Al sentarme a escribir estas líneas han pasado apenas unas horas de haber regresado de Georgia. En este estado he vivido entre 1982 y 1985, entre 2001 y 2005. Numerosos recuerdos me unen al menos a dos de sus ciudades, Athens y Atlanta. En la primera estudié mi maestría, nació mi hija mayor, mis dos hijas y una sobrina estudiaron. En la segunda, he vivido, al igual que mis hijas y sobrina. Varios amigos, conocidos y lugares nos son comunes, el verdor y su topografía típica de «faldas de montaña» me son de especial agrado. Tenía algo más de cuatro años que no regresaba a Georgia.
Ya desde el año 2001, algo sumamente interesante me sucedía al llegar por vía aérea a Atlanta. En el área para recoger el equipaje, tanto a mí como a los miles de personas que llegaban a dicha ciudad a través del aeropuerto Harsfield-Jackson, mejor conocido como «de Atlanta», quizás el más concurrido del mundo, eran recibidas por unas 200 hormigas de poliuretano con patas de cobre, de unos 30 cm cada una. Estas hormigas que parecian tener su colonia dentro del techo del aeropuerto, «recibían y saludaban» a los viajeros mientras recogían sus valijas y otros elementos de equipaje.
Cuando en el 2014 se filmó la película Ant-Man en Fayeteville, Georgia, el equipo de filmación y numerosas personas asociadas con la producción y que estarían estacionados en Atlanta por un buen tiempo, llegaron a pensar que las hormigas habían sido colocadas intencionalmente para recibirlos. Conocedores o no de arte, amantes o no de las hormigas, definitivamente tenían algo que decir al observar estas enormes hormigas sobre sus cabezas.
Este viaje del cual apenas regreso, me ha dejado un relativo «sin sabor»: las hormigas desaparecieron, me enteré que fueron removidas en el 2016 como parte del proceso de modernización y reconstrucción del aeropuerto. ¿A dónde fueron a parar las hormigas del aeropuerto de Atlanta?
Henry David Thoreau (1817-1862) fue un ensayista, poeta, filósofo, naturalista e historiador estadounidense. Su obra más reconocida es Walden, un ensayo una reflexión acerca de la vida sencilla rodeada de naturaleza. Thoreau narra los dos años, dos meses y dos días que vivió en una cabaña que él mismo construyó, a orillas de la laguna Walden. Él pretendía varias cosas al emprender este proyecto de vida solitaria, natural, cultivando sus alimentos y escribiendo sus vivencias. Intentaba demostrar que la vida en la naturaleza es la verdadera vida del hombre que intenta liberarse de la esclavitud promovida por la sociedad industrial. Igualmente, comprender y entender los recursos de la naturaleza, sus reglas, sus recompensas, son el verdadero camino que el hombre no debe olvidar.
En uno de los pasajes de Walden, «Brute Neighbors», Thoreau comenta una salida de pesca a la laguna con su amigo William Ellery Channing (1780-1842). Aunque lo intentaron, no lograron pescar nada. Thoreau se dedica a jugar con un ratón alimentándolo con pedazos de queso. Se encuentra con un zorzal y unas perdices, a los cuales llama «gallinas y pollos». En su caminata por el bosque, Thoreau nota un grupo de hormigas negras en batalla mortal con otro grupo de hormigas. Rojas estas, con un numero que doblaba a las negras, aunque sus soldados eran de menor tamaño. El filósofo destaca la semejanza de esta batalla con las de los hombres, feroces e intensas.
Las hormigas no son extrañas al arte. Ya lo habíamos comentado hace algún tiempo. Para Salvador Dalí (1904-1989), estaban las hormigas entre los animales que más admiraba, representándolas en numerosas obras desde los años veinte hasta casi el fin de su trayectoria artística. Para Dalí la hormiga es una mezcla de atracción y repulsión. En 1941, este formidable y admirado artista catalán elaboraría su Autorretrato blando con bacon a la plancha con el cual pretendía inculcarnos que el alma del artista no presentaba mayor interés. Aquí lo relevante es el exterior del artista, su blanda piel, absolutamente comestible. Sobre su blando rostro, varias hormigas aparecen, listas para comerlo.
«Autorretrato blando con bacon asado representa mi cabeza sin un cráneo que la sostenga … el bacon asado pone énfasis en el carácter consumible de la carne, que las hormigas están devorando...».
Aunque a lo largo de su carrera, Dalí comenta en múltiples ocasiones el horror que le producían las hormigas, estas constituyen uno de los elementos creativos más importantes de toda su obra. Son tan importantes para él y su creatividad que, en 1959, llegaría a declarar:
«He llegado a la certeza de que la hormiga es un ser superior. Para conocer bien una cosa, es menester comérsela, y estas hormigas se comen el tiempo...».
La pieza que comprendía el conjunto de hormigas que adornaban la sala de equipaje, era denominada Brute Neighbors, en honor al referido pasaje de Walden. Fue comisionado por la administración del aeropuerto en 2001 al artista Joseph “Joe” Peragine, nacido en Nueva Jersey, residente de Atlanta, y profesor en la cercana Georgia State University.
The title of this work comes from a chapter in Henry Thoreau’s novel "Walden". In the chapter Thoreau, an author who observed and wrote about the wonderment of the world around him, describes some of the habits of the not-so-humane creatures that inhabit the forest surrounding his cabin by the lake. Among these descriptions is one about a battle between red and black ants on his wood chip pile. Thoreau humanizes the struggle drawing comparisons to our own existence.
Las hormigas de Peragine, colocadas sobre los ductos y el techo de la zona de reclamo de equipaje del aeropuerto, fueron especialmente diseñadas para ese lugar. Ellas representaban una metáfora al interminable flujo de miles de pasajeros que caminaban debajo de ellas, en tan atareado aeropuerto. La inspiración le vino al artista mientras buscaba insectos debajo de las rocas junto a su hijo.
Consultando aquí y allá, aparentemente las hormigas están resguardadas en algún lugar seguro, con clima controlado. El artista no estuvo presente cuando las desmontaron y no hay certeza de que vuelvan a ser reintegradas a su lugar original.
Este viaje reciente a Georgia resultó sumamente agradable. Visitamos amigos, familia y lugares que teníamos algún tiempo sin ver. Sin duda, muchas cosas han cambiado, estas nuevas vistas se unen a los antiguos recuerdos. Asumo que no nos queda más que decir, como alguna vez diría el poeta francés Anatole France (1844-1921):
«Todos los cambios, aun los más añorados, llevan consigo cierta melancolía; porque aquello que dejamos es una parte de nosotros mismos: debemos morir una vida para entrar en otra».
Numerosas obras de arte, antiguas o recientes, continúan adornando al aeropuerto de Atlanta. Sin embargo, durante el proceso de renovación del aeropuerto, programado para durar varias décadas, las hormigas no han sido las únicas obras de arte que han sido removidas. Aunque las autoridades del aeropuerto parecen estar trabajando con el artista para encontrar un «hogar» definitivo para las hormigas, lo cierto es que no está en los planes que estas regresen a su lugar original. Lástima, como en este viaje, cada vez que pase a recoger mi equipaje en este aeropuerto, extrañaré la bienvenida que desde el 2001 y hasta 2016 nos daban estos artísticos hexápodos.