El necio se dedica a contar cadáveres y contagiados, el sabio detiene, evita y soluciona el problema.
(José Tejada Maury)
El mundo no termina de salir del asombro de la realidad virtual y la forma cómo se dio origen a una falsa pandemia sin siquiera haber llenado los requisitos para considerarla como tal.
Las redes fueron el medio para que circulara toda clase de información, desde arbitrariedades sin consentimiento de parientes o familiares de supuestas víctimas por un tal covid- 19, resultado de un coronavirus.
El pánico y el miedo circundado por la sugestión como instrumento de dominación se apoderaron de la humanidad, ninguna entidad académica validó los estudios, ninguna entidad de salud a nivel mundial se preocupó por verificar qué era lo que verdaderamente estaba ocurriendo.
Pandemia de la denominada «gripe española»
La llamada gripe española mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Se desconoce la cifra exacta de la pandemia que es considerada la más devastadora de la historia. Un siglo después aún no se sabe cuál fue el origen de esta epidemia que no entendía de fronteras ni de clases sociales.
Aunque algunos investigadores afirman que empezó en Francia en 1916 o en China en 1917, muchos estudios sitúan los primeros casos en la base militar de Fort Riley (EE UU), el 4 de marzo de 1918.
Tras registrarse los primeros casos en Europa, la gripe pasó a España. Un país neutral en la I Guerra Mundial que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias, a diferencia de los otros países centrados en el conflicto bélico.
Ser el único país que se hizo eco del problema provocó que la epidemia se conociese como la «gripe española». Y a pesar de no ser el epicentro, España fue uno de los más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas.
La censura y la falta de recursos evitaron investigar el foco letal del virus. Ahora sabemos que fue causado por un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1. A diferencia de otros virus que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables entre 20 y 40 años, una franja de edad que probablemente no estuvo expuesta al virus durante su niñez y no contaba con inmunidad natural.
Fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos ocasionales eran los síntomas propios de esta enfermedad. La mayoría de las personas que fallecieron durante la pandemia sucumbieron a una neumonía bacteriana secundaria, ya que no había antibióticos disponibles.
Sin embargo, un grupo murió rápidamente después de la aparición de los primeros síntomas, a menudo con hemorragia pulmonar aguda masiva o con edema pulmonar, y con frecuencia en menos de cinco días.
En los cientos de autopsias realizadas en el año 1918 los hallazgos patológicos primarios se limitaban al árbol respiratorio, por lo que los resultados se centraban en la insuficiencia respiratoria, sin mostrar la circulación de un virus.
Al no haber protocolos sanitarios que seguir, los pacientes se agolpaban en espacios reducidos y sin ventilación y los cuerpos en las morgues y los cementerios. Por aquel entonces se haría popular la máscara de tela y gasa con las que la población se sentía más tranquila, aunque fueran del todo inútiles.
En el verano de 1920 el virus desapareció tal y como había llegado.
Crisis sanitaria por ignorancia, sin ética y sin valores
En 96 días de confinamiento entre el 21 de marzo y 30 de junio, ya que no se puede hacer referencia a cuarentena, pues la cuarentena tiene como objetivo primordial aislar a los contagiados para evitar colapsar a los hospitales y no encerrar ni confinar a las personas sanas con motivos no específicos. Llamó mucho la atención la nueva clasificación de pacientes asintomáticos, pues no se entiende por qué tal clasificación, ya que son los síntomas los que inducen a sospechar la afección o el contagio.
Se derivan más sospechas y desconfianza en las falsas estadísticas como método científico para cuantificar, ya que en los mismos hospitales, cualquier persona que entrara por causa diferente a la estrategia pandemia, se cataloga como covid-19.
Más deprimente el pánico del pico de la pandemia, cuando desde el principio arrancó mal, de qué pico se puede hablar si se han hecho trampas al falsear las estadísticas. Arbitrariamente muchos fueron incinerados sin siquiera haber esperado resultados, lo cual parece ser una pandemia a regañadientes y un plan genocida, por el cual tendrán que responder cuando empiecen las demandas penales por homicidio, arbitrariedad, abuso, incompetencia profesional de personal de la salud. Más patético cuando los familiares de supuestas víctimas recibieron los resultados negativos.
Muy doloroso que médicos hayan sido sus propios victimarios por falta de sindéresis para ajustarse al sentido común y sumisos a protocolos dogmatizados, faltas de conocimientos intuitivos y discursivos, denotándose falta de análisis epistemológicos en cátedras de formación y experimentación , para poder aplicar lo correcto en el momento preciso y a tiempo.
Muchos casos fehacientes circularon en redes, en donde familiares de pacientes manifestaban que habían internado a familiares por diferentes patologías o por accidentes como fracturas y los codificaban como covid -19, inclusive se tuvo oportunidad de ver vídeo en donde un profesional de la salud le dice tajante y autoritariamente que no le recibe a su familiar si no acepta ingreso por covid- 19. Otro caso que centró la atención fue el de una madre que internó a su pequeño hijo de 4 años por meningitis, cuando fue a preguntar ya lo habían cremado, se presume que antes de dicha acción debieron haberlo desvalijado de sus órganos, tarea que no puede realizar el aseador del centro hospitalario, por supuesto, sino un médico sin moral, sin ética, sin valores, muy seguramente con mentalidad criminal y sin escrúpulos.
Este modus operandi y el manejo de la situación, presume una farsa impuesta con arbitrariedad y terror, que ha puesto en duda la capacidad de respuestas no sólo del sistema sanitario imperante, sino la mala calidad, la falta de preparación de nuestros profesionales de la salud, la mala literatura científica que se imparte en las facultades de medicina, la desidia por la lectura y la investigación de nuestros profesionales de la salud , la falta de estudio permanente y capacitación, la falta de ética, la irresponsabilidad, sobre todo en una época en que alardeamos de la nanotecnología, de la decodificación del genoma. ¿En dónde quedó toda esa bazofia literaria? De qué ha servido tanta bazofia si esto se soluciona con un simple «cóctel antigripal», tal como se confirmó a través de nuevos protocolos, así como lo experimentó la ciudad de Guayaquil (Ecuador) que disminuyó su mortalidad de 500 personas diarias a cero. Suministró antiinflamatorios, antigripales, anticoagulantes y antibióticos. Aún a la fecha siguen países con el mismo jueguito irresponsable y criminal de seguir aportando más cuotas de víctimas y con el irrisorio confinamiento.
El covid -19 puso a prueba la reputación de la ciencia, de los médicos, la salud pública, a los medios al servicio del oscurantismo y a la clase dirigente corrupta por naturaleza, pero sobre todo a las academias de formación de programas de salud a nivel global.
A mi correo llegó un artículo de la doctora Segura, médico nacido en Costa Rica, revelaciones sobre hechos reales censurados de salida con relación a la pandemia del coronavirus, algunas de las citas importantes de este artículo:
Si se supone que el número de casos asintomáticos o mínimamente sintomáticas es varias veces tan alto como el número de casos notificados, la tasa de letalidad puede ser considerablemente menor que el 1%.
Acerca de los códigos internacionales que han sido designados. La décima revisión de la clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-10) para Covid-19 son los siguientes:
B34.2 tanto para casos confirmados como para casos probables.
Z20.828 de posibles casos y contactos de los que fueron confirmados o son casos probables.
Las instrucciones detalladas y actualizaciones en cuanto a cómo utilizar estos códigos en el ámbito clínico están llegando a las instalaciones médicas todos los días. Al principio de esto, muchas personas estaban siendo etiquetadas como B34.2 (confirmado y/o probable), cuando en realidad deberían haber recibido el código Z20.828.
Además, aquellos cuyas pruebas no fueron concluyentes (casos probables), fueron sin embargo, agrupados como confirmados (los cremaron), por esto estos códigos de distinción puede tener sentido para la gestión de la situación de crisis pero no son objetivos.
En Islandia la mitad de los pacientes que dieron positivo son no asintomáticos (extraña contradicción y exabrupto: protocolizan síntomas que indican existencia de virus e incoherentemente hay asintomáticos).
El 87% de las muertes en Italia fueron en pacientes mayores de 70 años — como ocurre durante cualquier temporada de gripe. La edad media de las muertes en Italia durante esta crisis sanitaria mal llamada pandemia 2020 es de 80,3 años. La mayoría de las muertes tuvo 3 o más asociados a problemas graves de salud.
Pruebas rápidas
Aunque se hayan adoptado a nivel general para el «diagnóstico», el sentido común para el más sensato de los incautos, aun cuando los protocolos afirmen que estas «pruebas rápidas» toman menos tiempo para hacer las genéticas .En este caso los anticuerpos IgM e IgG, no nos indica presencia de virus o patógeno, nos indican probabilidad de respuesta inmunológica. Se presenta el interrogante nuevamente ¿en dónde está el patógeno: virus o bacteria? En este caso, los anticuerpos IgM se produce antes y los IgG anticuerpos más tarde. Ambos pueden ser detectados en la prueba rápida. Sin embargo, según un estudio publicado en pruebas covid-19:
La seroconversión apareció secuencialmente para anticuerpos IgM y luego IgG, con un tiempo medio de 11, 12, y 14 días, respectivamente. La presencia de anticuerpos fue 40% entre los pacientes en los primeros 7 días de la enfermedad. Por lo tanto, las pruebas rápidas para medir la presencia de anticuerpos IgM o IgG contra Covid-19 no son útiles para los casos agudos.
Qué tipo de antígeno encuentran en las pruebas rápidas, «respuesta inmunológica a una bacteria o un virus», si dentro del coctel para este síndrome gripal se utilizaron antibióticos? ¿Qué explicaciones tienen que darle quienes arbitrariamente incineraron cuerpos, cuando los resultados reportados fueron negativos?
Algo para reflexionar es que el PCR no revela si el virus está vivo o muerto, si son trazas de virus y qué clase de virus, si son todos los virus que ha padecido la persona, los inoculados en vacunas o si se trata de bacterias o de otros patógenos. Lo más execrable desde el punto de vista de la ciencia, es que se hayan dictaminado con esta clase de test y en ningún momento se haya detectado y diagnosticado sobre un verdadero antígeno de un supuesto coronavirus. Toda esta farsa se queda sin piso justo en este proceso.
Así como la gripe española desapareció y las personas se inmunizaron naturalmente, lo mismo sucede con estos síndromes gripales que por desinformación e ignorancia generan crisis sanitarias globales y ponen en tela de juicio el andamiaje científico de la academia.
Dudas y más dudas
Cada cual deberá resolver los interrogantes, es muy temprano para medir el impacto económico de una estrategia como estas. Se hace referencia a estrategia debido a la forma como se impuso a regañadientes, sin llenar requisitos, sin que cada país se tomara el trabajo de validar científicamente todo lo relacionado a una pandemia, desde la existencia real del patógeno y la confirmación (virus, bacteria, etc.). El acomodar datos, es decir; falsear las estadísticas y pretender elevar cifras insignificantes para un gran número de población, nos da a presumir que se trata de una nueva modalidad de fraude para producir una crisis económica y no humanitaria, pues la crisis sanitaria ya existía mucho antes de esta falsa pandemia. Lo bueno de ella fue que puso al descubierto que tan inhumano ha sido el modelo de «desarrollo» en el mundo y cuán inequitativa es la redistribución de la riqueza en el mundo, ya que el dinero destinado fue para salvar al sector financiero y las supuestas ayudas, por lo menos en Colombia no se han visto y lo grave que aún no cambian los protocolos para solucionar este flagelo sanitario.
Según estadísticas del 1 de julio, había 10.576.919 contagiados en el mundo, fallecidos 513.172 y recuperados 1.491.359, según fuentes de Telesur. Sin embargo, estas cifras dejan mucho que pensar por lo referido con anterioridad, se elevaron cifras, en hospitales norteamericanos según filtración de información cada muerto lo registraban doble, los casos conocidos por familiares de personas, etc. Dejan muchas dudas e interrogantes. Algunas víctimas con los mismos síntomas y efectos de la pandemia de gripa española rápidamente después de la aparición de los primeros síntomas, a menudo con hemorragia pulmonar aguda masiva o con edema pulmonar, y con frecuencia en menos de cinco días. ¿Por eso la incineración de cuerpos en el 2020 para que no se detectara?
Por consiguiente, no hay excusa valedera para justificar esta irresponsabilidad, ya que cada país cuenta con el personal asignado para afrontar estas situaciones y es deber profesional verificar, confirmar y tomar las determinaciones pertinentes para solucionar una crisis sanitaria a la mayor brevedad y menos tomar el pretexto de culpar a otros países, sobre un problema que además de científico y ético, es un asunto de soberanía nacional y es precisamente en donde más se detecta lo fraudulento de esta medida ;que se ejecuta en países con gobiernos genuflexos o serviles, dando a presumir que se han impuesto subrepticiamente cuotas de fallecidos y casos como falsos positivos.
Les quedará como experiencia asesorarse bien para hacer otros montajes después de esta farsa y ojalá la medicina en el planeta sea más científica y humana para que no se cometan las barbaridades por ignorancia y sumisión que nos deja esta falsa pandemia. Precisamente el día 2 de marzo de 2019 se publicó en esta misma revista un artículo titulado Enigmas de la farmacovirosis: el fin de los virus y se definió a los virus como parásitos que viven a expensas de macro y microorganismos que para erradicarlos hay que tratarlos con antiparasitarios sistémicos.
No más pandemias a estas alturas, deplorable que en plena época de la digitalización, la medicina como ciencia siga en el oscurantismo y esté impregnada de barbarie. Por consiguiente, ahora el asunto no está tanto en la falsa pandemia, sino en cómo solucionar el problema del sicariato hipocrático.