Es bien sabido que el estilo del fast food ha permeado la literatura (y casi que todo en el mundo moderno), aunque existen autores (y muchas cosas más) que se resisten a dicha moda (o pereza modernista) y continúan con la rigurosidad de Dostoievski, Rabelais, y todos esos “clásicos” que leíamos de jóvenes y releemos de viejos. Se ha dicho. También recordarán la exquisitez de las ediciones antiguas, y estas, al ser tan caras, casi que sí se han perdido, salvo poquísimas excepciones, cuando la editorial considera que no basta una edición en papel tan ácidos que a las pocas semanas ya están amarillentos. Pues bien, dentro de ese orden de cosas nobles y extraordinarias, Cervantes y Shakespeares son dos de las mayores luminarias que ha parido el mundo, y El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y La tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca son dos de sus mayores obras, en todos los ámbitos, aún (o sobre todo) más allá de la literatura. Si aún no los ha leído, casi que les recomendamos hacerlo antes de continuar este artículo, para que no se pierda en los vericuetos que penetraremos. Y no, no vamos ha contar nada de ambas tramas, pero sí un atisbo a los “mundos paralelos” que las rodean y sostienen.
El primer velo que develaremos es la pertenencia a la masonería de ambos autores. Así como lo están viendo, masones, y como era de esperar, sus obras están cargadas de símbolos masónicos o fundamentada en sus valores. Es cierto que no hay muchos testimonios o documentos, sobre todo en el caso de Shakespeare, de que perteneciera a la masonería, pero las señas que da en sus obras son incontestables. En el caso del español no hay tanta polémica al respecto.
El segundo velo es la reelaboración de obras ya existentes para escribir las propias. Hamlet mismo no es una historia original de Shakespeare y los expertos dicen que acaso La tempestad sea su única obra original. Sin embargo, nadie se atreve a negar que lo que logra en sus “reelaboraciones” es genial y único.
Hay un libro curiosísimo que ambos autores usan de referencia e inspiración, el Talmud, aunque usted no lo crea. Recordemos que se trata de la versión impresa de la tradición oral judía, lo que se denomina la Torá oral.
En un artículo firmado por David Mendel, se nos refiere:
Su conocimiento de la Biblia es increíble, (Juan Antonio Monroy, en su libro “La Biblia en el Quijote”, menciona que encontró en el texto del Quijote más de 300 referencias bíblicas, la gran mayoría del Tanaj (Antiguo Testamento). Es sorprendente que, en una época cuando la Inquisición había prohibido la lectura de la Biblia en idioma castellano, Cervantes insertase tantas citas bíblicas textuales, lo cual prueba que la conocía y la leía asiduamente.
Un incidente donde Sancho Panza, haciendo el papel de “gobernador”, asombró a todos con su sabiduría, es copia exacta de un caso mencionado en el Talmud. (El incidente se refiere a un deudor, que, durante el juicio, había pedido a su acreedor que le tenga momentáneamente su bastón, con lo cual pudo jurar sin mentir que le había entregado el dinero adeudado, ya que el bastón era hueco y estaba lleno de monedas).
Bernardo Baruch, que fue quien advirtió ya en 1988 sobre la reelaboración del Talmud en el Quijote, nos da la pista del pasaje respectivo, que confirma una publicación posterior: Talmud de Babilonia, Tratado Nedarim 25a.
Y como es común en tantos autores del Siglo de Oro Español, también abundan las referencias mitilógicas, griegas o romanas. Don Quijote de la Mancha es una novela muy extensa, por lo que su construcción está hecha por “un edificio de muchos bloques”, por muchas fuentes. En cambio, Hamlet en ese sentido es más compacto, pues alude a una única fuente de origen francés, Amleth, si bien su enriquecimiento utiliza muchas fuentes, tanto mitológicas como científicas, pues incluso hay muchos detalles de astronomía.
Un artículo firmado por Diana M. Horta nos cuenta:
En Las Historias Trágicas, de François de Belleforest, del siglo XVI, estaría parte de la inspiración de William Shakespeare para escribir Hamlet. Así lo probarían las anotaciones halladas en un ejemplar de Las historias trágicas atribuidas al genio de la literatura inglesa y que se conserva en la Biblioteca Británica. El texto del autor francés De Belleforest cuenta la historia del príncipe danés Amleth y su venganza por el asesinato de su padre, luego de que su tío tras matarlo se casara con su madre Geruthe. El hallazgo de este libro con anotaciones manuscritas de Shakespeare es del investigador John Casson.
Bien, ahora regresemos al Talmud. Shakespeare y el Talmud, quizá le parezca descabellado, pero no lo es, hay muchos estudios al respecto. Aquí tienen otro detalle que la inmensa mayoría pasa por alto: Matrimonio de realeza, regicidio y levirato en Enrique VIII y Hamlet.
Hamlet es la obra más estudiada de Shakespeare. Lo que a menudo se desconoce hoy en día, pero era bien conocido en toda Inglaterra en ese momento, era que los temas del regicidio, el matrimonio y la legitimidad estaban profundamente conectados con el reclamo de Isabel al trono, con los matrimonios de Enrique VIII con Catalina de Aragón y Ana Bolena. , ya la legitimidad misma del trono inglés. Sorprendentemente, el lector con conocimientos bíblicos también comprenderá algo que no podría haberse perdido para alguien tan bíblico como Shakespeare: que la dinastía davídica, la familia real más célebre de las escrituras judías y cristianas, descendió de una serie de relaciones que están vinculadas al concepto de Yibbum. El lector atento de la historia de David también verá cómo David lucha por equilibrar la familia y la política, su amor por sus hijos y su responsabilidad por el bienestar del país y la monarquía. Es imposible estudiar el libro de Samuel, o Hamlet, sin considerar una de las cuestiones centrales que se discuten hoy en la política: ¿cómo impacta lo personal en lo familiar?
Hay una conferencia, Del Talmud a Shakespeare y de regreso, sumamente interesante, donde, para citar solo un ejemplo, el monólogo de Hamleth está enmarcado en las discusiones talmúdicas sobre nacer (vivir), es decir, sobre ser o no ser. Esta discusión nos lleva bastante más lejos de lo que pretendemos en este breve artículo, por lo que dejamos a su discreción adentrarse en el tema.
Y ahora volviendo a Don Quijote, mencionaremos las no pocas obras que estudian su relación en ámbitos del esoterismo, el hermetismo, la antiguas órdenes masónicas o caballerescas templarias, etc, etc. Muy de destacar, por la naturaleza de la bibliografía existente, es su relación con la cábala, y esto gira sobre un punto álgido que es la pertenencia o no de Cervantes a la fe judía. La mayoría se decanta por llamarlo converso, o hijo de conversos, aunque insinúan que seguía fiel al judaísmo en secreto. No lo sabemos a ciencia cierta, pero los estudiosos creen ver pruebas de ello por doquier en Don Quijote de la Mancha, desde el nombre de los personajes, el título, los platillos, y un largo etcétera, que redondea la idea del Cervantes cabalista, amén de masón y estudioso del Talmud y la Biblia.
Muchos libros han sido inspirado por Don Quijote, como el célebre Monseñor Quijote, de Graham Green, por citar solo uno de quién sabe cuántos. Lo mismo ocurre en cine, artes plásticas, radio, televisión, y casi que donde sea. Hamlet en ese sentido es asimismo parte del ADN de la cultura occidental. Ahora bien, aquí tenemos un detalle curioso: Shakespeare escribrió una obra teatral sobre Don Quijote en colaboración con John Fletcher, aunque no se conservan copias. No se sabe exactamente cuál de los autores leyó a Cervantes, pero sí que, “En el libro de contabilidad del tesorero del rey Jacobo I de Inglaterra (1566-1625) hay dos entradas que hacen referencia a una obra de teatro titulada Cardenno o Cardenna”.
Nuestras vidas son muchas veces quijotescas, cuando no continuamente, y nos enfrentamos a diario con los fantasmas de Hamlet, y no nos referimos exactamente al padre asesinado, el buen lector sabe de qué hablamos. Igualmente, Cervantes y Shakespeare han dejado de ser lo que eran para ser parte, no solo de nuestra memoria, sino de nuestros pasado, presente y futuro, en tanto representen la locura humana que nos mantiene vivos a pesar de lo horrible, dándonos fuerza por revelar los rostros hermosos del mundo.