Vivimos una época dorada para las adaptaciones de cómics para series o películas. Gran parte del éxito radica en lo obtenido por los superhéroes de Marvel —que en el 2021 han elegido las series como camino para llegar al público, como Loki—, de DC —con su constante apuesta por las películas animadas, como Batman: The Long Halloween— o de Image Comics —de donde viene Invincible. Pero hay que reconocer intentos anteriores de llevar héroes famosos en las páginas a la televisión, como lo es Tintín, el personaje del caricaturista belga Hergé, publicado desde 1929 hasta 1986 —incluyendo su primera aparición en un diario con Tintín en el país de los Soviets y la entrega póstuma de la aventura inconclusa de Hergé, Tintín y el Arte-Alfa.
Este año se cumplen tres décadas desde el lanzamiento de la serie televisiva producida por Ellipse y por Nelvana, ubicadas en Francia y Canadá respectivamente. La serie fue hecha en inglés, manteniendo los textos de las imágenes en francés. Fueron 39 episodios divididos en tres temporadas donde solo tres álbumes fueron resueltos en un capítulo: El tesoro de Rackham el Rojo, La estrella misteriosa y Tintín en América. Se dejaron fuera Tintín en el Congo, por su contenido racista —por emplear una sola palabra—, y Tintín en el país de los Soviets, por la poco favorable visión de Rusia.
La serie obtuvo dos premios: Sept d'Or como «Mejor Programa para Niños» en 1993, así como el premio a la «Mejor serie animada» en los Premios Gemini del mismo año. Ellipse hizo casetes y CD, junto con Universal, con la música de la serie creada por Ray Parker y Tom Szczesniak; en este momento, son piezas de colección. Su emisión en América estuvo a cargo de Cartoon Network, que mantuvo a Tintín en la programación hasta el 2001. En cada capítulo, Hergé hacía un «cameo» animado, al estilo de Stan Lee.
Las aventuras de Tintín se convirtió en el canon televisivo de las historietas. Superó, con creces y para el bien de nuevos fanáticos, a la versión hecha entre 1957 y 1964 que contó con 104 episodios de cinco minutos, llamada en francés Les Aventures de Tintin, d'après Hergé. Muchas críticas surgieron por las modificaciones hechas por los guionistas a la historia original. Uno de los cambios más controvertidos fue volver al Capitán Haddock un tomador de café, dejando el scotch de lado. No es que la del 91 no tenga sus modificaciones —como la del Cetro de Ottokar, donde el gemelo malvado que suplanta a su hermano, el profesor Alambique, es el fumador; en el álbum el impostor no fuma—, pero resuelve mejor las historias y trata de ser tan fiel como puede a lo hecho por Hergé.
Aquí solo hablé de la serie televisiva. He dejado de lado la película de Steven Spielberg y Peter Jackson —2011, que ya tiene una década y de la cual esperamos su continuación—, y las otras versiones para cine con guion original: El misterio del Toisón de Oro de 1961, Las naranjas azules de 1964 y El Lago de los Tiburones de 1972. Tintín tiene suficiente material para abordarlo por partes.
¿Por qué decidí hablar de Tintín? El servicio de streaming que pago subió hace poco todas las temporadas. He preferido ver una serie que solo podía ver, con suerte, en ciertas ocasiones, cuando visitaba algún familiar con el canal que lo transmitía. Lo reconozco: este texto es mera nostalgia.