En nuestra última entrega hicimos una aproximación histórica a las causas de la crisis que hoy padece Venezuela y finalizamos con los posibles escenarios a corto plazo. En ese texto planteamos que, por la información de los expertos en el área combustible, el país tenía gasolina hasta abril o mayo aproximadamente debido a que Estados Unidos le había dejado de abastecer en los componentes necesarios para la refinación. Esta terrible realidad afectaría a todos los servicios como la luz por las termoeléctricas, aunque el chavismo nos había hecho más dependientes de la gran represa hidroeléctrica del Guri (segunda más grande de Iberoamérica, cuarta más grande del mundo) con el peligro que esto significaba. Muchos expertos en el área advirtieron el peligro hasta que ocurrió el pasado jueves 7 de marzo. ¡No tuvimos que esperar a que se acabara la gasolina para vivir el desastre! Nunca antes en nuestra historia se había vivido un apagón nacional de tal magnitud en el sentido de duración: más de 3 días (hoy a dos semanas del hecho algunas zonas siguen sin electricidad), que a su vez afectara el abastecimiento del agua e impidiera las comunicaciones por telefonía fija, celular e internet (salvo algunas excepciones). El agobio estresante que vivimos la mayoría de los venezolanos que habitamos el territorio nacional es indescriptible pero solo podemos decir que es... ¡una tragedia que clama al Cielo por un cambio inmediato! A continuación daremos nuestro testimonio del hecho, sus orígenes históricos y el posible impacto en nuestra percepción del momento.
El caos que se generó por el mega-apagón-eléctrico-agua-comunicaciones (me perdonan el término pero me parece nada realista hablar solo de un problema eléctrico) no llegó a más muy probablemente porque todavía había comida, pero en algunas zonas (en especial el segundo estado más importante del país: el Zulia) hubo graves saqueos. No se conoce hasta ahora cuántas personas perdieron la vida en los hospitales que no poseen plantas eléctricas o si las poseen están dañadas, pero se sabe de varios casos. En general se puede decir que hay que vivir este hecho para poder comprenderlo, solo se puede comparar con las guerras y su gran impacto devastador, aunque en nuestro caso todavía quedan los edificios en pie pero en franco deterioro y no hay tantas balas silbando.
Muchos están «entrenados» por años y años de apagones que vienen ocurriendo con cierta regularidad, en el estado Zulia, por ejemplo, ya poseen desde hace tiempo cortes de 4 horas diarias. Pero cuando es algo nacional, pasan las horas y llega la oscuridad, la angustia se establece en tu alma. No sabes si pronto, en medio de esa oscurana que no te permite ver ¡nada de nada!, aparecerán los delincuentes que asesinan y roban (y que nos tienen entre los países con mayores índices de criminalidad). Si no guardaste agua, la suciedad en tu cuerpo, ropa y ambiente se empieza a acumular; y sabes que puede llegar la sed. Fue así como se vio gente en Caracas tomar agua de cualquier sitio. Si no tenías comida, debido a que los puntos de pago con tarjeta de débito no servían y hay escasez de efectivo, los comerciantes empezaron a exigir dólares que la mayoría no tiene. Sé que sonará dramático pero, en medio de esto, yo recordé la famosa frase del emperador Hirohito - palabras más palabras menos - en el discurso de rendición del Japón: «Hemos sufrido lo insufrible» ¡Y lo peor es que la causa de esto en Venezuela sigue allí!
El mega-apagón-eléctrico-agua-comunicaciones es una muestra más de la barbarie recurrente que cada cierto tiempo domina nuestro país y que se ha perfeccionado en los tiempos del chavismo. La barbarie que en este caso es generado por la corrupción y falta de mantenimiento e inversiones en todo lo relativo a los servicios públicos, que es la expresión de un desgobierno que nunca tiene la responsabilidad de aceptar su culpa y se inventa los típicos pretextos que ha usado siempre su aliado cubano (por no hablar de «potencia dominante»). Pero también es producto de otras formas bárbaras como son el rechazo a la meritocracia (se premia la lealtad más que el profesionalismo) y la censura (no se acepta nunca la crítica y se promueve la propaganda que es la mentira). Al final la principal causa es el personalismo político, el hecho que los venezolanos no podamos por medio de las luces electorales cambiar la barbarie por la civilización. Sabiamente lo dijo el presidente Juan Guaidó (1983) al explicar que todo el problema comenzará a superarse cuando cese la usurpación.
Si al explicar el mega-apagón-eléctrico-agua-comunicaciones señalamos que su principal causa es un problema político, sería lícito entonces preguntarse: ¿qué hizo la democracia en Venezuela (1945-48, 1958-1998) en relación a la electricidad y qué hizo el chavismo (1999-2019)? En nuestro país se ha desarrollado un mito que no soporta ningún análisis histórico y/o de simple cuantificación. Me refiero a aquel que afirma que las dictaduras se dedican más a realizar obras de infraestructura que las democracias. En nuestro caso nada más alejado de la verdad y esto lo ha demostrado con datos y fuentes documentales el amigo y colega Mario Buffone en su maravilloso blog Obras de la Democracia Venezolana.
Pero hablemos brevemente del sistema eléctrico nacional. En sus inicios fueron un conjunto de iniciativas privadas, hasta que la democracia en 1947 - bajo la presidencia de Rómulo Betancourt - creó la Corporación Venezolana de Fomento (CVF) la cual se propuso la expansión del sector eléctrico estableciendo el Plan de Electrificación Nacional. Es cierto que la dictadura militar (1948-58) lo continuó y dio los primeros pasos de la electrificación de los grandes ríos del Sur pero fue la democracia quien construyó la gran represa del Guri entre 1963 y 1986 (en funcionamiento parcial desde 1968) y comenzó la interconexión nacional desde 1958 con la creación de la Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico (CADAFE), que reunió a 15 empresas eléctricas creadas por la CVF (datos tomados del blog citado). Estas iniciativas iluminarían los hogares de los venezolanos y mantenían su funcionamiento con el mantenimiento debido, a diferencia del chavismo que abandonó su expansión y el mantenimiento generando permanentes apagones y racionamientos inexistentes en el pasado hasta llegar al desastre que hemos descrito en este artículo.
En conclusión, considero que el hecho inédito que padecimos los venezolanos en los últimos días ha ratificado una tendencia en la mentalidad de las mayorías: la certeza que el chavismo es una peste que de no ser superada pronto terminará de hundir el país en las tinieblas (y esto ya no es una metáfora sino una realidad palpable). Es una necesidad vital la transición a la democracia, único sistema capaz de hacer progresar el país en libertad otorgando la mayor dignidad posible al mayor número de venezolanos. Pero es una tarea que hasta ahora no hemos logrado los demócratas debido al régimen de permanente violación de los derechos humanos que caracteriza Nicolás Maduro, tal como lo ha probado el informe sobre Venezuela que presentó Michelle Bachelet (Alta Comisionada de los Derechos Humanos para la Organización de Naciones Unidas) el 20 de marzo de 2019. Es por ello que necesitamos el apoyo de la comunidad internacional libre, más allá de sanciones y reconocimientos a los poderes legítimos como es el caso de la Asamblea Nacional y el presidente encargado Juan Guaidó. Sirva el presente testimonio como una llamada de auxilio confiado en la solidaridad de los demócratas del mundo.