El escritor romántico estadounidense Washington Irving (1783-1859), nació en Nueva York. Su madre lo llamó como el apellido de George Washington, primer presidente de los Estados Unidos de América entre 1789 y 1797. Fue un hispanista de reconocido prestigio y de los primeros viajeros románticos por España.
Dimitri Ivanovich Dolgorukov (1797–1867) fue un príncipe miembro de la embajada rusa, diplomático de carrera de una las más prominentes familias de moscovitas y fue compañero de viaje de Washington Irving desde Sevilla a Granada.
Cuentos de la Alhambra es una de las obras más famosas dentro de la corriente del romanticismo con tendencia al orientalismo; se encuentra traducida a todos los idiomas cultos y es considerada una de las obras más importantes de su autor; escrita en 1829, publicada en 1832 bajo el título La Alhambra: conjunto de cuentos y bosquejos sobre moros y españoles. Irving residió en la Alhambra del 4 de mayo al 29 de julio de 1829, alojado, en un principio, junto con su amigo el príncipe ruso, Dimitri Ivanovich Dolgorukov, en los apartamentos del gobernador Francisco de la Serna, que se encontraban en el palacio de Carlos V. Según Irving dijo en una carta: «Gran palacio deshabitado te da una grata sensación de tranquilidad y sosiego difícil de describir». Residió por unos meses en una habitación temporal que fuera de la reina consorte, Isabel de Farnesio, segunda esposa del rey Felipe V y madre de Carlos III. Narra Irving en una carta a su amigo Dolgorukov como desayuna «al estilo de los reyes nazaríes» en el Patio de los Leones y disponía de unos baños de agua templada.
La primera edición de los cuentos fue publicada por Lea & Carey, en Filadelfia, (The Alhambra: A Series of Tales of the Moors and Spaniards, by the Author of «The Sketch Book», 1832) y Henry Colburn y Richard Bentley, en Londres, (The Alhambra, by Geoffrey Crayon, author of «The Sketch Book», «Brace-brigde Hall», «Tales of a Traveller», New Burlington Street, 1832) en ediciones simultáneas, que incluían una dedicatoria a David Wilkie, R. A., compañero de Irving en su viaje por España.
Parece ser que las leyendas de la Alhambra las tomó Washington Irving del libro Historia de la dominación de los árabes en España sacada de varios manuscritos y memorias arábigas, de José Antonio Conde García publicada póstumamente en Madrid en tres volúmenes entre 1820 y 1821. El erudito Conde García, que fuera conservador de la Biblioteca de El Escorial, fue acusado, circunstancialmente, de haberse apoderado del Cancionero de Baena del siglo XIV que vendieron sus descendientes a la Biblioteca París.
La profesora Manuela Marín en la revista Al-Andalus y la Historia, escribe lo siguiente:
En Londres, donde el interés por los temas españoles había ido en aumento y donde existía un floreciente mercado bibliófilo, se hizo en 1824 la venta pública de los libros de la biblioteca de Conde, junto con libros de otras procedencias; uno de los que más se vendieron entonces fue el del Cancionero [de Baena]. Algún testimonio contemporáneo señala que la obra no pertenecía en origen a la biblioteca de Conde y hay estudios modernos que dudan al respecto o apuntan hacia otras personas que pudieron estar involucradas en el asunto. Lo que sí puede afirmarse es que Conde tenía en su poder más árabes (se refiere a ellos como propios en su Historia), y que conocía muy bien los fondos de El Escorial, donde la Academia de la Historia le había comisionado para que estudiara los manuscritos árabes. Pero que se apropiara del Cancionero de Baena es solo una posibilidad que se apoya en indicios circunstanciales, como está demostrando la investigación más reciente.
Cuentos de la Alhambra inicia el gusto por el orientalismo y es uno de los precursores del Romanticismo en España. Consideramos que el poeta vallisoletano José Zorrilla (1817-1893) fue uno de los seguidores del hispanista Irving, autor de numerosos orientales, a sus treinta y cinco años publicó Granada. Poema oriental. Precedido de la Leyenda de Al-Hamar (París, 1852), brillante evocación del mundo musulmán.
Contexto histórico
El presente artículo sobre el viaje de Washington Irving y Dimitri Dolgorukov por Andalucía lo estudiaríamos en el contexto histórico del primer tercio del siglo XIX pasada en España la guerra de Independencia, teniendo como testigo excepcional los 82 grabados Los desastres de la guerra de Francisco de Goya (1746-1828); posteriormente la represión de la Década Ominosa, donde fueron ejecutados en la horca a miles de liberales, unos 30,000 mil; más prisioneros y exiliados a Europa y América, en la llamada represión absolutista del rey Fernando VII, por un contingente militar del ejército francés denominado «Cien mil hijos de San Luis» al mando del duque de Angulema.
La intervención militar contó con la aprobación de las potencias de la Santa Alianza (compuesta por Rusia, Austria, Reino Unido y Prusia), excepto Reino Unido que se abstuvo, mediante un «proceso verbal» en Verona por el que se estipulaba un posible apoyo militar que finalmente se produjo. Fue un contingente del ejército francés el que invadió España en 1823 para restaurar el absolutismo borbónico y sostener el antiguo régimen que deseaba imponer el rey Fernando VII, y junto con los voluntarios españoles, poner fin a la guerra Realista y al Trienio Liberal (1820-1823). El ejército francés permaneció ocupando España hasta el año 1828 y cometieron todo tipo de abusos y tropelías, y ajuste de cuentas sobre aquella deshonrosa derrota en Bailén el 19 julio de 1808, y posterior huida del rey usurpador José I Bonaparte entre 1808 y 1813, hermano del emperador Napoleón.
Década Ominosa o segunda restauración del absolutismo (1823-1833)
Fernando VII, de Borbón, llamado «el Deseado» y «el rey Felón» (que comete una traición o un acto desleal contra alguien), nació en San Lorenzo de El Escorial, el 14 de octubre de 1784 y falleció en Madrid el 29 de septiembre de 1833; fue rey de España entre marzo y mayo de 1808; abdicó en el castillo de Marracq de Bayona donde se firmaron las actas de abdicación del rey Carlos IV y su hijo Fernando VII en favor de Napoleón Bonaparte, hecho conocido como las Abdicaciones de Bayona que nombró a su hermano mayor José como rey de España. Pasó toda la guerra preso en Valencay. Tras seis años de la guerra de Independencia y la expulsión del «rey intruso», José I Bonaparte, regresó a España por Valencia en mayo de 1814, y abolió la Constitución de Cádiz de 1812, pero fue obligado jurarla por tres años en el conocido Trienio Liberal. Siendo retenido en Sevilla por los liberales, y tras la entrada a su rescate de los llamados «Cien mil hijos de San Luis» fue repuesto como rey absoluto hasta su muerte en 1833 en la conocida Década Ominosa.
Fernando VII contrajo matrimonio por cuarta vez con su sobrina María Cristina de Borbón Dos-Sicilias con la que tuvo a sus hijas Isabel y Luisa Fernanda, la primogénita sería la futura reina Isabel II, al abolir la Ley Sálica, en contra de los derechos de varón, y de su hermano Carlos María Isidro, pretendiente al trono, dando lugar a las guerras carlistas.
Durante el Trienio Liberal tuvo lugar una de las grandes represiones de los liberales que pudieron quedarse en la Península, pues los más significativos tuvieron que emigrar a Portugal, Londres, y en masa a América, que es el germen de los criollos (que es descendiente de europeos y nacido en un país hispanoamericano) como el libertador José Martí, y la corriente independentista de las colonias americanas. Entre los intelectuales y poetas migrados más significativos destaca José de Espronceda, quien salió de España vía Lisboa a Londres, residiendo en el barrio londinense de Somers Town, donde conocería de Teresa Mancha. Pero también otros migraron a Malta, París, Estados Unidos y las recién nacidas repúblicas hispanoamericanas para evitar la muerte. El general liberal Rafael del Riego fue ejecutado en la plaza de la Cebada de Madrid en 1823. Años después el general José María de Torrijos y sus 48 compañeros en las playas de Málaga en 1831, y este mismo año el librero e impresor Antonio Miyar.
El absolutismo de Fernando VII estableció una estricta censura en medios de comunicación, se confeccionó un arcaico y reaccionario plan de estudios universitarios por el famoso ministro de Gracia y Justicia, Francisco Tadeo Calomarde. Todo intento de insurrección liberal y pronunciamientos, preparados en su mayor parte en el extranjero, fueron sofocados, como el pronunciamiento de Torrijos o la Expedición de los Colorados, entre otros muchos. El ejército francés permaneció varios años en España a solicitud de Fernando VII, el ejército formado en el Trienio Liberal, especialmente las milicias nacionales, que sustituyó con escuadrones locales de los llamados Voluntarios Realistas.
Washington Irving en España
Tras vivir Irving en Dresde, Londres y París, en 1826 le ofrecieron a Irving un puesto de agregado en la embajada de Estados Unidos en España, con la misión de traducir al inglés una colección de documentos sobre Cristóbal Colón; la importante obra de Washington Irving llevaba por título: Historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón, se publicó en Madrid en cuatro volúmenes entre 1833 y 1834. El editor fue José de Palacios y el traductor D. José García de Villalta. Esta versión parece ser que no alcanzó gran éxito editorial, ya que nunca se volvió a reimprimir en su formato original. El escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez fue un ferviente lector de la obra de Irving. Irving, a su vez, se había basado en la obra del militar y escritor español Martín Fernández Navarrete (1765-1844) con el largo título de Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV: con varios documentos inéditos concernientes a la historia de la marina castellana y de los establecimientos españoles en Indias, 5 vols. Madrid, 1925.
El viaje de Washington Irving por Andalucía sucede en medio de una España convulsa y represiva, como hemos comentado anteriormente, de la que nada cita el escritor estadounidense en Cuentos de Alambra.
En el año 1832, Washington Irving regresó a los Estados Unidos, viviendo en Sunnyside en Tarrytown. Ese año apareció La Frontera Salvaje (1832), libro de viajes por el territorio de los guerreros pawnis. En 1842 volvió a España para trabajar como embajador de los Estados Unidos, cargo en el que estuvo hasta 1845.
El viaje con el príncipe ruso Dolgorukov
En el capítulo I «El viaje» de Cuentos de la Alhambra, nos describe con todo detalle el viaje de Sevilla a Granada, pasando por la provincia de Málaga, comienza:
En la primavera de 1829, el autor de la pre¬sente obra, a quien la curiosidad había arrastrado a España, hizo una excursión de Sevilla a Granada en compañía de un amigo, miembro de la embajada rusa en Madrid. La casualidad nos ha¬bía reunido desde regiones distantes del globo, y una similitud de gustos nos llevó a deambular juntos por las románticas sierras de Andalucía.
Este amigo, miembro de la embajada rusa, era el príncipe Dimitri Ivanovich Dolgorukov, también conocido como Dolgorouki o Dolgoruki; aunque en ninguna parte de los Cuentos de la Alhambra cita el nombre su compañero de viaje, quizá, sencillamente porque no tomó nota bien del mismo.
El relato el viaje de Washington Irvin inicia en Sevilla el 1 de mayo de 1829, cuando sale de la ciudad a caballo camino de Granada, acompañado de su amigo el príncipe Dimitri Ivanovich Dolgorukov, y de un mozo vizcaíno. Dimitri fue un importante diplomático del zar Nicolás I que, a la vez, era rey de Polonia. Tuvo varios cargos destinos diplomáticos. Primero en Estambul, del Imperio otomano, y luego en la embajada rusa en Madrid, entre 1826 y 1830. En mayo de 1829 viajó con Irving. Dolgorukov también fue diplomático en La Haya, entre 1832 y 1837, en Nápoles entre 1838 y 1842 y de nuevo en Estambul entre 1842 y 1845. También fue diplomático en Irán entre 1845 y 1854. Dolgorukov se retiró del servicio diplomático en 1854 y murió en 1867.
Tras pasar por Alcalá de Guadaíra, los viajeros almorzaron en Gandul. Poco antes del anochecer, llegaron a una posada en Arahal (Sevilla), donde se encuentran con una partida de migueletes que patrullaban en busca de bandoleros. La noche en la posada se transforma en una fiesta con baile y canto, al son de la guitarra que, con maestría, tocaba un joven zapatero.
A la mañana siguiente reinician la marcha. Luego, paran a comer en medio del campo, y allí mismo, bajo un árbol, hacen la siesta; una de las experiencias más gratas del viaje. Sobre las cinco de la tarde entran en Osuna. Se hospedan en una posada extramuros regentada por una vieja posadera. Aquí la velada no fue tan festiva, pero al igual que en Arahal, se ganan a los presentes repartiendo unos cuantos puros y la noche transcurre sin más novedad.
Tras pernoctar en Antequera y Loja llegan a Granada el 5 de mayo. Irving permanecerá en la ciudad de la Alhambra hasta finales de julio, cuando tiene que marcharse a regañadientes porque es designado secretario de la embajada en Londres. En esta ciudad publicará por primera vez sus Cuentos en 1832.
Estancia en la Alhambra
Este camino de Sevilla a Granada lo he hecho varias veces, por ello me atrevo a escribir, haciendo un paralelismo entre aquel viaje y el actual. La distancia entre las dos ciudades andaluzas es de 259 kilómetros por carretera, lo cual puede suponer 4 horas y media, en cambio en aquellos años de 1829 en caballo o en tartanas duraba semanas, parando a pernoctar en miserables posadas.
Llegaron nuestros dos viajeros a Granada. Entre el 6 y el 12 de mayo se alojaron en una posada de la calle Alhóndiga. Al visitar fortaleza nazarí de la Alhambra conocieron a gente que vivía allí desde hacía generaciones. Conocieron a un muchacho llamado Mateo Jiménez, cuya familia habitaba desde hacía siglos en el palacio nazarí de Alhambra. Los viajeros Washington y Dimitri fueron a ver al gobernador que habitaba en el Palacio de Carlos V (dentro del recinto de la Alhambra). Por ello, les ofreció que viviesen en esta residencia durante su estancia, en lugar de en la pensión. Este lugar no tenía muebles. Para amueblarla y tener víveres les recomendó que se pusieran en contacto con una señora que trabajaba en la fortaleza, en la cual vivía con toda su familia. Esta señora les proveyó de todo lo necesario para la comida y habitabilidad.
Washington Irving en Alicante. Los terremotos de la Vega Baja del Segura
De la Ruta de Washington Irving sabemos que tras dejar Granada pasó con su amigo ruso Dimitri por Murcia, y en la Región Valenciana pasaron por Orihuela, Crevillente, Elche y los días 5 y 6 de agosto de 1829 estuvieron en Alicante, dirección Francia en tartana tirada por mulos; sin embargo, nada dice del terrible terremoto de la Vega Baja que causó un gran desastre en la comarca de la Vega Baja del Segura, donde estaba situado el epicentro, y las poblaciones de alrededor. En esta zona confluyen varias fallas (Bajo Segura, Torremendo, San Miguel de Salinas, Torrevieja y Guardamar); hubo 389 muertos.
Existe un libro de Fernando Rodríguez de la Torre, titulado Los terremotos alicantinos de 1929, publicado por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert en 1984. Se registraron 190 movimientos ante del más grave de ellos que se produjo el 21 de marzo de 1829, de 6.6º en la escala de aquellos años. El ingeniero Larramendi fue el encargado de hacer el informe técnico de reconstrucción de las ciudades que con mayor virulencia sufrieron el terremoto: Almoradí, Benejúzar, Formentera del Segura, Torrelamata y Torrevieja, a las que aconsejaba levantar de nueva planta, tal fue su estado de ruina. Pero, como ya hemos dicho, hubo otras poblaciones cercanas que también sufrieron importantes pérdidas, nuestra localidad de Alicante entre ellas.
Conclusión
Como hemos comentado, el viaje de Irving es un viaje romántico (en sentido literario de renovación) por las dificultades del camino por Andalucía durante el primer tercio del siglo XIX, la estancia en posadas, en la Alhambra y la leyenda de sultanes y princesas árabes, que dio origen al estilo conocido como orientales, el cual continuaría José Zorrilla. Es sin duda una obra pionera en su tiempo, valiente, instructiva y amena, ilustrada por Raúl Capitani en la edición de Bruguera de 1981, que ha servido para el presente comentario.