Los audiolibros están ganando peso a pasos agigantados, teniendo en cuenta que hasta hace unos años su presencia en el mercado editorial español era casi nula. Por supuesto que este formato de lectura ya existía desde hace muchos años, como cintas de casete o cedés; según la época tecnológica en la que los disfrutamos. Sin embargo, era un sector absolutamente minoritario dentro del mundo editorial.
En este sentido, el crecimiento definitivo del audiolibro ha sido una de las inesperadas consecuencias de la crisis del coronavirus. «Las escuchas de nuestros títulos se han multiplicado por cuatro en 2020 a nivel mundial», explica Laura Guilera Vella de Planeta Audio. Por su parte, Georgina Solé de Storytel añade que durante el confinamiento «la gente no tenía otra forma de acceder a la cultura y a la lectura y nuestros incrementos fueron de más del 250%».
No obstante, viene bien recordar que el proceso de creación de un audiolibro es complejo. La editorial o plataforma concreta se pone en contacto con un estudio y se decide la voz adecuada del narrador o narradores que leerán el libro en voz alta. Suelen ser actores de doblaje o actores especializados en este formato, y la elección de la voz adecuada para cada obra se realiza de forma individual y cuidada.
A veces se recurre a actores famosos como narradores pero, en ocasiones, son los mismos autores los que graban las versiones en audio de sus obras. «Hay casos en que determinadas obras son muy personales, íntimas para el autor, y el hecho de que las lea hace que aún se exprese más lo que transmitió a través de la palabra escrita. De hecho, para muchos autores es emocionante leer su obra y nos expresan incluso que han llegado a comprender ciertas cosas de ellos mismos al releerse en voz alta», declara Guilera.
Bajo la misma tónica, el siguiente paso que han dado las plataformas de audiolibros es crear contenido propio y exclusivo: fabricar audiolibros desde cero diseñados para ser solo escuchados y no leídos.
Es un lenguaje a mitad de camino entre la novela y la narrativa audiovisual: los lectores van a oír lo que tú estás escribiendo. Así, no puede haber demasiados personajes ni demasiados saltos en el tiempo pero puedes contar con un arsenal auditivo. Ya no digo «se escuchó un disparo», sino que suena un disparo; ya no digo «se escuchaba una canción en la radio», sino que suena la canción. Todo eso enriquece la historia y, como narrador, es muy divertido escribir así», argumenta Benito Olmo, autor de novela negra.
Pero la voltereta definitiva viene cuando existen obras nacidas como audiolibros que, una vez probado su éxito, pasarán a ser impresas en papel como libros «tradicionales». Una estrategia conocida como audio first.
Con todo, así resume Laura Guilera la trayectoria última del audiolibro:
Muchos de nuestros lectores nos explican emocionados que han conseguido ganar tiempo de lectura añadiendo los audiolibros a sus lecturas. En tiempos de hiperproductividad y multitarea, en los que siempre estamos faltos de tiempo, la posibilidad de poder hacer ejercicio, ir en un medio de transporte, cocinar o realizar tareas domésticas y leer a la vez es una de las claves del éxito del formato audio. Tiene algo de romántico también: de recuperar la tradición de la narración oral de los tiempos en los que la inmensa mayoría de la población era analfabeta y las leyendas, los mitos y las historias populares no se transmitían por escrito, sino de boca a oreja. El audiolibro ofrece, además, una sensación de conexión humana, una compañía, lo que se denomina la vieja magia de la radio.
Al fin y al cabo, el audiolibro sigue simbolizando toda una aventura, el viaje que asegura una buena lectura o un amigo irreemplazable.
Nota
Piñeiro, R. (2021). «Se oyen tiros, pero de verdad: cómo los audiolibros han revolucionado nuestra forma de ‘leer’». El País. Febrero, 3.