir. Ya en el Purgatorio, Uribe se enfrenta a Kissinger, a Agustín Edwards y a Pinochet, a quienes encara por sus cometidos en la tierra. Finalmente, el poeta se lamenta: A lo mejor no estoy muerto, a lo PEOR.
Cuántas veces salí de mi departamento en Avenida Santa María, crucé el Río Mapocho, a la altura del puente Pío Nono. Pasando por un costado de la hoy llamada Plaza de la Dignidad, para internarme en el bello Parque Forestal. Era una rutina que esperaba siempre con mucho interés. Escucharle, e intentar retener lo esencial de cada uno de sus auténticos discursos, era la tarea que me imponía. Confieso que no me era fácil. Ya de regreso en mi departamento, sufría procurando recordar todo aquello que me había gatillado, cada uno de sus verdaderos monólogos, para perpetuarlos en mis apuntes.
Como ya lo describí en un anterior relato sobre el film Pre-Apocalipsis, proyecto que realicé con Armando Uribe, mi objetivo era captar lo esencial de sus discursos. Esto, unido a mi fijación por encontrar significados a los detalles, fue construyendo mi fórmula de plantearme el desarrollo dramatúrgico de mis proyectos cinematográficos.
El proceso que uso también en Mapocho, una herida abierta, es una clara muestra de lo que postulo como mi formula de trabajo en la realización cinematográfica. La meta de estas producciones es no sobrepasar los 35 o 40 minutos. Ya que, finalmente, lo más importante para mí, es que tengan la virtud de provocar una larga conversación luego de la proyección. Los llamo “pequeños filmes que dan que hablar”. Esta manera de enfocar mi producción y el rol que yo le asigno a estos filmes, lo titulo: ViralizArte , CineOff o Cine en Proyección. Que finalmente, no es otra cosa que un Cine de Cámara.
Combina tres artes: Cine, Música y Poesía, lo que también se pueden resumir en: imagen, sonido y palabra. ViralizArte, es poesía audiovisual social.
Todos quienes participan en su creación, lo hacen sin que necesariamente deba existir dinero para llevarlo a cabo. En este proyecto, prima el propósito colectivo de su gestión. La amistad, el vincularse y conocerse, el intercambio de opinión, el trabajo entre lenguajes diferentes que deben confluir en una obra artística. Es una especie de jam session, audiovisual.
Estos filmes no están realizados para competir en festivales de cine, sino para compartir en encuentros cinematográficos. Son filmes producidos para intercambiarlos con los colegas e interesados en conversar de cine. No soy partidario de esos festivales, donde gana uno y todo el resto pierde. Realizar un film, requiere mucho esfuerzo, de todo tipo, por lo que ningún film merece ser perdedor. Promuevo los encuentros de cineastas y el público. Es la manera de ir generando un espíritu colectivo entre colegas. Otro aspecto complementario de mi propuesta, está relacionado con los fondos concursables para el cine y todas las artes. Pienso que deben tener como objetivo estar dirigidos hacia la formación educacional, en todas sus etapas. Para lo cual se requiere la coordinación entre el Ministerio de Cultura, que maneja los fondos y el concurso, con el Ministerio de Educación, quienes manejan los contenidos y los estudiantes como público objetivo. Esta propuesta es la mejor forma de lograr crear una cinematografía nacional, que logre sostenerse localmente y desarrollarse en el tiempo. Los cineastas que tienen como objetivo el éxito internacional, las alfombras rojas y selfis con famosos, que busquen en el sector privado los recursos. Los fondos públicos, deben tener como meta, generar contenido para la educación. De esta manera el cine estaría cumpliendo con un rol público en la sociedad. Un rol colectivo y no saciando el ego de algunos pocos.
Fue durante estos encuentros con Armando Uribe que surgió el complemento de la fórmula de encarar el desarrollo de cada nueva producción cinematográfica iniciada en Suecia. Esta idea tuvo su gestación en mis dos primeros años en Suecia. Durante el tiempo que duró mi aprendizaje del idioma. Todos los días iba a estudiar sueco. Comencé a aprovechar el tiempo del viaje, de ida y regreso, para observar de manera casi quirúrgica a los suecos que compartían el mismo trayecto.
La rutina se iniciaba muy temprano, en el bus 504 de Viksjö a la estación del Pendeltag (Metrotren), en Jakobsberg. De ahí me transportaba rumbo a T-Centralen, en el centro de Estocolmo. Lugar desde donde finalmente subía al Tunnelbana (Metro), para así poder llegar a Östermamstor. Un barrio con mucho glamour, donde estaba el Instituto de Lenguas. Mi observación consistía en escudriñar en los suecos, detalles de su vestuario, la combinación de colores que usaban, sus gestos, sus tics. El cómo me miraban. Para ellos yo era un Svartkalle (cabeza negra, al igual que los turcos, africanos, asiáticos). En resumen, yo observaba todo detalle que me sirviera para decodificar e interpretar que había en el interior de cada uno de ellos. A base de estas interpretaciones, me iba formando un prejuicio, una idea de ellos y la sociedad. Cuando ya logré leer y hablar sueco, comprobé que mi intuición, mis prejuicios y mi sentido común, habían sido certeros. La fórmula de leer los detalles se había validado.
Ahora, mi tarea con Uribe era lograr captar la idea central o la medula de cada uno de sus monólogos. Una vez concluida esa etapa, había que iniciar la búsqueda de esa esencia en los monólogos de Uribe, que se reflejaran en algún refrán, en una frase sabia, en un dicho popular, en un Haikús o poema breve, que representaran el sentir, la idea, el contenido inmerso en sus monólogos. Una vez encontrado ese diminuto texto, pero esclarecedor, ya estaba en condiciones de aplicar la parte aprendida en Suecia. Ósea, traducir ese diminuto texto en imágenes. De esta manera, son detalles, elementos, objetos, cosas, ambientes, paisajes, atmósferas, las que componen cada plano y secuencias, las que finalmente van expresando, el mensaje, el contenido, el argumento del film.
El público de hoy ha adquirido una gran capacidad de lectura rápida de las imágenes. El gran motor de este avance ha sido el videoclip musical. Múltiples canales de televisión se han dedicado exclusivamente a este género de nuevo arte, convirtiendo este género comunicacional en algo masivo. Pero, como todo orden de cosas existe un pasado, una historia que antecede un nuevo invento o creación. No debemos olvidar que esto viene de la época de Vértov y Eisenstein, quienes experimentaron con el lenguaje cinematográfico a través de la yuxtaposición de imágenes. Otro cineasta que contribuyó enormemente fue Santiago Álvarez, con su film titulado: Now. Este film es uno de los más claros ejemplos de este género. Recuerdo que, estando en Mozambique, tuve el honor de compartir con Santiago Álvarez. El director del Instituto Nacional de Cinema me solicitó que lo atendiera, que me hiciera cargo de él durante un día. En mi casa en Maputo, tuvimos la oportunidad de hablar de ese y otros de sus filmes. Aproveché de comentarle que, durante mis estudios de cine en Suecia, Now, junto al Acorazado de Potemkin y otras grandes obras del séptimo arte, eran con los que estudiábamos dramaturgia cinematográfica en el Dramatiska Institutet. Estimo fundamental, para lograr manejarse con esta fórmula, poseer sensibilidad artística, plástica y un acabado conocimiento dramatúrgico del lenguaje cinematográfico. Aspectos fundamentales en el momento de definir los elementos que participaran en la composición de cada uno de los planos. Planos que se transforman en secuencias, que captan atmósferas, paisajes. Elementos clave para lograr transmitir emociones, estados de ánimo. Esencia misma del lenguaje cinematográfico.
Anécdota fundamental
La grabación con Armando Uribe, y sus textos espontáneos para Mapocho, una herida abierta, fueron realizadas mientras el poeta se encontraba postrado en cama. El cuarto de dormir no podría ser de otra persona, sino de un escritor, poeta, lector empedernido. De alguien muy interesado en política nacional e internacional, entre otros temas de lectura. El piso del cuarto estaba totalmente abarrotado de libros, revistas, recortes de prensa y otros papeles que hacían ver la cama sumergida en ese mar de letras. Literalmente, Armando navegaba entre olas de papel.
Luego de instalar la cámara e instalarle el micrófono lavalier, nos dispusimos a grabar. A modo de ejemplo, yo le decía: Ok, usted está ahora en el lecho del Río Mapocho, y desde ese ángulo, desde esa perspectiva, usted ve pasar volando los hawker hunter rumbo a bombardear La Moneda. Uribe, sin titubeo, inmediatamente inicia su relato espontáneo, sin pausas. Así, sucesivamente, fuimos describiendo diversos momentos de nuestra historia reciente como país, desde ese ángulo del Río Mapocho. Momentos históricos que van dando forma y contenido al film. Este proyecto cinematográfico muy pronto verá la luz y llevará por nombre: Mapocho, una herida abierta.
No puedo dejar de mencionar un hecho importante que sucedió durante la grabación de este film con Armando Uribe. Una vez terminada la grabación con el poeta, transcribí su relato. Luego de varias lecturas, hice algunos recortes en partes que me parecían repetidas o simplemente pensando en el ritmo del film. Acto seguido, fui a entregarle el texto para su comentario. Al cabo de unos días, Armando Uribe, me hizo llegar un texto espontáneo, el cual copio de inmediato: