En el artículo anterior acerca del tema de la gobernanza ante la crisis, terminábamos preguntándonos: ¿es la democracia tal y como funciona actualmente la mejor forma posible de gobernanza ante la necesidad de una nueva manera de pensar, sentir y relacionarse diferente a la que inspira el paradigma actual de «los opuestos»? ¿Son válidas las diversas ideologías, muy especialmente las denominadas de «izquierdas« y «derechas» para pensar en modificar nuestro actual paradigma mental y relacional?
Gobiernos autoritarios y gobiernos democráticos
Si quisiéramos simplificar y hacer una generalización de los tipos de gobierno que están y/o han estado a cargo de gobernar los diferentes países del globo, podríamos señalar de manera didáctica que hay y/o ha habido dos diversos tipos de gobiernos:
Por una parte, gobiernos autoritarios, dictaduras de diverso tipo, que se apropian del poder llegando con facilidad a violar los derechos humanos fundamentales de los habitantes del país, a veces cometiendo crímenes de lesa humanidad, sin mayor control de sus actos y normalmente aliados con determinados grupos de familias que suelen disponer del poder económico de esos países. En ese tipo de gobierno lo que cuenta es la voluntad y los deseos de quienes están en el poder que suelen sostenerse disponiendo y manejando a las fuerzas armadas del país. Suelen ser dictaduras cívico - militares que pueden recibir diferentes denominaciones. Pinochet y sus aliados en Chile usaron el nombre de democracia protegida ya que a veces solían llamar a votación acerca de algún tema, con la idea de darse «validez ante los demás países»; por ejemplo, acerca de un texto de Constitución para el país, en términos de Sí o No, sin control alguno ajeno al gobierno respecto a las votaciones, sujetas a manipulación de todo tipo ya que ni siquiera habían registros electorales que fueron destruidos al comienzo del golpe militar. Esos gobiernos, según las historias y/o experiencias sociales de cada país, se desgastan, surge una oposición organizada y tiempo más, tiempo menos, suelen ser reemplazados por gobiernos denominados democráticos. Por supuesto que estos gobiernos dictatoriales o de facto normalmente son desastrosos para el país y para sus habitantes en general.
Los regímenes denominados democráticos suelen caracterizarse por tener sistemas de votación para los diversos cargos que componen el poder ejecutivo y el legislativo que se supone son quienes gobiernan al país. Suelen ser regímenes que respetan en gran medida los derechos humanos. Quienes nombran los candidatos a elecciones de acuerdo a metodologías diversas, son personas que pertenecen a los denominados partidos políticos. Quienes componen esos partidos son personas que de un modo u otro demuestran interés en ser parte de los mismos y suelen denominarse militantes. Algunos logran hacer carrera, llegan a distinguirse de otros miembros o militantes y logran que los nominen candidatos para algún cargo. Algunos para cargos de elección popular, donde la gente sufraga; otros que forman parte del «aparato» de los diversos gobiernos al haber logrado ser nominados para ocupar cargos remunerados. Los así nominados, no siempre tienen una adecuada preparación para cargos legislativos o ejecutivos en determinadas Instituciones y muchas veces tampoco la tienen para cargos de gobierno, aunque suelen formar parte del aparato estatal. No me refiero a cargos de índole profesional que se ocupan en base a concurso público donde se supone que la persona ha de tener las competencias adecuadas para ejercerlo. Me refiero a cargos de elección pública y/o a los denominados cargos de confianza, que se deciden «a dedo» o «por pitutos» (palabra común en Chile para denominar personas con influencias). A veces la distinción y el límite entre cargos que requieren de ciertas competencias respecto a cargos de confianza que se nombran a dedo, no están muy claras. En el Chile actual tenemos, a modo de ilustración, un cantante que fue elegido diputado, que llegando al Congreso confesó que no sabía qué iba a hacer allí. Hay varios de esas características. Otros llegan con ciertas intensiones de cambiar o mejorar aspectos de índole tributario, o cultural, o educacional, pero suelen terminar enredados en las máquinas partidarias y/o del trabajo urgente del día a día y pierden el rumbo respecto de aquellos temas que postularon como importantes.
La cuestión de los partidos políticos
Los partidos políticos como lo dice su nombre, están partidos: defienden ciertos intereses particulares o específicos y no están integrados a un gran interés común, que denominé en el artículo anterior el Bien Común, es decir lo que favorece, da bienestar, mejor seguridad, una sociedad más justa, a todos los ciudadanos del país (o de una futura zona o macro zona planetaria) en lugar de favorecer fundamentalmente a ciertos grupos determinados.
De acuerdo a los teóricos, los partidos se pueden calificar en de derechas, de centro, o de izquierdas según cuales sean los intereses que defienden. Lo que importa es cuál es la realidad actual de los partidos y de quienes, llamados de la clase política hacen del trabajo partidario y de los cargos que suelen usufructuar parte fundamental de sus vidas.
Los denominados de derechas, suelen defender lo que denominan el libre mercado y la libertad de elección, lo que en la práctica se ha trasformado en defender la posibilidad de hacer todo tipo de negocios con la máxima rentabilidad posible y con el mínimo de control acerca de las consecuencias que generan esos negocios en el ámbito de las desigualdades sociales , del ecosistema medioambiental, o derechamente de la posibilidad de manipular a veces de modo masivo al resto de la sociedad de la que forman parte. Por supuesto que lo simplifico de manera didáctica.
Similarmente y también referidos de un modo «didáctico», los denominados izquierdistas en teoría defienden a las «clases trabajadoras», «al pueblo», definición que está cada vez menos clara, defienden la opción de un Estado poderoso que en la práctica cuando tienen el poder terminan desincentivando el emprendimiento de aquellos que desean crear nuevas empresas y/o nuevos proyectos, postulan a programaciones centralizadas que se traducen en burocracias que terminan generando castas de poder en base a influencias de todo tipo. El izquierdismo actual suele postular, al igual que el derechismo, a sostener ideologías rígidas en que descalifican a quienes no les simpatizan por tener ideologías no compatibles con las propias. A veces, ambos tipos de partidos y sus partidarios suelen actuar desde la ignorancia y el prejuicio. Muchas veces en enorme la dificultad de dialogar y llegar a consensos. La generación de conflictos suele ser parte intrínseca de la práctica partidaria.
Los partidos de centro suelen ser una mezcla de ambos y finalmente su manera de «hacer política» termina siendo similar a la de los demás partidos.
El factor común en los partidos, en los políticos, en las Instituciones que los amparan, es que están muy desprestigiados ante la población de cada país.
Por otra parte, ¿tiene sentido el defender determinados intereses sin siquiera analizar qué significan dichos intereses y cuáles son sus consecuencias?
Cuando la defensa de ciertos intereses tiene como consecuencias daños para otros, deterioros relacionales, conflictos evitables, problemas de contaminación ambiental que representan daño para todos, concentraciones de poder en pocas personas o Instituciones, todo eso no son verdaderos intereses a defender.
Los partidos deben dejar de ser o estar partidos y han de desaparecer o integrarse al ámbito del interés común que podemos denominar el Bien Común, transformándose en una organización de gente capaz y ética para trabajar en equipo con contacto con la ciudadanía para gobernar.
Los denominados partidos políticos están de lleno en el viejo paradigma actual del par de opuestos: amigo/enemigo, con la verdad/sin la verdad; buenos/malos.
Este sintético análisis, por su simplicidad aparentemente exagerada pero en esencia no alejado de la realidad, responde a ambas preguntas que realicé al principio:
La actual manera de funcionar de la denominada democracia no responde a la urgente necesidad de gobernanza en nuestro planeta para salir de la crisis al que el paradigma actual nos tiene sumidos, y las diversas ideologías que en teoría existen en el planeta simplemente no responden a la teoría de las mismas y están absolutamente obsoletas al formar parte intrínseca del modo de pensar propio del paradigma mental actual.
Tratando de descubrir otro tipo de gobernanza
Sin duda que necesitamos un tipo de gobernanza que rescate los valores fundamentales de la democracia, (respeto, justicia social, igualdad de oportunidades, libertad de expresión, participación, deberes y derechos humanos), logrando al mismo tiempo una gobernanza que apunte a un solo objetivo fundamental que es el “Bien Común” implícito en lo que una democracia renovada postularía.
La situación actual de nuestro planeta y de la humanidad, con sus enormes problemas sociales y relacionales (desacuerdos, conflictos y guerras), económicos (una desigualdad inaceptable con zonas de despilfarro e hiperconsumo junto a zonas de miseria y hambruna), todo eso contando con medios científicos y tecnológicos suficientes para la solución y superación de esos problemas, nos obliga, nos urge a pensar de manera no sólo global, situación en la que comunicacionalmente ya estamos, sino integral y planetaria.
He mencionado a China como fuente de aprendizaje, no como para copiar el modelo, sino para tomar en cuenta elementos destacables:
- no hay partidos
- el partido único está en la fase de transformarse en Institución de calidad ética y profesional para gobernar el país, que es un verdadero continente
- existe un proceso en el que la justicia pretende ser pareja para todos los ciudadanos
- la corrupción, producto del relativismo ético imperante en muchas partes, se castiga drásticamente, incluso con la pena de muerte (no se trata de copiar la aplicación de dicha pena pero sí de no castigar de manera formal y risible los delitos vinculados a la corrupción y las estafas sociales, los denominados delitos de cuello y corbata, como suele ocurrir en Chile que sin duda es uno entre muchísimos casos en el planeta)
- existe en el sistema económico-social chino una flexible mezcla que se está tratando de perfeccionar entre libre mercado, proyectos y emprendimientos de índole privado pero bajo control, y al mismo tiempo, una economía planificada y activa participación del estado con el norte de generar un mejor nivel de vida y de bienestar a todos sus habitantes.
Cuando señalo esta referencia es sólo con el ánimo de detectar señales de que es posible gobernarnos de diferente modo.
Preguntas que surgen
A la luz del conocimiento, del desarrollo técnico y científico, de un proceso de «toma de consciencia» de que los «intereses» de los grupos económicos, de los poderes fácticos, de los ideólogos rígidos de los diferentes signos, de que las creencias no son «verdades», de que podemos optar por un mundo mejor: ¿no podremos generar una gobernanza planetaria que, formando, seleccionando, capacitando gente de diferentes vocaciones y profesiones, puedan ser parte de equipos permanentes para gobernar, con reemplazos adecuadamente previstos? ¿Es que no podemos ser capaces de abrirnos al diálogo y a la participación informada, consciente y preparada de parte del ciudadano planetario en sus diversas zonas y macro zonas del planeta?
Seguiremos reflexionando.