La próxima década, 2020-2030, es crucial para el futuro de la humanidad. En nuestras manos está el revertir la actual crisis climática. Si en los próximos años no somos capaces de empezar a reducir drástica y rápidamente las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), ya no habrá vuelta atrás posible.
En este sentido, el Informe de Síntesis sobre las Contribuciones Determinadas Nacionalmente (NDC), presentado el pasado 26 de febrero por el secretariado de la Convención Marco de Naciones Unidas del Cambio Climático (UNFCCC), permite entrever que, con los compromisos estatales, o NDC, que actualmente están sobre la mesa, habremos conseguido en 2030 una mínima e irrisoria reducción de emisiones. El Informe ha sido otro jarrón de agua fría y, a la vez, un baño de realidad que debería vacunar a la sociedad civil, a la ciudadanía mundial y a los medios de comunicación de algunos discursos, a nuestro modo de ver, ilusoriamente optimistas que nada tienen que ver con lo que nos indican las cifras resultado de los compromisos de los Estados.
Vamos a empezar contextualizando este Informe de Síntesis para terminar con las principales conclusiones que se extraen del mismo.
Preliminares importantes
Todo vuelve a moverse pensando en la COP26 de Glasgow, en noviembre de 2021
Después que un año de pandemia haya trastocado todos los tiempos y espacios de encuentro y negociación sobre las problemáticas mundiales, y cuando empieza a vislumbrarse la posibilidad que la COP26 de Glasgow pueda realizarse presencialmente en noviembre, algunos pulsos e impulsos sobre en qué situación estamos y, por lo tanto, sobre cómo preparar las reuniones/negociaciones de Glasgow han empezado a producirse. El 2020 habrá sido entonces el único año sin negociaciones climáticas internacionales, crucemos los dedos…
El último análisis, y quizás uno de los más importantes y que más desencadenantes está teniendo, ha sido la publicación, a finales de febrero, del Informe de Síntesis de las NDC del que hablamos en este artículo. Pero antes, es preciso, y enormemente esclarecedor, contextualizar su origen.
Del origen político de este Informe de Síntesis, y de otras cosas también muy importantes en las Decisiones de la COP de París
De repente todo se está haciendo, meridiana pero también desgraciadamente, más claro.
El Acuerdo de París no especifica objetivos de reducción de emisiones que los países deban cumplir. De haber sido así, el Acuerdo nunca hubiera llegado a aprobarse. Lo que hace el Acuerdo es marcar un objetivo de estabilización del aumento de la temperatura media mundial, diciendo que este aumento deberá quedar muy por debajo de los 2o C y que se intentará limitar a los 1.5o C. Este objetivo es muy ambicioso y la comunidad científica ya ha venido advirtiendo de ello, y también, que es extremadamente necesario para asegurar la viabilidad de los ecosistemas terrestres y, en definitiva, la vida de la especie humana.
El mismo Acuerdo deja en manos de los Estados/Parte que decidan las reducciones de emisiones que llevarán a cabo para contribuir a alcanzar el objetivo anterior, las cuales quedan plasmadas en las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC) que deberán elaborar cada cinco años.
Cuando en París se optó por la vía de aprobar como tratado internacional un Acuerdo que deja en manos de los Estados/Parte la responsabilidad de alcanzar, o no, el objetivo de estabilización de la temperatura, se estaba optando, en realidad, por un brindis al sol con un enorme riesgo de que el objetivo no llegase a cumplirse nunca.
Quienes fueran los «auténticos arquitectos de París 2015» eran conscientes de ello y se curaron en salud, políticamente hablando, tomando un conjunto de Decisiones de París, aprobadas en paralelo al Acuerdo de París. A nivel legal, las Decisiones no tienen el mismo rango que el Acuerdo (que es un tratado internacional), sino que están al mismo nivel de los acuerdos habituales que se toman en todas las COP. Visto a día de hoy, insistimos, todo va quedando muy claro, sobre todo si leemos textualmente las Decisiones 17, 21 y 25 de París, 1/CP.21, que citamos a continuación:
II. Contribuciones previstas determinadas a nivel nacional
17) Observa con preocupación que los niveles estimados de las emisiones agregadas de gases de efecto invernadero en 2025 y 2030 resultantes de las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional no son compatibles con los escenarios de 2o C de menor costo sino que conducen a un nivel proyectado de 55 giga toneladas en 2030, y observa también que, para mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2o C con respecto a los niveles preindustriales, mediante una reducción de las emisiones a 40 giga toneladas, o por debajo de 1.5o C con respecto a los niveles preindustriales, mediante una reducción de las emisiones a un nivel que se definirá en el informe especial mencionado en el párrafo 21 infra, se requerirá un esfuerzo de reducción de las emisiones mucho mayor que el que suponen las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional;
21) Invita al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, a que presente, en 2018, un informe especial sobre los efectos que produciría un calentamiento global de 1.5o C con respecto a los niveles preindustriales y las trayectorias correspondientes que deberían seguir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero;
25) Decide que las Partes deberán presentar a la secretaría sus contribuciones determinadas a nivel nacional a que se hace referencia en el artículo 4 del Acuerdo como mínimo entre 9 y 12 meses antes de que se celebre el período de sesiones pertinente de la Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Acuerdo de París, CMA, a fin de facilitar la claridad, transparencia y comprensión de esas contribuciones, entre otras cosas mediante un informe de síntesis que elaborará la secretaría…
Esta última decisión es citada, recogida y concretada temporalmente en la Decisión 1/CMA.2 de la COP25 de Chile-Madrid de 2019 (la última realizada hasta ahora debido a la covid); textualmente:
Chile-Madrid: Tiempo de Actuar
Recordando la decisión 3/CMA.1
10) Recuerda la petición a la secretaría, formulada en la decisión 1/CP.21, párrafo 25, de que prepare un informe de síntesis, y pide a la secretaría que presente ese informe a la Conferencia de las Partes en su 26o período de sesiones (noviembre de 2020)…
Y, empezando por comentar esta última decisión, el Secretariado de la UNFCCC hace notar como presentación de su Informe de Síntesis de las NDC lo siguiente (la cita es otra vez textual; la traducción al español nuestra):
El informe de síntesis de las NDC se prepara en respuesta a las solicitudes de la COP 21 (París, 2015) y la CMA 2 (Madrid, 2019) a la secretaría para preparar un informe de síntesis de las NDC presentado por las Partes antes de la COP 26. En vista del aplazamiento de la COP 26 a noviembre de 2021 y el impacto de la pandemia de COVID-19 en el proceso de preparación de las NDC, la secretaría decidió emitir el informe de síntesis de las NDC en dos ediciones: una versión inicial para el 28 de febrero de 2021 y la versión final antes de la COP 26 (fecha por determinar aún).
A modo de reflexión sobre el nudo gordiano del Acuerdo de París y las Decisiones de París: ¿por qué las Decisiones de París son la necesaria e imprescindible salvaguarda para que el Acuerdo de París tenga algún sentido?
El Acuerdo de París fija su objetivo en el incremento de temperatura a estabilizar, pero:
no lo traduce en ningún caso a objetivos de reducción de emisiones de GEI;
deja a los Estados/Parte la iniciativa soberana para que cada uno decida qué aportaciones hará a la mitigación de los GEI, para, contradictoriamente con el ítem anterior, contribuir a alcanzar el objetivo del Acuerdo fijado en términos de la temperatura a estabilizar;
limita mucho el análisis agregado de las NDC, conocido como inventario global. Este solo puede realizarse cada cinco años, evaluándose el total (no la contribución de cada Estado/Parte), y además su resultado únicamente tiene una finalidad informativa para que los Estados/Parte lo tomen en consideración cada vez que elaboren una nueva NDC.
Ante este brindis al sol, los «auténticos arquitectos de París 2015» trasladaron a las Decisiones de París el planteamiento y la resolución de las dos ecuaciones, por así decirlo, necesarias para que todo tuviera algún sentido y tuviese alguna mínima posibilidad de éxito final:
La Decisión 21 encarga al IPCC que traduzca científicamente el objetivo de estabilización de la temperatura terrestre en objetivos concretos de mitigación a nivel global de GEI. Y, efectivamente, a finales del 2018, el IPCC publica el SR1.5 o Informe sobre el calentamiento global 1.5o C, el cual es esencial para poner en marcha el Acuerdo de París, porque es el que fija los objetivos de reducción de emisiones a alcanzar a nivel global. En definitiva, los objetivos que permiten conseguir la meta de temperatura del Acuerdo de París.
La Decisión 25 encarga al secretariado de la UNFCCC que realice los análisis agregados de los resultados que tendrán, a nivel de la mitigación de emisiones, las NDC que vayan presentando los Estados/Parte. Este análisis en el Acuerdo de París queda limitado a un inventario global cada cinco años. Dado que el mandato de las Decisiones es más débil legalmente, no sabemos si las sucesivas reuniones de la COP y de la CMA tomarán o no decisiones como la que se tomó en Chile-Madrid. Sin embargo, las NDC que los países presentan son públicas y accesibles, y, por lo tanto, siempre tendremos organizaciones dispuestas a realizar este imprescindible análisis, como por ejemplo el UNEP-PNUMA que elabora cada año su informe sobre la brecha en las emisiones, conocido popularmente como el GAP.
El GAP en las emisiones
No es objeto de este artículo entrar a comentar este informe del UNEP-PNUMA, pero sí es necesario constatar con relación al mismo que, una vez publicado el SR1.5 del IPCC, y, teniendo en cuenta que las NDC se pueden consultar en línea, entonces «cualquiera» puede hacer un análisis agregado del efecto de las NDC presentadas por los Estados/Parte, y comparar la mitigación de GEI que las NDC conllevan con el objetivo global que, según el IPCC SR1.5, debería ser sin ninguna duda la referencia para todo el mundo.
El último informe —de finales de 2020— del UNEP-PNUMA sobre el GAP en las emisiones lo dice prácticamente todo en el ya famoso gráfico que adjuntamos a continuación. En esta figura se aprecia la enorme brecha, de unas 32 GtCO2eq, que para el año 2030 existe entre los compromisos incondicionales de las NDC y el camino de reducción de emisiones compatible con que la temperatura no suba más de 1.5o C.
Fuente: United Nations Environment Programme (2020). Emissions Gap Report 2020. Executive summary, Nairobi.
Sobre los resultados del último Informe de Síntesis del Secretariado de la UNFCCC: «Contribuciones determinadas a nivel nacional, NDC, en el marco del Acuerdo de París»
El Informe de Síntesis presentado por el secretariado de la UNFCCC el pasado 26 de febrero, no hace sino corroborar el contenido del informe de la UNEP-PNUMA y, a la vez, nos da una imagen más actualizada del mismo, considerando todas las NDC presentadas hasta el 31 de diciembre de 2020.
Es importante subrayar que, a lo largo de 2020, las Partes del Acuerdo de París estaban llamadas a actualizar y a incrementar la ambición de sus NDC. El objetivo del informe era, precisamente, visualizar el aumento de ambición conseguido. Pero, a finales de 2020, solo habían sido actualizadas 48 NDC que representan a 75 Partes, responsables de aproximadamente un 30% de las emisiones globales de GEI. Debido a los impactos de la pandemia, se da por hecho que el plazo para actualizar las NDC se extiende hasta el inicio de la COP26, en noviembre de 2021. Por esta razón, el secretariado presentará el próximo otoño (en fecha a determinar) otro informe incorporando las últimas actualizaciones y ya con las valoraciones del total de las 196 Partes del Acuerdo de París.
De momento, según el Informe de Síntesis, el agregado de las 48 NDC que fueron actualizadas en 2020, solo aumenta en un 2.8% la reducción de emisiones prevista para 2030, respecto a la anterior versión de las mismas. Es decir, la respuesta al llamado para incrementar la ambición de las NDC solo ha conseguido, hasta ahora, que esta aumentara un pírrico 2.8%.
Por si fuera poco, el informe concluye también que el efecto agregado de las NDC actualizadas al finalizar 2020, solo conlleva una reducción del 0.5% de las emisiones en 2030 respecto a sus valores de 2010. Y recuerda que, según el SR1.5, para conseguir no sobrepasar el umbral de los 1.5o C, las emisiones antropogénicas netas mundiales de CO2 deben disminuir en aproximadamente un 45% en 2030 respecto al nivel de 2010.
No, no es una broma, pese a que lo parece. Para mantener el aumento de temperatura en 1.5o C, la ciencia nos dice que, en 2030, las emisiones deben estar un 45% por debajo de los niveles de 2010; y todos los «esfuerzos» políticos que los Estados han puesto hasta hoy sobre la mesa conseguirán reducirlas un 0.5%... siempre y cuando, lo comprometido en las NDC llegue a hacerse realidad.
A modo de epílogo
La situación es extremadamente desalentadora. Las reducciones de emisiones previstas en las NDC para 2030 nos sitúan muy lejos de alcanzar los objetivos de estabilización de la temperatura del Acuerdo de París. Y, según la comunidad científica, de no conseguir estos objetivos estaremos situando a la totalidad de los ecosistemas del planeta en unas condiciones nunca registradas a lo largo del periodo geológico en el que se ha desarrollado nuestra especie.
A lo largo del 2021, algunos Estados/Parte, que hoy en día son responsables de la mayor parte de las emisiones de GEI, han manifestado su intención de incrementar la ambición de sus NDC. Entre ellos se espera que EE. UU. lo haga el próximo 22 de abril en la cumbre internacional de líderes del mundo sobre cambio climático convocada por el presidente Biden. También China ha manifestado la intención de actualizar su NDC, y quizás también lo haga India.
Por supuesto, debemos quedar pendientes del informe que el Secretariado de la UNFCCC presentará en otoño incorporando más actualizaciones. Sin embargo, todas las noticias sobre las posibles actualizaciones de las NDC de EE. UU., China, etc. no parecen ir en la dirección que permitiría, aunque fuese en parte, cambiar las desastrosas conclusiones de este artículo. Parece ser que a muchos países les resulta más fácil apuntar a la denominada «neutralidad de carbono» a mediados de siglo que llevar a cabo una mitigación ambiciosa en la próxima década. No hay que decir que esto resta mucha credibilidad a su discurso. A nuestro modo de ver, anteponer el objetivo de la «neutralidad de carbono» a la ineludible acción que debiera implementarse urgentemente es un gran error que nos aboca a otra década perdida en la lucha contra el cambio climático. Error del que hablaremos a fondo en nuestro próximo artículo.
Por lo tanto, muy a pesar nuestro, si en septiembre se confirman las cifras del informe actual, ya no quedará espacio para la esperanza.
(Artículo en coautoría con Josep Xercavins i Valls, Profesor jubilado de la UPC y ex codirector del GGCC de la UPC)