En principio, acercarme al artista, académico e investigador José Pablo Solís, fue un intento por conocer acerca del origen y vigencia del arte abstracto en América Central. Trasciende que Torres García en el Cono Sur, llegó al constructivismo y la pintura geométrica estudiando el arte originario prehispánico, y Carlos Mérida, en Mesoamérica, lo hizo sintetizando la morfología de los textiles del pueblo maya en Guatemala. Estas son las respuestas a mis interrogantes.
(LFQ)
La abstracción y su concepto ha sido constante en toda la humanidad; en Centroamérica la abstracción pictórica moderna hasta la contemporánea es un campo aun por profundizar e investigar. La pintura ha seguido su naturaleza y se vitaliza ante la misma realidad de la digitalización. Por lo que centraré tres ideas principales en estas líneas: el concepto de la forma en la representación pictórica de los artistas, el contexto de algunos autores centroamericanos, y la relación entre obra y autor.
La pintura. Conceptos del contexto
Manifiesta, la pintura, desde inicios de la humanidad. En esa evolución debemos reflexionar que procedemos del homo sapiens que, en su concepto tomó el pensamiento simbólico de comunicar. W. Worringer, en su libro Abstracción y naturaleza, sostiene que es difícil determinar con exactitud el nacimiento del arte abstracto. Para él, la tendencia abstracta expresa una voluntad de arte de los pueblos en estado natural. En la voluntad de arte en todas las épocas primitivas, así como también en la voluntad de arte en ciertos pueblos orientales, es visible el desarrollo hacia la abstracción. Por consiguiente, el afán de abstraer se halla al principio de todo arte, de manera que esta no sería una simple tendencia, sino la base de cualquier expresión artística.
Refiriendo a la forma en la representación pictórica, designa casi siempre no solo a cosas en sí mismas, sino cómo se combinan las partes y su relación mutua. Se designa a un objeto visible y tangible que pueda tomarse con la mano. La abstracción desea separarse del concepto de ese sentido representativo, busca encontrarse en una libertad distinta; ausencia de representación de la realidad, y está anclada en la historia de la misma pintura. Es una tendencia presente en las artes decorativas de todas las épocas. En la historia de la pintura occidental moderna son las figuras del siglo XX, como Kandinsky y Mondrian, quienes interiorizan esto. Específicamente en el romanticismo, es un mirar hacia sí mismo con el consecuente desinterés por la realidad.
La forma y la representación pictórica. Algunos ejemplos a partir de los artistas
Esta forma abstracta se origina pluralmente en Centroamérica en variantes distintas, lo que hoy llamamos la globalidad de la información; en este momento aprendemos arte contemporáneo por la información digital de la red, anteriormente, la forma pictórica en algunos pintores centroamericanos, parte de los pueblos originarios y de sus propios contextos del ámbito en que se desarrollaban. Por ejemplo, Carlos Mérida, su abstracción geométrica tiene una gran relación con el textil guatemalteco, que lo actualiza contemporáneamente en las relaciones compositivas de sus murales y dibujos con relación a lo primario, comprendiendo que el ejercicio textil se realiza ancestralmente con una relación mística-simbólica del pueblo originario, y que, trasciende desde lo maya. Este maestro de la pintura realiza su carrera en México, dándole posibilidad a la forma desde lo constructivo de la línea en el desarrollo de lo pictórico; principio relacional entre lo profesional y la capacidad de análisis de lo propio, generando un pensamiento visual en el hecho de pintar.
Como fenómeno, se repite en la región, la hipótesis que hago es: ¿existe una mezcla entre la influencia de la escuela del sur de Torres García y el análisis de los pintores sobre el concepto del canon de la forma y sus distintas experiencias en los ámbitos particulares de cada país y sus contextos históricos? Anteriormente mencioné los pueblos originarios, los cuales generaron una representación epistémica desde lo sintáctico en relación con la técnica y su profundización, y en lo semántico, la relación estética de la forma y la experiencia pictórica, pragmática en lo interpretativo de un discurso pictórico particular. En Costa Rica, Harold Fonseca representa iconos provenientes de arquetipos indígenas y los actualiza en una abstracción dinámica, desde lo pictórico, en la cual los volúmenes dan vida a la forma, generando esa libertad al discurso desde el color y la forma. Cabe mencionar la obra de 1969, Xibalba, de Teodorico Quirós que, aunque tiene representatividad, es una obra importante poco estudiada en nuestro contexto, así como la obra de Manuel de La Cruz González, quien mantuvo una relación con Venezuela y su geometrismo, el cual genera reflexiones sobres las formas fundamentales para lo no figurativo. En Nicaragua el maestro Armando Morales, que en su obra primaria genera una transparencia representativa de lo precolombino, con paletas casi monocromas, presenta un discurso estético sustentando en la relación de la forma y la materia, evidenciando una relación primaria con lo orgánico y lo geométrico, que influye de alguna manera posteriormente a artistas como Rolando Castellón y Orlando Sobalvarro.
El límite del límite. Un contexto
Octavio Paz contextualiza: se repite hace años que la pintura abstracta ha llegado a su límite: no hay un más allá. No me parece justo; lo que distingue a los grandes movimientos artísticos es su racionalismo, su ir más allá siempre, hasta tocar el fin del final, los límites del límite. A partir de este límite expresado en la abstracción, participo del segundo postulado indicado al principio el contexto de cómo se genera una práctica de la práctica de la abstracción, muchos de los maestros de la época viajan a Sur América a formarse como jóvenes inquietos en la relación con la pintura, Alfredo Sinclair en Panamá, Armando Morales en Nicaragua, Carlos Cañas en el Salvador, Ricardo Aguilar en Honduras, Harold Fonseca y Manuel de la Cruz González, que generan una nueva sensibilidad a partir de principios de la abstracción universal, en conceptos como ausencia de representación de la realidad, la comprensión que la abstracción era una tendencia de las artes decorativas de todas las épocas, que inician una reflexión de la pintura occidental moderna. Y que lo originario de su contexto se contrastaba, con un inicio de la abstracción fechado a partir del Quattrocento italiano. Que Torres García influencia con su pensamiento y que los autores mencionados en distintos viajes los ponen en contacto con la relación con teorías que vienen de figuras como Kandinsky y Mondrian. Específicamente en el romanticismo, como se menciona anteriormente, es un mirar hacia sí mismo con el consecuente desinterés por la realidad. Todo esto hace una relación con la simbología abstracta de los pueblos de origen, e inicia una vitalizada y nueva forma de expresión pictórica desde la abstracción de la región.
Autores y sus obras inician esa pregunta relacional del hecho pictórico de intelectualizar los procesos y llevarlos a fenómenos discursivos que se liberan de la ideología de lo representativo, inician movimientos escuelas y academias informales o formales, en la cual se comparte la experiencia de pintar en los diferentes entornos en los cuales percibir, descubrir y relacionarse con la materia pictórica. Esto genera un acto comunicativo profundo, poco estudiado por curadores, investigadores académicos, o los propios museos. Estas líneas buscan provocar un interés por la abstracción en Centroamérica que, ante el fenómeno contemporáneo, forja una pluralidad de recepciones sobre la pintura. Por lo que al finalizar con este tema llegaré a algunas conclusiones para provocar preguntas.
El pintor que pinta. Los autores y sus discursos
Los contextos de los pintores están influenciados por la pintura universal; a finales del siglo XIX, desde la historia de la pintura podemos explicar la abstracción. El trabajo pictórico de Cézanne significó una radical transformación del sistema de representación establecido por Leonardo Da Vinci. La pintura se independiza de su relación mimética con la realidad para centrarse en sus elementos propios sintácticos. Existe un inicio con Cézanne, continuado por el Cubismo de Picasso y Braque, radicalizado por Kandinsky y Mondrian, que ya conocían los pintores centroamericanos, pero ante esta información la pintura se vitaliza en el contexto del istmo, más en lo originario, y no tanto por la información proveniente de Europa.
La realidad de la abstracción en la región Centroamericana es un campo por investigar y de desarrollo del discurso estético y el hecho pictórico. La reconfiguración epistemológica de lo artístico, en particular, y de lo estético, en general, puede constituirse en una herramienta apropiada para el análisis de los aspectos histórico-sociales que presenta la sociedad contemporánea, y la revisión relacional de las obras de los autores centroamericanos. La posibilidad de simplificar una cosa significa prescindir de lo irrelevante para expresar lo esencial.
Cambian las preguntas en el 2020 en relación con la vida; la caída del sistema del capitalismo, incompatible con la democracia; la relación del concepto de futuro y tiempo; la relación con el objeto-arte, ligado con el diseño y lo diseñado; la inoperancia del sistema ideológico; la incertidumbre y falta de claridad con lo que sigue. Lo seguro no es más, el cambio, tener por el ser. Se ha transformado todo el sentir y la cercanía por la representación lejana en lo digital, afectando el formato a la pantalla y la recepción; lo líquido y el vacío; aprendizaje de la honestidad y lo sencillo para volver a mirar lo humano.
La necesidad de pintar es una actitud de enfrentarse a una intención, responde específicamente a una necesidad interior que inquieta, da angustia o emociona: lo vital. La necesidad es el deseo de ser, más que un desear; obliga al hacer sin posibilidad de satisfacerse en el no–hacer. La pintura nace en tanto «soy en la medida que no soy»; la tela pintada es energía del pintor, pero tiene vida propia, que es determinada por ser obra y, ahora, imagen de un mundo nuevo. Esto en la pintura de la región es importante en el desarrollo de la pintura contemporánea.
Como menciono al inicio de este texto el concepto de la forma pictórica tiene una relación con el hecho de la materia, está situado en un espacio tiempo y que de alguna manera contrasta con lo originario y lo propio de los elementos de la pintura. El tiempo, en el sentido histórico, ubica un marco social y cultural aquí y ahora, y el espacio con límite de la pintura es un des-ocultamiento de la necesidad del hacer, cada ser es lo que es por su forma, por lo que la imagen surge como testimonio formal de la necesidad propia de la región.
La materia como el hecho pictórico
La materia pictórica era el sentido un estado, primero, sin forma definida. Aparece como energía en el estado vital del hacer. La experiencia viene impulsada por el sentido, por una necesidad concreta; una necesidad de hacer forma en una materia. La angustia, la necesidad de hacer (pintar), opera en relación directa de buscar y encontrar una forma que reciba un sentido comunicativo, o lo que llamamos expresión; esto como respuesta a ese segundo momento de los autores y su contexto. Respecto a la concreción de la necesidad, Heidegger plantea un sentido autónomo que se expresa en sí mismo, sin tener necesidad de valorar a la persona. Dentro de esta posición, se dice que el nacimiento de una pintura no desaparece en la obra el autor, pero se transforma en lenguaje. La materia es el principio de individuación en sí misma desconocida. La materia se conoce en relación con una forma. Estos principios de la relación entre autores y obras generan un discurso importante en la pintura de la región. Y que es el interés de los pintores por los discursos que construyen desde esa experiencia, de encuentro; en esa capacidad de enfrentarse al hecho de pintar en un aquí y ahora, que contextualiza al pintor y a su pintura. En esa realidad hoy surgen múltiples preguntas a partir de una pandemia, y con la abstracción generada por un grupo de pinturas que se influyen del pensamiento del Sur y construyen lo propio desde su contexto.
(José Pablo Solís Barquero es Msc. Artes Visuales, académico de la Escuela de Arte y Comunicación Visual de la Universidad Nacional de Costa Rica y pintor)