«¿Qué representan esos zapatos, qué hay, qué se da, de verdad, en esa representación?»
(Jacques Derrida)
Tres
Cuando el sol se esconde tras el Cerro Grande, las bocinas que están colgadas al minarete, cerca de la luna creciente, están a punto de llamar a la última oración del día y confundirse con las campanadas que llaman a misa y el shabat está a punto de comenzar, el de alzacuellos eleva el brazo y pide la cuenta. El rabino y el imán se llevan la mano al pantalón para buscar las carteras. El crepúsculo es una fiesta de ruidos puntuales, el cuervo vuelve al nido y los hombres se rascan la barba, suspiran y asienten. Estuvo mal. Sí, estuvo muy mal. El de saco blanco y pajarita negra se acerca comedido. No es nada, eminencias. Esta va por cuenta de la casa. Agacha la cabeza. Recibe tres bendiciones.
Dos
Cuando el sol parecía una tachuela amarilla colgada justo sobre la punta del Cerro Grande, el martilleo paró. En el centro de la plaza central, había quedado listo el templete y en medio, en vez de una horca, instalaron un retrete de porcelana blanco. Una persona encapuchada con toga negra toca el corno en dos ocasiones. La gente se reúne, los más listos se paran debajo del soportal de los arcos y consiguen la protección de las sombra, los que se atrasaron se quedan padeciendo el rayo de sol de las doce. Trece mujeres suben al templete, la última lleva una caja. Se alinean, dando la cara al pueblo. Muestran la caja que lleva dibujado un letrero que dice: Cenizas y se la pasan de una a la otra hasta que llega al de la toga negra. Todas forman un círculo en torno al retrete. Abren la caja, tiran el contenido en la taza de porcelana esmaltada. Una de las trece, la que llora, jala la cadena. El pueblo aplaude. Ellas escupen dos veces sobre la tierra.
Uno
Cuando el sol se asoma a los perímetros del Cerro Grande un grito desbarata el silencio matinal. Un cuadro de la muestra que se exhibe en la diputación amanece con una rasgadura que lo corta de una esquina a otra. La exposición a sido ultrajada, el arte ha sido profanado, el respeto ha sido pisoteado. La reivindicación del rol femenino impuesto a la mujer desde los principios de la humanidad y el cuestionamiento sobre cómo y quiénes somos las mujeres se ha vejado. La rasgadura corta en dos la imagen que simula a la Inmaculada semidesnuda y tocándose la entrepierna. Repugnante, dice una voz temblorosa.
Cero
Cuando el sol se oculta detrás de las nubes que anuncian una tormenta, el alcalde pasea por la exhibición que está a punto de inaugurar. Recorre la única sala en la que aparece la imagen de unos labios carnosos que enseñan la punta de la lengua y que está presentada en forma vertical, mira aquella en la que una nariz arrugada es alcanzada por un tentáculo largo que sale de la boca, recorre la vista sobre algunos poemas que emulan ciertas fórmulas sagradas, que han sido intervenidas: son oraciones, pero en vez de mantras, hay insultos. La frente se le perla con gotas de sudor. Los miembros del cabildo lo acompañan. Las que van a exponer, caminan junto a él. En el lugar de privilegio cuelga un lienzo con una imagen que le recuerda a los cuadros de Murillo, es la cara pintora que reinterpreta la obra del barroco español. El presidente del cabildo opina que la exposición ofende el sentimiento religioso de los habitantes del pueblo; las creadoras se defienden. Sostienen que esa postura es beligerante, misógina y exigen respeto a su libertad de expresión. El alcalde mira al techo, cierra los ojos, aprieta los dientes y corta el listón para inaugurar la muestra.
I
El cuadro era un fotomontaje, con una fotografía mía y una tela azul, dice la autora con la voz temblorosa, la nariz roja y la cara abotagada. No se parece en nada a la que se adivina en el lienzo rasgado. Mis compañeras y yo pedimos respeto. Exigimos justicia. Tenemos que cuestionarnos qué país estamos construyendo para que esto pase. Abraza el marco con la pintura rota.
II
El jefe de la policía interroga al presidente del cabildo. Lo dije y lo sostengo, puede haber personas que se sientan ofendidas con el cuadro que hace un uso irrespetuoso de la Virgen María. El uniformado anota en una libreta de taquigrafía la declaración. El presidente del cabildo añade, pero la manera de solventarlo no es destruyendo la pintura sino presentando una denuncia.
III
El líder de la oposición declara que todo es culpa del discurso intolerante que ha generado el ataque contra la pintura. Es el llamamiento al odio. Que lo quemen. Que lo hagan cenizas. Que lo tiren por el inodoro y sus restos vayan a dar al desagüe del pueblo. El líder de la oposición mira al alcalde que accede a la petición de la autora. Sólo deseo que se haga en la plaza pública.
IV
El mesero recoge las tazas que dejaron el cura, el rabino y el imán sobre la mesa. Para prevenir formas de violencia y exclusión, físicas y culturales, es importante construir una significativa educación estética y ética a la misma vez, como instrumento de integración intercultural y social. Se limpia la cara con el trapo que acaba de pasar por la mesa sucia, para qué recordar sus tiempos de artista si aquí son las propinas las que llevan el pan a la casa.
A
El grafitti que está en el muro de piedra dice: El arte no se crea, el arte se participa. Entonces, digan lo que digan, el resultado que arrojó la exposición fue un éxito. El cuervo cuida los huevos que tiene en el nido.