Explicarnos la naturaleza u origen de la creatividad humana, impele a vernos en el doble espejo del arte rastreándonos a nosotros mismos, mirándonos mutuamente en la pantalla de la imaginación, para reconocernos con ese otro objeto de nuestro deseo. En ese lapso de mutuo reconocimiento descubrimos que tenemos un cuerpo que, como dice Georges Bataille:
Constantemente se da miedo a sí mismo. Sus movimientos eróticos lo aterrorizan (Bataille, G. El Erotismo. 2005. p. 11).
Importa descubrir entonces que tenemos un cuerpo para proponer, actuar, pero también desear. En tanto humanos, nuestros cuerpos son territorios cada uno con sus grados de similitud o diferencia, raza, credo, posicionamiento ideológico, preferencias sexuales, pero también pulsión e interioridad. Necesitamos saber más de nuestros latidos y jadeos, aprender de aquello que el cuerpo devela con signos: Consciencia de que somos materia y espíritu, lo cual estimula a decirlo con el lenguaje —verbal y no verbal— de dicha corporalidad; somos «campo de batalla», donde se manifiestan esos grandes enfrentamientos de la existencia.
Las fotografías de Nelson Morales y el proceso
Necesitamos de esta reflexión, en tanto contribuye a comprender el lenguaje fotográfico y talento de este artista de Oaxaca, México, quien intrinca su forma de arte con las muxes, modelos a las cuales él accede observando los protocolos de ética y respeto en el nexo que entabla un artista con el sujeto de su creatividad. Nelson es un investigador y productor cultural, vierte su sensibilidad para captar aquella belleza excelsa, la del erotismo de los cuerpos, Bataille aduce que, ante esta belleza, se manifiesta terror.
Cuando aprecio sus obras artísticas, pienso en el proceso de investigación previa, producción y realización que, en su caso, implica la calidad y genuinidad de la fotografía contemporánea. Comenta que él no tiene un estudio fotográfico, que en cada pieza dispone lo necesario in situ, ahí donde va a trabajar explora factores atmosféricos, luz, viento, además de costumbres, culturas, condiciones sociales, étnicas, hasta tener un mapeo apto para sus capturas. Diría que tal entorno también posee una voz fundamental en su trabajo.
Todo este protocolo me hace pensar en la performance, y en particular en la foto-performance y en el lenguaje del arte de hoy (sin embargo, permítanme aclarar mi percepción personal de que en México suele darse una performance, alejada de la conceptualidad y el arte —ese carácter de revista musical no me gusta en absoluto—, pero la suya, la performance de Nelson Morales, está exenta de ese desliz). La teatralidad que alberga su fotografía, me recuerda —y no es que sea un referente suyo— a la pintura del italiano Michelangelo Caravaggio, quien incluso llevaba al interno del estudio la luz solar, a través de espejos, y de ahí la calidad de iluminación y colorido que enciende a sus personajes. Esta permite captar al fotógrafo, en el caso de Nelson, la psicología del sujeto, el lenguaje de la mirada tan importante en ese universo.
A lo que quiero llegar con esta exploración, es clarificar de dónde viene el interés de Nelson Morales en las muxes, y de captarlas incluso en el trance de ligar con un camionero en plena vía pública (Palabra de Reina. 2015), o acompañando a la madre, o mirarse al espejo ataviando su cuerpo de parafernalia y buqué del trucado, lo cual precede como ritual de erotismo a la toma foto-performática, arte de hoy.
Catar lo prohibido
Estos exóticos sujetos vestidos con trajes tradicionales e indumentaria de pulcra factura, traen tras de sí una aureola de lo diverso —de muxe—, y los discursos queer acerca del erotismo en el arte contemporáneo, que de alguna manera aún hoy son portadores de lo prohibido. El miedo que entraña es un atractor en las relaciones humanas, y en la construcción del sí mismo; conlleva la actitud de cuestionar, tan propia del artista actual al innovar y cohesionar su discurso, que motiva a alejarse de lo pueril u ordinario. Respecto a lo pulsional y al temor, que no deja de consentir este tratamiento del lenguaje, el citado filósofo francés observa el erotismo de los cuerpos, al afirmar:
Si la prohibición deja de participar, si ya no creemos en lo prohibido, la trasgresión es imposible… (Bataille, G. El Erotismo. 2005. p.146).
Tal «construcción del sí mismo», referida al inicio, me lleva a otro pensamiento literario, esta vez del emperador romano Adriano, en la novela reescrita por Marguerite Yourcenar y traducida por Julio Cortázar:
He soñado a veces con elaborar un sistema de conocimiento humano basado en lo erótico, una teoría del contacto en la cual el misterio y la dignidad del prójimo consistiría en ofrecer al Yo el punto de apoyo de ese otro mundo (Yourcenar. 2003. p. 20).
Entonces, para volver al arte de Nelson Morales, diría que él es en suma sensible al evidenciar ese «sistema de señales del cuerpo» para maniobrar en los territorios de la sensualidad y, quizás, hasta lo prohibido, que distinguen lo conceptual, tanto como la factura técnica.
Aclarados estos aspectos formales de los escenarios humanos, interesa considerar el origen de tus motivaciones, que nos hables de tus temores, la preocupación estética de lo que intentas lograr porque te empodera. Y, dentro de este contexto e interrogantes, ¿quiénes son las muxes, y a cuál confesión te refieres?
Las muxes son personas LGTBI, tengo muchos años de observar su identidad, me importa conocerlas, perderles el miedo e identificarme con su modelo de vida o actuación social, pero, y muy importante, aceptación cultural, en esta región oaxaqueña donde se les conoce con esta figura «muxes», que deriva del vocablo mujer. Aquí quiero hacer una confesión: yo mismo me comporté como una de ellas, intentando quizás desafiar ese gesto social que lo reprime.
¿Cómo o cuándo o en qué condiciones llegan las ideas para crear fotografías? Háblanos del proceso de trabajo y cómo se dispone para perseguir lo buscado, lo que crees y defines como artista actual.
Mis inicios transcurrieron fotografiando en blanco y negro, quería lograr el efecto de aquellas imágenes antiguas, luego me interesé en la foto contemporánea y alcanzar el conocimiento de estos procedimientos de manera natural, experimental.
Considero que éste es un talento natural, pero importa manejar las nociones o ABC del arte fotográfico, que nos impulsa a crear cierto carácter de imágenes: la fotografía es una continuación de la vida, con sus resquemores y satisfacciones a la vez, la obra es como un registro de lo vivido, sentidas contingencias e incertidumbres intrínsecas.
¿Existe un momento propicio para crear?, ¿observas un ímpetu, un estado, un lugar, un ambiente, un clima emocional para que la creatividad fluya y se manifieste como lenguaje?
Vivo en pequeño pueblo fuera de Oaxaca, y ahí encuentro muchos e interesantes modelos a rescatar. Respecto al momento, puede ser cualquier instante del día, pero no al medio día cuando el sol quema y es pesado. Manejo la iluminación natural o en otras la artificial, eso me permite aprovechar la emocionalidad de los sujetos que me modelan. Aunque también me adapto a lo que ellas puedan ofrecer, lo importante es que todo fluya. Puedo hacerme su cómplice, para propiciar las ideas.
El lugar implica con el resultado, me siento mejor en la naturaleza, tengo una singular fascinación con los verdores en su diversidad de tonos y texturas visuales y las vibraciones que provocan.
¿Qué es una idea en fotografía?, ¿un estímulo, un deseo, una pulsión?, ¿cómo defines la naturaleza o marco de una idea?
La pulsión es una palabra muy fuerte y debe tocar todas las fibras del cuerpo. Significa alistarse a experimentar cosas extraordinarias: un cosquilleo dentro de sí. Ocurrió cuando les propuse a ellas que me maquillaran y ponerme una peluca, verme como muxe me impresionó. Importa dejar fluir la pulsión para que puedan suceder otras cosas en la concreción de la imagen.
Respecto a la huella personal, al lenguaje con que acostumbras a manifestar tus percepciones creativas y que identifican tu forma de arte: ¿qué es lo tuyo en fotografía? ¿Posee algún gesto común, un encuadre, un lenguaje?
Lo mío es explorar el cuerpo y la diversidad sexual desde mí mismo. Soy muxe, como te afirmé, aunque en un principio lo rechazaba, llegué a convertirme en una de ellas. Yo quería ser la persona que no era, por lo que fui explorando la experiencia desde la aceptación de mi cuerpo, y encontré mi identidad con todo lo que pasa alrededor.
¿Cómo defines ese estilo, lenguaje o manera de decir las cosas con tus fotos y que implica la investigación autorreferencial?
Es fotografía pictórica, nada documental, una mezcla de encuadres, es lo que intento, nunca planeo la producción, dejo que se manifieste lo azaroso. La vida es el azar, me dedique a esto porque me motiva explorar, solo hago el intento de comenzar y luego dejo fluir la vida en lo que hago.
En cuanto a tu identidad profesional como fotógrafo exitoso y artista renombrado, ¿quién es Nelson Morales en la fotografía contemporánea de México?
Inicié investigando a los maestros de la fotografía de este país, conocer quién era quién en el arte y contexto nacional, lo hice quizás para encontrar mi nicho y lo he defendido con años de esfuerzos. Hoy soy uno de los pocos autores que abordan el tema de la diversidad sexual, e identidad de género en México. Mi trabajo ahora le da la vuelta al mundo.
¿Has sentido rechazo en algún momento?
Sí, he sentido rechazo, sobre todo al inicio, en algunas galerías, tal vez por mi color y que tengo ascendencia indígena.
Habiendo enormes gigantes del este arte en tu país, ¿cuáles herramientas del oficio te sirvieron para llegar a tu actual posición aventajada?
Existen referentes como Francisco Toledo, no es mi intención superarlo. Tengo 39 años, difícil competir con esos grandes maestros a quienes admiro. Pero importa seguir vigente, buscar lo que me hace falta hacer y ambiciono. Aunque suene cliché: la competencia es con uno mismo.
¿Qué te hace un investigador cultural?
Trato de probar el momento, crear los escenarios, la puesta en escena para que exista un clímax, un gesto empático, y hacer una puesta.
Soy activista social, intento a veces generar una reacción de enojo, rechazo, sobrepasar la negación que tenía sobre mi persona. ¿Me hace eso un investigador cultural? El trabajo que hago es para que no se parezca a lo demás, que aporte a la cultura visual, etnográfica, que aporte interés.
¿Dónde pones la ética, los valores humanos?, ¿existen piedras en el camino que te obligan a devolver?
Algunas fotos no se publican, cuando puedan herir al modelo. A la hora de hacer la foto trato de dar el paso con mucha contención, pero a veces suceden cosas complicadas de controlar, como el flujo de adrenalina que nos enciende.
¿Hacia dónde va Nelson Morales?, ¿cuál es el Norte?, ¿qué persigues?
Quiero que se me recuerde como referente en la foto en cuanto estos temas, explorar otras culturas, y que el trabajo llegue, a donde tenga que llegar.
Conversar con Nelson Morales implica apreciar sus grandes dotes del arte, pero también cala su personalidad. Me impresionaron sus piezas en la muestra «Mesoamérica Tierra Encendida», en el Museo del Jade y la Cultura Precolombina de San José, Costa Rica —que marcará varios puntos de un itinerario centroamericano hasta llegar a México—, colectiva con cuarenta y cinco artistas, curada por Erandi Ávalos (Mex), Illimani de los Andes (Nic) y LFQ (CR).
Al observar su trabajo —y, con esto concluyo—, identificamos el gesto de implicar en la obra su cuerpo, su sensualidad, su erotismo, su pensamiento y disenso actual, pero sobre todo un brillo singular que atañe al lenguaje de la mirada, como una pregunta ante los grandes cuestionamientos de la vida y la muerte, pero además refiere al instante del ligue, de conquistar al otro.
En esta muestra descubrí su valor, la riqueza creativa y sobremanera crítica divergente. Mirar esas piezas de su trabajo, es como ver un espejo rotando en todas direcciones del universo, y, en el cual, se ven infinidad de miradas, pero donde una sola es la portadora de nuestro propio signo de identidad.