Durante el siglo XIX la clase obrera contemporánea y el movimiento obrero organizado surgieron y se desarrollaron. Distintas formas de organización de trabajadores y de luchas obreras fueron dándose y evolucionando hacia la formación de sindicatos, y organizaciones de trabajadores que respondían más hacia formas de luchas económicas, sociales y políticas.
La presencia de Carlos Marx y Federico Engels, a partir de 1848, le van a dar orientación política e histórica a los trabajadores, y van a impulsar con la Asociación Internacional de Trabajadores, en 1864, llamada y conocida como la Primera Internacional, un nivel internacional de organización contra el capital, considerado también como una forma organizada internacional del sistema económico, el capitalismo, y los capitalistas, que estaba, al calor de la segunda revolución industrial, transformando las relaciones de producción y las relaciones de trabajo. Este proceso llegó en ese momento a su culminación con la llamada Comuna de París, que se llegó a considerar como la Primera Revolución Proletaria.
La época de las revoluciones burguesas, 1820, 1830 y 1848 estaba superada. La burguesía, como clase, había asumido la dirección del Estado y de la Sociedad, desde arriba, sin participar a las masas populares. El ascenso de Napoléon III en Francia, la Guerra Civil en Francia y en Alemania, la guerra en Italia en 1859, las guerras prusianas contra Dinamarca, en 1864, Austria, en 1866 y de nuevo en Francia en 1870, fue el proceso que condujo a la unidad de los Estados alemanes dirigidos por Prusia.
La clase obrera había desarrollado importantes dirigentes obreros, que se movían todavía dentro de la lucha por desarrollar más la democracia burguesa que estaba en marcha. En Francia el régimen bonapartista, que llegaba hacia 1870, se hundía en el llamado II Imperio. La clase obrera francesa era la abanderada de las luchas democráticas y empieza a plantear la lucha por el socialismo, exigiendo el socialismo y considerando que la democracia podía avanzar hacia el socialismo.
Las consecuencias de la guerra contra Prusia desde 1870 evidenciaron las tendencias nacionalistas fracasadas, provocándose desde julio de 1870 procesos de agitación y movilización social, especialmente en París. Frente al régimen bonapartista se alzaban los movimientos republicanos de diversos matices políticos e ideológicos.
La Primera Internacional, para el 9 de agosto de 1870, convocó, con sus sección parisina, a una gran marcha con el objetivo de acabar con el Emperador Napoleón III y su régimen. Esta lucha fue brutalmente reprimida. El 14 de agosto de 1870, dirigidos por Louis Auguste Blanqui, se intenta una insurrección, tomando un cuartel de París, que fue aplastada y derrotada. A principios de setiembre, con las noticias de la derrota francesa en Sedán, de nuevo se producen movimientos de protesta popular, que toman importantes edificios públicos exigiendo la formación de un gobierno republicano, lucha al margen de la Primera Internacional.
El 4 de setiembre fue declarada la República, que constituyó un Gobierno de la Defensa Nacional, con presencia de los llamados republicanos rojos que impulsaban la República Social, que no pudieron mantener su peso e influencia en este Gobierno. A pesar de ello lograron algunos resultados políticos, entre ellos la convocatoria a las elecciones del Consejo Municipal de París, que posibilitaba armar al pueblo. Durante todo el mes de setiembre hasta octubre siguieron dándose movilizaciones populares.
Desde 1848 las ciudades de París y Lyon estaban bajo control policial y administrativo del régimen napoleónico. Los dos millones de habitantes estaban divididos en 20 distritos, con alcaldes designados por el gobierno. La elección de autoridades era por ello una demanda política esencial de la clase obrera, desde 1869, frente al Imperio. Desde las luchas obreras, durante la Revolución francesa, en los años de la Comuna de 1792 a 1794, especialmente bajo el período de las luchas en el Germinal y el Pradial revolucionario, la lucha por la representación política estaba presente en la conciencia popular. La reacción termidoriana había acabado con este movimiento, pero había dado sentido al término «Comuna», que Proudhon llegó a señalar como la célula que daría inicio a la nueva sociedad humana del futuro.
Todo el resto del año de 1870 la ciudad de Paris fue controlada por el ejército prusiano, el Gobierno de la Defensa Nacional fue neutralizado.
Por iniciativa de la Primera Internacional en cada distrito de París se creó un Comité de Vigilancia Republicana, cuyo Comité Central, se reunía en un local en la plaza Corderie. Bajo la represión el 15 de setiembre de 1870 se llamó a defender la Patria y la República, a tomar medidas contra «la reacción burguesa y bonapartista», y a defender París. La prensa obrera existente ayudaba a agitar y concientizar. Por elecciones se nombraron los jefes de la Guardia Nacional y una parte de ésta se constituye poco después en un ejército popular revolucionario. En este proceso también se organizaron las mujeres para diversas tareas revolucionarias y políticas. Blanquistas y proudhonistas participaron en la insurrección del 31 de octubre de 1870. En noviembre de 1870, Blanqui publica el periódico La Patria en peligro, que durante las semanas siguiente se vuelve en un gran organizador colectivo.
Todo este movimiento o logró plasmarse en un partido político. Frente a la convocatoria de elecciones el régimen bonapartista impulsó un plebiscito, donde el gobierno imperial salió fortalecido. En setiembre de 1870 en Lyon se proclamó la República, con una débil organización proletaria y de la clase trabajadora, que estableció la Comuna de Lyon el 15 de setiembre de 1870, bajo gran influencia de Bakunin.
Este período fue de intensa actividad, por varios meses, de movilizaciones y luchas obreras y populares, en distintas partes y ciudades de Francia.
En enero de 1871 el Comité Central de los 22 distritos había constituido un comité secreto de cinco personas para preparar el derrocamiento del gobierno, llamando hacia el Camino a la Comuna. El 22 de enero se realiza una insurrección en París, reprimida por la policía.
El 28 de enero la firma de la paz entre Francia y Alemania conduce a la elección de una nueva Asamblea Nacional el 8 de febrero, que dividió a los grupos revolucionarios y comuneros, provocando el triunfo de los grupos reaccionarios y conservadores, facilitando la integración de un nuevo Gobierno dirigido por Thiers, que se empeñó en frenar la ola revolucionaria que había en París.
A finales de febrero el Gobierno estaba enfrentado en las calles, y con armas, a los sectores populares, que el 18 de marzo de 1871 triunfaron proclamando la Comuna de París. Se estaba ante una auténtica revolución popular. París se declaraba independiente y libre.
Con el triunfo los trabajadores trataban de asegurar dos objetivos, librar a Francia de la invasión alemana y liberar del capitalismo a los trabajadores, para luchar por el socialismo. Estaba ya planteada la lucha por el poder político para el proletariado.
Los actos insurreccionales lograron atraer tropas del ejército, que se les sumaron, al punto que Thiers se vio obligado a retirarlas y concentrarse en Versalles, donde estaba la Asamblea Nacional. La libertad de expresión, oral y escrita, la libertad de asociación eran parte de las principales consignas políticas.
El 20 de marzo el Comité Central declaró que no se consideraba gobierno y que solo garantizaría las elecciones comunales. Se pasó a convocar a elecciones para el 26 de marzo, con presos políticos liberados, con supresión de los Tribunales de Guerra, suprimiendo la policía y el ejército permanente, devolviendo gratuitamente las prendas empeñadas en el Monte de Piedad, aplazando los vencimientos de pagarés comerciales, aplazando pago de alquileres, rebajando salarios de funcionarios públicos y entregando subsidios a familias pobres y necesitadas, y no se tomaron medidas represivas contra los miembros del gobierno de Thiers que pudieron salir fácilmente hacia Versalles.
El 22 de marzo hubo una reacción militar contra los Comuneros, tratando de provocar una guerra civil que los Comuneros no deseaban. Mientras tanto, las orquestas militares, con 160.000 guardias nacionales entonaban La Marsella.
Las elecciones por sufragio universal, del 26 de marzo, establecieron el Gobierno de la Comuna de París integrada por obreros, artesanos, profesionales liberales, entre ellos periodistas, gente trabajador en general, con presencia principalmente de los grupos blanquistas, proudhonistas, demócratas de la pequeña burguesía y neojacobinos. Vermorel escribió: «La Revolución del 18 de marzo significaba para el proletariado la llegada al poder político».
El 29 de marzo frente al Ejército la Comuna declaró abolido el reclutamiento y señaló a la Guardia Nacional como la única fuerza armada legítima. Este día Emile Eudes propone que el nuevo Concejo se le llame Comuna de París.
El 2 de abril la Comuna decretó la separación de la Iglesia y el Estado, enseñanza laica y obligatoria, y se declararon los bienes eclesiásticos bienes de la Nación, patrimonio nacional. También se procedió a eliminar a la Policía política y se ordenó reorganizar todos los departamentos estatales. Trataban de suprimir las funciones opresoras del Estado. En lugar de los Departamentos o Ministerios se impulsaron Comisiones, entre ellas la Militar y la de Seguridad Nacional con el objetivo de combatir la contrarrevolución. Así se crearon las Comisiones de Finanzas, de Justicia, de Enseñanza, de Relaciones Exteriores, de Trabajo de Industria y Cambios, de Servicios Públicos. La Unión de las Mujeres por la Defensa de París declaró que la Comuna tenía los gérmenes de a revolución social. El Programa de la Comuna se identificaba con el de la Primera Internacional.
El 2 de abril se desató la Guerra Civil y la Comuna tuvo que atender estas necesidades militares y de defensa, con debilidad política en cuanto el gobierno de la Comuna no permitía una centralización del poder.
El 7 de abril la Comuna había adquirido un carácter nacional. En el periódico El Hombre Libre se dijo que la «Comuna es la renovación de Francia, el progreso, la voz de la conciencia humana alzada contra los tiranos y opresores». Para Carlos Marx los comuneros eran los primeros en haber llevado a cabo la destrucción del aparato estatal burgués, creando las bases para una Estado proletario. La Comuna ese día ordena realizar represalias como deber contra «los bandidos de Versalles».
El 12 de abril el ministro de Relaciones Exteriores de la III República, en la Asamblea Nacional hace un discurso contra el levantamiento de París.
El 16 de abril la Comuna decretó entregar a las cooperativas las empresas abandonadas por su dueños, para evitar el saboteo de la producción, y acordó organizar cooperativas a escala nacional. La Comuna decreta el aplazamiento de todas las deudas por tres años, cancelando intereses.
El 17 de abril Marx valora la Comuna con el suceso en el cual la lucha de la clase obrera contra la clase capitalista y su Estado había entrado en una nueva fase.
El 18 de abril se cierran periódicos.
El 20 de abril se decretó la prohibición del trabajo nocturno de las panaderías.
El 23 de abril uno de los periódicos partidarios de la Comuna llama a suspender todas las garantías individuales, ya que el estallido de la guerra solo obligaba a ejercer la autoridad.
El 30 de abril Thiers convoca a elecciones municipales en toda Francias.
El 1 de mayo la Comuna decretó la creación del Comité de Salvación Pública, con amplios poderes.
El 3 de mayo se decretó el control obrero de la producción.
El 5 y el 11 de mayo se cierran periódicos.
El 7 de mayo Elías Reclus propone suspender todos los periódicos hasta que acabe la guerra.
En cuanto a la nacionalización de la banca y el programa agrario de la Primera Internacional no se atendió por los Comuneros.
El 15 de mayo algunos sectores de la Comuna se desprendían de ella concentrándose en sus distritos, creando una división en la unidad revolucionaria que hasta ese momento había existido. La Primera Internacional los llamó a mantenerse en la Comuna. La reacción se preparaba para atacar París y los comuneros para desarrollar barricadas en su defensa.
El 16 de mayo en la prensa a favor de la Comuna se llama a fortalecer la crítica. Este día se llega a afirmar en un periódico que la Revolución está siendo traicionada.
El 18 de mayo se pide en periódicos el fusilamiento de los rehenes de la Comuna, comenzando por los sacerdotes. Entre los comuneros se había desatado el terrorismo.
El 19 de mayo algunos periódicos suspenden su tiraje y salida.
El 21 de mayo dio inicio a lo que se conoció como la «semana sangrienta» con la entrada de las tropas a París. Con 130.000 soldados, que llegaron a 170.000, Thiers desde el 16 de abril se preparó para atacar París.
El 22 de mayo habían caído dos distritos en manos del ejército versallés. El comunero Delescluze llama a defender Paris desde las barricadas.
El 23 de mayo Carlos Marx en el Consejo General de la Primera Internacional afirmaba que «los principios de la Comuna son eternos y no pueden ser destruidos, volverán a declararse una y otra vez hasta que la clase obrera logres su liberación».
El 24 de mayo los comuneros abandonan el edificio del Ayuntamiento.
El 26 de mayo la Comuna y el Comité de Salvación ya no existen. La resistencia de la Comuna es débil. En Alemania, Augusto Bebel, y el Partido Socialdemócrata Revolucionario impulsaba desde el parlamento importantes denuncias y acciones solidarias con los comuneros.
El 27 de mayo alrededor del cementerio de Pere-Lachaise la pelea es cuerpo a cuerpo.
El 28 de mayo la última barricada cesa sus combates. La reacción había triunfado. Resultado: 20.000 comuneros fusilados, 40.000 arrestados, juzgados 18.700, condenados a muerte 270, deportados 7.459. En 1888 se dictó una amnistía general.
La derrota de la Comuna se extendió con la represión, cárcel, persecución e ilegalización del movimiento obrero y sus organizaciones clasistas y sindicales en el resto de Francia y de Europa, especialmente contra la Primera Internacional, obligando a muchas seccionales de la Internacional a pasar a la clandestinidad.
Durante los días de la Comuna de París importantes movimientos de solidaridad se dieron con ella en Alemania, Austria-Hungría, Inglaterra, Suiza, Rusia. La solidaridad con la Comuna se manifestó luego en la solidaridad con los emigrados y la defensa de sus derechos, para asegurarles, seguridad, techo, trabajo y alimentación. La derrota de la Comuna en cierta forma contribuyó a fortalecer las tendencias anarquistas que ya desarrollaban en Europa, y la discusión y concientización del papel de la clase obrera y sus organizaciones políticas de vanguardia.
La derrota de la Comuna condujo a un refortalecimiento del republicanismo, que se expresó en las elecciones de julio de 1871.
Las causas de la derrota de la Comuna pueden ser muchas, pero entre ellas destacan, un predominio de pequeña producción en Francia y en París, la ausencia de un partido político revolucionario que dirigiera el proceso de la Comuna, errores tácticos y defensivos especialmente en la atención de enfrentar a la contra revolución, la incapacidad de haber logrado una alianza obrero campesina. Una causa también pudo ser la gran cantidad de dirigentes políticos que actuaban en la conducción del proceso revolucionario de la Comuna, que condujo a actos dispersos, espontáneos y a actos descoordinados y destructivos de la obra cultural francesa, que fueron atacados y destruidos como símbolos de la vieja cultura y dominación. La Comuna no tenía una clara definición teórica política, una definición ideológica, en su seno había mucha diversidad ideológica.
Lenin valoró la Comuna de París como «una de las grandes revoluciones del proletariado». Enfatizó en que su derrota debía producir enseñanzas para continuar las luchas siguientes. Lenin también la valoró como el primer Estado de nuevo tipo, de un Estado proletario.
La Comuna de París contribuyó, en su experiencia, a desarrollar la teoría revolucionaria del proletariado, la teoría del marxismo y del marxismo leninismo. Marx dijo que en la Comuna los trabajadores y obreros de París se «atrevieron a asaltar el cielo». Miguel Bakunin y Pedro Kropotkin vieron la Comuna como el primer intento de asociación comunitaria socialista al margen del Estado. La Comuna no se declaró socialista, no expropió capitales ni elimino el Gobierno representativo. La Comuna fue un movimiento esencialmente popular cuyo propósito fue procurar la verdadera y plena libertad e igualdad para todos. De la «Comuna de París», dijo Marx, »no se podían esperar milagros».
«Cuando la Comuna de París», señaló Marx, «tomó en sus propias manos la dirección de la revolución; cuando, por primera vez en la historia, simples obreros se atrevieron a violar el privilegio gubernamental de sus "superiores naturales" y, en circunstancias de una dificultad sin precedentes, realizaron su labor de un modo modesto, concienzudo y eficaz, con sueldos el mas alto de los cuales apenas representaba una quinta parte de la suma que según una alta autoridad científica es el sueldo mínimo del secretario de un consejo de instrucción pública de Londres, el viejo mundo se retorció en convulsiones de rabia ante el espectáculo de la Bandera Roja, símbolo de la República del Trabajo», ondeando sobre el Hôtel de Ville. Y, sin embargo, fue ésta la primera revolución en que la clase obrera fue abiertamente reconocida como la única clase capaz de iniciativa social incluso por la gran masa de la clase media parisina, tenderos, artesanos, comerciantes, con la sola excepción de los capitalistas ricos.
Entre los muchos dirigentes y guías revolucionarios que participaron en las luchas que culminaron con la Comuna de París estuvieron Augusto Blanqui, Luisa Michel, G. Flourens, Ch. Delescluze, Felix Pyat, A Rochefort, E. Varlin, Gustave Tridon, Ch. Louguet, Jules Valles, Pierre Denis, A. Combault, Pablo Lafargue, yerno de Carlos Marx, Agustin Avrial, J. Johannard, Z. Camelinat, Leo Frankel, Emile Eudes, Henri Bachruch, Charles Keller, E. Vaillant, G. Liebknecht, J. Ph. Becker, A. Scheu, J. Most, Auguste Sarailler, Arthur Arnauld, Arno, Renvier, Raoul Rigault, Theophille Ferré, W. Wroblevski, Jules Miot, Elías Reclus, Frédéric Cournet, Benoît Malon, Louis Rossel, Dupont, Aubry, Vermorel, Milliere, Martin, Delahaye, Theisz, Sapia, Leverdays, Jaclard, Duval, Moreau, Theiss, Amouroux, Parisel, Billioray, franceses y de distintas nacionalidades europeas.
El 30 de mayo de 1871 Marx escribió: «El París de los obreros, con su Comuna, será eternamente ensalzado como heraldo glorioso de una nueva sociedad. Sus mártires tienen su santuario en el gran corazón de la clase obrera».