Florencio del Castillo fue un humanista, sacerdote católico, catedrático y político costarricense de proyección universal. Pionero de la Independencia de España. Era también un ilustrado en el sentido amplio del término.
Nació en Ujarrás, Cartago, Costa Rica el 17 de octubre de 1778. Hijo de fray Luis de San Martín de Soto, cura párroco de Ujarrás, y de doña Cecilia del Castillo Villagra, quién dispuso de sus recursos económicos para financiar los estudios de su hijo en León, Nicaragua.
Florencio del Castillo realizó sus estudios de Teología y la carrera eclesiástica en el Seminario Conciliar de León, Nicaragua. Se graduó de bachiller y se ordenó como sacerdote en 1802. Inmediatamente pasa a impartir el curso de Geometría Elemental en dicho centro académico.
En 1806, es nombrado cura de Villahermosa, que entonces era el nombre de Alajuela. En 1808, regresa a León para asumir la cátedra de Filosofía en el Colegio Tridentino. Allí mismo va ocupando los cargos de promotor fiscal, examinador sinodal y, finalmente, vicerrector, siempre impulsando la educación durante la época colonial.
En 1812, es nombrado representante o diputado por la provincia de Costa Rica ante las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz con el apoyo del Partido de Nicoya. Allá, entre los grandes de la Ilustración de España y de América, se destaca como activo parlamentario, como secretario y, durante un breve período, como presidente de dichas cortes, de las que nace la Constitución de Cádiz de 1812 que fue el principal referente doctrinario liberal de los movimientos independentistas hispanoamericanos y de las repúblicas nacientes.
El humanista costarricense se caracterizó por sus luchas y propuestas en favor de los derechos naturales de los pueblos indígenas. Promovió la igualdad entre españoles e indígenas conforme a las Leyes de Indias. Logró la abolición de la mita, la encomienda, el repartimiento y el tributo indígena.
Luchó por mayores beneficios para Costa Rica y por la igualdad de voto entre españoles hispanoamericanos y peninsulares. Promovió también la ciudadanía española para los afroamericanos residentes en sus colonias.
También Del Castillo representa a Costa Rica ante las Cortes Ordinarias durante los años 1813 y 1814.
En las Cortes de Cádiz le llamaron el Mirabeau americano por la alta calidad y contenido de sus discursos. Mirabeau fue un revolucionario francés de 1789 distinguido por su brillante oratoria.
En Florencio del Castillo percibo una confluencia de las ideas de Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca de Derecho Natural y las ideas de la Ilustración francesa y española. Francisco de Vitoria fue, junto con Erasmo de Rotterdam, iniciador del humanismo cristiano y algunos estudiosos lo sitúan en compañía con el holandés, Hugo Grocio, como uno de los fundadores del Derecho Internacional.
Para Vitoria, todos los hombres tienen igual naturaleza y, por lo tanto, igual dignidad. De la comunidad mundial no puede excluirse a ningún estado ni a ninguna persona.1
Como escribió el filósofo español, Constantino Láscaris, respecto de Florencio del Castillo:
Indudablemente su actitud responde a las ideas del siglo XVIII, ya divulgadas, al considerar que las diferencias entre los hombres se deben a la educación y no a la naturaleza: Dotados los hombres de unas mismas facultades, aquellos hacen mejor uso de ellas, que mejor las han cultivado; de modo que el hombre le debe todo a su educación.2
Cuando el rey Fernando VII de España disuelve las Cortes, Florencio del Castillo viaja a México donde apoya la causa independentista de Agustín de Iturbide y le nombran diputado en el Congreso Constituyente de 1822, del cual nace la monarquía constitucional mexicana de Iturbide.
Posteriormente, es nombrado como miembro del Consejo de Estado de Iturbide. Es pertinente recordar que Agustín de Iturbide había proclamado la independencia del gobierno español en su Plan de Iguala. En ese sentido su proyecto político era independentista, aunque no republicano, pues estableció en México una monarquía constitucional de corta duración que caería en 1823. Del Castillo entonces participó activamente como diputado y como miembro del Consejo de Estado en una causa que era independentista de España, pero no republicana.
Durante su etapa de México, el presbítero del Castillo llegó a ser presidente de la Legislatura de Oaxaca.
En México también continuó su labor educativa, tanto como catedrático como en cargos de autoridad académica. Fue director del Instituto de Ciencias y Artes, actual Universidad Benito Juárez de Oaxaca. En el Seminario de la Santa Cruz imparte el curso de Derecho Constitucional. Continúa también con sus labores y misiones dentro de la Iglesia Católica siendo gobernador del Obispado de Oaxaca, México, donde fallece el 26 de noviembre de 1834. Sus restos fueron trasladados a Paraíso, Costa Rica en 1971 y allí permanecieron en el Mausoleo Florencio del Castillo hasta que fueron robados en septiembre de 2011.
Fue Declarado Benemérito de la Patria en 1972 por la Asamblea Legislativa de Costa Rica.
Concluyo esta reseña biográfica sobre el presbítero Florencio del Castillo con las palabras del educador y humanista don Alejandro Aguilar Machado:
En Oaxaca un ataque apoplético le abre las vías del descanso eterno… En su diestra jamás fulguró el resplandor de una espada victoriosa. Llevó sí, con santa modestia, pero con la dignidad del convencido, ese mensaje que no han logrado ni lograrán nunca apagar las broncas voces de los cañones: el Evangelio.3
Notas
1 Al respecto ver: Álvarez Araya, O. (2018). Pensadores de política y economía. San José, Costa Rica: Lara Segura y Asociados, p. 87.
2 Láscaris, C. (1975). Desarrollo de las ideas en Costa Rica. San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, p. 38.
3 Aguilar Machado A. (1948). El presbítero don Florencio del Castillo. Miscelánea, pp. 85-88.
Fernández Guardia, R. 82005). Don Florencio del Castillo en las Cortes de Cádiz. San José, Costa Rica: Editorial EUNED.
Molina Siverio, J. (1995). Don Alejandro. San José: Editorial y Litografía el Quijote, p. 234.