Karl Popper fue un filósofo liberal y teórico de la ciencia austro-británico. Nace en Viena, Imperio austrohúngaro, el 28 de julio de 1902. Sus padres tenían antepasados judíos, pero se habían convertido al protestantismo. Por su parte, Popper se declara agnóstico y luego se hace ciudadano británico.
Estudia Filosofía en la Universidad de Viena donde se doctora en 1928. Huyendo del ascenso del nacional socialismo se exilia en Nueva Zelanda donde trabaja como profesor en la Universidad de Canterbury desde 1937 hasta 1945. Allí escribe su obra cumbre, La sociedad abierta y sus enemigos.
Posteriormente pasa a ser profesor en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres de 1949 hasta 1969 cuando se jubila. Fue su amigo Friedrich Hayek quien le consiguió esa cátedra.
En su juventud es socialista pero luego pasa a adoptar posiciones liberales y llega a ser miembro de la Sociedad Mont Pelerin. Sin embargo, muestra algunas diferencias con Hayek, el fundador y primer presidente de dicha sociedad, pues Popper no es tan devoto de la economía de libre mercado y acepta algún grado de intervención del estado en la economía sin llegar a los extremos que plantea el marxismo.
Popper se destaca como un crítico de los historicismos, pues todos ellos creen tener un mapa, una brújula y un conocimiento de lo que será o debe ser la historia humana y eso es peligroso para la libertad.
Desde luego el marxismo es uno de esos historicismos pues cree saber que después del capitalismo viene la revolución socialista y luego la dictadura del proletariado y posteriormente el comunismo, entendido como una sociedad sin estado y sin clases sociales. Pero desde luego hay y puede haber otros historicismos.
También critica los nacionalismos, pues representan un regreso a la tribu en la que se disuelve el individuo y la libertad individual. Incluso se opone al sionismo pues lo considera un nacionalismo y critica la idea de «pueblo elegido», tanto como la de «clase elegida» de los marxistas o «raza elegida» de los nacionalsocialistas. Se opone a la creación del Estado de Israel, considerándolo un gran error.
Es crítico de todos los dogmatismos y ante ellos promueve la investigación científica, la razón crítica, el uso de las hipótesis como verdades provisionales. Adversa las teorías autoritarias que promueven la sociedad cerrada, especialmente las tesis de Platón, Thomas Hobbes y de Carlos Marx.
Como escribió Mario Vargas Llosa:
Para Karl Popper la verdad no se descubre: se va descubriendo y este proceso no tiene fin. Ella es, por tanto, siempre, verdad provisional, que dura mientras no es refutada [...]. La verdad es una hipótesis, una teoría que pretende resolver un problema... debe ser sometida a la prueba del ensayo y el error... hasta que de pronto, otra teoría irrumpe, falseándola...
(Vargas Llosa, M. «La llamada de la tribu». Alfaguara, Barcelona, págs. 159 y 160)
Entre sus obras se destacan:
La sociedad abierta y sus enemigos (1945)
La lógica de la investigación científica (1934)
La miseria del historicismo (1957)
Búsqueda sin término: una autobiografía intelectual (1976)
Recibe varios premios y honores:
Anillo de honor de la ciudad de Viena.
Nombrado Caballero por la Reina Isabel II de Inglaterra.
Doctor Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid.
A diferencia de Marx quien señala que la historia de la humanidad era la historia de la lucha de clases, Popper dice que «No existe una historia de la humanidad, sólo hay muchas historias de todo tipo de aspectos de la vida humana» (frases de Karl Popper (s. f.). Recuperado el 25 de enero del 2017).
Y además también dice que «Aquello que nos promete el paraíso en la tierra nunca produjo nada, sino el infierno» (referencia citada).
Y hay un pensamiento que resume su actitud y su método científico:
La razón no es todopoderosa, es una trabajadora tenaz, tanteadora, cauta, crítica, implacable, deseosa de escuchar y discutir, arriesgada.
(Referencia citada)
«La sociedad abierta es un ámbito para la realización de cada uno de nosotros como individuo libre y responsable» (Grondona, M. 1986. Los Pensadores de la Libertad, primera ed. Buenos Aires, Argentina: Sudamericana).
El historicista cree que la historia tiene un rumbo, un argumento, y que él lo conoce. Del historicismo al totalitarismo no hay más que un paso. Si yo sé la historia, tengo una superioridad sobre ti. Si mi pueblo, mi clase o mi partido es el último fruto de la historia, ha de ser el mejor, debe dominar a los demás.
Marx no hará más que aplicar este esquema a las clases sociales. Y eso genera la violencia, porque cada clase nueva, cada idea nueva, cada pueblo nuevo, tiene el derecho y el deber de someter a las anteriores. Por lo tanto, para Popper, el historicismo es esencialmente totalitario. (obra citada pág. 122)
Es una especie de exitismo a nivel histórico: el futuro es el que tiene la razón. Aquel que demuestre que lo trae y lo tiene consigo, merece dominar. Esta es, para Popper, la maldad esencial del historicismo, porque la historia, en realidad, está abierta a la libertad humana y es imprevisible.
(Obra citada pág. 122-123)
Karl Popper fallece en Londres, Reino Unido, el 17 de setiembre de 1994.