Mi alma es el lugar en donde habitan todos mis sueños.
Cuando pienso en el alma como parte del universo físico y la materia,
recuerdo a la luna, la luna menguante.

El alma es como la luna,
a veces te saluda con una sonrisa torcida, y se forma y transforma en la mejor de las mecedoras para tranquilizarte en el medio de la tempestad.

Mi alma, de vez en cuando, se confunde y deja de brillar.
Mi alma, algunas veces, no se ve como la luna, ni las estrellas.
No forma parte de aquellos seres de la constelación,
y la encuentras de repente caminando en las aceras,
gris, oscura, cabizbaja y sin ánimos.

El otro día inventé un mejunje que la puede hacer sanar. Consta de pequeñas cosas, básicos que puedes tener en la alacena.

Sólo debes seguir, al pie de la letra, los siguientes pasos:

Si el alma se encuentra malherida, abrázala

Abrázala y no la dejes ir, llénala de palabras afirmativas, palabras que hagan saber, que aún con el dolor, no le ofreces más que aceptación.

Permite que suelte su dolor

Una vez que se sienta aceptada, permite que rompa en llanto, que todas aquellas grietas que contiene se abran, se desparrame. Que en la habitación no haya más que lágrimas. Déjala que corra su dolor.

Abre las ventanas

Es momento de abrir las ventanas y que entre toda la luz. Que ingrese todo resplandor de lo externo. Que venga toda la buena vibra de afuera, que entren los cantos de los pájaros, la brisa sanadora de lo inmenso. Permite, incluso, que entre el rocío de las flores. Vuélvete libertad para tu alma, de tal forma que ella llegue a ser la libertad misma.

Trae la artillería pesada

Una vez que haya ocurrido todo lo anterior, las heridas deben pasar al plano de lo real. El dolor debe ser transformado. Puedes ofrecerle un lápiz y un papel, para que plasme lo sentido, lo personal, lo dolido. Puedes quizás darle un par de pinceles y unas pinturas de amor, para que dibuje y llene los lienzos con su nueva luz. Puedes darle plantas, construir un vivero indestructible en dónde cada rama esté compuesta de caricias, alegría y por supuesto, plenitud.

Debes darle algo para crear.
Crear es sinónimo de sanar.

Contempla

Es casi el último paso. Ya llegaste a la mejor parte, contemplar como florece nuevamente tu alma. Observar como sonríe y emana energía. Mirar como crece y se expande en el día. Ser consciente de lo que hace y de la gran falta que te hacía.

Cuídala

Ahora que ya la recuperaste, ahora que no está malherida. Sabes el valor que tiene y volver a sentir dolor no quieres.

Cuídala como tu mayor tesoro, cuídala como si al nacer te hubiesen dado un pedazo de la luna y la llevas colgada en el pecho como parte de tu corazón.

Cuídala como si no existiese mañana, ni noche que pudieran arrebatarle la sonrisa a tu alma.

Si llegaste aquí, presúmela.

Porque tienes un alma única que hace juego con tu corazón enorme.

Y no hay manera de que el universo, las galaxias o las estrellas puedan, alguna vez, reemplazar tan hermosa creación.