Monte Albán es una de las muchas zonas arqueológicas que tenemos en México, está ubicada en el estado de Oaxaca y fue una de las ciudades más importantes de la antigua Mesoamérica. Debido a su importancia y gran belleza fue nombrada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco el 11 de diciembre de 1987.
Monte Albán fue la capital de la cultura zapoteca y una de las ciudades con más desarrollo de su época con un importante importante control religioso, político y económico en toda la región. Fue fundada en el 500 a.C y funcionó como capital de los Zapotecas hasta el 800 d. C. Llegó a tener aproximadamente unos 35.000 habitantes en su momento de más desarrollo.
Se dice que los sabios de la región murmuran que desde tiempos antiguos, la ciudad de Monte Albán es la puerta al cielo en donde se ocultan los rayos del sol, la luna y las estrellas, para convertirse en polvo de oro que ilumina el camino de los oaxaqueños.
Desafortunadamente en los siglos posteriores no se habla de esta gran ciudad, probablemente se sabía de su existencia pero no hay registros de ella ni durante la conquista, ni en la época de la colonia y tampoco en siglos posteriores hasta el siglo XIX.
Actualmente tenemos la fortuna de conocer más sobre esta maravillosa ciudad gracias al trabajo del arqueólogo mexicano Alfonso Caso, quien centró su atención en la cultura zapoteca, que en ese momento no había sido estudiada a fondo. Así que decidió explorar las cumbres donde antes ya se habían encontrado algunos vestigios.
En 1928, Alfonso Caso junto con el arqueólogo italiano Guido Valeriano Callegari, tras un muy difícil y sinuoso trayecto lograron llegar a la Gran Plaza de Monte Albán, que los recibió con una espectacular vista con los restos de antiguos templos y palacios.
Tuvo que gestionar con el Gobierno la construcción de una carretera para poder acceder a las ruinas, mientras él reunía fondos para iniciar con la excavación de aquella gran ciudad. Finalmente, en 1931, pudo comenzar con los trabajos de exploración acompañado de un importante equipo de científicos y otros arqueólogos quienes tenían como objetivo principal estudiar los signos de las estelas zapotecas y excavar la Gran Plaza Norte.
Cuando estaban trabajando en la escalinata de la Plataforma Norte encontraron varios montículos que resultaron ser tumbas, la mayoría de ellas habían sido saqueadas, pero hubo una en especial que captó toda la atención de Caso ya que junto a ella había restos y muros de lo que fue un pequeño templo. Se trataba de la Tumba No. 7.
Jamás se imaginaron que en su interior encontrarían el mayor depósito de orfebrería mesoamericana que se ha descubierto hasta ahora. Ahí encontraron una impresionante y majestuosa colección de joyas y otros objetos prehispánicos de oro, plata, cobre, piedras preciosas, cerámica y huesos.
El 13 de enero de 1932, Caso anunció al mundo su importante descubrimiento con un célebre telegrama que decía: Descubierta tumba más importante América, enviaré detalles. Alfonso Caso. Arqueólogo. Y tenía razón, hasta el día de hoy no existe ninguna duda que el descubrimiento de la Tumba No. 7 es uno de los más importantes de la arqueología americana.
La belleza de la joyería mexicana debe mostrarse al mundo
La belleza de la joyería encontrada en la Tumba No. 7 de Monte Albán sin duda es impresionante, por que lo que hasta el día de hoy sigue siendo una fuerte influencia en la joyería mexicana actual e incluso a nivel mundial. La perfección de los pectorales hechos en filigrana y la belleza de los collares hechos en oro, plata, jade, perlas, turquesa y otros bellos materiales enamoran a cualquiera.
Actualmente en México y desde hace 54 años, existe una joyería oaxaqueña que tiene como objetivo mostrar al mundo lo que la cultura zapoteca creó para halagar y venerar a sus deidades, esas joyas con la que les mostraban su devoción y respeto merecen ser reconocidas. La joyería que está haciendo este trabajo, sin duda no podía tener otro nombre más que el de «Oro de Monte Albán».
Ellos rinden tributo al descubrimiento del doctor Alfonso Caso con la creación de la colección prehispánica, que tras una exhaustiva investigación histórica fabrican celosamente sin renunciar a los principios del proceso de vaciado a la cera perdida, con el cual fueron realizadas las piezas originales que forman parte del tesoro de la Tumba No. 7.
Es por ello que obtuvieron la aprobación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para reproducir la joyería precolombina, algunas de estas piezas incluso han sido exhibidas en algunos museos debido a su fiel reproducción.