A la memoria del maestro José Hernández Vargas, quien cada año, sin falta, leía con sus nuevos alumnos «Las batallas en el desierto».
Ahora que se cumplen seis años del deceso de José Emilio Pacheco, recuerdo con ustedes tan solo dos de las preciosas traducciones que nos legó.
Humilde siempre, honesto intelectualmente, consciente de que una traducción no podrá ser lo que el texto original, nuestro autor llamaba a esto «aproximaciones».
De Vinícius de Moraes
De mi parte, no conocía al poeta brasileño más que por La chica de Ipanema; fue una gran revelación, que se quedó impresa en mí para siempre, la que tuve leyendo poemas suyos en un artículo periodístico firmado por «JEP». Sí, uno de sus gustados Inventario.
Aquí tiene usted:
Poema de Navidad
Para esto nos hicieron:
para recordar y ser recordados
para llorar y hacer llorar
y sepultar a nuestros muertos
por eso tenemos brazos largos
para los adioses
manos para tomar lo que nos dieron
dedos para excavar la tierra.
Así será nuestra vida:
una tarde para olvidar
una estrella disuelta en las tinieblas
un camino entre dos tumbas
por eso es necesario velar
hablar bajo, pisar leve, mirar
a la noche dormida en su silencio.
No hay mucho que decir:
una canción sobre la cuna
quizá un verso de amor
una oración por quien se va
pero que esa hora no se olvide
y que por ella nuestros corazones
graves y simples se entreguen.
Porque para eso nos hicieron:
para esperar grandes milagros
participar en la poesía
y ver el rostro de la muerte
de pronto nunca más esperaremos
pero hoy tierna es la noche,
y de la muerte tan solo hemos nacido,
inmensamente.
Todo el texto, línea por línea, se tornó entrañable y compañero frecuente cuando de evocar poemas que me gustan se trata. En particular aquello de que «de pronto nunca más esperaremos», que se me hizo una divisa, una declaración de fe, un acto religioso, esperanzado, además de una línea asombrosamente bella. Después resultó que el poema es muy conocido, acaso el que más en la producción del autor carioca; bueno: a mí llegó gracias a José Emilio.
De Cavafis
Seguramente que los conocedores de esa obra ajena que José Emilio hizo propia — la poesía en otros idiomas —, al pasar lista a lo más conocido no incluirían Ítaca, de Constantino Cavafis; pero aquí, sí.
Es el siguiente… si no entendiera algún nombre por mitológico, sáltelo1; de todos modos se comprende:
Cuando emprendas el viaje rumbo a Ítaca
ruega que sea muy largo tu camino
y abunde en aventuras y experiencias.
Lestrigones y cíclopes no temas
ni te arredre la furia
de Posidón, pues nada de esto
encontrarás si tu pensar es alto
y una noble emoción tus actos guía.Lestrigones y cíclopes,
furioso Posidón, no encontrarás
a menos que los lleves
en tu interior,
o tu alma los erija
para cerrarte el paso.Ruega que sea muy largo tu camino,
haya muchas mañanas de verano
en que, lleno
de gratitud y de gozo,
bajes a un puerto por primera vez
y te detengas
en los centros fenicios
a comprar cosas delicadas:
madreperla, coral, ébano y ámbar,
los perfumes sensuales (cuantos puedas)
y visites
las ciudades egipcias y te colmes
con la sabiduría de los sabios.No dejes de pensar jamás en Ítaca.
El desembarco en ella es tu destino.
Pero nunca apresures la jornada.
Mejor que se prolongue muchos años
y ya seas viejo al divisar la isla;
rico por lo ganado en el camino,
sin esperar que te enriquezca Ítaca.
Ella te ha dado el prodigioso viaje;
sin la isla jamás habrías partido:
¿Ya que más puede darte?Y si pobre la encuentras
no habrá engaño:
sabio como ya eres con tu experiencia,
para entonces sabrás qué significa Ítaca.(«Habrás comprendido lo que las ítacas significan», traduce en cambio Cayetano Cantú).
Estará usted de acuerdo en la suave delicadeza, en la dulzura de padre o de maestro verdadero con que habla el poema: como un buen consejo, como un buen augurio, de lo que nos espera y puede sobrevenir en el camino.
Curiosidades
Cuando leí por vez primera lo de Vinícius me pareció que lograba aquel anhelo del traductor: que la versión haga parecer al texto como si hubiera sido escrito desde un principio en el idioma en que se está leyendo; pregunté a José Emilio que si hablaba portugués y me dijo que no, que «con un diccionario» (¡!) había hecho el trabajo2.
Notas
1 Mal consejo, ¿verdad?; pésimo. Debí decir: « investíguelo; verá que fácilmente lo encuentra».
2 Otras experiencias personales con el escritor puede usted leerlas en la lamentablemente extinta publicación El búho.