Ante las revelaciones de 10 mujeres sobre la conducta inapropiada del Premio Nobel de la Paz, la defensa de Oscar Arias tiene un serio problema. En primer lugar, las mujeres son profesionales, exitosas y que no buscan, con sus denuncias, ni dinero ni fama. En segundo lugar, el clima sobre el acoso sexual ha cambiado. Buscar evidencias de que las féminas hayan tenido otras relaciones, novios, maridos o ayuda terapéutica, con el fin de desprestigiar sus aseveraciones, servía como excusa a principios del siglo pasado, pero ya no. Acusarlas de ser razones políticas las que las mueven, tendrá casi nada de peso porque la política de este país no les interesa. Que los actos inapropiados no hayan sucedido y que fueron inventados solo convencerían a Rosario Ortega, Primera Dama de Nicaragua. Entonces, ¿qué podría usar la defensa?
La solución es muy sencilla: gluten.
Dan White, congresal de California, mató a su compañero Harvey Milk, líder y representante en el Consejo de San Francisco de la comunidad gay. El abogado defensor intentó probar que el estado mental angustiado de White era resultado por el atracón de comida basura que White se había dado la noche anterior a los asesinatos, pues era bien conocido que era cuidadoso con la alimentación sana. O sea, el exceso de carbohidratos y de azúcar lo enloqueció. White fue declarado inocente de los asesinatos el 21 de mayo de 1979, pero culpable de homicidio sin premeditación de las dos víctimas y sentenciado a siete años y dos tercios. Con la sentencia reducida por buena conducta y abono de la prisión preventiva, sería liberado a los cinco años. La teoría de que mucha hamburguesa y galletas produjo una reacción fuera de control y esto pudo reducir a casi nada la condena de White, puede hacer lo mismo por Arias.
Óscar Arias es un caballero de los de la antigua. Estos representantes de la Costa Rica clásica serían incapaces de, sin o con permiso, tomarle un seno a una dama y mucho menos de insertar los dedos en lugares inapropiados. Tanto él como su hermano son el tipo de hombres que, para no usar un lenguaje vulgar, dejarían una nota romántica a sus esposas (a las que obviamente les son fieles) para cuando les quisieran proponer una noche íntima. Por esta razón, los actos que le acusan no pueden haber sido conscientes.
El exceso de gluten se asocia con el síndrome de Tourette. El síndrome está asociado con la exclamación de palabras obscenas o comentarios socialmente inapropiados y despectivos (coprolalia). De un momento a otro, la persona expresa tics raros o en caso de la sexualidad, agarra senos o nalgas, inserta dedos, saca la lengua y se abalanza contra la víctima. Esto, aparentemente, sin estar en control consciente. Algo parecido a lo que le pasó a White con la comida chatarra.
Aunque no se conoce del todo el origen de este mal, una nueva posibilidad es la existencia de una relación con la sensibilidad al gluten no celíaca. Evidencias preliminares sugieren que los niños con síndrome de Tourette reaccionan ante el gluten de la dieta, provocando la aparición o empeoramiento de los síntomas. En 2015, Rodrigo y colaboradores documentaron el primer caso de remisión completa de los síntomas del síndrome de Tourette, tanto de los tics como del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) asociado, únicamente mediante la dieta sin gluten y sin tratamientos farmacológicos.
La defensa de Arias debe basarse en que el gluten es responsable de los actos desquiciados del Premio Nobel. Un juez sensato declararía que Arias sufre de Tourette y que por lo tanto, es inocente. El juez ordenaría a la pareja matrimonial, con el fin de que no se repitan estos escándalos sexuales, abandonar el pan de la dieta de Oscar. A su esposa le sugeriría que, de ahora en adelante, mejor haga tortillas (o tienen gluten).